Por Marlene Caboverde Caballero*
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Antonio
Guerrero Rodríguez, uno de los Cinco sabe bien que la amistad no es
menos misteriosa que el amor, y que quizás por esa razón es
completamente imposible aquilatarla en su justa medida.
Sin
embargo, de alguna manera él puede medir la aceptación, la amistad, la
solidaridad. La vida colocó a este hombre extraordinario, en una
situación límite y pudo superarla porque jamás se ha sentido solo.
¿Quién puede dejar de amar a un poeta?
decía el Premio Nacional de Literatura Cintio Vitier cuando hablaba de
Tony, un hombre que se hizo amar hasta por personas de lejanos países
que jamás le conocieron y quizás nunca lleguen a estrechar sus manos,
pero que leyeron sus poemas, disfrutaron sus pinturas y conocieron la
historia verdadera de su vida.
En
el día a día de Antonio Guerrero una de las “tareítas” que se apunta en
su agenda personal como los momentos de mayor placer, es la lectura de
la correspondencia que, por cierto, es abundante y le llega no solo por
la vía del correo postal sino también por Internet.
En
Cuba algunos amigos se propusieron llevar las estadísticas de la
comunicación recibida por Tony desde finales del 2001 hasta el pasado
año y resulta que en ese tiempo el héroe cubano ha recibido
aproximadamente unas diez mil cartas y postales de sesenta y nueve
naciones.
Eso
sin contar los mensajes que desde el 2010 recibe por medio del correo
electrónico que beneficia a los reclusos del Sistema Federal de
Prisiones de Estados Unidos, y además, sin tener en cuenta los libros,
periódicos, revistas y otras publicaciones remitidas por amigos de
lugares insospechados y las cartas perdidas cuando era trasladado de una
prisión a otra.
Cuando
se leen esos números resulta fácil traducir su significado. Creo que
esas cifras revelan rostros, manos, esfuerzos, voluntades,
sentimientos…. vidas que hicieron un espacio para ofrecer la calidez de
la amistad a un hombre más allá de las razas, las creencias, los
idiomas, la política.
Y
no solamente es Tony quien vive una soledad tan concurrida lejos de la
patria, también sus compañeros de lucha Ramón Labañino y Gerardo
Hernández, también recluidos injustamente en cárceles norteamericanas,
disfrutan del premio de jamás haberse sentido solos.
*Periodista de Radio Jaruco
Imagen agregada RCBáez