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| Foto Archivo RCBaez: Graciela y Natacha
|
El
proyecto cultural Nuestro Espacio por los Cinco recordó al Comandante
Presidente Hugo Chávez, durante una velada que tuvo por sede el Monte de
las Banderas en la Tribuna Antiimperialista José Martí, en La Habana.
La
velada contó con la presencia de Edgardo Antonio Ramírez, embajador de
Venezuela en Cuba, Graciela Ramírez, presidenta del Comité Internacional
por la Liberación de los Cinco, Natacha Santiago, coordinadora de esta
iniciativa, y un numeroso público.
Música,
poesía y danza alegóricas a la figura del mandatario venezolano
hicieron comunión en esta jornada, donde se rememoraron también hechos
como la victoria de Playa Girón, primera derrota del imperialismo en
América, y el nefasto golpe de Estado en ese país sudamericano en 2002.
En
voz de noveles y consagrados trovadores se escucharon obras
musicalizadas del Poeta Nacional Nicolás Guillén, en tanto jóvenes
intérpretes dedicaron sus canciones y también la danza al recién
desaparecido estadista de talla universal.
El
diplomático agradeció este gesto de los cubanos con el querido
Comandante, en tanto anunció que todas las letras de las canciones,
poemas, fotografías y otras modalidades artísticas dedicadas a Chávez
podrán ser enviadas a aquel país mediante la embajada en La Habana.
Todo, explicó, formará parte del Museo Histórico que en su nación recogerá el legado dejado por el mandatario.
Graciela
Ramírez recordó que se cumple un año más de que los Cinco Héroes
antiterroristas cubanos cautivos en Estados Unidos fueron declarados
culpables en un amañado proceso judicial en Miami, Florida, en 2001,
aunque desde el 12 de septiembre de 1998 fueron apresados y sometidos a
duras condiciones de cárcel.
Además,
subrayó cuando Chávez en 2009 entregó la Orden del Libertador a los
familiares de Gerardo Hernández, Ramón Labañino, René González, Antonio
Guerrero y Fernando González.
Natacha
Santiago, promotora de este proyecto especial de por los Cinco, dijo
que este cumple 10 años en 2013 y que está integrado por artistas
profesionales o no, además de jubilados y estudiantes de distintos
municipios.
Apuntó
que se han sumado durante estos años todas las manifestaciones del
arte, y a la vez han recorrido hospitales oncológicos, escuelas,
círculos infantiles y escuelas especiales, además de está tertulia
mensual en la Tribuna Antiimperialista.
Significó
que en está ocasión es un honor perpetuar al Presidente Hugo Chávez, a
quien Fidel calificó como el mejor amigo de Cuba. (AIN)
http://www.granma.cubaweb.cu/2013/04/12/nacional/artic15.html
Por Irmita González Salanueva *
| Foto del último encuentro de Irmita y su bebé con el abuelo Cándido René |
Dicen los que lo conocían de antes, que solía tener un carácter muy
fuerte, pero yo realmente nunca pude dar fe de aquello.Lo recuerdo
siempre sonriente, con aquella carcajada que tanto me recordaba a mi
papá. Jamás lo llamé por teléfono y recibí un saludo entristecido o
quejumbroso, a pesar de los muchos pesares que sé guardaba en su
corazón. Nunca confundió mi voz con la de ninguno de sus otros nietos,
nos conocía bien a cada uno y a todos nos amó por igual y muchooooo. Recuerdo el verano cuando apresaron a mi mamá, yo estaba en Cuba de
vacaciones y recibí la noticia de que ahora mis dos padres estaban
injustamente bajo rejas. El enseguida vino hacia mí, viajó desde Alamar
hasta el Cotorro en la bicicleta en la que todas las semanas se montaba
para visitar a sus hijos y nietos, me vio, me besó y en un esfuerzo por
esconder el dolor, me sonrió. Nunca se lo dije, pero sentí un alivio
inmenso, sabía que una vez más el estaría a mi lado y me sentí segura.
