'Un día con…': Nuevo proyecto de RT con Eva Golinger
Foto RCBáez
En la nueva edición del proyecto especial 'Un día con...' Eva Golinger pasa un día con 'Los Cinco' cubanos, detenidos en 1998 en EE.UU., acusados de atentar contra la seguridad nacional, y condenados a pasar varios años en la cárcel, e incluso experimenta 'en su propia piel' cómo se sintieron los reos en sus celdas.
René González, uno de 'Los Cinco' cubanos, mostró a la presentadora abundante documentación del caso de la que disponen, y aseguró que tienen la intención de utilizarla para montar una enciclopedia digital del caso. González afirmó que el haber vivido tanto en EE.UU. como en Cuba le abrió "los horizontes". Según sus palabras, el discurso de Cuba "nunca fue contra el pueblo de EE.UU. sino contra el Gobierno, contra los crímenes del imperio", mientras que Washington "está en conflicto con todo el mundo".
Eva Golinger demostró con su propia experiencia que los 'Los Cinco' se encontraban en "condiciones inhumanas" en la cárcel. La encadenaron y, vestida con un traje naranja de prisionero, entró en una de las celdas donde vivieron los cubanos. Los cinco presos cubanos: Fernando González, René González, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino permanecieron durante 15 años en cárceles de Estados Unidos.
Fernando González y René González fueron los dos primeros de 'los cinco' cubanos que salieron en libertad tras haber cumplido sus condenas el 7 de octubre de 2011 y el 27 de febrero de 2014 respectivamente. Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino regresaron a Cuba el 17 de diciembre de 2014 tras la liberación de Alan Gross por parte de Cuba y el anuncio de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre las dos naciones.
El presidente de Cuba, Raúl Castro, les otorgó el estatus oficial de 'Héroes de la República'. Video 1
Elizabeth Palmeiro dice que los '5 héroes' frustraron planes contra Cuba.
El
12 de septiembre de 1998 cinco ciudadanos cubanos fueron arrestados en
Miami (EE. UU.) por el FBI acusados de espionaje y daño severo a la
seguridad nacional, tras llevar a cabo misiones que el Gobierno cubano
considera como infiltraciones para evitar actos de terrorismo y
desestabilización política en la isla.
El objetivo de Fernando
González, René González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón
Labañino, los “5 Héroes”, como se les denomina en Cuba, era el de
infiltrar organizaciones del exilio cubano para pasarle información a su
gobierno sobre las acciones de éstas en pro de un cambio institucional.
El
proceso tuvo todos los avatares posibles en medio de las constantes
disputas entre Estados Unidos y Cuba. Tanto Fernando como René ya
cumplieron sus condenas de quince años cada uno, mientras que a Labañino
le quedan diez años más de presidio y sobre Hernández pesan dos cadenas
perpetuas.
Elizabeth Palmeiro, esposa Labañino, habló en una entrevista con EL TIEMPO sobre el caso de los “5 Héroes”.
¿Cuándo fue la más reciente ocasión en la que pudo ver a su esposo?
Fue
ahora en agosto, lo vi muy bien, teniendo en cuenta las condiciones en
las que se encuentra. Está muy confiado en que pronto se logre un cambio
en la situación y él y sus dos “hermanos” que quedan presos puedan ser
liberados.
¿Cómo puede cambiar esa situación?
Ya Fernando y
René cumplieron hasta el último día de sus condenas. A mi esposo le
quedan diez años por cumplir, Antonio debe salir en el 2017 y Gerardo se
supone que debe morir en prisión, que es lo que más nos preocupa.
La
situación de René en Estados Unidos al final tenía unas condiciones muy
anormales, su vida corría peligro porque la gente a la que él infiltró
para conocer de sus planes terroristas pagaba por saber su ubicación
para hacerle pagar por lo que había hecho. Gracias a las acciones de
nuestros familiares se pudieron obstaculizar muchos planes terroristas
contra Cuba.
¿A qué organizaciones se infiltró?
Muchas de
esas ONGs de Miami, la Fundación Nacional Cubano Americana, Alpha 66,
Hermanos al Rescate, Movimiento Democracia, organizaciones del exilio
que dicen luchar por la libertad en Cuba, pero que en realidad son
terroristas que se han organizado desde el mismo triunfo de la
Revolución para aterrorizar Cuba por medio de atentados, sabotaje,
bombas y muchas otras formas.
Nunca se habla del terrorismo que
desde el propio Estados Unidos, en este caso desde Miami, se ha llevado a
cabo contra Cuba, que no conoció el terrorismo el 11 de septiembre de
2001, sino de antes. Por conocerlo de antes es que hombres como mi
esposo y sus compañeros decidieron un día aceptar ir a cumplir esas
misiones.
¿Cómo supo usted que Ramón las cumplía?
Nunca me
lo dijo. Esa conversación nunca la tuvimos. Cuando él empezó a faltar a
la casa por razones de trabajo, estaba en España como economista
cumpliendo misiones que tendrían que ver con tratar de aliviar la
situación económica en nuestro país.
Tiempo después me comenzó a
decir que su trabajo no era exactamente en Europa, que tendría tiempo
para decirme, pero que estaba en nuestro continente. Que sus misiones
eran muy importantes y que iban a requerir mucho sacrificio de mi parte.
Nunca me imaginé los peligros que él estaba corriendo.
¿Cómo fue el día en que lo arrestaron?
Terrible.
Se me movió la tierra, caí en un abismo del que todavía no he podido
salir, que lo voy a hacer el día en que Ramón regrese a la casa.
Llegaron unos compañeros y me dijeron que Ramón había sido arrestado y
ahí me enteré que estaba en Miami. Sospechaba que podía estar por aquí,
pero no precisamente en Miami. Las labores de nuestros familiares
estaban destinadas a conocer de planes terroristas contra Cuba, planes
de los cuales se le advirtió al gobierno de Estados Unidos.
¿Cómo percibe el manejo judicial que se le ha dado al proceso de los “5”?
Cuando
los arrestaron, parecía un caso más sencillo, pero ante la presión de
congresistas cubano-estadounidenses como Bob Menéndez e Ileana Ros
Lehtinen se empezó a manipular todo lo que tenía que ver con las labores
y las misiones verdaderas de nuestros familiares. Silenciaron todo y
empezaron a enfilarse hacia involucrar a uno de ellos con el derribo de
dos avionetas en el año 1996. Involucraron a Gerardo, que nada tenía que
ver con eso y le endilgaron ese cargo para darle un tinte político al
caso.
Entrevista realizada por Hernando Calvo Ospina al antiterrorista cubano recientemente liberado.
Los
vi venir. La cita era en la Plaza de Armas, del lado de El Templete, en
La Habana Vieja. Creí que nunca llegarían. Su paso era lento,
despreocupado. Querían mirar y reparar en todo. Era como si quisieran
descubrir la ciudad. Como si fueran los más dedicados turistas. Quise ir
a su encuentro pero desistí cuando miré a su alrededor. Muchos ojos se
abrían desmesurados, como no creyendo que eran ellos. Entonces una mujer
se acercó a ellos, y los tocó para constatar que sí eran. Se lanzó en
abrazos. Avanzaron unos pasos y llegaron otros tres jóvenes para
saludarlos. Pero la mayoría se contentaba con admirarlos. Ellos, con la
mayor ternura recibían y observaban esas demostraciones de cariño.
Después de haber escuchado una versión de la Guantanamera, adaptada a
los “Cinco Héroes” por tres músicos callejeros, al fin llegaron al lugar
de la cita. Ahí sí me acerqué. Mejor, me fui directo para abrazar a
Fernando.
Nos fundimos en un abrazo como poquísimos he dado y he
recibido de un hombre. Mi admiración por su noble labor y sus años
pasados en prisión se fueron en el mío. Luego saludé a su esposa, Rosa
Aurora Freijanes. No supe a quién debía saludar en primero: René, el
otro antiterrorista libre, o a su esposa Olga, con los cuales ya había
tenido la oportunidad de compartir unos momentos meses atrás. Creo que
primero la abracé a ella. En ese momento noté que una dama trataba de
pasar desapercibida: Elizabeth Palmeiro, la esposa de Ramón Labañino,
otro de los antiterroristas cubanos que aún sigue pagando injusta
condena en Estados Unidos.
Dominique
Leduc, secretaria general de la Asociación de solidaridad France-Cuba,
estaba más que sorprendida. Yo la había invitado sin precisarle de qué
se trataba.
Había mucho viento, lo que dificultaba filmar en la
calle. Por eso pedí a la dirección de un hotel que me permitiera
hacerles la entrevista en el pequeño patio. Apenas dije de quienes se
trataban aceptaron de inmediato: “Es un gran honor para nosotros acoger a
nuestros Héroes”. No había dado la espalda para ir en su búsqueda,
cuando sentí que la noticia comenzaba a propagarse entre los
trabajadores. “Este pueblo les debe mucho”, le escuché decir a un hombre
de piel bien negra, muy emocionado.
Ahí tenía sentado a
Fernando para hacerle unas preguntas. Antes de que Roberto Chile, el
reconocido camarógrafo cubano, diera luz verde a la filmación lo
observaba y me preguntaba: ¿¡cómo pueden ser tan humildes, tan humanos,
cuando en cada esquina y hogar de Cuba están presentes!?
“Los
guardias me despertaron a la una de la madrugada del jueves 27 de
febrero. Después me encadenaron de manos, cintura y pies, y a las 3h30
me sacaron de la prisión de Safford (Arizona). Presuntamente estaba en
libertad, pero ahí mismo, en la puerta, fui detenido por las autoridades
de migración. Y me llevaron en una caravana de vehículos muy custodiado
hasta la ciudad de Phoenix. Luego a Miami… El operativo duró unas 36
horas. Siempre estuve esposado, y en medio de un gran operativo de
seguridad que me sorprendió.
Hasta en el avión que me trajeron a
Cuba traía esposas, aunque eran de plástico, las que cortaron cuando el
avión abrió la portezuela en el aeropuerto José Martí de La Habana.
Sólo en este momento me sentí libre.
¿Cómo se comportaron los presos contigo? ¿Sabían quién eras?
Al
comienzo era un preso más. Pero poco a poco se fue haciendo conocido el
caso debido a la solidaridad internacional. La solidaridad de las
organizaciones en Estados Unidos logró que en algunos canales de
televisión alternativos se informara de nosotros. Además, los materiales
de lectura que recibíamos los compartíamos con los otros presos. Esto
fue llamando la atención, y así se fueron dando cuenta que éramos
personas con un pensamiento diferente. Entonces venían para charlar de
Cuba, de la Revolución.
Estuviste preso quince años, cinco meses y quince días. ¿Fue un castigo que se le dio a Fernando González?
Desde
el inicio de este proceso fuimos conscientes de que estábamos pagando
por ser cubanos revolucionarios. Por estar realizando una labor para el
pueblo de Cuba, para la Revolución, y hasta para el pueblo de Estados
Unidos, pues evitamos acciones terroristas que le hubieran podido
afectar. El castigo no fue contra mí, contra nosotros: fue una necesidad
de venganza por el odio que tienen contra un proceso revolucionario,
contra una historia. Y así lo asumimos.
¿Cómo te sientes en Cuba?
Me
siento bien libre, y no solo por haber salido de un régimen de cárcel.
Tengo esa libertad que me negaron en Estados Unidos. Aquí tengo la
libertad de hacer lo que quiero, incluyendo la libertad política. Es que
en Estados Unidos no se es libre de pensamiento, porque ellos tienen
muchos mecanismos para controlar y manipular a las conciencias de las
personas.
Quedan tres antiterroristas cubanos en prisión…
Tenemos
una deuda de gratitud con todos los amigos del mundo por lo que han
hecho por nuestra libertad. Pero tenemos aún muchísimo por hacer, porque
no nos conformamos que Ramón y Antonio cumplan su sentencia, como la
cumplimos René y yo. Hacerlo significaría que Gerardo nunca regresara.
Por eso los amigos de la solidaridad en el mundo deben seguir
presionando para que los tres salgan y regresen lo más pronto posible
¿Sientes que la Revolución y el pueblo cubano te cumplieron?
Me
cumplieron. Nos cumplen. Pero es que nunca tuve dudas. Nosotros
estábamos claros de cuál era nuestra responsabilidad, y que debíamos
resistir. Estábamos conscientes de que públicamente, o no, íbamos a
tener el apoyo de la Revolución, del pueblo de cuba. Y esto incluye a
muchos cubanos residentes en Estados Unidos y el mundo. Un día se
decidió que la defensa y apoyo a los Cinco se hiciera pública. Eso fue
una decisión política. Pero aunque no hubiera sido así, nosotros
sabíamos que no íbamos a estar solos.
(*) Hernando Calvo Ospina es periodista y escritor colombiano, residente en Francia y colaborador de Le Monde Diplomatique. Su último libro, traducido a seis idiomas, es "Calla y Respira", publicado en español por El Viejo Topo. Su página web: http://hcalvospina.free.fr/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Simpáticos
destellos del hombre mozo, del muchachón de noches enteras bailando,
del inquieto aprendiz de mil oficios, del madrugador de domingos, del
Héroe que, aunque lejos, encuentra a Cuba y sus amores de siempre más
allá de una celda. Desde la prisión de Victorville, California, Estados
Unidos, Gerardo Hernández Nordelo se comunicó con el sitio web Soy Cuba
para adentrarnos, con alma testimonial, en sus años de juventud - See
more at:
http://www.soycuba.cu/noticia/gerardo-las-fiestas-del-sabado-y-lo-que-nunca-vio#sthash.lFoEjG46.keJ0P9fN.dpuf
Simpáticos
destellos del hombre mozo, del muchachón de noches enteras bailando,
del inquieto aprendiz de mil oficios, del madrugador de domingos, del
Héroe que, aunque lejos, encuentra a Cuba y sus amores de siempre más
allá de una celda. Desde la prisión de Victorville, California, Estados
Unidos, Gerardo Hernández Nordelo se comunicó con el sitio web Soy Cuba
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Por Rouslyn Navia Jordán
@RouslynNavia
«Nací en 1965, y cuando se fueron los 70 era casi un niño todavía. Arroyo Naranjo fue "mi mundo" hasta que estuve bastante crecidito.
