Cuando
creímos armado el número 7 –número afortunado que dicen da buena
suerte– se apareció Gerardo en nuestra oficina. Así, sin avisar.
Encendimos la grabadora, colocamos la cámara en su lugar y conversamos
durante una hora y media más o menos. Para todo el equipo de Pensar en
Cuba, tanto para los que estábamos como para los que no, su presencia
allí significó mucho. Una inyección de energía, de patriotismo; también
una lección de humildad. Nos apuramos a transcribir sus palabras
–gracias a Sandra, Claudio, Analay y a Ana Carla– y pusimos el punto
final a esta edición.
Gerardo
habla de ella y los ojos le brillan. Su mirada tiene 21 años. En la
niña de sus ojos, se ve otra niña de 16 años. La historia la ha contado
muchas veces, pero sentado en la redacción de Pensar en Cuba, Gerardo parece viajar en el tiempo y volver a aquel día, en aquella parada.
Mi
papá tenía un carro y trabajaba cerca de Zapata y A. Todas las mañanas
le «cogía botella» para ir hasta Miramar, porque yo estudiaba en el
Instituto Internacional de Relaciones Internacionales (ISRI) quedaba en
22, entre 1ra y 3ra. Hubo un domingo en que no quise fregar el carro. Me
dijo: «para montarte nunca tienes problemas»; o algo así que no me
gustó y al otro día para darle en la cabeza, me levanté como a las 4: 00
a.m. Primero cogí la ruta 21, después la 68 hasta la Rampa, y luego la
tercera guagua que me llevaría hasta Playa. Justo ahí veo a Adriana, en
la fila, con su uniforme amarillo, porque ella estudiaba Química en ese
entonces. Me impactó.
Subimos a la guagua y me paré al lado de
ella, que iba con tremendo piquete de su escuela. Me le acerqué y le
dije: «que mala educación, que ni le llevan los libros a uno». Ella no
habló, pero le di la maleta y me la llevó. Ese día en el ISRI, durante
el primer turno de Derecho Internacional que era con Miguel de Estefano,
una eminencia, ya fallecido, escribí «Poema a la muchacha de la
parada». Lo pasé a máquina y al otro día me volví a levantar a las 4:00
a.m. y me aparecí en la parada.
El poema decía más o menos así:
«la muchacha de la parada / cuya mirada agiganta / los amaneceres de la
Rampa, / que cuando monte la guagua, / quizás me lleve gentilmente los
libros, / y sepa que un desconocido, / admirador de su belleza, /
desatendió una clase, / por escribirle este poema». Subo, me paro al
lado de ella, me pide los libros y cuando me voy a bajar le doy el
poema. A partir de ese día seguí levantándome a las 4:00 a.m. Mi papá
ajeno a todo, creyendo que yo seguía molesto por lo del carro, me dice
un día: «Oye compadre, no fue para tanto lo que te dije, no te lo cojas
tan a pecho». (Se ríe a carcajadas).
Ahí comenzó la conspiración
con las amiguitas de ellas. Siempre llegaban dos o tres y marcaban
delante en la cola. Entonces todas las que iban llegando, se iban
sumando. Recuerdo que había un profesor de la cátedra militar del ISRI,
el Coronel Barroso, que también subía a la guagua. Al principio decía:
«Mira eso, mira eso, tres muchachitas habían cuando llegué aquí y ahora
hay como veinte». Cuando nosotros empezamos a noviar, ella me marcaba a
mí también y el Coronel gritó un día desde el fondo de la cola: «¿¡Ah,
pero tú también, tú también!?». (Se ríe).
¿Cómo era tu relación con Adriana antes de 1998?
Siempre
tuvimos una relación muy unida. Adriana es una mujer a la que admiro
muchísimo como compañera, como persona, como revolucionaria. Desde que
me fui para esta misión, en 1994, no nos veíamos con mucha frecuencia.
En todo ese tiempo solo pude venir en dos oportunidades de vacaciones,
por alrededor de un mes. Un mes que incluía los contactos con los
compañeros del trabajo y los despachos para los análisis de las
diferentes operaciones. Ella no sabía en lo que andaba, para ella yo era
un diplomático que estaba en Argentina.
Los compañeros del correo
le traían las cartas escritas a computadora, enviadas supuestamente
desde el fax de la embajada; un cuento de esos. La cosa es que le daban
las cartas cada cierto tiempo, cuando se podía, y así fuimos llevando la
relación.
Cargábamos las pilas cuando yo venía de vacaciones.
Ella siempre hace una anécdota de la última vez que nos despedimos. Mis
últimas vacaciones fueron en enero de 1998. Adriana percibió algo,
cuando ya me había montado en el taxi, me bajé y volví para atrás para
abrazarla. Ella dice que sintió algo, que algo estaba mal, y después
vino lo del arresto. Pero siempre tuvimos una relación muy sólida, muy
especial.
¿Estabas preparado para que la misión fracasara? ¿Para caer preso?
Uno
siempre sabe que esa es una posibilidad, pero por supuesto, tú esperas
que nunca te pase a ti. Cuando a nosotros nos ocurre, mi angustia mayor
de aquellos primeros tiempos no era por la cuestión personal, –a pesar
de que a uno le agobiaba pensar en su familia, cómo reaccionarían a la
noticia y esas cosas–, sino por el hecho de que se había abortado la
operación. De cierto modo había fracasado y lo que eso representaría
operativamente me preocupaba. ¿Qué habría sido de las otras personas que
no estaban ahí arrestadas? ¿Qué pasaría con el trabajo? ¿Qué pasaría
con tal o más cuál agente que eran parte de la operación? Ese tipo de
cuestiones a mí me agobiaban más que la cuestión personal, te lo digo
honestamente. Después, cuando esas dudas se fueron clarificando y el
tiempo comenzó a extenderse, ya las preocupaciones y las angustias
fueron otras, pero en esos primeros tiempos pensaba más en la misión,
que en la cuestión personal.
¿Qué siente uno cuando le proponen una misión como la que le propusieron a ustedes?
Después
que me gradué del ISRI, nosotros nos fuimos para Angola. Como no éramos
militares de carrera, nuestra labor era estar de adjuntos a alguien. En
mi caso debía ser adjunto del jefe del pelotón de exploración del
Onceno Grupo Táctico en la Décima Brigada de Cabinda, que era una
brigada de tanques. De ese compañero, Primer Teniente Roger Peña
Consuegra, aprendí mucho. También de su interacción con los soldados que
eran reclutas, que se pasaban allí al menos dos o tres años, en esas
condiciones, lejos de la familia. Eran diferentes historias, diferentes
problemáticas con las que había que lidiar. Aprendí mucho con él. Llegó
un momento en que tuve que quedarme al frente del pelotón. Cuando
regresé de Angola para incorporarme al MINREX, me plantearon la misión y
estuve varios años preparándome.
Para uno es un orgullo grande.
Sabes que alguien tiene que hacer ese tipo de trabajo. Uno conoce los
riesgos, pero al mismo tiempo uno saca cuentas y sabes que es un
privilegio el hecho de que te estén planteando una misión así,
precisamente a ti. Sabes lo importante que es para el país, para tu
pueblo.
¿En qué momento de la vida empiezas a formarte como revolucionario?
La
familia juega un papel muy importante en eso y mi papá, a pesar de no
haber sido combatiente de la Revolución, siempre fue muy revolucionario.
Él era de clase media baja y mi mamá, emigrante canaria que vino de
España con quince años. Se conocieron siendo muchachos y se casaron. En
1959, el viejo se incorporó muy rápido a la Revolución, en una fábrica, y
empezó «a subir»; era una persona adicta al trabajo.
No tengo un
recuerdo de mi infancia en el que el viejo mío me dijera: el domingo
vamos a pasear. Los domingos eran para levantarse tempranito y hacer
algo como chapear el patio. Creo que si no había nada roto, mi papá lo
rompía para tener que hacer algo los domingos. Mi mamá me despertaba
muchas veces temprano, a las 7:00 a.m.: «Gerar, levántate, tu
papá te está llamando para que lo ayudes». Gracias a eso, lo mismo me
defiendo con un serrucho que con cualquier otra cosa, aunque eso no sea
mi fuerte. Aquello fue parte de mi formación, ese carácter de mi papá, y
el hecho también de que él haya sido revolucionario y militante del
Partido desde muy temprano.
Mi hermana mayor también desempeñó un
papel importante en mi formación de valores. Ella estudió como cadete en
el Instituto Técnico Militar (ITM). Cuando falleció en un accidente de
aviación, era Jefa de Cátedra y Teniente Coronel de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR).