Cómo no estarlo, si en este mundo no había alguien más parecido a mi
papá. Nadie más ha logrado como ellos, desestimar las cosas banales y
sin importancia, para entregarle el corazón con todas sus fuerzas a todo
aquello que creen justo. Nadie como ellos, con más habilidad para
querernos y unirnos a todos en esta familia que tanto ha pasado. Nadie
como ellos, para darnos lecciones inintencionadas de nobleza y
dignidad.Un día con mi abuelo y me pasaba como me pasa cada vez que
tengo la oportunidad de estar con mi papi; era imposible no sentir la
necesidad de ser más y más humano. La diferencia era que, con mi abuelo
podía estar más tiempo que con mi papá. Ahora es mi papá quien me
recordará a mi abuelo, sin embargo eso tendrá que esperar, pues mi papá
aún no puede estar a mi lado. Algunos lo llamaban ¨Cándido¨, otros lo llamaban ¨René¨ pero todos
los que lo conocieron lo querían. Yo lo llamaba ¨abuelo¨ y lo adoraba,
le agradezco cada momento en que estuvo a mi lado, nunca era el que más
hablaba, nunca buscó protagonismo, pero siempre estaba atento por si se
le necesitaba. Recuerdo incluso que hace poco , a pesar de no sentirse
bien de salud se reprochó no poder salir del hospital a tiempo para
presenciar la defensa de mi tesis de maestría, también alrededor de ese
tiempo le regaló a mi hijo aún por nacer, su primera pelota de beisbol y
me dijo que él lo iba enseñar a jugar. Mi hijo nació 15 días antes de que él cayera en cama. La última vez
que lo vi consciente fue en un almuerzo que él nos preparó en su casa
para que fuéramos a verlo y poder conocer a su primer bisnieto. Por
primera vez admitió no estar en condiciones de salir de la casa. Sin
embargo dijo que en cuanto mejorara ya nos visitaría. Ese día cuando nos
marchábamos, él se había acostado un ratico y dejó dicho que lo
despertáramos. Pero no lo hicimos, sabíamos que estaba cansado, había
acabado de regresar de estar tres meses con mi papá. Con él había
celebrado sus cumpleaños, lo vi sonreír a borbotones y reaprender a
jugar ajedrez con la motivación de un niño. Había hecho un esfuerzo
increíble por aparentar la salud de un muchacho de 20 años y soy testigo
de que el estar junto a su hijo, lo ayudó a sentirse como tal. Pero
sabíamos que debía descansar, siempre le tomaba un tiempo reponerse de
esos viajes, sabiendo que mi papá quedaba solo. Esos 14 años de
separación y la reciente muerte de mi tío Roberto habían dejado su
huella en el pecho de mi abuelo. Aun así debí haberlo despertado, aun
así debí haberlo abrazado para volver a verme reflejada en la limpieza y
viveza de sus ojitos azules. Nunca imaginé que no lo haría más, él
siempre, siempre mejoraba. Hace tres días enterramos a mi abuelo. Hace tres días me despedí de
la persona que nunca tuvo nada suyo, porque siempre había un ser querido
a quien entregárselo todo. Hace tres días Ivette despidió al abuelito
que seguía viniendo de Alamar para llevarla al parque y tratar de
enseñarle a montar bicicleta. Hoy sus cenizas descansan junto a los
restos de mi abuelo materno, otro gran hombre con quien también
compartió muchos valores. Resistió muchos golpes, pero no lo suficiente
para ver a mi papá regresar definitivamente a Cuba. Mas no se ha ido,
estará por siempre en nuestros corazones. Pero más importante aún,
estará su esencia siempre en cada buena acción que hagamos cada uno de
sus nietos, en cada gota de sudor y hasta de dolor que demos por esta
Revolución, en cada momento en familia… Mañana, Ignacito René llevará de
él más que su nombre y los hoyitos en el rostro, habrá hecho suyos su
amor al ser humano, su entrega al bien de todos y su sencillez. De eso
me encargaré yo. *Irmita es la hija del Héroe antiterrorista René González, uno de Los Cinco cubanos injustamente encarcelados en EEUU
| Foto del último encuentro de Irmita y su bebé con el abuelo Cándido René |
El lunes 1 de Abril falleció Cándido René González, padre de René.
Cándido
tenía 82 años y el dolor acumulado por la injusticia que desde hace 15
años comete EEUU con su hijo René y sus cuatro hermanos de causa. Meses
atrás perdió a su hijo Roberto. Demasiado dolor para este obrero, que
fue cortador de caña cada vez que la Patria lo necesitó.
Demasiados pesares para este
hombre noble, revolucionario y digno, orgulloso de sus hijos, que luchó
sin descanso por ellos, pero se fue sin la alegría de poder abrazarlos
en la Patria.
Demasiada injusticia para su hijo René, que una vez más no podrá abrazar a los suyos, ni
recibir el consuelo de su esposa, hijas, hermanos y madre ante la pérdida de su querido padre.
Sentimos en el alma la partida de Cándido y el dolor que con ella embarga a René y las familias de los Cinco.
Siempre lo vamos
a recordar, con su sonrisa pura de hombre bueno y su mirada limpia, cristalina y franca.
Hasta la victoria siempre querido Cándido!
Comité Internacional por la Libertad de los
Cinco
Por Acela A. Caner Román
Años
atrás, desde la cárcel norteamericana de máxima seguridad de FCI
Florence, Antonio Guerrero Rodríguez, uno de los cinco antiterroristas
cubanos, escribía a su madre: “… no se ven volando mariposas en el patio
de la prisión, lugar en que camino todas las tardes. He pensado a veces
que es por el viento, pero ni en días de calma logro localizarlas”.
Tony
soñaba con mariposas. Y su hermana Maruchi, emocionada, le hizo llegar
25 fotos de mariposas endémicas cubanas, captadas para él por el lente
inolvidable de Liborio Nodal.
No
fueron suficientes las rejas del presidio para que, desde la celda de
Tony, salieran volando -esta vez rumbo a Cuba-las 25 mariposas cubanas
que cobraron vida en acuarelas pintadas por el poeta prisionero.
Hoy,
nuevamente, regresan a Tony sus mariposas. Esta vez, salidas de las
manos de la artista veneciana, Rosa María Penso, quien inspirada en su
obra y como muestra de solidaridad y de apoyo a la lucha por la
liberación de los Cinco, bordó cinco de esas mariposas aplicando la
antiquísima técnica del merletto de Burano*.
En
la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, la tarde del
20 de marzo de 2013, Rosa María Penso acompañada de toda su familia,
entregó a Mirta Rodríguez, la madre de Antonio Guerrero, un estuche con
cinco mariposas cubanas -una por cada héroe prisionero del imperio-
sobrevolando el mapa de Cuba labrado en fina plata.
--
La
obra de arte muestra la constancia de esta artista quien, punto a
punto, bordó su amor por la libertad y por los Cinco en cada una de esas
mariposas. Tal como expresaran Roberto Rodríguez y Giustino Di Celmo,
fue una tarde cargada de emociones y de solidaridad que unió más a los
pueblos de Cuba e Italia.
Lleven
estas mariposas, con su ir y venir de libertad, un mensaje que mueva
las almas sensibles a sumarse a la lucha por la excarcelación de
nuestros Cinco hermanos prisioneros.
Derrumben
con su aleteo, el muro de silencio que pesa en Estados Unidos sobre
este caso y que regresen a la Patria y los suyos, estos Cinco hombres
inocentes, condenados por el único delito de luchar por la paz y la
vida.
*El
encaje de Burano es uno de los más famosos en el mundo, con una
tradición de siglos de antigüedad, nacida en la isla de Burano, en la
laguna de Venecia, donde está la sede de un famoso museo del encaje.
Para algunos, el trabajo típico buranella estaría conectado a la
tradición marinera de los habitantes de la pequeña isla, vinculada a la
pesca y por lo tanto la fabricación y reparación en el sitio de redes.
Datos de Wikipedia
Fuente Radio Enciclopedia
Mensaje de René González
Queridos allegados al Comandante Chávez:
No
por temida la pérdida de ese gran bolivariano nos ha aliviado la
consternación. Siempre tuvimos la esperanza de que con ese espíritu
indomable nos volviera a decir su firme “por ahora” y que luego,
levantándose por sobre las heridas de su cuerpo, el soldado se
incorporara para seguir guiando a todo un continente hacia el futuro de
justicia que tantas veces le ha sido escamoteado.
No ha podido
ser. Pareciera que el precio de ser tan bolivariano es el de extinguirse
como el Libertador, como el volcán que todo lo incendia para luego
apagarse de súbito. Pero queda la montaña, esa materia que fue lava
ardiente, y que tras la extinción de la llama se conviertte en faro, que
nos señala inequívocamente el horizonte al que un día llegaremos para
rendirnos a sus pies en perpetuo homenaje, las cadenas rotas y el haz
martiano de naciones libres como ofrenda.
En las lágrimas viriles
que acompañan estas palabras se vierte mi compromiso con la justicia
que buscó nuestro hermano Hugo Chávez; compromiso que no cejará mientras
me quede un aliento de vida para honrarle con mi conducta. Compromiso
que sé multiplicado por cinco en cualquier parte de este imperio cruel a
que nos confinen el odio y la venganza.
Tengo fe en el pueblo
venezolano, y en que sus lágrimas se fundirán con las de todos los que
hoy lo lloramos para dar al mundo una lección de patriotismo. Hugo
Chávez, nuestro comandante, está hoy vivo en el corazán de cada hijo
digno de Venezuela.
A sus seres queridos, a sus compañeros, al pueblo que tanto quiso, llegue el abrazo propio, el de mi familia y el de los Cinco.
Por ahora Comandante, pero Hasta la Victoria Siempre.
René González Sehwerert
Mensaje de Ramón Labañino
Querido pueblo venezolano Con
extremo dolor y consternación acabamos de recibir la durísima noticias
de la partida de nuestro amado Comandante de las Américas, Hugo chávez
Frías, y nos unimos al sentir universal por su ausencia tan temprana. A sus familiares, amigos, hermanos de lucha, todo el amor y las condolencias de los Cinco en momento tan difícil. Es
nuestro deber continuar su ejemplo, su lucha que es la nuestra, por una
América realmente libre, independiente y soberana, por la Revolución
bolivariana socialista. Solo así hacemos eterna su existencia entre
nosotros, que ya lo es. A nombre de los Cinco, todos nuestros familiares y el pueblo cubano, reciban todo nuestro apoyo y solidaridad, hoy y siempre ¡Chávez vive y vivirá siempre en nuestras almas! ¡Hasta siempre, Comandante! ¡Cinco abrazos! Antonio Guerrero René González Fernando González Gerardo Hernández Ramón Labañino Salazar
Marzo 5, 2013 FCI Ashland, Kentucky
Por Marlene Caboverde Caballero*
I
Quiero ir con aquel a quien amo. No quiero calcular lo que cuesta. Bertolth Brech
La
mujer de ojos azules estaba nerviosa. Miraba fijamente el cristalito
alto en aquella puerta que no acababa de abrirse. Hacía frío. Había
viajado por varios días para llegar hasta la penitenciaría de Oxford, en
los Estados Unidos, pero por fin estaba allí.
De pronto, la puerta se abrió. Se abrazaron. Habían transcurrido casi cuatro años desde la última vez que se vieron en Cuba.
Este es solo un pasaje de una historia de amor entre un hombre y una mujer. Ella
es Rosa Aurora Freijanes Coca, él, Fernando González Llort. Llevan
separados casi quince años porque Fernando está preso. Es culpable de
los delitos de amar a su patria y combatir el terrorismo. Pero Fernando
no está triste, tiene el cariño de su mujer, de su Rosa Aurora. Son dos y
a la vez son muchos, porque son nuestros.
Su
historia de amor comenzó en mil 990 cuando Rosa Aurora Freijanes
estudiaba la carrera de Técnico Medio en Colaboración Económica. Martha,
la hermana de Fernando era su amiga y le presentó a Fernando, que era
Licenciado en Relaciones Económicas Internacionales y enseguida se
ofreció para ayudarla con esas materias.
Así fue como se acercaron y al poco tiempo estaban viviendo juntos una hermosa historia de amor.
Poco
tiempo después llegó la separación, inexplicable para ella. Fernando
marchaba a los Estados Unidos para monitorear las actividades de
organizaciones terroristas que habían causado daños humanos y materiales
en Cuba en los primeros años de la década de los noventa.
En
mil 998 Fernando es detenido en la Florida y condenado a 18 años de
prisión. Como él y Rosa Aurora no estaban casados legalmente tardaron en
reencontrase casi cuatro años. Para ese entonces, ella pasaba de los 40
años de edad y la posibilidad de tener hijos se perdió.
“Con
el transcurso de estos años que hemos pasado en cárceles
norteamericanas la realidad nos obliga a asimilar circunstancias y
aceptarlas como parte del necesario sacrificio. Guiados por nuestra
absoluta convicción de que nos acompaña la verdad, aceptamos la realidad
y vivimos con ella. Una de las más doloras realidades es la de los
hijos por tener… Será el amor el que sustituya la risa infantil en
nuestra casa. Seguramente mi caso no será único. Sin embargo, lo que le
confiere singularidad a nuestro dolor es que la realidad a la que nos
obligan a adaptarnos las provoca una injusticia colosal”.
Fernando
debe salir en libertad el 27 de febrero de 2014. Tenía solo 35 años
cuando fue arrestado y ya tiene 49. Pero Fernando jamás se sentido
aprisionado, ni triste ni solo. Se le debe a mucha gente, pero en
especial a Rosa Aurora.
Y
es que, ellos dejaron de ser solo dos para ser millones. Su historia de
amor se agiganta y agrieta los muros, carcome los barrotes, ahuyenta la
soledad, porque aunque su tema de amor, como dice Silvio, tiene
quebranto, sana el dolor y a ellos les ha costado tanto, que ya es un
sueño y una canción.
II
“…..solía preguntarme/ cómo serías en tu espera/ si abrirías por ejemplo los brazos/para abrazar mi ausencia…..” Mario Benedetti
Él
sabía la hora exacta en que la mujer pasaría. Casi no podía
distinguirla desde el duodécimo piso donde estaba. Pero siempre se
asomaba con el ánimo, no solo de volverla a ver, sino para disfrutar de
los ojos, la risa y los gestos de la niñita que la acompañaba. Desde
arriba, los otros prisioneros solo veían un puntito negro en los brazos
de la mujer, de su mujer.
Ella
era Olga Salanueva Arango y el preso que la observaba desde aquella
altura en el centro de detenciones de Miami era su esposo René González
Shewerert. Corría el año 1998. Acusado de espía, él permanecía entonces
en el “hueco”, donde entonaba El necio de Silvio, mientras soñaba con
los besos de su mujer, y las risas de sus hijas.
Olga
y René se conocieron entre la arena y el mar en 1982, quizás por ese
motivo su amor es tan profundo, inmenso. Pienso que esa grandiosidad del
océano tiene mucho que ver con la paciencia y el optimismo de esa
pareja que por más de doce años debió conformarse con la voz del otro
lado de la línea, con un amor de papel, pero a prueba de distancias,
injusticias y maldades.
“….después
de haber pasado ambos tantas pruebas durante estos años sin dejarnos
aplastar, seremos capaces también de sobreponernos a esto, de todos
modos siempre hay una compensación por cada sueño no realizado, y en
este caso será cuando pueda hablar directamente contigo por teléfono y
oír tu voz llenándome de alegría y aliento… no te niegues un momento de
alegría, una sonrisa, un juego con las niñas… Si algún día la sombra de
mi situación se interpusiera para privarte de alguno de esos momentos,
¡espántala! Pues no será mi figura la que está proyectando esa sombra…”.
