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Por Ricardo Alarcón de Quesada
Volvieron.
El 17 de diciembre, finalmente, Gerardo, Ramón y Antonio se encontraron
libres, en la Habana, con Fernando y René y con sus familiares.
Desde
que el Presidente Raúl Castro lo anunció en la red nacional de radio y
televisión la gente salió a las calles a celebrar lo que ha sido un gran
triunfo para Cuba. La victoria de todos y todas los que no se cansaron
de reclamar su libertad. En Cuba, pero también en Miami. Y en el mundo
entero. Fue
una pelea larga y complicada. Dieciséis años es demasiado tiempo. Hubo
algunos momentos de alegría pero abundaron los de amargura y dolor.
Incontables fueron los héroes anónimos que no desmayaron en una lucha
cuesta arriba que exigía constancia y sacrificio. Fueron
muchos, pero siento el deber de nombrar a dos: Roberto González
Sehwerert y Leonard Weinglass. Ambos soportaron dificultades inmensas
incluyendo graves quebrantos de salud y lucharon, literalmente hasta el
último aliento. Roberto
aprendió a dominar el idioma y los enrevesados caminos del sistema
judicial norteamericano hasta convertirse en un especialista, tuvo la
alegría de abrazar a su hermano René ya libre pero murió empeñado, con
igual tenacidad, en rescatar a los que quedaban en prisión y eran
también hermanos suyos. Lenny
dedicó todo su tiempo a esta causa sin pedir nada a cambio. Le entregó
su brillante carrera profesional y a costa de grandes sacrificios
personales los visitó en las prisiones, recorrió el mundo buscando
solidaridad y fue el centro principal de la batalla legal que no
abandonó hasta que su noble corazón dejó de latir. Se fue con la
tristeza de no alcanzar la tierra prometida. Pero ambos, Lenny y Roberto, están con nosotros en esta hora de celebración que sin ellos habría sido imposible. El
mismo día el Presidente Obama anunció el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas con Cuba y un conjunto de medidas, saludadas por
todos, para desmantelar el bloqueo e iniciar una nueva era en las
relaciones bilaterales. Deberá
enfrentar la ya anunciada oposición de quienes harán cuanto puedan para
frustrar sus propósitos. Falta por recorrer un camino que puede ser
largo y plantea nuevos retos para el movimiento de solidaridad y también
para Cuba. Sigamos
adelante con optimismo. Con nosotros estarán siempre los Cinco hermanos
que dieron insuperable ejemplo de la capacidad de resistencia de su
pueblo. E irán también, en primera fila, Lenny y Roberto.
31 de diciembre de 2014 Tomado de CubaDebate
Por Ana Margarita González y Rafael Hojas Martínez
Fotos: José Raúl Rodríguez Robleda 
No
hemos logrado que este caso supere su obstáculo principal: el
insuficiente conocimiento del mismo en Estados Unidos, afirmó Ricado
Alarcón, en el Encuentro de Solidaridad contra el bloqueo y por la
libertad de los antiterroristas cubanos, desarrollado en La Habana, como
colofón del VIII Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución
(CDR).
Ante
representaciones diplomáticas y un nutrido grupo de estudiantes de
diferentes países que asistieron al evento, Alarcón explicó detalles del
proceso, en particular el papel de la gran prensa norteamericana en
acallar importantes elementos del caso.
La
campaña propagandística sigue presentando a los acusados como espías,
aún cuando en el 2009 la Corte de Apelaciones de Atlanta mandó a
resentencia Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González, al
considerar las acusaciones ilegales y arbitrarias.
Recordó
que el director nacional de inteligencia de Estados Unidos, el general
Clapper, dejó claro en el propio juicio que el caso no tenía vinculo
alguno con el espionaje; otro de los hechos que ocultan los medios
estadounidenes son los reclamos de los abogados de la defensa al
gobierno de ese país para que muestre las imágenes satelitales del lugar
donde fueron derrivadas las avionetas de una organización terrorista de
Miami, lo cual exoneraría a Gerardo Hernández de una de las cadenas
perpetúas.
Llevamos
más de un año esperando que la jueza Lenard responda a las apelaciones
colaterales o habeas corpus presentadas por la defensa, que obligan al
gobierno de EE.UU. a presentar datos relativos al complot mediático
orquestado con varios periodistas de Maimi, el cual desató una campaña
de odio contra los Cinco.
Llamó
a los presentes a hacer lo que esté en sus manos para llamar a los
ciudadanos norteamericanos la atención sobre el caso, para que exijan a
su presidente la libertad incondicional de los antiterroristas cubanos.
“Las
cintas amarrillas no se van a arriar hasta que Gerardo, Tony, Ramón y
Fernando regresen a la Patria”. Kenia Serrano Puig, presidenta del
Instituto Cubano de Amistad con los Pueblo, informó de las actividades
de apoyo a esta causa que realizan 342 comités de solidaridad de 104
países.
Carlos
Rafael Miranda, coordinador nacional de los CDR, destacó cómo emerjen
acciones desde los barrios, un grano de arena por la libertad de
nuestros compatriotas.
La
declaración final del encuentro convocó a los movimientos sindicales y
religiosos de diferentes países a demandar, sin condicionamiento alguno,
la liberación y devolución a Cuba de Gerardo, Ramón, Antonio y
Fernando. Fuente: Periódico Trabajadores

Con
una exhortación del miembro del Buró Político del Partido, Ricardo
Alarcón, a fortalecer y perfeccionar las acciones por la liberación de
los Cinco, transcurrieron los debates en la Comisión de Relaciones
Internacionales del VIII Congreso de la FEU”. (Vea además artículo en Juventud Rebelde)
Una batalla crucial
Ricardo Alarcón de Quesada
Agradezco esta oportunidad de intervenir en el VIII Congreso de la
Federación Estudiantil Universitaria. La FEU es parte entrañable de mi
vida y siempre me sentiré un integrante de sus filas. Como tal quiero
hablarles de lo que creo debe ser una de las prioridades principales de
ésta, nuestra organización.
Son muchas las razones para que la FEU esté a la vanguardia en la lucha
por nuestros hermanos que fueron a Estados Unidos y sacrificaron sus
vidas para salvar a su pueblo del terrorismo.
Son universitarios, forjados en nuestras aulas y eran jóvenes, muy
jóvenes, cuando asumieron una delicada y compleja misión lejos de sus
familias y sus amigos, renunciando a sus carreras y a la felicidad y la
tranquilidad a las que tenían derecho.
El altruismo, la generosidad y la solidaridad que ellos encarnan los
convierten en ejemplos insuperables para la educación de las nuevas
generaciones.
Arriesgaron sus vidas para proteger las nuestras. Sin armas, sin
ejercer la violencia, penetraron a pandillas de criminales capaces de
cualquier cosa porque cuentan con la complicidad oficial y descubrieron
muchos de sus planes y salvaron vidas, jugándose la propia, día y noche.
El tema es de vital importancia para la juventud cubana. Mientras no se
haga justicia en este caso seguirá vigente una política que promueve el
terrorismo contra Cuba y esa política es sobre todo una grave amenaza
para el futuro de los jóvenes y los niños de hoy. Hay otra razón fundamental que obliga al estudiantado.
El principal obstáculo en esta batalla es el muro de silencio que cubre
la verdad de los Cinco y hace muy difícil la solidaridad del pueblo
norteamericano. Es imprescindible movilizar a ese pueblo para que
reclame al presidente Obama que haga lo que puede y debe hacer ya:
ordenar la libertad inmediata e incondicional de Gerardo, Ramón, Antonio
y Fernando.
Hay que llegarle a la juventud norteamericana con explicaciones
objetivas, comprensibles, con los argumentos irrebatibles que prueban la
inocencia de nuestros compañeros. Para realizarlo hace falta dar un
impulso nuevo a esta campaña y la FEU puede y debe dárselo. Estoy
convencido de que Ustedes lo harán y que ganaremos esta crucial batalla. Sigo creyendo con nuestro fundador que cualquier tiempo futuro tiene que ser mejor. La Habana, junio 13 de 2013 Palabras ante la Comisión de Relaciones Internacionales VIII Congreso de la FEU Tomadas de Cubadebate
Ricardo Alarcón de Quesada “Los
últimos soldados de la Guerra Fría” de Fernando Morais, permite
asomarse a una historia que el Imperio se empeña en sepultar en las
tinieblas.
Es
una crónica verdadera que nos acerca a las hazañas de cinco jóvenes que
sacrificaron sus vidas para salvar a su pueblo. Para escribirla su
autor dedicó incontables horas a la investigación, estudió miles de
páginas, entrevistó a muchas personas, trabajó con ahínco durante largos
meses.
Gerardo,
Ramón, Antonio, Fernando y René aparecen aquí como lo que son, héroes
de carne y hueso, con su plena dimensión humana siempre próxima al
lector.
En
estos días sale la primera edición norteamericana y así ésta será una
muy importante contribución a la lucha por la liberación de nuestros
compañeros.
No
voy abundar sobre el contenido del libro. Los invito a leerlo. Cuando
empiecen a hacerlo no podrán detenerse hasta el final atrapados en la
magia de un artista excepcional. Recuerden siempre, sin embargo, que
nada aquí es ficción.
Fernando
no necesitaba este libro. Es uno de los escritores más exitosos,
publicado en el mundo entero, traducido a todas las lenguas, sus textos,
también trasladados a la cinematografía, llegan a millones de personas.
Él
no lo requería para asentar su fama. Es al revés. Los Cinco necesitaban
este libro, imprescindible para que la verdad avance, la solidaridad
crezca y se acerque el día de la libertad.
Fernando
se embarcó en la monumental faena para redactarlo porque por encima de
todo él es un gran compañero, que nunca le ha fallado a nuestros
pueblos, que siempre ha puesto su inmenso talento del lado de la
justicia.
Este
libro es un desafío a los lectores, Después de leer esta historia de
altruismo, amor y entrega a los demás, nadie con decoro puede quedar con
los brazos cruzados. Sus páginas son un llamado a la acción al que los
jóvenes tienen que responder.
Según
José Martí “los estudiantes son el baluarte de la libertad y su
ejército más firme”. Así ha sido a lo largo de la historia de Cuba. Esa
tradición gloriosa, ininterrumpida, plantea un reto muy claro a los
universitarios de hoy respecto al caso de nuestros compañeros, todos
ellos forjados en nuestras aulas, que pronto cumplirán quince años de
injusta prisión por defender a todos los cubanos del terrorismo
promovido por Washington contra esta isla y su pueblo.
¿Cómo
ser verdaderamente baluarte y ejército en la batalla para liberar a
Gerardo, Ramón, Antonio y Fernando? En primer lugar hay que apreciar
objetivamente la situación, evaluar exactamente las fortalezas y
debilidades de los contendientes, diseñar una estrategia adecuada y
sobre todo luchar consecuentemente hasta la victoria.
Nuestra
fortaleza principal es la total inocencia de los compañeros y la
complicidad con el terrorismo de quienes los acusaron y condenaron en
una farsa judicial cuyo único propósito fue justificar las acciones
terroristas contra Cuba y defender abiertamente a los terroristas. Todo
está perfectamente registrado en documentos oficiales que pueden leerse
en el expediente titulado “Estados Unidos versus Gerardo Hernández et
al” de la Corte Federal del Distrito Sur de la Florida.
Nuestra
principal debilidad, y la más obvia, es que lo que acabo de decir lo
conocen muy pocos en Estados Unidos. Y no es por casualidad. El gobierno
de ese país se ha encargado de cubrir el caso de los Cinco con la más
férrea censura. Lo hace porque si el pueblo norteamericano supiera la
verdad descubriría que quienes lo gobiernan son cómplices del terrorismo
y porque si accedieran a esa verdad surgiría un movimiento de
solidaridad realmente amplio y poderoso que lo obligaría a liberar a
nuestros compañeros.
Entonces ¿qué hacer? ¿Cómo perforar el muro de silencio que rodea este caso?
No
habría tiempo para referir las incontables violaciones y los numerosos
ocultamientos que han acompañado a este interminable proceso judicial
que incluye el juicio más largo de la historia de Estados Unidos. Me
concentraré en algunos aspectos claves.
Gerardo,
Ramón, Antonio y Fernando están a la espera de que la jueza Lenard –la
misma que los sentenció inicialmente- se pronuncie sobre sus apelaciones
extraordinarias, o habeas corpus, el último recurso legal de que
disponen. Es una batalla compleja, difícil, imposible de ganar si no va
acompañada por la solidaridad, si no se libra también fuera de la sala
del tribunal, si en ella no participamos nosotros, los que no estamos
presos.
El
elemento común de los cuatro recursos es la conspiración del Gobierno
con medios locales y “periodistas” de Miami a los que financió y dirigió
para desatar una intensa campaña de odio contra los acusados
presionando y amenazando a los miembros del jurado hasta hacer imposible
un juicio justo. Ese ambiente fue caracterizado en 2005 por el panel de
la Corte de Apelaciones de Atlanta como “una tormenta perfecta de
prejuicios y hostilidad” que lo llevó a anular el juicio.
En
el 2006 se descubrió que la acción de esos “periodistas” era obra del
Gobierno. Desde entonces, hace siete años, organizaciones de la sociedad
civil norteamericana están reclamando al Gobierno que revele el alcance
de la conspiración. Igual exigencia fundamentan los habeas corpus. El
Gobierno insiste tercamente en su ocultamiento. Y la prensa, al
silenciar esta puja, se hace cómplice de los conspiradores.
El
habeas corpus de Gerardo incluye, además, otras cuestiones de especial
importancia. Por una parte se reitera la cuestión del ocultamiento y la
manipulación de las evidencias presentadas contra él para acusarlo
falsamente de “conspiración para cometer asesinato en primer grado”,
infame calumnia por la que fue castigado a morir en prisión. No es la
primera vez que la defensa solicita acceder a las supuestas “pruebas”.
Lo viene haciendo desde que comenzó el juicio en Miami hace ya quince
años. Ahora solicita también que se le conceda a Gerardo una audiencia
en la que pueda refutar directamente el infundio levantado en su contra.
Su
demanda incluye la exigencia al Gobierno a que entregue las imágines
tomadas por sus satélites espaciales sobre el incidente del 24 de
febrero de 1996, suceso que fue utilizado maliciosamente para fabricar
la “conspiración para asesinar”.
Independientemente
de que el propio gobierno se vió obligado a reconocer que carecía de
pruebas para vincular a Gerardo con ese incidente, la negativa de
Washington a mostrar las imágenes es muy ilustradora. Desde 1996 se ha
negado a que nadie pueda verlas. Se lo negó a la Organización de
Aviación Civil Internacional, al Consejo de Seguridad de la ONU y al
Tribunal de Miami. Ha rechazado las diversas gestiones de prestigiosas
instituciones norteamericanas. ¿Cómo explicar semejante tozudez? La
única explicación posible a estas alturas, 17 años después del hecho, es
que el incidente ocurrió en territorio cubano y en consecuencia el
tribunal norteamericano nunca tuvo jurisdicción al respecto.
Washington puede actuar así porque ha tenido siempre la complicidad de los medios de comunicación.
Ahora
mismo, en vez de enseñar las evidencias que oculta, la Fiscalía ha
pedido la eliminación de la parte sustancial de la apelación presentada
por Gerardo. Pero esta insólita acción tampoco ha sido noticia.
Entonces, ¿qué hacer?
Esperar
a que las grandes corporaciones mediáticas divulguen la verdad sería,
por decir lo menos, ingenuo. O lo hacemos nosotros, los que estamos
comprometidos con esta causa, o no lo hará nadie.
¿Cómo hacerlo?
Utilizando
todos los instrumentos a nuestra disposición, los tradicionales y los
que ofrecen las nuevas tecnologías, para diseminar la verdad y
explicarla, más allá de la retórica, con lenguaje claro y directo, con
argumentos comprensibles para cualquiera.
Los
más convincentes, los que nadie puede refutar, los que prueban la
terrible injusticia cometida contra nuestros compañeros, constan en
documentos oficiales de las propias autoridades norteamericanas.
Usémoslos.
En
esos documentos se demuestra que los Cinco no cometieron delito alguno y
que el proceso realizado contra ellos tenía un solo propósito que era
el de apoyar a los terroristas cuyas acciones criminales nuestros
hermanos trataron de evitar. Lo dijeron una y otra vez, con sus propias
palabras, fiscales, testigos, expertos y jueces.
¿Dónde y cómo lo dijeron?
Recordemos algunos momentos especialmente esclarecedores:
1)
Las actas acusatorias presentadas por la Fiscalía. En la primera no se
menciona el incidente de las avionetas del 24 de febrero de 1996. En la
segunda, siete meses más tarde, se agrega la infame y burda calumnia
contra Gerardo. En ambas Actas se señala que el FBI conocía de las
actividades de Gerardo varios años antes de aquel incidente y sabían,
por tanto, que nada tuvo que ver con ese asunto. Esa vulgar patraña fue
incorporada arbitrariamente a solicitud expresa de los terroristas que
para ello desplegaron una intensa campaña difamatoria con los
“periodistas” pagados por el Gobierno.
2)
Las declaraciones y mociones de la Fiscalía. Desde su presentación
inicial al abrirse el juicio hasta sus peticiones de sentencias y a lo
largo de las sesiones del tribunal, la Fiscalía manifestó muchas veces
su empeño por proteger a los grupos terroristas y castigar con dureza a
los acusados por su lucha pacífica, sin armas, contra esos grupos.
3)
Declaraciones de la jueza. En varias ocasiones la jueza reconoció la
existencia de grupos terroristas en Miami y que el “delito” de los
acusados había sido su actuación contra esos grupos y accedió a la
petición del Gobierno no sólo imponiendo las más severas sanciones sino
además condiciones especiales adicionales para que después de haber
cumplido sus términos de prisión los acusados no pudieran nunca más
intentar nada contra los terroristas. Tan insólita condición le fue
reiterada por la jueza a René González al salir éste de la prisión en
octubre de 2011.
4)
Declaraciones de testigos y expertos. Fueron varios los testigos y
especialistas, algunos llevados por el Gobierno, que testimoniaron, bajo
juramento, que los acusados no habían hecho nada contra la seguridad
nacional de Estados Unidos y que en este caso no había habido ni intento
de espionaje. Eran generales, almirantes y otros altos oficiales en
retiro de las fuerzas armadas norteamericanas. Uno de ellos, el Coronel
Bruckner, propuso que fueran presentadas las imágenes satelitales sobre
el incidente del 24 de febrero de 1996, algo que fue rechazado
vigorosamente por la fiscalía con el apoyo de la jueza. Otro fue el
General Clapper quien es hoy, nada más y nada menos, que el Director
Nacional de Inteligencia, la más alta autoridad del Gobierno en esa
materia.
5)
Moción de emergencia para modificar el Cargo Tres. La presentó la
Fiscalía a fines de mayo de 2001 cuando el juicio llegaba a su
conclusión reconociendo que estaba dando un paso sin precedente en la
jurisprudencia norteamericana. En esencia pedía modificar
sustancialmente el Cargo Tres (“conspiración para cometer asesinato en
primer grado”) ya que “a la luz de las pruebas presentadas en el juicio
ése es un obstáculo insuperable para la Fiscalía y puede conducir a su
fracaso”. A pesar de eso Gerardo fue declarado culpable y le fue
impuesta la máxima sanción posible por un supuesto delito que él no
cometió y por el cual ya no era acusado. Este resultado es prueba
irrefutable de que estaba condenado de antemano y que en Miami era
imposible un juicio justo para él y sus compañeros.
6)
Decisión del panel de la Corte de Apelaciones de 2005. Fue una decisión
unánime de los tres jueces. Contiene abundante información sobre las
actividades terroristas contra Cuba y un análisis sólido sobre el
ambiente creado por los medios locales en Miami que definieron como “una
tormenta perfecta de prejuicios y hostilidad” que los llevó a anular el
juicio. Aunque, ante presiones del régimen de W. Bush, esta decisión
fue echada a un lado, en votación dividida, por el pleno de la Corte, se
trata de un documento de importancia excepcional y es objeto de estudio
en varias Facultades de Derecho de universidades norteamericanas.
7)
Decisión de la Corte de Apelaciones en 2008 anulando las sentencias
respecto al Cargo Dos (“Conspiración para cometer espionaje”) y
ordenando las resentencias de Ramón, Antonio y Fernando. Aunque excluyó
arbitrariamente a Gerardo, pese a reconocer que también era aplicable a
él, este documento tiene la importancia de que reitera, en varias
ocasiones, que en este caso no hubo nada que amenazara la seguridad
nacional de Estados Unidos, que no existió intento de espionaje y que
las sentencias originalmente dictadas eran excesivas y contrarias a la
ley.
8)
Las peticiones de sentencias de la Fiscalía. Además de solicitar en
todos los casos penas de prisión desmesuradas e ilegales, como determinó
después la Corte de Apelaciones, la Fiscalía insistió en algo que
señaló era para ella tan importante como los términos de
encarcelamiento. Se trata de la llamada “cláusula de incapacitación”,
las medidas a imponer a los acusados para asegurarse de que, una vez
cumplida la sanción carcelaria, cuando recuperasen la libertad no
pudiesen volver a intentar nada en perjuicio de los terroristas. Tal
cláusula fue incluida en todas las sentencias incluso en las de quienes
fueron condenados a prisión perpetua. En los casos de Antonio y de René,
que eran ciudadanos norteamericanos por nacimiento, la jueza la expresó
así: “como una condición adicional especial para la libertad
supervisada se le prohíbe al acusado acercarse a/o visitar lugares
específicos donde se sabe que están o frecuentan individuos o grupos
tales como terroristas, personas que promueven la violencia y figuras
del crimen organizado”. Como se indicó antes, esta increíble restricción
le fue reiterada a René al salir de la cárcel en octubre de 2011.
9)
El voto disidente de Phillys Kravitch argumentó de modo irrebatible
contra el Cargo Tres insistiendo que el Gobierno no presentó prueba
alguna de que Gerardo hubiese tenido cualquier relación con el incidente
del 24 de febrero ni con nada parecido.
10)
La reciente moción del Gobierno para eliminar una parte sustancial del
habeas corpus de Gerardo. La Fiscalía pretende hacer desaparecer la
declaración jurada de su abogado Martin Garbus y sus anexos con
cuantiosa información sobre los periodistas pagados por el Gobierno. En
su escrito la Fiscalía reconoce que su petición es muy inusual pero
prefiere evitar una discusión sobre el fondo del planteamiento de la
defensa.
Estos
diez aspectos brillan por su ausencia en los medios de comunicación. Es
raro encontrarlos en los llamados medios alternativos, incluso en
espacios que se suponen dedicados a los Cinco.
Debemos
preguntarnos sinceramente si hemos hecho todo lo que está a nuestro
alcance para permitir a los norteamericanos acceder a estas verdades que
Washington celosamente esconde. Tratemos de responder la pregunta de
los niños de la Colmenita: “¿Y ahora qué más podemos hacer?”.
La Habana, junio 4 de 2013
Palabras en el acto celebrado en el Instituto Superior Politécnico
“José Antonio Echeverría” en la Jornada cinco días por los Cinco.
Fuente Cubadebate
Por Rosa C. Báez

  
El
pasado 18 de mayo, en la Casa del Historiador, sita en Muralla No. 71,
entre Oficios e Inquisidor, en La Habana Vieja, se efectuó -de conjunto
con la Unión Nacional de Historiadores de Cuba en La Habana, la Oficina
de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, el Instituto de Historia de
Cuba y la Casa Editorial Verde Olivo- un encuentro entre historiadores,
investigadores, familiares de Los Cinco Héroes y público en general, en
una Sesión Especial por “La causa de los Cinco Héroes. A 118 años de la
carta inconclusa de José Martí a Manuel Mercado”, como homenaje al
160 Aniversario del Natalicio del Héroe Nacional José Martí. En
la misma fue presentado el libro de la mencionada Editorial Verde
Olivo, de la autoría de Evelio Toledo Quesada y María Luisa García
Moreno [1] “Martí esa presencia que nos acompaña”, que al finalizar el encuentro estuvo dispuesto para la venta a los asistentes. El
Dr. José Luis Méndez Méndez, Profesor, escritor e investigador, disertó
sobre “La injusta condena de los antiterroristas cubanos”, donde
afirmó: “El
terrorismo ha sido un instrumento de la política hostil contra Cuba de
administraciones sucesivas de Estados Unidos desde 1959 hasta la fecha.
Lo han gestado, utilizado, tolerado y protegido” y, con respecto a la
injusta condena de nuestros hermanos, sostuvo: “El
juicio no pudo ser más parcializado, las injustas condenas más
desmesuradas, la aplicación de las condenas fueron las máximas
imponibles: el rigor carcelario infligido ha sido condenado por
organismos internacionales por su severidad innecesaria”. Con
posterioridad, el Dr. Felipe de J. Pérez Cruz, Presidente de la UNHIC
en La Habana habló sobre las “Razones de principios” en la carta inconclusa de José Martí a Manuel Mercado, considerada el testamento político de nuestro José Martí. La
Dra. Áurea Verónica Rodríguez Rodríguez, Miembro del Secretariado de la
UNHIC en La Habana, dio lectura a la Resolución del VII Congreso
Nacional de Historia, sobre el caso de Los Cinco Héroes, Resolución que
fuera entregada por el Dr. Roberto Pérez Rivero, Presidente Nacional de
la UNHIC, a Mirta Rodríguez e Irma Sehwerert, madres de dos de nuestros
Cinco compatriotas, presentes en el acto. [Descargable en .pdf]: Resolucion-del-VII-Congreso-Nacional-de-Historia-sobre-Los-Cinco-Heroes.pdf
Finalizando
el encuentro, el Dr. Ricardo Alarcón de Quesada, Miembro del Buró
Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, intervino con
emotivas palabras, sobre la causa de los Cinco Héroes, "La causa de
todos":
La causa de todos Ricardo Alarcón de Quesada Esta noche el Ballet Nacional de Cuba llevará a cabo una función especial en solidaridad con los Cinco.
Será una manifestación más del compromiso de Alicia Alonso con una
causa que es y debe ser asumida como propia por todos los cubanos. Pero
también será un ejemplo porque sólo lograremos vencer en esta batalla si
somos capaces de librarla con creatividad, aportando cada uno lo que
cada cual pueda aportar. Cada
institución de nuestra sociedad civil, cada uno de nosotros, debe
plantearse qué debe y puede hacer para alcanzar la liberación de
nuestros compañeros y además debe precisar cómo hacerlo y definir los
mejores métodos y las acciones más eficaces. Permítanme
hacer algunas reflexiones con el ruego que las tomen en cuenta a la
hora de aplicar la resolución aprobada por la Unión de Historiadores en
su reciente Congreso Nacional. La
memoria de los pueblos es terreno donde se libra una batalla decisiva
en el mundo contemporáneo. A ella dedica el Imperio colosales recursos
financieros y materiales, incluyendo los de tecnologías que transforman a
increíble velocidad la comunicación entre las personas. Hace
medio siglo, cuando la mayoría de esas nuevas tecnologías eran aún
desconocidas, Zbigniew Brzezinski anticipaba que tendrían por función
“manipular los sentimientos y controlar la razón”. Mucho antes C. Wright
Mills había denunciado la “robotización” del ser humano víctima de la
banalidad embrutecedora de los grandes medios de comunicación. En
el contexto de ese fenómeno de alcance universal, la lucha de Cuba por
su independencia y, como parte de ella, la batalla por los Cinco
adquiere una complejidad adicional que exige rigor en el pensar y
verdadero compromiso en la conducta. El
terrorismo promovido por Washington contra Cuba y su pueblo comenzó en
1959 antes que ustedes fueran historiadores, antes que hubieran nacido
la mayoría de los aquí presentes y nunca dejó de existir a lo largo de
más de cincuenta años. Fueron sus víctimas muchos cubanos, en nuestros
campos y ciudades, en la Capital y en remotos rincones del país, pero
también lo fueron nuestros pescadores y marinos en alta mar, y los
tripulantes y pasajeros de nuestros aviones cerca y lejos de la Isla, y
los diplomáticos y otros representantes de Cuba en el exterior. En los
años 90 del pasado siglo hubo una serie de actos y atentados terroristas
asociados a la actividad turística porque en esos momentos, en la peor
etapa del período especial, el turismo internacional pasó a ser un
instrumento clave de nuestra economía. ¿Por
qué detuvieron a los Cinco? Porque, debido a factores y circunstancias
que no habría tiempo para analizar ahora, existió entonces la
posibilidad de que las autoridades norteamericanas hubieran sido capaces
de actuar contra los criminales. ¿Cuál
es el sentido principal del proceso llevado a cabo contra nuestros