Además de la influencia de la familia en mi
formación, mi entrada al ISRI abrió un poco más mi visión. Empecé a
sentir los problemas del mundo como míos. Llegar al ISRI me hizo conocer
a un grupo de compañeros con una larga trayectoria como dirigentes de
la FEEM (Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media), de la
Organización de Pioneros, algunos eran vanguardias nacionales. Yo había
sido dirigente, pero a nivel de escuela. En esa época el ISRI estaba
abierto a compañeros para la Facultad Obrera y que habían interrumpido
sus estudios por determinadas razones. Es decir, que de conjunto, habían
compañeros que ya venían con una formación importante. Algunos eran del
Partido. Ese intercambio en sentido general, el contacto, la
interacción con esos compañeros, que incluso formaron su núcleo del
Partido allí, fue muy importante para nosotros. El ISRI fue una escuela
muy importante para mí, no sólo desde el punto de vista de las
Relaciones Internacionales, sino desde el punto de vista de mis valores y
mi formación como revolucionario.
¿Cuán difícil es pasar tantos años injustamente en prisión?
Hay
muchas cosas malas. Lo peor es la lejanía de la familia, que mueran
familiares tuyos –en mi caso mi madre, sin poder estar con ella en sus
últimos momentos–, que nacieran mis sobrinos –a los que vine a conocer
cuando tenían ya como quince o catorce años–, no estar en los últimos
años de mi madre, la angustia de mi madre, eso para mí fue lo peor.
Lo
demás son experiencias que uno ve en prisión para las que nunca nadie
te había preparado. Ver a alguien ser asesinado a puñaladas
prácticamente delante de ti; estar conversando con una persona ahora,
como estamos conversando tú y yo, y diez minutos después verlo salir
muerto, son cosas que ni siquiera las viví en Angola. Los otros presos
cuando se enteraban que había estado en Angola me decían con cierta
admiración: «¡Tú estuviste en una guerra!». Y les decía:«sí, pero no vi
ningún muerto en Angola y aquí ya perdí la cuenta de cuántos he visto».
Son cosas para las que uno no se prepara.
Con el paso del tiempo
uno se va adaptando, pero tener que convivir con personas que, la
mayoría, no tienen valores; son narcotraficantes, asesinos, drogadictos,
y tener que convivir con ellos; incluso, compartir cuartos con ellos,
convivir en todo el sentido de la palabra, el comedor, las duchas, todo,
es algo bien difícil. Es un medio donde hay mucha energía negativa todo
el tiempo, por llamarlo de alguna manera. Date cuenta que es una
concentración de personas cuyas vidas han sido frustradas, personas
llenas de negatividad, de amargura, de toda una serie de sentimientos
negativos con los cuales hay que convivir el día entero.Tú estás en el
medio de todo eso y son personas con las que tú no tienes nada que ver,
pero tu vida tienes que desarrollarla ahí, tienes que adaptarte a ese
medio. Realmente no es fácil.
No solo era estar preso
injustamente, sino las condenas que les impusieron. ¿Qué sentías al
saber que tenías que cargar con más de dos cadenas perpetuas?
Te
seré honesto. Al verme envuelto en esa situación, para mí era un alivio
ser el que más sentencia tenía. Te explico. Yo tenía ahí mis
responsabilidades y tú conoces el dicho: «El capitán se hunde con el
barco». Por esa razón para mí constituía un alivio ser el que más
sentencia tenía. Me sentí muy contento cuando Ramón y Tony lograron
quitarse la cadena perpetua en una apelación y tener fecha, porque
aunque la sentencia que le pusieron era una «salvajada» de todos modos,
tener fecha en una prisión representa mucho.
Hasta los otros
presos, conversando, te dicen: «Fulano está embarcado, no tiene fecha». Y
a lo mejor el que te lo dice tiene una fecha de aquí a 40 años, pero
tener eso lógicamente representa mucho. Siempre, y lo reconozco aquí,
tuve muchísima consideración y muchísimo apoyo de mis otros hermanos,
incluso en las últimas etapas donde se estuvieron valorando variantes y
se escuchaban posibilidades de solución, de negociaciones, siempre ellos
dejaron claro, al igual que nuestros familiares, que el caso mío era el
que había que resolver, que había que darle la prioridad, por no tener
fecha, con dos cadenas perpetuas, más quince años.
¿En la prisión hubo momentos alegres, felices, si es que pudiéramos llamarlos así?
Para
nosotros los mejores momentos eran las visitas de nuestros familiares,
de amigos que podían llegar, sortear todos los obstáculos y llegar a
vernos en prisión. Y hubo momentos claves relacionados con nuestra
lucha, con nuestra campaña como el «¡Volverán!» de Fidel. Hace unos días
estaba escuchando ese discurso. Hay un momento en que él dice, no lo
cito textual, pero él dice: «Esos hombres tal vez me estén escuchando en
este momento». Creo que él sabía que lo estábamos escuchando porque
para aquel entonces nos habíamos comprado unos «radiecitos» que vendían
en prisión. Efectivamente nosotros estábamos en nuestras celdas
escuchando el discurso.
El librito de esta profesión dice que si
te cogieron, te chivaste. Porque tú nunca puedes comprometer a tu país,
nunca puedes reconocer que tú estás trabajando para tu país. Y en el
caso de nosotros, que teníamos identidad falsa, tú tenías que morirte
diciendo que eres Manuel Miramontes, puertorriqueño, o Rubén Campas,
mexicano, o Luis Medina, puertorriqueño. Ese era el plan nuestro y así
nos mantuvimos alrededor de dos años durante la etapa de preparación del
juicio. Esa era la orden que teníamos desde que asumimos la misión.
Entonces escuchar a Fidel haciendo público el caso, diciéndole al pueblo
los nombres de nosotros y por qué estábamos allí, qué era lo que
hacíamos y encima de eso decir: «Solo les digo una cosa, ¡volverán!».
Eso te da un ánimo y un valor quepa´ qué…
Desde ese mismo día
nosotros sabíamos que no había nada que pudiera hacer el imperio que a
nosotros nos rindiera o nos doblegara. Ese fue uno de los momentos
claves.
Otro fue cuando escuchamos la noticia de que se nos había
otorgado la condición honorífica de Héroes de la República de Cuba.
También nos llegaban informaciones de que iba creciendo el Movimiento de
Solidaridad con los Cinco, personalidades que conocíamos, presidentes
que comenzaron a mencionarnos, a hablar de nosotros.Todos esos fueron
momentos muy importantes y muy alentadores en nuestros años en prisión.
¿Cómo recibiste la noticia de que René primero, y después Fernando, habían sido puestos en libertad?
Por
un lado nos alegraba, pero por otro nos entristecía el hecho de que
René y Fernando tuvieron que cumplir su sentencia completa. Algunos
compañeros del Movimiento de Solidaridad nos expresaron en aquel momento
que sentían que de cierto modo habían fallado. Pero por otra parte
sabíamos que el plan del imperio siempre fue doblegarnos y el hecho
entonces de que René hiciera trece años y que Fernando hiciera quince,
sin doblegarse, es una victoria. Ellos querían que desde el primer
momento se «partieran», como se dice, y que cooperaran, y el hecho de
que ellos se hubieran mantenido firme– «y qué es lo que tienen para mí,
quince años, te voy a hacer los 15 años»− fue una victoria para nosotros
también.
Recuerdo que escribí algo cuando René salió y mencionaba
que desde ese día los cinco éramos un poco más libres y así fue, porque
nosotros sentimos como que parte de nosotros estaba ya en Cuba con
ellos, primero con René y después con Fernando. Fue un alivio grande
saber que ya finalmente ellos estaban reunidos con su familia y con
nuestro pueblo.
Tú me preguntabas hace un rato de las angustias,
de los momentos más difíciles, de cuando nos arrestan.Una de las cosas
que más me angustiaba a mí era el caso de René, porque los otros tres
teníamos a toda nuestra familia del lado de acá. Pero René tenía una
niña de apenas cuatro meses cuando lo arrestan. Una parte de la
justificación que usaron los que decidieron cooperar con las autoridades
norteamericanas era esa: «Tengo un niño chiquito, yo no puedo…». Y René
desmintió eso. Él tenía una niña de cuatro meses que le hubiera
permitido decir: «No puedo continuar en esta lucha, tengo que rendirme
porque mi esposa está sola en la calle con mi hija de cuatro meses y la
otra de doce».Sin embargo, no lo hizo y fue una actitud muy valiente que
siempre admiramos, pero al mismo tiempo te creaba a ti una angustia
adicional estar allá (se le aguan los ojos), arriba en el piso 13 del
Centro de Detenciones de Miami, en «el hueco», y mirar para abajo y ver a
Olga… (llora), se emociona uno todavía acordándose de aquellos tiempos.
La cabecita chiquitica y René le hacía señas con el mono…(hace una
pausa), porque todas las ventanas son iguales, tú no sabes, ella miraba
para arriba y veía cuarenta ventanas, no sabes en cuál está el familiar
tuyo, y René sí estaba viéndola a ella, pero ella no lo veía… (hace otra
pausa). Entonces René cogía y le hacía seña, y nosotros en la celda de
al lado mirando, por un huequito, era el único contacto con la calle…
Vamos a hablar de un momento más feliz para ti. Les dicen que vienen para Cuba…
Muchacho,
eso fue tremendo. La gente nos pregunta: «¿y ustedes sabían?». En
realidad no sabíamos, pero uno tampoco es bobo. En los últimos meses
habían pasado cosas y nosotros siempre fuimos muy optimistas. Aun cuando
no había nada, nos imaginábamos cosas en el mejor sentido de la
palabra; siempre teniendo en cuenta no crearnos falsas expectativas ni
hacernos ilusiones, pero éramos muy observadores, muy estudiosos de los
acontecimientos. En los últimos meses habían estado ocurriendo cosas que
a uno le llamaban la atención. Salió una editorial en The New York Times
que habla de un posible intercambio de prisioneros que pudiera ocurrir,
ya cuando tú ves el río sonando, tú sabes que piedras trae.
El
día 4 de diciembre me sacan de mi prisión de una forma muy rara, no me
dijeron ni empaca tus cosas, absolutamente nada. Nadie sabía que me iba.
Fue una sorpresa para todo el mundo. Hasta para los guardias que me
estaban sacando y me llevan para otra prisión en Oklahoma. Me tiran en
un hueco once días sin decirme para dónde voy ni a qué.Todos los presos
saben más o menos –a los presos nunca se les dice para que prisión van,
pero sí les dicen si van para la costa este, oeste–, pero a mí no me
dijeron nada.
Los guardias que estaban en esa prisión, revisaron
en la computadora y al no ver nada me preguntaron: «¿Para dónde tú
vas?». ¡Qué iba a saber! Fueron once días en el hueco. El día 15 sacan a
Ramón y a Antonio de sus prisiones y los llevan para una prisión en
Carolina del Norte.Ese mismo día me sacan a mí del hueco y me llevan
para esa prisión. Los tres dormimos esa noche en el mismo lugar sin
saberlo. Al otro día por la mañana me dicen que alguien quiere verme. Me
quitan las esposas, que eso es algo súper raro, y cuando llego las
personas que estaban allí se identifican como del Departamento de Estado
y me dicen que voy a tener una video-conferencia con Cuba.
En ese
momento siento un murmullo y en eso venía Antonio y más atrás Ramón.
Entonces ahí nos abrazamos, y tuvimos una video−conferencia con un
compañero que nos dio la noticia. Recuerdo que como me había pasado 11
días en un hueco, no sabía ni a cómo estábamos. Los papeles que debíamos
firmar decían que estaríamos llegando a Cuba el 17 de diciembre. Le
pregunto a Ramón: «¿a cómo estamos hoy?». Me dice que a 16. «¡Coñó, eso
es mañana!».
Fue una alegría tremenda. El recibimiento aquí en
Cuba. Vi el video y es difícil no emocionarse cuando uno mira las
imágenes de ese día. Es una mezcla de emociones tremenda. Apenas unas
horas antes estabas sentado en una prisión de máxima seguridad y de
pronto, en unas pocas horas, la vida te hace así «chiu-chiu-chiu», y
estás rodeado de gente y todo el mundo quiere abrazarte y todo el mundo
quiere decirte algo, tirarse fotos contigo.
Háblame del encuentro con Fidel…
Fue
algo inolvidable, uno de los días más especiales de nuestras vidas,
cumplir ese sueño de todo cubano de estrecharle la mano a nuestro
Comandante. Cuando era muchacho quería ser deportista porque me gustaba
el deporte y por aquella escena en que el deportista regresaba con la
medalla y el Comandante se la ponía en el pecho y le daba la mano; desde
que era niño tenía esa aspiración.
En un par de oportunidades lo
tuve cerca, en los Juegos Panamericanos de 1991, donde estábamos
trabajando en apoyo al evento, después en una Feria de La Habana; pero
nunca había tenido la oportunidad de estrechar su mano. Hacerlo ahora,
de esta manera, que no es casual, sino en una visita tan especial, para
nosotros fue muy importante. Compartir con él en un ambiente tan
reducido, tan íntimo; conocer a su familia, conversar. Fueron cinco
horas las que estuvimos con él y fue una experiencia de las más
importantes de nuestras vidas.
Enseguida que llegaron,
toda la gente en Cuba pensaba en Adriana, en el reencuentro de ustedes.
Verla embarazada fue una sorpresa. ¿Por qué no se hicieron públicas las
gestiones para que ustedes pudieran tener a Gema?
Si se
hacía público antes de que ocurriera, podía ponerlo todo en peligro. Eso
fue fruto de concesiones que se hicieron totalmente en secreto. Pero te
confieso algo que creo no he dicho en ningún lugar, cuando ya se conoce
que Adriana está embarazada, la intención o la idea original era
hacerlo público. Incluso, pretendíamos hacer una carta de los dos a
algunos amigos para circularla, sabiendo que eso se haría público
rápidamente. Llegué a hacer la carta, pero alguien nos dijo que la
aguantáramos un poco, ese fue otro elemento que me hizo pensar que algo
más se estaba cocinando. Para ese entonces las negociaciones se estaban
desarrollando a cierta velocidad y entonces alguien pensó, con toda
razón, que si se daba a conocer lo del embarazo, podría poner en peligro
otras cosas que se estaban desarrollando. Ahí viene la decisión de
esconder a Adriana y de no hacer público el embarazo.
Tener un
hijo o una hija, siempre fue una aspiración nuestra. Primero yo estaba
terminando mis estudios en el ISRI y después ella estaba terminando sus
estudios en la CUJAE. Estuve un tiempo en Angola. Siempre había momentos
claves que nos hacían tomar la decisión de aplazarlo. Incluso, cuando
voy a partir para esta misión, le dije: «mira, este sería un buen
momento para tener un hijo, podríamos aplazarlo o tenerlo, pero si lo
tenemos ahora, tú tendrás que criarlo los primeros años sola», y
entonces decidimos aplazarlo, claro, uno no pensaba que la misión fuera a
extenderse tanto.
Cuando caí preso, fue una de las primeras cosas
en las que pensé: «si esto se complica, nos quedaremos sin hijos».
Llegó un momento en el que ya habíamos perdido la esperanza. Incluso en
las cartas, jocosamente, a veces en serio, valoramos la posibilidad de
adoptar un niño o cualquier otra variante, pero ya estábamos seriamente
viendo la posibilidad de que no pudiéramos ser padres.
Todo el
proceso fue una angustia tremenda, porque primero yo estaba muy
pesimista. Cuando pedí la posibilidad de que Adriana quedase embarazada
lo pedí por joder, por subirles la parada, vamos a pedir esto, pero
estaba convencido de que no lo iban a aceptar.
Después no nos
dijeron que no. Las cosas siguieron desarrollándose y dijeron que lo
estaban valorando, hasta que hubo un momento que dijeron que sí, que lo
aceptarían. No lo creía. Hasta que un día me llaman en la prisión con
mucho misterio para hacerme unos análisis de sangre que nadie sabía
quién había ordenado. Me dije: «esto va en serio».
Entonces vino
la parte angustiosa de saber si iba a funcionar o no. La primera vez que
se le implantaron los embriones no los retuvo, eso fue un golpe: saber
que no había funcionado después de un proceso de meses. Incluso
valoramos, «seguimos o no seguimos». Adriana al principio me decía
«vamos a dejarlo», y le insistí un poco, y seguimos.
Cuando
tuvimos la alegría tan grande de saber que estaba embarazada, venía la
otra parte: « ¿Algún día la voy a ver o podré criarla? ¿Qué edad tendrá
cuando la vea?, si es que la veo». Era una cuestión agridulce. Por una
parte una alegría muy grande y por otra, nuevas interrogantes que se
habrían y nuevas angustias, hasta que finalmente ocurrió lo que ocurrió.
Gema se ha convertido en hija de todos y de todas en Cuba. ¿Cómo los hace sentir eso como padres?
Nosotros
tuvimos que sentarnos varias veces a hablar sobre eso, porque al
principio, hubo cosas que nos sorprendieron. Una vez una señora por la
calle nos dice con tremendo carácter: «¿y por qué ustedes no han
enseñado más fotos de Gema?» (se ríe), y al darse cuenta de la sorpresa
en nuestras caras,nos dijo:«Gema no es hija de ustedes nada más, es hija
del pueblo de Cuba». Cosas de ese tipo nos hicieron sentarnos a decir,
bueno, qué hacemos. Para nosotros es algo nuevo y es una línea estrecha
la que uno tiene que caminar entre hacer de esto una telenovela, que no
es algo que queremos, o virarle la espalda a la gente y decir que no
vamos a enseñar más fotos porque esa es nuestra vida privada. No creemos
que ningún extremo sea el correcto.
Por eso cuando fue el
cumpleaños enseñamos algunas fotos. Hace un tiempo me enteré de que hay
un sitio que se llama «Gema de Cuba». La gente pensaba que era de
nosotros; pero yo no sé ni quién lo hizo. Creo que ni siquiera se hizo
desde Cuba, y hay muchas fotos de ella ahí.
Es una situación
difícil para nosotros que somos padres primerizos y padres de una niña
que tantas personas quieren y se interesan por ella. Créeme que hacemos
el mayor esfuerzo por navegar ahí, sin pasarnos ni para un lado ni para
el otro.
En estos momentos, ¿cuáles son tus planes inmediatos? ¿Tus prioridades?
Hasta
ahora hemos viajado por Cuba y respondiendo a algunas invitaciones en
otros países. Quiero ir con urgencia a las Tunas, a Pinar del Río, a
Sancti Spíritus. Me quedan muchísimos lugares claves (me gustaría ir a
toda Cuba, claro), donde hay personas que jugaron un papel importante en
la lucha por nuestra liberación. Son historias bonitas, como el caso de
Andy Daniel, un niñito con un defecto de nacimiento en la mano que me
escribía desde que era chiquitico y ganó un concurso de dibujo; hoy es
un muchacho de 14 años. Por eso quiero ir a muchos lugares de la
geografía de nuestro país donde hay historias relacionadas con los Cinco
Héroes. No hemos podido hacerlo desgraciadamente por el ritmo que hemos
llevado de actividades, pero lo queremos hacer.
Hemos estado en
contacto también con diferentes sectores de nuestra población, centros
de estudio, de trabajo. Donde se nos pide que estemos, ahí estamos, en
la medida de las posibilidades porque son muchas cosas.
Desde el
punto de vista personal, por supuesto, quiero dedicarle el mayor tiempo
posible a la crianza de Gema y a la familia, recuperar un poco el tiempo
(no me gusta decir el tiempo perdido), que no estuve con ellos, sobre
todo con los sobrinos que no conocía, con Adriana, en fin, con la
familia en sentido general.
Como revolucionario, siempre que me
preguntan, digo que mi único plan o mi plan más importante es seguir
sirviéndole al pueblo, a nuestra Revolución
«Toda la
gloria del mundo cabe en un grano de maíz», dijo Fidel. ¿Será que la
humildad es uno de los rasgos característicos de los Cinco?
Cuando
asumimos esta tarea, lo que estaba en el programa era que nosotros
íbamos a dedicar a esto cierta cantidad de años y que íbamos a ser
combatientes anónimos. O sea, si hay un poquito de vanidad en ti, esta
no era la profesión que tenías que haber escogido. Desde el mismo
momento en que asumimos la tarea, sabíamos que iba a ser para eso. No
nos hubieran seleccionado si supieran que nosotros éramos vanidosos.
Los
Cinco siempre hemos sido conscientes de que no somos nada especiales.
Hay muchísimas compañeras y compañeros en Cuba que, primero, estaban
haciendo lo que nosotros y nadie los conoce; segundo, lo están
haciéndolo todavía y lo seguirán haciendo siempre que sea necesario, con
la premisa de que lo que ocurrió con nosotros fue algo raro que
respondió a determinadas y muy específicas circunstancias. Posiblemente
esa no se va a repetir. Cumplen su misión con la premisa de que van a
ser héroes y heroínas anónimos de este país y no van a tener el
reconocimiento directo, ni siquiera de su familia.
Eso es algo que
los Cinco siempre hemos tenido muy presente. Si nosotros estamos aquí
hoy, es por el ejemplo de otros que lo hicieron antes y que se
sacrificaron como nosotros; y nadie los conoce. ¿Qué mayor ejemplo que
ese? ¿Cómo tú crees que nosotros podamos sentir algún tipo de vanidad o
presumir de algo? Nos tocó que se nos conociera, pero somos conscientes
de que lo que hicimos, ni lo inventamos nosotros, ni fuimos los primeros
en hacerlo, ni mucho menos seremos los últimos.
Si tuvieras que mandarles un mensaje a los jóvenes cubanos ¿qué les dirías?
Nosotros
siempre hemos insistido en la importancia de conocer la historia de
nuestro país. Hace poco, al inicio de la entrevista, tú me preguntabas
sobre mi formación y recuerdo algo que a mí me marcó para toda la vida.
Fue cuando, siendo un niño, mi papá tenía un buró con llave y un día se
le quedó una gaveta abierta, la abrí y saqué una colección de las
primeras revistas Bohemia después del triunfo de la Revolución. En ellas
venían las fotos que les habían prohibido publicar durante los años de
la dictadura. Venían fotografías de lo que se encontró en las estaciones
de policía cuando fueron ocupadas por el Ejército Rebelde, los
implementos de tortura; fotografías de cadáveres, de jóvenes asesinados,
acribillados a balazos. Todo eso a mí me marcó de una manera tal que me
propuse dar todo lo que pudiera de mi vida para que ese pasado no
volviera a Cuba. Un muchacho que no conozca eso, no puede tomar una
resolución así. Tú no puedes crearte determinadas convicciones si tú no
conoces determinados elementos de tu propia historia.
A mí me
preocupa que algunos jóvenes no se interesen por estudiar la historia de
este pedacito de tierra donde están parados. A veces uno se acostumbra a
caminar por las calles y a pasarle por el lado a una tarja que está en
una pared y ni se detiene a leerla. O estamos esperando una guagua en la
acera sobre la que estuvo muerto un joven que fue asesinado; uno no se
detiene a pensar en eso.
A veces hay jóvenes de 23 o 24 años, que
dicen que les interesa el destino de su país, pero no ahora: «cuando sea
mayor, a lo mejor»… No se detienen a pensar en la edad que tenía Frank
País cuando murió asesinado, o la edad que tenía José Antonio
Echeverría. A mí me parece que hay muchos jóvenes que se subestiman y
siempre ven ese escalón inferior, se ven en ese escalón cuando hablamos
de los destinos de Cuba y del futuro de la Revolución. Piensan que eso
es tarea de otros que están más arriba en términos de edad o
preparación. Quizás un poco de responsabilidad sea nuestra, por no
haberles enseñado a esos jóvenes que ellos son los protagonistas de este
proceso, de esta Revolución; no el futuro, sino el presente de la
Revolución.
Les diría a los jóvenes, como dice el pensamiento de Nikolai Ostrovsky, que si mal no recuerdo tenía Tania la guerrillera
en su diario: «la vida es una sola y hay que vivirla de manera tal que
cuando uno llegue al momento de mirar atrás, pueda sentir la
satisfacción que la vivió por una causa, que la vivió por un propósito».
No hay nada más triste que llegar a viejo y que un hijo o un nieto le
pregunte a uno: ¿Y qué tú hiciste con tu vida, a qué te dedicaste, qué
legado positivo nos vas a dejar…? y no tener nada que decir.
Les
diría que se preocupen por su legado, que la responsabilidad que tienen
en sus manos es inmensa. A nosotros, los Cinco, muchas personas nos ven
como paradigmas, como ejemplos, pero a nosotros no nos hicieron en un
laboratorio, somos cinco hombres a los que nos tocó la responsabilidad
de defender a la Revolución desde estas filas, y lo asumimos. Hay
muchísimas personas en este país, muchos héroes y heroínas anónimos que
han sacrificado sus vidas por la Revolución y han dejado una huella,
aunque sus nombres nunca se conocerán.
Poema: «La muchacha de la parada»
Ante mí apenas distingo una silueta
que se empeña en dibujar ademanes didácticos,
y a mis oídos casi llegan detalles
de conceptos jurídicos y conflictos internacionales;
pero en mi mente solo está aquella muchacha
de la parada,
la estudiante de Química
cuyo nombre ignoro,
aunque conozco su tímida mirada
porque día a día agiganta el hechizo
de los amaneceres en La Rampa.
Esa muchacha tal vez mañana,
cuando al sentarse tome cortésmente mis libros,
se entere que un desconocido,
admirador de su belleza
desatendió una clase
por escribirle este poema.
Gerardo Hernández Nordelo (20–10–1986 8:35 a.m.).
En un turno de Derecho Internacional
Este
poema llegó a manos de Adriana al día siguiente de haber conocido a
Gerardo en la parada del ómnibus de la ruta 32 en la céntrica calle 23,
conocida por La Rampa en el Vedado, donde se citaron desde entonces cada
día hasta que en noviembre de ese mismo año se hicieron novios y
comenzó una preciosa historia de amor.
La entrega de los premios correspondientes a la XV edición del Salón
Internacional de Humor Gráfico Santa Clara 2015 contó con la presencia
del Héroe de la República de Cuba Gerardo Hernández Nordelo
Muchos años debió esperar Gerardo para culminar esta obra iniciada por el colectivo de Melaíto. Foto: Foto del Autor
SANTA
CLARA.—El esperado reencuentro de Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de
la República de Cuba, con los caricaturistas de Melaíto, se concretó
este domingo durante la entrega de los premios correspondientes a la XV
edición del Salón Internacional de Humor Gráfico Santa Clara 2015, que
este año estuvo dedicado a Brasil como país invitado.
Hoy he
cumplido el sueño de compartir con mis colegas de Villa Clara, a quienes
agradezco por tanta solidaridad durante nuestro injusto encierro,
declaró emocionado el antiterrorista cubano, quien entregó a Alfredo
Martirena, director del suplemento humorístico del periódico
Vanguardia, el logotipo que identificó la campaña por la liberación de
los Cinco.
Antes de participar en la premiación de los ganadores,
Gerardo completó un mural gigante que se alza en un céntrico lugar de
Santa Clara, donde el colectivo le reservó una parte, la cual se
terminaría una vez concretado su regreso a la Patria, acción calificada
por el creador del personaje de Pepino como una recompensa por tanto
amor.
Entre los ganadores del certamen figuraron, en la categoría
de Humor Erótico, Bernard Bouton, de Francia, quien se alzó con el
primer premio; mientras los otros galardones fueron a parar a manos de
Miroslav Gerencer, de Croacia, y Ramiro Sardoya, de Cuba, como segundo y
tercer lugar, respectivamente.
En cuanto al Humor General, los
premiados resultaron Arístides Hernández (Ares), primer premio; Michel
Moro, segundo; y Ángel Orestes González, tercero. Como parte de la
visita, Gerardo fue recibido por el comité provincial del Partido y su
buró provincial, encabezado por Julio Lima Corzo, miembro del Comité
Central y su primer secretario en este territorio, quien le entregó
varios reconocimientos en nombre del pueblo de Villa Clara.
Otras imagenes tomadas de uno de los albumes de facebook de CMHW La Reina Radial
Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El
reverendo Raúl Suárez acababa de hablar sobre la fe y la esperanza en
las sesiones de la Comisión de Relaciones Internacionales del Parlamento
cubano, cuando entró al salón –suponiendo ya habían dado el receso– un
padre con su pequeña niña en un brazo y en la otra un bolso cargado con
todo lo necesario para atender a un bebé de un poco más de seis meses.
Gerardo Hernández Nordelo,
uno de Los Cinco Héroes cubanos, sorprendió este sábado a todos los
diputados con su presencia; nadie lo esperaba, apareció de improviso con
la pequeña Gema, que nació en enero pasado. Sobrevinieron expresiones
de cariño, afecto, el bullicio típico de la alegría desbordada.
Muchos
de los parlamentarios que hoy constituyen esta Comisión, trabajaron por
la liberación de Los Cinco durante más de 15 años, fundaron grupos de
solidaridad en el mundo, discursaron, dieron todo su apoyo en pos de la
excarcelación de ellos.
Ahora, mientras unos aprovecharon
para el apretón de manos, el abrazo, la foto con Gerardo, Gema y
Adriana, otros le preguntaron por la recién concluida gira por África.
La
reunión del grupo de trabajo parlamentario se trastocó en reunión
familiar y el Héroe Cubano, enfundado en un pullover rojo con la mítica
imagen del Che que inmortalizó Korda, aprovechó el momento para, en
nombre de Los Cinco, agradecer a todos por el trabajo realizado durante
tantos años a favor de su liberación de las cárceles estadounidenses.
El
que Gema esté aquí es también un triunfo de la Comisión de Relaciones
Internaciones de la Asamblea, subrayó Gerardo, y confesó sentir un gran
orgullo porque Adriana Pérez, su esposa, sea diputada a la Asamblea
Nacional del Poder Popular.
Apenas éramos dos periodistas
en la sala y la tentación por entrevistarlo muy grande; no queríamos
importunarlo, pero la ocasión era de oro. Accedió gustoso y en medio del
bullicio, casi arrinconado en un extremo del salón y asediados por los
flashazos de las cámaras comenzamos a dispararle preguntas.
El regreso a África
Gerardo
contó sobre lo agotadora que fue la reciente gira de Los Cinco por
África, en especial por Sudáfrica, porque fueron 13 días intensos. Desde
antes del amanecer salían a las actividades y regresaban tarde en la
noche, pero “valió la pena, porque fue muy emotivo”, señaló.
Dijo
que fue muy emocionante regresar a Angola, donde tres de ellos
cumplieron misión internacionalista en décadas diferentes y ahora
tuvieron la oportunidad de estar en esos mimos lugares.
René y yo
en Cabinda, en décadas diferentes y Fernando en Lubango, con la
oportunidad de encontramos a gente con la que luchamos en aquella época
en las mismas unidades donde habíamos estado, narró.
En Sudáfrica
se reunieron dos veces con los cinco gobernadores y el Presidente, a
quienes conocen como los seis grandes del país. La gente bromeaba que no
sabían qué tenían Los Cinco porque en años no habían visto que por
ningún visitante tuvieran en el mismo lugar a los seis grandes y dos
veces, contó.
Fue una gira extraordinaria, positiva, recibimos
mucho cariño, tanto del pueblo de Sudáfrica, y de Namibia, como de
Angola, y estamos conscientes de que no es solo por Los Cinco, sino por
el pueblo de Cuba y la Revolución, apuntó Gerardo.
Para el Héroe,
el contacto con el pueblo africano y las múltiples muestras de afecto y
orgullo le reafirmaron que el extraordinario esfuerzo que hizo la Isla
en aquellas tierras lejanas y la sangre derramada no fue en vano.
En
los tres países donde estuvimos existe un gran agradecimiento por el
sacrificio que hizo Cuba y por el aporte a la liberación de los pueblos
africanos, dijo.
En el Parque de la Libertad, en Sudáfrica, donde
una pared recuerda a los héroes y mártires de la lucha contra el
apartheid, fue muy conmovedor ver que allí también están los nombres de
los cubanos, incluso algunos conocidos de Los Cinco.
Un momento
muy especial en Sudáfrica fue la visita a la celda donde Nelson Mandela
estuvo encerrado por décadas en la prisión de Robben Island.
Según
Hernández Nordelo, al asomarse por la pequeña ventana de la celda le
tomaron varias fotos y una de ellas fue portada al día siguiente en un
diario de esa región, y pensó en cómo habría podido resistir Mandela
todos esos años en aquel espacio tan reducido sin un baño o un cubo para
hacer sus necesidades.
Pensé en cuánto nos inspiró a Los Cinco Mandela con su ejemplo de resistencia, reveló.
Más de seis meses después del 17D
Casi siete meses después de regresar a Cuba, Gerardo Hernández declaró que se siente muy bien.
Los
Cinco no tienen ningún trauma a causa de la cárcel, ya lo había dicho,
que con los primeros tres o cuatro abrazos que recibimos al llegar ya
comenzamos a olvidar la injusta prisión y estamos muy contentos, dijo.
Gerardo
confesó que cada vez que salía a la calle se aturdía un poco, pues
durante 16 años en una prisión de máxima seguridad el contacto humano
fue muy reducido, el solo hecho de que alguien caminara muy cerca
disparaba una alarma interna; al llegar a Cuba fueron múltiples los
abrazos, pero como él mismo dice: “a las cosas buenas uno se acostumbra
rápido”.
En cuanto al restablecimiento de relaciones diplomáticas
entre Cuba y Estados Unidos, dijo que su mensaje es que una vez más se
demuestra que Los Cinco estuvieron siempre en el lado correcto de la
historia.
Nos sentimos orgullosos de habernos mantenido firmes
como nación, fieles a nuestros principios, y eso nos ha traído esta
victoria y el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Gerardo,
quien vivió durante varios años en el país norteño, considera que el
egoísmo, el individualismo y las divisiones raciales y sociales son los
mayores lastres de la sociedad norteamericana.
El sistema está
diseñado para que las personas piensen en sí mismas y no en la sociedad
en su conjunto; te educan para que te preocupes por cómo tener más y
pisotear a cualquiera para lograrlo, apuntó.
Historia de encuentro con Fidel
Ante
una pregunta de la AIN sobre las historias que le contaron a Fidel,
Gerardo señaló que el líder histórico de la Revolución Cubana se
emocionó mucho con las anécdotas de la prisión.