Primero
fueron los meses interminables en el Hueco, luego la prisión de Olga, y
su deportación, después el juicio y la condena de quince años de
privación de libertad para René, y más tarde una separación terrible que
duró más de una década, hasta su reencuentro en Cuba el pasado año,
cuando Roberto, el hermano de René, agonizaba.
Creo
que tantas tribulaciones embellecieron a Olga y agigantaron a René.
Ella está más hermosa, él, más alegre y optimista aunque padece en la
Florida una condena adicional de libertad supervisada que terminará el 7
de octubre de 2014. Son abuelos de un bebé hermoso que se llama Ignacio
René. Irmita, la hija mayor, es Psicóloga, Ivett, la menor, es una
excelente estudiante y llegará lejos. Estoy segura.
Quienes
condenaron a René González Shewerert y pretendieron aislarlo se
equivocaron. Lograron el efecto contrario. El rostro de René se diseminó
por el mundo, la voz de Alguita se escuchó en decenas de países, su
historia de amor se repitió en mil idiomas diferentes, porque el lazo
que un día los unió se parece al mar, enorme, insondable, eterno.
III
Madre, ya no estés triste, la primavera volverá, madre, con la palabra libertad. Silvio Rodríguez
Una
mujer en silla de ruedas salía del edificio. En su mirada brillaba una
lágrima, que ahogaba a otras muchas. En la memoria, la figura del hijo
andando por la sala, lentamente, por el frío de las cadenas en los pies.
La ropa gris flotaba en su cuerpo más delgado. Su cabeza alta, sus ojos
anegados de versos y colores. Ni un saludo. Allí lo prohíben. Entonces,
bastó cruzar una mirada y el mundo se convirtió en un abrazo.
Esa
escena transcurrió el martes 13 de octubre de 2009 en la Corte Federal
de Miami. La mujer era Mirta Rodríguez Pérez y el hombre encadenado,
Antonio Guerrero Rodríguez, su hijo.
A
la salida del colosal edificio ella volvió a mirar el Centro Federal de
Detención y quiso adivinar cuál de aquellas ventanas minúsculas se
confabuló con el hijo para darle luz a sus primeros poemas.
Tony
estaba por cumplir los 50 años de edad y los jueces corregían el error
de la cadena perpetua con un remiendo tan espantoso como 21 años y 10
meses de privación de libertad. No obstante el soldado poeta parecía
vivir otro día feliz, y tengo la certeza de que su fuerza se debía,
sobre todo, a la presencia de su madre.
Aquel
día Mirta volvía al encuentro del hijo con sus 77 años a cuestas como
si no pesaran. Una leve sombra en su rostro delataba el dolor de la
nueva sentencia. Tony lo percibió y sintió deseos de abrazarla.
La
nostalgia flotaba en el aire y los atrapó a los dos. Entonces, se
dibujaron fugazmente en el aire los días de pastel y fiesta de
cumpleaños, las visitas a la beca, los paseos de domingo, el arroz
amarillo…
Pero
el pesimismo tenía prohibida la entrada en sus vidas. Había una promesa
mutua que cumplir: él regresaría y ella estaría para esperarlo.
"Regresaré
y Regresaré y le diré a la vida/ he vuelto para ser tu confidente./ De
norte a sur le entregaré a la gente/ la parte del amor en mí
escondida./ Regresaré la alegría desmedida/ de quién sabe reír
humildemente./ De este a oeste levantaré la frente/ con la bondad de
siempre prometida./ Por donde pasó el viento, crudo y frente,/ iré a
buscar las hojas del camino/ y agruparé sus sueños de tal suerte que no
puedan volar en torbellino./ Cantaré mis canciones al destino/ y con mi
voz haré temblar la muerte".
Antonio
Guerrero Rodríguez regresará. Nadie lo duda. En este tiempo de encierro
se las ingenió para volver como mariposa, ave, hormiga, ola. Tengo la
certeza de que ese retorno permanente es posible gracias al cariño por
su familia.
