Por Nyliam Vázquez García y Aracelys Bedevia
Foto Calixto N. Llanes
Quienes
visiten el «hueco» nacido de la sensibilidad humana y artística de Kcho
podrán testificar mejor la inmensa dignidad de cinco hombres a quienes
se les pretendió doblegar. No es lo mismo que se cuente lo vivido a que
cada quien lo viva; que sienta, aunque sea por breves minutos, el drama
de vivir de ese modo
Los
uniformes naranjas, las alambradas, el espacio reducido, el duro
protocolo de las cárceles de máxima seguridad estadounidenses. Dos
hombres visten las ropas de reos y siguen el ritual; desde afuera se
asiste a lo que Fernando González resumió como «una experiencia
horrorosa». Antes de que inicie la acción plástica, Kcho (Alexis Leiva
Machado) va de un lado a otro, ultima detalles. René y Fernando apoyan
con sus presencias, como antes hicieron con sugerencias al artista. Los
familiares de ellos y de Gerardo, Antonio y Ramón completan el cuadro
familiar al que todavía le faltan tres de sus miembros.
No agradezcan el silencio
convocó este sábado a muchos al Museo de Bellas Artes. Flashes,
grabadoras, periodistas, por doquier… Kcho y René entran a El Hueco, se
escapan, necesitan un segundo antes de que todo comience. Pero en El
Hueco recreado por el artista, como aquel donde los Cinco fueron
confinados durante 17 meses, las cámaras todo lo ven. Desde afuera es
posible asistir a ese último minuto. René ordena las piezas del ajedrez
de cartón. Es fácil adivinar el torrente de emociones: es un tablero
igual al que construyó hace 15 años atrás. Cuántos recursos usaron para
sobrevivir en tan difíciles condiciones. Mientras René parece que
acaricia el caballo o el alfil, Kcho le susurra, quizá le cuenta cómo
serán las cosas. Se abrazan en ese espacio simbólico y es un modo de
acercar a los tres hombres que nos faltan, Gerardo, Antonio y Ramón.
Afuera,
Fernando está seguro de que no es lo mismo que se cuente lo vivido a
que cada quien lo viva; que sienta, aunque sea por tan breves minutos,
el drama de vivir de ese modo…
Después
se escucha una voz amenazante: «Abra la boca, saque la lengua, sacúdase
el pelo y las orejas, vírese de espalda…». Dos hombres se ponen en la
piel de esos héroes que no claudicaron, y el uniforme naranja deja de
ser una imagen lejana. Las cadenas, los portazos de los carceleros, el
paso corto a que son obligados los reos esposados, el candado gigante
que les cuelga de la cintura. Siguen las normas. Como los Cinco, los
personajes no se quejan, pero tampoco van con la cabeza baja.
Los
videos de seguridad dan cuenta de lo que ocurre. René y Fernando saben
exactamente lo que viven quienes los representan. Se ven serios —cada
uno cumplió íntegramente su injusta condena—, pero Gerardo, Tony y Ramón
pueden en cualquier momento volver a celdas de castigo, porque aún
están tras las rejas de prisiones estadounidenses.
La
instalación reprodujo cada detalle: el piso de cemento sin pulir y
aparentemente mojado, el sanitario de aluminio, el óxido de la llave de
la ducha, las cucarachas en la pared, la cama de hierro empotrada, el
fino colchón, el rollo de papel higiénico, el banco fundido, la pequeña
mesa, el ajedrez y el diminuto lápiz… Todo dispuesto como fue entonces,
en un espacio que aprisiona sin necesidad de rejas, aunque están.
Sin
embargo, los hombres de la representación tampoco se ven derrumbados:
descansan en las incómodas camas, conversan, usan el tablero de cartón…
Nunca se convierten en lo que sus carceleros quisieron. Como tampoco lo
hicieron ni lo han hecho los Cinco más de 15 años después. Y Kcho,
cuando estuvo frente a todos, lo primero que hizo fue dedicarle la obra a
Fidel, por su espíritu de lucha.
Espacio para la reflexión
El
teléfono suena con insistencia. No voy a cogerlo, pensó (Kcho) en la
mañana de este sábado mientras lo absorbían los pensamientos sobre No agradezcan el silencio, que fue inaugurada en horas de la tarde.