Le conté a Fidel
una que sucedió al principio de estar encarcelados: nos transportaban
desde el edificio de la prisión hasta el de la corte y pasamos frente a
un preso con cara de loco que supimos era marielito, quien al sabernos
cubanos gritó: ¡Resistan…! y una mala palabra, ¡Resistan porque Fidel
nunca los va a abandonar a ustedes!
Recordó que en medio de tantas
mentiras sobre Los Cinco en aquellos días, tildándolos de espías, que
ese hombre dijera eso fue conmovedor.
Hablamos con Fidel de muchas
cosas, la situación actual del mundo, la escasez de alimentos que
provoca el cambio climático, de los cultivos prometedores de la moringa y
la morera, y el Comandante nos planteó que todavía no hay una
conciencia generalizada sobre la importancia que pueden tener estos
cultivos, relató.
Al final del diálogo apuramos una pregunta ante
el reclamo de Adriana que cargaba a Gema al otro lado de la sala:
“¡Niño, vamos!”.
¿Qué proyectos tiene Gerardo en lo laboral? Mi
único plan es seguir sirviendo al pueblo de Cuba donde se considere
necesario, mi formación es en la esfera de las relaciones
internacionales pero no tiene que ser necesariamente allí.
El día
que vengan a plantearme una tarea va a ser porque consideraron que voy a
ser útil y pa’ lante, donde sea, iré, concluyó, no sin antes bromear:
“Eso de que sea donde sea que Adriana no lo oiga”.
(Tomado de la AIN)
Gema de brazo en brazo
Gema.
Con el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés. Foto: Tony Hernández
Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Con
el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés, diputados, diputadas e
invitados durante un receso de la Comisión de Relaciones Internacionales
de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su reunión ordinaria, en
La Habana, Cuba, el 11 de julio de 2015. Foto: Tony Hernández Mena/
Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Con
el reverendo Raúl Suárez. Gema y Adriana comparten con los diputados,
diputadas e invitados durante un receso de la Comisión de Relaciones
Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular en su reunión
ordinaria, en La Habana, Cuba, el 11 de julio de 2015. Foto: Tony
Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Gema
y su mamá Adriana Pérez, diputada a la Asamblea Nacional del Poder
Popular. Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del
Poder Popular.
Gema Hernández Pérez Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Gema
y su papá Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba.
Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder
Popular.
Gema,
Adriana y su papá Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de
Cuba, comparten con los diputados, diputadas e invitados durante un
receso de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea
Nacional del Poder Popular en su reunión ordinaria, en La Habana, Cuba,
el 11 de julio de 2015. Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la
Asamblea Nacional del Poder Popular.
Gema,
Adriana y su papá Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de
Cuba, comparten con los diputados, diputadas e invitados durante un
receso de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea
Nacional del Poder Popular en su reunión ordinaria, en La Habana, Cuba,
el 11 de julio de 2015. Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la
Asamblea Nacional del Poder Popular.
Gema
y su papá Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba,
comparten con los diputados, diputadas e invitados durante un receso de
la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del
Poder Popular en su reunión ordinaria, en La Habana, Cuba, el 11 de
julio de 2015. Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea
Nacional del Poder Popular.
Gema y Adriana Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Gema Foto: Tony Hernández Mena/ Facebook de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
No
sé de dónde la sacó mi Reina. Tal vez la extrajo del interior de su
corona. Lo cierto es que por intermedio de su sensibilidad me llegó esta
tiernísima imagen.
Felicidades para el privilegiado ser que la captó. Con
el permiso de él, o de ella, le he dado un toque distinto con
herramientas del Photoshop. La esencia, sin embargo, sigue intacta ahí:
en el semblante de El Gera, pero sobre todo -y multiplicadamente- en la
"increíble" expresión que llena el rostro de Gemita. ¿Cuántas
veces, a lo largo de 16 años de cruel encierro y en medio de la
pesadilla circundante, Gerardo habrá soñado con un placer así? Solo él
lo sabe. Y apuesto a que la cifra no dista en nada de la cantidad de
sueños similares sobre la almohada de su Adriana. Los héroes no piden premio. Es la vida quien se los concede.
Los
héroes no piden crónicas. No creo que esto lo sea en el sentido
estrictamente técnico. De cualquier modo no soy yo quien escribe... lo
hace la fuerza del modo en que se miran, conversan, "conspiran" y se
adoran Gera y Gemita: captados por un mágico lente y reenviados hacia mí
desde el interior de la corona que cobija los sueños de esa Muñeca
Reina que siempre mira, busca y encuentra ternura humana en lo más alto.
Hace
mucho tiempo quería entrevistarla. Muchos colegas cercanos lo habían
hecho y había leído tantas cosas sobre ella, la había observado de cerca
en tantas marchas, actividades, encuentros de solidaridad a lo largo de
esta lucha de 16 años por la liberación de Los Cinco, que inevitablemente la admiraba en toda su dimensión de mujer, de esposa, fiel amante y amiga, de luchadora incansable.
Sufrí
junto a ella —como millones de cubanos— por las lágrimas que derramaba
cada vez que hablaba de su amor, de su Gerardo, encerrado tras las
rejas durante demasiado tiempo y condenado quizás a estar allí toda su
vida, de manera injusta y despiadada. Sentí como propio el sufrimiento
cada vez que contaba que le impedían verlo, estar con él y, sobre todo,
cumplir el sueño preciado de multiplicar el fruto de ese amor en un hijo
o hija.
Disfruté después desde la distancia verla embarazada recibiendo a su compañero aquel 17 de diciembre
mágico, abrazar a su amigo y esposo, después de tanto tiempo, mientras
aquellas primeras imágenes de caricias, lágrimas, miradas inconfundibles
daban la vuelta al mundo para hacer realidad algo casi impensable.
Después
nació Gema y se convirtió en la niña de todos, en la pequeña de los
cubanos y la de millones en el mundo. Pero nunca pensé que podría
celebrar junto a ella y en tierras bolivarianas, su cuarto mes de nacida
y mucho menos, poder compartir con Adriana y Gerardo desde los primeros momentos que arribaron a Venezuela, mostrando a su más grande tesoro como símbolo de resistencia, lucha, felicidad y vida.
Unas horas antes de la celebración de este día de las madres,
nuestro equipo de prensa en Caracas, volvimos a estar junto a ellos y
fue inevitable entonces conocer más sobre Gema, sobre esa relación
especial que los embarga y que hoy todos disfrutamos con cada sonrisa,
cada gesto y la unión sin límites entre los tres.
Los
dejo entonces con ellos, para que sean sus palabras, sus confidencias,
el mejor de los regalos a todas las madres cubanas y a las personas de
buena voluntad que este día celebrarán la dicha de la vida y pensarán en
la familia, en el amor, por encima de todo, sin importar donde estén o
adonde vayan.
Gema generó muchas expectativas…
"Las
expectativas comenzaron desde mucho antes de ser concebida, desde que
por primera vez hablamos de la posibilidad real de ser concebida. No
sabíamos siquiera qué sexo tendría, esperábamos cualquiera de los dos y
fue una enorme satisfacción cuando se confirmó.
"Yo
viví el embarazo con mucha alegría aunque siempre quedaba aquello de
que Gerardo no estaba para acompañarme, pero esa era una decisión de los
dos y tenía que asumirla, de lo contrario no podíamos cumplir ese sueño
de tener a nuestra bebe. Gerardo ya estaba aquí para su nacimiento,
llegó para coronar ese momento y, por supuesto, eso fue lo más grande
que hemos vivido.
Yo
le había dicho hace poco a Gerardo que yo había tenido tres grandes
decisiones en mi vida: estudiar mi carrera que me gusta muchísimo,
casarme con él, haberlo esperado y haber tenido a nuestra pequeña.
—¿Cómo esperaron a Gema? ¿Cómo la imaginaban?
La
imaginaba y la sentía de muchas formas. Desde las primeras imágenes de
ultrasonido en las que estaba ya más formadita vi que tenía mucho
parecido con su papa, sobre todo en la boca y la forma de los pies,
aunque las manos se parecían un poco a mí. Pero hasta que uno no la ve
no tienes la magnitud de lo que se siente, es algo que quien ha sido
madre sabe de qué hablo.
Gerardo
y yo estábamos inquietos hasta el último momento y cuando la vio me
dijo: “es bella”. Él tuvo el privilegio de verla antes que yo porque
estuvo en el Salón de parto y hasta que no me la mostraron a mi yo no
tuve esa dicha, pero todo el que la vio pasar cuando iban al cunero
decía que era preciosa. Y entonces ahora vemos las imágenes y no decimos
que estaba preciosa al nacer, linda está ahora. (Sonríe) Y nos reímos
porque realmente somos muy felices.