Hoy
permanece en la prisión de Marianna, en los Estados Unidos donde
continúa siendo el maestro artista que sobrevive entre el espanto y la
ternura. Es un hombre querido por los reclusos y admirado por sus
carceleros. No podía ser de otro modo, porque como bien dice Mirta:
“¿Quién no ama a un poeta?”.
Allí
aguardará el 18 de septiembre de 2017, que es la fecha fijada para su
libertad a medias, porque, como René, también deberá padecer una sanción
adicional de 5 años de libertad supervisada.
Mirta
y Tony tomaron en estos años de encierro una dimensión extraordinaria.
Ella sabe que es un premio haberlo parido, por eso pelea con el reloj
para apurar el tiempo. Quiere estar para esperarlo y cumplirá su
promesa, ese es también mi mayor deseo.
IV
Mi amor existe y nunca se peina/ ni ríe ni mira. Es amor solamente. / Sólo amor. Silvio Rodríguez
Una
mujer junto a tres niñas de cinco, diez y catorce años espera. El aire
se enrarece con las pisadas secas y el ruido de llaves y cadenas.
Después, de llenar algunos formularios las cuatro son revisadas. La más
pequeña, muy inquieta. Uno de los guardias la regaña. Se resiste a que
le estampen ese cuñito transparente en la ropa. Ya es la hora, pero no
pueden entrar todavía. El cuñito no se ve bien. Hay angustia en la cara
de la mujer. Otra vez vuelven a marcar el vestido de la niña. Entonces,
ella la consuela: “vamos a ver a tu papá, a tu papá”.
Ya
en la sala de visitas el rostro de la mujer se ilumina. Un prisionero
rubio, alto, de ojos rasgados se aproxima con una risa de oreja a oreja.
La familia se reúne por primera vez después de casi cuatro años. Era un
día de abril de 2002, en la prisión de Beaumont, Texas, en los Estados
Unidos.
Los
protagonistas de estas escenas son Elizabeth Palmeiro Casado y Ramón
Labañino Salazar. Para sus carceleros él es un espía; para ella, es
simplemente su amor, su esposo, su hombre, el padre de sus hijas; para
Cuba, un héroe.
Aquel
día Ramón hizo chistes, contó anécdotas graciosas de Ailín, Laurita y
Lizbeth, evocó los días felices en Cuba, y en pocos minutos la sala
semejó para las niñas un parque de diversiones. Elizabeth, atenta, solo
añadía algún que otro detalle.
Hubo
un instante mágico en que se miraron hasta el alma para sellar otro
pacto con el amor: protegerían a sus hijas siempre, de todo y de todos.
Entre
Elizabeth y Ramón pervive un amor de esos que no se marchitan ni se
mueren. Jamás él la vio embarazada, tampoco estuvo durante el nacimiento
de las niñas, llevaban más de dos años sin verse cuando a él lo
detuvieron y hasta hoy él cuenta más de catorce años en prisión.
Durante
todo este tiempo solo el amor los ha librado de las maldades y los
rencores ajenos, del olvido, la soledad, la desesperanza.
“No
hay fórmula para esperar”, admite ella cuando habla de Ramón. “Es su
voz la que hace andar el mundo”, repite él en cada verso, en cada
conversación.
“Acabo
de oír tu voz/ Y ya el mundo es diferente/ Vuelven los pájaros a
volar/ Y las nubes a ser más tenues,/ El brillo del sol se sube/ Entre/
las montañas verdes/ Como el pico de la ternura/ Entre rubíes y
suertes…/ Todo tiene su rumbo/ Que marcha felizmente/ Vuelve el/ mundo a
andar/ Porque yo soy un hombre de suerte/ Acabo de oír tu voz/ Y ya el
mundo es diferente//”.