«A
la tercera llamada levanté y era Antonio: “Estoy aquí celebrando porque
esto hay que celebrarlo. Dime de mis acuarelas. Aprendí en la cárcel…”
“Usted es tronco de acuarelista”, le dije… “Ahora voy a pintar el
juicio, así que tienes que hacer un tribunal…” “Vamos a hacerlo”,
respondí». Este intercambio de palabras entre dos grandes cubanos y
artistas fue narrado por Kcho durante la presentación al público de El
Hueco.
Kcho
contó su emoción, porque sintió extraordinario el ánimo de la voz que
le llegaba del otro lado de la línea; que Tony, en las condiciones en
las que pasa sus días, haya tenido ese gesto de amor, que solo habla de
la sensibilidad de sus hermanos y la propia.
Me
siento diferente después de haberlo escuchado, aseveró al hablar de
Guerrero, y exaltó la confianza de este en la victoria. Con la
espontaneidad que lo distingue y ante la presencia de decenas de
personas que acudieron al Museo, entre las que se encontraban Miguel
Díaz-Canel, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de
Ministros; Abel Prieto, asesor del Presidente cubano; Julián González
Toledo, ministro de Cultura, y Miguel Barnet, presidente de la Unión
Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), Kcho se refirió al
proceso de creación de esta colosal obra que, sin lugar a dudas,
contribuirá a fortalecer la solidaridad con Ramón, Antonio y Gerardo,
quienes aún permanecen presos injustamente.
No agradezcan el silencio
es un espacio para el amor, la paz y la reflexión, un espacio del arte
contra la injusticia, creado para reflexionar individualmente sobre el
hecho concreto del confinamiento en solitario al que los Cinco
estuvieron sometidos como castigo antes de ser llevados a juicio.
El
artista expresó que las sensaciones individuales, generadas por la
participación del espectador cuando visite la instalación, o cuando
decida pasar cinco minutos por la terrible experiencia vivida por los
Cinco, construirán un mensaje colectivo de denuncia, una acción del arte
contra la injusticia. Luego invitó a los presentes a entrar a El Hueco.
Una
llamada de Gerardo a su esposa Adriana paralizó por unos minutos a los
presentes. Aquí están todos, le decía ella: los familiares de los Cinco,
los periodistas, todos… Y pasó el teléfono a Kcho: Para mí es un honor
inmenso hablar contigo, me siento cada día más cubano, hermano. Te
estamos esperando y vamos a seguir batidos todos los días. Esta obra es
para Fidel y su espíritu de combate, le oímos decir a Kcho, quien afirmó
que Gerardo mandó saludos para el dedeté en su 45 aniversario y a la periodista Rosa Miriam Elizalde por la defensa de su tesis doctoral, apuntó.
Como
el recuerdo de una batalla que ganamos calificó René la sensación que
experimentó al entrar a la instalación. Eso fue lo que sentí, dijo, y
expresó: esperamos que la obra cumpla su cometido, que no es otro que
romper el muro de silencio que existe en el pueblo norteamericano
alrededor de los Cinco.
Siempre
digo que éramos felices antes de entrar al Hueco y los somos después de
haber salido porque Estados Unidos no tiene fuerza moral para quitarnos
esa felicidad. Queremos que las personas se sensibilicen, investiguen y
documenten sobre el caso, enfatizó René.
Nada
como experimentarlo en carne propia al menos unos minutos, dijo
Fernando, pues ello contribuirá a una mayor solidaridad y fuerza en la
lucha.
«Algo
debe andar muy mal en ese sistema para que un artista como Kcho tenga
que poner su talento para reflejar una experiencia horrorosa», manifestó
a los asistentes.
En un aparte con JR,
Fernando aseveró que es impresionante el trabajo que hizo Kcho al
reproducir una buena parte de lo que se siente al estar en un lugar como
ese. Reprodujo las circunstancias de la manera más fiel posible,
basándose en dibujos e informaciones nuestras. Vine antes de que se
terminara, pues tuvo la gentileza de mostrárnoslo, y le trasmitimos
algunas evidencias.
Las
acuarelas de Tony son la guía del recorrido en este espacio; y aunque
nos faltan tres, los Cinco se las agencian para estar unidos, para
hablarnos de su verdad, esta vez desde el arte, y seguir recabando el
imprescindible jurado de millones de personas que se necesitan para
traerlos de vuelta a casa.
Publicamos la conversación telefónica entre Gerardo y Kacho durante la inauguración de la muestra: Vea video hecho por Adán Iglesias en Juventud Rebelde