compañeros? La respuesta es muy sencilla y a la vez tiene una
importancia vital para las cubanas y cubanos, para todos, incluyendo los
que aún están por nacer: el gobierno de Estados Unidos decidió
colocarse, abierta y formalmente del lado de los terroristas,
protegerlos y defenderlos a contrapelo del Derecho Internacional y de lo
que dicen sus propias leyes. No
exagero un ápice. Lo que acabo de afirmar lo dijo el gobierno de
Estados Unidos en la acusación oficial que presentó contra los Cinco, lo
reiteró la Fiscalía desde el primer día y lo repitió hasta el final del
juicio, lo expresó con claridad la propia jueza al dictar las injustas e
irracionales sentencias. Todo está escrito en documentos oficiales, y
puede ser leído por quien visite el sitio de la Corte federal del
Distrito Sur de la Florida y busque el caso titulado “Estados Unidos
contra Gerardo Hernández y otros”, algo que seguramente harán
historiadores futuros. Pero
¿cuántos norteamericanos lo saben? Las personas comunes y corrientes se
enteran de lo que sucede dentro de la sala de un tribunal por lo que al
respecto digan la prensa escrita, radial y televisiva. Basta entonces
con controlar esos medios, asegurarse que sólo dirán lo que el Gobierno
quiera, para garantizar las peores condenas determinadas ya de antemano. Para
colmo en este caso los medios han sido instrumentos decisivos para
castigar a nuestros compañeros. Por una parte han impuesto la más férrea
censura para entorpecer y debilitar un movimiento de solidaridad que
sólo crecerá y será poderoso cuando el caso sea conocido por muchos
millones de personas en Estados Unidos. Por otra parte los medios
locales de Miami, pagados y dirigidos por el Gobierno, crearon un
ambiente de violencia y odio para garantizar las condenas y las más
desmesuradas sentencias. Este es un aspecto fundamental de las
apelaciones extraordinarias sobre las que la Corte de Miami debe
pronunciarse en cualquier momento, tema este que apenas reflejan los
medios de prensa independientemente de sus características u
orientación. Debo ser franco. No me refiero sólo a los medios del
enemigo. Este tema tampoco ocupa el espacio que debería tener en otros
que se consideran progresistas. Gerardo,
Ramón, Antonio, Fernando y René sacrificaron sus vidas por los demás,
son un ejemplo de altruismo insuperable que forjaron aquí, en nuestra
sociedad. Sus historias y las de sus familias pueden y deben ser fuente
de inspiración en la formación de nuestros niños y jóvenes si somos
capaces de transmitirlas con frescura y naturalidad evadiendo la rutina y
el formalismo. Pero
¿qué hacer para cumplir cabalmente con el último párrafo de la
Declaración aprobada en abril? ¿Cómo llegarles a los colegas y amigos
dentro de la sociedad norteamericana? Esa
es la tarea clave, la más urgente y requiere acciones eficaces, para
explicar, convencer y sumar a otros todos los días. Ese es el desafío
que debemos encarar con un trabajo sistemático al que nos convoca una
obligación moral ineludible. Un trabajo de cuyos resultados no podremos
sentirnos satisfechos hasta que todos ellos, los Cinco, sin que falte
uno solo, estén completamente libres, en Cuba. La
solución está en las manos del Presidente Obama quien puede y debe
ponerlos en libertad inmediatamente y sin condiciones, a los Cinco, sin
excluir a ninguno. Para conseguir tal cosa es indispensable que se lo
pidan muchos millones de personas en Estados Unidos y para llegar a esas
personas, persuadirlas y motivarlas, los intelectuales cubanos tienen
una responsabilidad muy grande. Asumámosla. Y al concluir cada tarea
respondamos la pregunta que, no lejos de aquí, repiten los niños de la
Colmenita: “¿Y ahora qué más podemos hacer?”
[1] María Luisa García Moreno, Periodista, editora y escritora; Profesora de Español e Historia, Licenciada en Lengua y Literatura hispánicas. // Evelio Toledo Quesada,
Pintor. Graduado de San Alejandro, posee una reconocida obra en
diferentes publicaciones cubanos. Ha sido señalado por la crítica como
uno de los caricaturistas más destacados de la Cuba contemporánea. De
igual forma, ha aportado a la enseñanza de la historia, interesantes
libros de imágenes. Fotos: FJPérez, JRosales y RCBáez
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