Gema se ha convertido en centro de atención, es admirada, querida….
"Yo
no me imagine que iba a ser así. Sabía que iba a ser querida por todos,
anhelada, pero no tuve realmente la imaginación para percibir,
visualizar lo que iba a pasar y Gema se ha convertido de la llegada de
los Cinco, de los lugares donde estamos y de cierta manera es una forma
de agradecer también a las personas que nos piden que la mostremos más,
nos piden que enseñemos fotos. Y no teníamos la idea de hacerlo porque
es nuestra vida privada pero después interiorizamos que Gema les
pertenece a todos. Es nuestra bebé, no se la regalamos a nadie, pero sí
la compartimos con todos".
—Es tu primera celebración por el día de las madres…
—Si,
este es mi primer día de las madres porque en mayo pasado era muy
reciente que había sido transferida a mi útero y todavía no se había
confirmado el embarazo e imagínate qué dicha poder compartirlo con
Gerardo y con mi mamá que está viva y muy bien.
—¿Cómo es Gema?
—Es
sin dudas una niña feliz, muy vital, muy activa, pero muy sedada. Es
una niña que se comparta, que socializa sin dificultades, lo cual para
nosotros es una dicha. Se adapta muy bien, toma su leche, duerme
excelente, no tenemos quejas la verdad.
—Un mensaje final
—Yo
le agradezco muchísimo a todas las personas que hicieron posible que
hoy Gerardo y yo podamos vivir esta felicidad, que hoy le podamos
entregar la Gema a Cuba, porque no es solo de nosotros, es de todo
nuestro país, de todas las personas fuera del nuestro que hicieron
posible este sueño y, por supuesto, esto es para nosotros una gran
satisfacción, una gran felicidad cuando día a día la observamos, la
cuidamos y nos parece que todavía sigue siendo un gran sueño.
Felicidades
a todas las madres, que pasen su día en familia, las que no lo puedan
estar porque están cumpliendo misiones de cualquier índole, nuestras
felicitaciones igualmente.
(Gerardo interrumpe) Quiere también enviar su felicitación…
Se
trata de un día especial este segundo domingo de mayo, el día de las
madres es especial para las madres biológicas y las de alma que hay
muchas también. Queremos compartir con ellas esta dicha que estamos
viviendo hoy. Un fuerte abrazo y gracias por toda la solidaridad y toda
la felicidad que hoy compartimos con ustedes.
Hoy
fue nuestro primer Dia del Amor y la Amistad juntos, despues de 21
anos, y queremos dar las gracias a quienes con sus esfuerzos solidarios,
y con su continuo apoyo, hicieron posible la felicidad que ahora
vivimos.
Los
días van pasando. Las fiestas también. Ya nos fuimos este lunes al
trabajo y a las escuelas, con más entusiasmo y alegría que nunca. El
2015 está de rápida arrancada y promete ser un año de grandes
acontecimientos, porque el mundo sigue más de cabeza, y la ley de
gravedad de la historia y de los seres humanos ya está haciendo y hará
lo suyo inexorablemente. Pero seamos optimistas: los milagros sí
existen… O los hacemos nosotros.
Los
cubanos tuvimos un fin de 2014 tan positivamente sorprendente, que
todavía cuesta trabajo creer que los Cinco, ¡todos! ya duermen en casa, y
que cantaron a coro El Necio con Silvio en una esquina del
Latinoamericano; que vimos a Raúl anunciar el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas con los Estados Unidos; y a un Obama casi
sonriente, junto a un John Kerry seriamente reflexivo, reconocer a dúo
la necesidad del cambio de política hacia Cuba. Que conste que sólo
después descorchamos las botellas.
Y
uno piensa que la alegría es algo que no debiera explicarse. Restituir
los vínculos oficiales con el Gobierno norteamericano fue, claro está,
una excelente noticia para todo el mundo. Después de medio siglo de
terca y heroica resistencia por parte de nuestro pueblo, el acercamiento
diplomático o de cualquier otro tipo con los Estados Unidos era, más
que un anhelo, la convicción de que más temprano que tarde debía
enmendarse tamaña injusticia.
La
voluntad política de ambos gobiernos está dicha desde entonces. Pero no
será, y no está siendo ya, un camino expedito para las actuales
autoridades norteamericanas. Los días, los meses y ¿los años?
subsiguientes dirán la última palabra.
Sin
embargo, y si de inmensa alegría lloramos y reímos los cubanos, con la
sensación de placidez que produce cuando te quitan un inmenso peso de
encima, fue por el regreso de los tres hermanos, que completaba el fin
de la agonía de los Cinco y de todo este pueblo que no los concebía en
prisión ni por un mes y mucho menos por 16 demasiados largos años.
Para
la mayoría de nosotros ese era el mayor milagro y el gran gozo que
hemos y seguiremos festejando, porque constituye también la
confirmación, una vez más, del inmenso poder de las ideas, aún desde el
fondo de cinco celdas.
“Estamos
viviendo horas tremendas”, me comentó el día siguiente a aquel 17
interminable uno de esos hombres que atesora en sí mismo la virtud de
ser exquisito intelectual, dirigente de alto nivel y puro jodedor
cubano, una mezcla necesarísima en estos tiempos. Lo vi eufórico, luego,
en el concierto de Silvio con los Cinco, y comprendí aún mejor sus
palabras.
Los
milagros sí existen y son lo más normal del mundo. Por eso cada vez que
vemos a uno de los Cinco decir y hacer algo notoriamente cubano, jocoso
y natural, volvemos a reír y a secarnos las lágrimas de la emoción.
“¡Coño, nunca había llorado tanto, ni tan seguido, yo que me pasé la
vida diciéndole a mi hijo que los hombres no lloran”, me decía también
por aquellos días uno de esos buenos amigos que irradian alegría por los
cuatro costados, otro criollo cien por ciento, que aún en los momentos
más difíciles (que a veces vienen demasiado seguidos) siempre le saca
lasca a lo adverso y te pone a reír de tu propia (o de su propia)
fatalidad.
El
nacimiento de Gema, la hija tan esperada y concebida por “control
remoto” de Gerardo y Adriana se inscribe, desde este 6 de enero de 2015
como otro prodigio, no tanto de los viejos Melchor, Gaspar y Baltasar,
como de la amistad y la solidaridad del pueblo norteamericano con Cuba, y
de la labor muchas veces anónima de nuestra medicina revolucionaria,
que no por gusto repite este año el 4,2 por mil nacido vivos del pasado
año, una de las tasas mortalidad infantil más bajas del mundo.
Ver
a Fernando ya trabajando como vicepresidente del Instituto Cubano de
Amistad con los Pueblos, es otra de esas maravillas que alegran los
corazones de quienes sabemos que lo hará bien, porque es un hombre
bueno, y será el mejor regalo para los amigos de Cuba, que, sin pedir
nada a cambio, tanto hicieron por su regreso y el de sus cuatro hermanos
de lucha.
Tienen
razón quienes comentan que Los Cinco, tan cubanísimos y jocosamente
ocurrentes, como los hemos visto en cada tribuna o calle donde se han
parado, recuerdan a ese otro héroe criollo y bromista sin par, el
legendario comandante del sombrero alón y la sonrisa eterna. Sin el
humor que nos permite reírnos hasta de nosotros mismos, no hubiésemos
sido nunca el pueblo libre y soberano que hoy somos. ¡Gracias a los
Camilos de todos los tiempos! ¡Gracias a los muertos y a los héroes
vivos de nuestra felicidad!
En
este enero de victorias escuché por ahí, de buena tinta, que una
persona también muy querida en nuestro país llamó por teléfono a
Gerardo, pocos minutos después de su llegada, y aquel le salió con una
de sus bromas: “Hermano, todavía huelo a celda”. A lo que ese otro
excelente exponente de la cultura y la política cubanas (que no me deja
decir su nombre) le respondió algo así como: ¡Compadre, conserva y
traslada ese humor y esa frescura tuya a cualquier nueva tarea que te
den, que Cuba lo necesita tanto como tu heroísmo”.
Los
días van pasando demasiado rápido, y todos seguimos pensando en Fidel y
aquel “¡Volveran!” que no fue profecía, sino profunda convicción. Hoy,
cuando su pueblo enérgico y viril ríe y canta con lágrimas en los ojos,
es porque vive una inmensa emoción y una alegría largamente luchada, que
a él le pertenece por derecho propio.
