Por Luis Matos*
Dijo
Carlos Gardel que 20 años no es nada. Tengo 61 y recuerdo cosas de mi
infancia, incluso con 2 años de edad, como si fuera ayer, pero con la
suerte que, excepto mis primeros 8 años, que viví en la parte más
oriental de Cuba bajo un sistema capitalista donde campesino pobre y
esclavo era lo mismo, crecí bajo un sistema donde la familia es lo más
importante dentro de la organización social. Junto a mis padres y
hermanos pasé las buenas y las malas, donde el apoyo del uno al otro es
fundamental para revertir los malos momentos que por diferentes causas
atravesamos, como la enfermedad o la muerte de un ser querido, por
ejemplo. Esa unidad hace que el tiempo corra. A veces estás acariciando
un bebé, y cuando menos te lo imaginas, estás enrolado en su emoción
porque comienza la escuela, o correteando para celebrar sus Quince, o su
boda. Luego frente a una cuna donde duerme un nieto le decimos a
nuestra hija: “Parece que fue ayer que estábamos acariciándote en esa
cuna”
Para
Gerardo, Ramón, Tony, Fernando y René, y sus familiares, la situación
ha sido y es diferente. Un injusto encierro, acusados injustamente,
cuando su acción era evitar muerte y dolor a las familias cubanas y de
otros pueblos; encierro que los mantiene fuera de sus seres queridos,
incluso en momentos donde su presencia es importante, momentos de
alegría como la de inicio del curso escolar de sus hijos, o la
celebración de los Quince, o la boda, o en los momentos duros como el de
la pérdida de un hermano, el padre o la madre… 15 años es demasiado.
Más duro y con más razón es demasiado tiempo para Gerardo y Adriana, a
quienes el Gobierno de los Estados Unidos, y como máximo responsable
actual el Presidente Barack Obama, no les permite siquiera tener un hijo
o una hija, máxima aspiración de toda pareja que se ama.
Históricamente
la humanidad ha reprochado el actuar del Imperio y sus gobernantes: con
posiciones absurdas y crueles como éstas, se siente repugnancia.
Acabe
ya, Señor Presidente de los Estados Unidos, de sentir vergüenza por esa
condición de Premio Nobel que le fue otorgada, y sin escuchar más los
consejos o las amenazas de los terroristas que lo rodean, firme el
indulto de los 4 compatriotas nuestros que aún quedan en prisión,
dignos jóvenes que llevan casi la tercera parte de su vida encerrados
por su firmeza, valentía, patriotismo y amor por la vida, razón por la
cual han conquistado la admiración y el cariño de la humanidad, a pesar
del odio de que hacia ellos tienen los terroristas que usted defiende,
señor Presidente. No espere la gran movilización mundial del 12 de
septiembre, en que se cumplen 15 años de este macabro encierro, donde
millones de personas le exigirán a usted la liberación inmediata de
Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González.
Haga
honor, al menos con este gesto, al premio Nobel que ostenta, y a la
confianza que depositaron en usted sus electores para la administración
de la Justicia, desmoralizada por el actuar de los jueces en el caso de
los Cinco.
20 de agosto del 2013
*Prof. Luis Matos, trabajador del Turismo y miembro del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco.