"Basta
hojear algunos textos del libro “El dulce abismo” [...] para comprender
mejor cómo ser buen hijo, padre, esposo, amigo y, sobre todo, la
crueldad con que el gobierno de los Estados Unidos irrumpe
inescrupulosamente entre ellos y todo lo que aman, buscando destruir sus
sueños y esperanzas; pérfida intención que no han logrado ni lograrán
jamás, como afirman nuestros compatriotas en sus misivas a distintos
familiares" (Ecured)
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Introducción de las familias
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"Con nuestros recuerdos, nuestros dolores y nuestras esperanzas hemos armado este libro.
Revisamos
una a una las cartas de nuestros hijos y esposos, sacamos las fotos de
los cuadros, lloramos y reímos al volver a vivir los momentos juntos y,
al final, hemos reconstruido un diálogo escrito durante años con ellos,
cinco presos cubanos injustamente encarcelados en Estados Unidos.
Aunque
lo ronda la tristeza, éste no es un libro amargo. Es el testimonio de
fe en que la justicia se abrirá paso y ellos volverán a casa, donde son
amados por su familia, sus amigos y todos los que luchan por su
liberación. Aquí ustedes descubrirán los valores humanos, el altruismo y
la ternura de estos hombres que renunciaron a una vida estable junto a
sus familias y a permanece en su país, para defender a su pueblo de
actos terroristas, organizados y financiados desde Estados Unidos.
Gerardo
Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González y René
González fueron víctimas en Miami de uno de los procesos judiciales más
plagados de violaciones en la historia reciente de Estados Unidos. Desde
mucho antes de ser sentenciados se les tildó de espías, aun cuando la
fiscalía no pudo presentar una sola prueba que los inculpara y varios
generales y expertos militares norteamericanos testificaron que no
existía ninguna evidencia de espionaje en este caso. La fiscalía ya no
tendría que probar las acusaciones, ni siquiera ganar el juicio, para
lograr que los declararan culpables y se dictaran contra ellos las
peores condenas juicio, para lograr que los declararan culpables y se
dictaran contra ellos las peores condenas por decisión de un jurado y
una jueza minados de prejuicios contra Cuba.
Se
trata de hombres de nobles ideales que estaban plenamente conscientes de
sus actos, especialmente convencidos de la necesidad de hacer lo que
hicieron. En este libro aparece reflejada la verdadera naturaleza de
estos cinco cubanos y una parte importante de las historias de nuestras
familias.
Leerán,
por ejemplo, el testimonio del injusto encarcelamiento en Estados
Unidos de Olga, la esposa de René, para obligarlo a colaborar con los
fiscales, su posterior deportación a Cuba y la negativa a concederle la
visa para visitar a su esposo y acompañar a su pequeña Ivette de apenas
seis años de edad y que no ve a su papá desde el año 2000; o del amor de
Adriana y Gerardo, que se crece ante dos injustas cadenas perpetuas y
la prohibición de las autoridades norteamericanas a que ella lo visite;
del dolor de Rosa y Fernando al saber que no pueden ya tener hijos
propios; de lo difícil que es para las hijas más pequeñas de Ramón
mantener una relación con su papá sin poder tenerlo a su lado; de la
fuerza de voluntad de la mamá de Tony para ayudar a sus nietos y a su
hijo a enfrentar esta separación. Podrán apreciar hasta qué extremos han
sido pisoteados los derechos de estos presos, y cuán difícil ha sido
para todos nosotros esta separación.
En
los últimos tres años, aquellos que hemos recibido las visas, sólo hemos
podido viajar a visitarlos dos veces al año como promedio, aun cuando,
de acuerdo al régimen de visitas de sus respectivas prisiones, podíamos
haberlo hecho con una frecuencia mayor, de no existir las trabas e
impedimentos cada vez más frecuentes que el gobierno de los Estados
Unidos impone a nuestras solicitudes de viaje. Ellos y nosotros, estamos
sufriendo un castigo adicional al impedírsenos tener un contacto
regular.
Este es un libro desgarrador, sí, pero no está hecho con odio, a pesar de cuánto hemos sufrido.
Tampoco pedimos aquí nada excepcional para ellos, ni para nuestras familias. Solo la simple y elemental Justicia".
En nombre de todos los familiares:
Mirta Rodríguez, Madre de Antonio Guerrero
Adriana Pérez, Esposa de Gerardo Hernández
Elizabeth Palmeiro, Esposa de Ramón Labañino
Rosa Aurora Freijanes, Esposa de Fernando González
Olga Salanueva, Esposa de René González