Es
difícil explicarla, y tal vez nadie lo hizo mejor que el poeta y
escritor uruguayo Mario Benedetti, que por varios años vivió en Cuba
después de salir de presidio y verse obligado al destierro. Él escribió
por aquellos día de 1983 su cuaderno “Canciones del desexilio”. Años más
tarde el cantante argentino Juan Carlos Baglietto musicalizó e hizo
famoso uno de aquellos bellos poemas, que luego en Cuba nos los cantó
mil veces emocionada esa gorda querida, jodedora y cubanísima, que
responde al nombre de Sara González.
Aquí
van algunos fragmentos que parecen escritos para cantarse en estos
días, porque Mario y Sara (que tanto hizo también por la causa de los
Cinco), dondequiera que anden, de seguro están cantando y festejando con
nosotros.
(…)
Si los nuestros quedaron sin abrazo,
la patria casi muerta de tristeza,
y el corazón del hombre se hizo añicos
antes de que estallara la vergüenza
Usted preguntará por qué cantamos…
Cantamos porque el río está sonando,
y cuando el río suena suena el río.
Cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino.
Cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo.
Cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.
Si fuimos lejos como un horizonte,
si aquí quedaron árboles y cielo,
si cada noche siempre era una ausencia
y cada despertar un desencuentro
Usted preguntará por qué cantamos…
Cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la Vida
y porque no podemos, ni queremos
dejar que la canción se haga cenizas.
Cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto, ni la bronca.
(…)
Cantamos porque el Sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo, en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta…
*Periodista Cubano. Colaborador de Cubadebate, La Jiribilla y otras publicaciones.
Hay
historias difíciles de escribir porque la mano tiembla al tener que
reinventar las palabras para construirlas y compartirlas con el brillo y
la fuerza que merecen.
Corro
el riesgo de repetirme y reiterar lo que casi todo el mundo dice,
cuenta y canta desde este 6 de enero, cuando se supo de la llegada de
Gema, la niña de Adriana Pérez y Gerardo Hernández, pero es importante
para mí correr el riesgo.
Pienso,
en primer lugar, que Gema ya existía y desde hace años revuelve las
gavetas de Adriana para reír con las cartas y los dibujos de su padre, y
oler la canastilla que su mami atesora para ella en el armario.
Gerardo
conocía a su hijita desde La Habana de los ochenta, la había visto
rondar en la parada de ómnibus de la Rampa, en el malecón y en el
instante del beso robado que le aseguró desde aquel entonces la llegada a
este mundo, un día posible y de cualquier manera.
Gema
se había colado como rayo de luz y soplo de aire en todas partes: en
las tribunas, las consignas, las canciones, los discursos, las
prisiones.
Y
aseguran que se la pasó todo este tiempo en las escuelas entre juegos y
lecciones, cantando en los conciertos, gritando en las marchas en mil
idiomas diferentes, juntando manos, clamando voces, fundando amor.
Tengo
la certeza que cuando Adriana y Gerardo tuvieron a Gema entre los
brazos este 6 de enero, ambos sabían que no se trataba de la primera
vez, más bien de un reencuentro soñado desde siempre.
Casi
puedo asegurar que también a ellos se les perdieron las palabras en un
enjambre de besos y para decir algo, simplemente le susurraron algunos
versos de Silvio: "Te conozco, desde siempre, desde lejos, te conozco"…
*Periodista
de Radio Jaruco, donde lleva desde hace algunos años el programa Alas
de libertad, dedicado a los Cinco Héroes cubanos
Desde este 6 de enero el Héroe de la República de Cuba, Gerardo
Hernández, y su esposa Adriana Pérez, ven cumplido un sueño con el
nacimiento de su hija Gema
Unas manitos pequeñitas, unos pies que caben en un beso, un
rostro que embelesa a sus padres, un llanto que anuncia la vida… Nació
Gema. Mamá está adolorida, pero con esa sonrisa que parece tatuada en su
rostro desde el 17 de diciembre y que este martes, si acaso eso es
posible, se habrá hecho más amplia aún. Es fácil imaginar a papá
pendiente de sus preciosas, intentando acomodar en su pecho de héroe
tanta felicidad, una felicidad no imaginada.
La pequeña de Gerardo y Adriana se asoma al mundo y con cada latido
de su corazón realiza un sueño largamente acariciado, un deseo que en
algún momento parecía imposible. Gema llega para poner fin a 16 largos
años de «soledad acompañada», para borrar con su existencia las huellas
del dolor y completar de la mano de sus padres una historia de amor de
casi tres décadas. Ella, así pequeñita, abrazable, se suma al bálsamo
sanador con que sus padres se curan todas las heridas y reescriben el
tiempo.
Hace unos años Gerardo le escribió una carta a los hijos por nacer,
una carta con un dibujo para esta Gema que ya nació: «…después que
ustedes lleguen a este mundo y aprendan a leer, sepan por qué su papá no
es tan joven como muchos de los padres de sus amiguitos, y conozcan de
los años que papi y mami tuvieron que vivir separados a pesar de
quererse mucho».
En 2012 Adriana dudaba. Se sobreponía al dolor, sobre todo a la
incertidumbre cotidiana y asumía con una entereza conmovedora una
realidad que parecía iba a marcarles la existencia: «Ese capítulo está
escribiendo sus últimas etapas. Porque el reloj biológico está ahí y hay
cosas que no me gustarían cuando tenga 50 años… es un costo, pero es un
costo que vamos a asumir, y no tirada por un rincón, porque entonces no
lo estaría asumiendo, me estaría aplastando… El momento en que me toca
asumir que no voy a poder tener hijos está por llegar».
Pero no llegó y ahí está Gema acurrucada en su pecho para que ella
olvide que una vez tuvo miedo. Que muchas veces sostuvo en brazos a los
hijos de otros preguntándose cuándo podría abrazar a los suyos. Ahí está
Gema, quien con el sonido acompasado de su respiración hace magia y lo
transforma todo en sonrisas.
Ahora papá tendrá dos roperos de los que ocuparse, una obsesión más…
Uno no puede más que imaginarse a un hombre feliz, pero feliz con
mayúsculas como todos los padres el día del alumbramiento y aun más.
Mamá ahora tiene una bebita y un niño grande, querido, tantas noches
añorado. Todavía recuerdo ese instante fugaz en que ella respondía al
teléfono y al vuelo le escuché con una ternura infinita, con esa sonrisa
que delataba la voz que escapaba de prisión por el túnel del auricular:
Mi niño, ¿cómo tú estás?
Nunca vi a Adriana reírse con más ganas que contando las ocurrencias
de Gerardo: el día que él casi se ahoga para darle una sorpresa o los
secretos detrás de las postales con animales. Nunca la noté más radiante
que en el concierto 62 de Silvio por los barrios. Siempre con la mano
de su Gera entre las suyas, disfrutando de esas «pataditas» con las que
la niña se anunciaba, secando a besos esas lágrimas incontenibles de su
hombre. Estoy segura de que no hay mujer más luminosa desde este 6 de
enero, y en los días que están por venir, que la madre de Gema, el amor
de Gerardo.
Esos pies que caben en un beso habrán de caminar en un país conmovido
ante el sacrificio y valentía de sus padres, de sus cuatro tíos, un
país que como dijera su papá deberá ser mejor que este que él comienza a
redescubrir. Hoy la gente común se felicita, escribe comentarios en la
noticia y la comparte: «¡Viste, ya somos tías!», se saludan dos jóvenes…
Este es un nacimiento entrañable, la felicidad de dos que celebran
millones en Cuba y en el mundo.
Y cuando uno escucha la oración que lo cambia todo: «Ya nació Gema»,
en la voz de uno de los cuatro tíos héroes, esa alegría tangible, ese
algo distinto en su tono de voz, esa emoción contenida, entonces se
eleva la certeza: a este 6 de enero de 2015 le han tatuado una sonrisa,
una felicidad no imaginada, un nombre: Gema.
Hemos
vivido unos días muy intensos desde el pasado 17 de diciembre. Las
horas no nos han alcanzado para responder tantos mensajes recibidos por
diferentes vías, y muy pronto, con la llegada de Gema, puede que
dispongamos aun de menos tiempo para comunicarnos. Pero deben saber que
no ha habido un solo día en el que no pensemos en todos ustedes, quienes
hoy disfrutan también esta victoria que ha representado el regreso de
los Cinco a nuestra Patria.
Todos
y cada uno de sus esfuerzos solidarios contribuyeron para hacer posible
este triunfo. Por más de 16 años los Cinco soñamos con esta felicidad
que ahora vivimos. Ustedes lucharon por hacerla posible. Y hoy, con cada
muestra de amor que recibimos de nuestro pueblo, se multiplica la
gratitud hacia las hermanas y hermanos que nos apoyaron durante tanto
tiempo.
En
nombre de los Cinco y de nuestros familiares, les deseamos un feliz y
muy exitoso 2015, y los felicitamos por el 56 Aniversario de la
Revolución Cubana.