Cuentan
que Ramón ríe desde las paredes de su casa en el Vedado, donde asoma
feliz en decenas de fotografías. Dicen que Lizbeth, la hija más pequeña
prometió que no iba a dejarlo salir más cuando regresara y Laura y Ailín
confían en la fiesta de arroz congrís y puerco asado prometida por él
en cada encuentro.
Por
su parte, Elizabeth convirtió la distancia en semillas y raíces.
Aprendió el secreto de esperar y por eso tiene la certeza de que el 30
de octubre del 2024, fecha fijada para su libertad, está llegando. Los
dos resisten con las manos tendidas, yo también se las aprieto fuerte,
muy fuerte y les regalo hoy otra esperanza en versos.
Lento pero viene El futuro se acerca Despacio pero viene
Ya se va acercando Nunca tiene prisa Viene con proyectos Y bolsas de semillas
Con ángeles maltrechos Y fieles golondrinas
V
Hay ausencias/ que te hablan de un mañana / que se tornan de todos los colores/ que te ponen el mundo en la ventana/ y de esperanza llenas los balcones. Liuba María Hevia
Era
una mañana de julio de 2002. La mujer comienza a descender por la
escalerilla del avión. Está nerviosa. Tres años sin verlo. Cuánto
tiempo, piensa. Una vez en el aeropuerto de Houston, en los Estados
Unidos, revisan sus documentos. La miran una y otra vez, hablan en voz
baja. Alguien más llega. Debe esperar. La interrogan, la fotografían,
manchan sus dedos de tinta. Se angustia y un desespero terrible minan su
voluntad. Once horas después le dicen que no es bienvenida, que debe
regresar a Cuba. En la prisión de Lompoc un hombre se queda esperándola.
Así
transcurrió la estancia de Adriana Pérez O’connor la única vez que
viajó a los Estados Unidos para visitar a su esposo, Gerardo Hernández
Nordelo.
Aquel
día ella hizo el viaje de regreso como si fuera una pesadilla
interminable. Una vez en casa la incertidumbre pasó, volvió a sentir la
presencia de él en la sala, en la cocina, en el jardín. Llenó la cama
con sus cartas y postales y miró el sillón donde tantas veces la acunó
como si fuera una niña.
Ni
Adriana ni Gerardo sospecharon entonces que la espera se alargaría
indefinidamente. Quienes le impiden hasta hoy reencontrarse, tampoco
adivinaron que hay lazos que no se rompen como las normas, las
convenciones, las leyes, o los mandamientos.
Pasan
los años y jamás es invierno en la vida de esta pareja. Adriana, más
hermosa, con una esperanza a prueba de odios y bombas, con el sueño
intacto de los hijos que están por nacer.
“Queridos
hijos: Cuando lean estas líneas habrán pasado algunos años desde que
fueron escritas. Ojalá no sean muchos. En esta fecha ustedes no han
nacido, y hasta su mamá tiene dudas de si algún día nacerán. Todo se
debe a que estoy viviendo momentos difíciles de mi vida, lejos de mi
país y de mi familia, de los que sin embargo, estoy muy orgulloso y
espero que algún día ustedes también lo estén…”
A Gerardo le queda estrecha la celda para tantos amigos, para tantos sueños, para tanto amor.
Cuba,
le llaman a él en Victorville, esa prisión en medio de un desierto que
colma a diario de mariposas, pepinos, cigüeñas, ejemplos. Mientras, los
carceleros se asombran por la alegría inusitada de un hombre condenado a
dos cadenas perpetuas más quince años de privación de libertad.
La
nostalgia existe, es cierto, pero también el teléfono, el correo, los
amigos, la risa, la música, la esperanza. Gerardo y Adriana saben que
el miedo es inútil y la mentira también, que los besos no se pudren ni
los abrazos, ni los deseos.
Ella
dice que sonríe siempre porque esa la mejor forma de esperarlo y a él
tampoco se le marchita la alegría, porque sabe de un jurado de millones
que un día le regalará la libertad.
*Periodista
cubana, trabaja en la emisora Radio Jaruco, y una de las fundadoras del
Comité “Alas de Libertad” de esa emisora por la Libertad de los 5
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