«Recuerdo que todos los sábados había fiestas en casa de alguien. Creo que hoy les llaman descargas. Durante la semana, ya todos los muchachos andábamos averiguando: "¿Dónde hay fiesta el sábado?", y nos pasábamos la información: "en calle 1ra del Rosario", "en Penichet, en el Capri". Y el sábado por la noche el grupo de amigos arrancaba para allá. Donde se escuchara la música, ahí era; y entrábamos muchas veces sin siquiera saber quién vivía allí. Si te ponías de suerte, se te pegaba un vasito de "ponche" preparado con alcohol y frutas, pero muchas de aquellas fiestas eran secas, porque si había bebida, era para los conocidos.
«Unos se pasaban la noche bailando y otros haciendo bulto, pero casi siempre tratando de "cuadrar" con alguna muchachita. Los más afortunados lograban una cita para ir el siguiente día a la playa, al cine, a Coppelia... Aunque casi todos mis domingos comenzaban con un: "Gera, te llama tu papá". Porque el viejo, que no podía estar sin hacer nada, madrugaba los fines de semana y bien temprano ya estaba chapeando el jardín, guataqueando el patio, pintando, lijando, mecaniqueando... Yo creo que cuando no había nada roto, él lo rompía, para tener algo que arreglar.
«Yo me la pasaba protestando, porque muchas veces los sábados me acostaba tarde por las fiestas, y ya a las siete de la mañana del domingo mi papá me estaba mandando a levantar. Pero después, de adulto, me di cuenta de que él lo hacía con toda intención, y se lo agradezco, porque, aunque no salí tan diestro como él para las labores manuales, sé manejar las herramientas básicas para hacer trabajos de mantenimiento, chapeo, mecaniqueo, mezclo concreto y soy "chofer A" de carretillas, todo gracias a aquellas jornadas dominicales de trabajo (in)voluntario».
¡Vaya, tu cervecita aquí!
«El cine siempre me gustaba mucho, a veces iba hasta solo. Salía de uno, y entraba en otro, y veía varias películas en el día. En aquellos tiempos había muchísimos cines que, lamentablemente, ya desaparecieron, o están cerrados, o tienen otros usos.
«El problema mío era que casi siempre estaba "pasma'o" con el dinero. Cuando mis hermanas eran ya trabajadoras, de vez en cuando me dejaban caer algo, pero mi mamá era ama de casa, y el estipendio venía de mi papá, que en eso nunca fue demasiado generoso, porque decía que uno tenía que sudar para saber lo que cuesta cada cosa en la vida.
«Recuerdo que una vez, cuando ya tenía edad para aprender a manejar, el viejo me dio un dinero para que pasara la escuela y sacara la licencia y me lo gasté en otra cosa. Eso me costó que por años él se negara a enseñarme, y vine a aprender bastante tarde.
«Otra vez, en unas vacaciones, ya en los años 80, cogí una contrata para trabajar en los carnavales y ganar unos pesos. Aquella experiencia como gastronómico fue tremenda. Andaba con dos latas llenas de hielo vendiendo cerveza en las tribunas en pleno malecón. "¡Vaya, tu cervecita aquí!" Pero con lo que me pagaron, más las propinas que me dejaban todas las noches, recuerdo que me compré un reloj Vostok, y un pitusa porque el único que tenía, que me lo había hecho mi mamá, había caminado más kilómetros que un "almendrón"»
«A los 21 años ya yo era novio de Adriana». (Foto: Granma)
¡Tremenda pena pasé ese día!
«A los 21 años ya yo era novio de Adriana y mi suegro, que trabajaba en un "Pío-Pío", con frecuencia hacía alguna "donación" para que pudiéramos salir a algún lugar. Aun así, la primera vez que invité a Adriana a un restaurante fue al Castillo de Jagua, en 23, y a la hora de pagar no me alcanzaba el dinero. Tuve que ir a buscar a casa de los suegros y regresar a pagar lo que faltaba. ¡Tremenda pena pasé ese día!
«En general, aquellas fiestecitas de los sábados, el cine y la playa, eran mis actividades favoritas. También con compañeros de las escuelas, donde estuve organizábamos a veces fiestas y otras salidas. Las etapas de escuela al Campo las disfrutaba también y no me perdí una.
«Pero ahora que han pasado los años, cuando miro hacia atrás me doy cuenta de que hay vivencias de esa etapa que en su momento no pensé que fueran tan importantes, no las valoraba. Uno no se percataba de que estaba viviendo ciertos momentos históricos. Ir a las manifestaciones en la Plaza de la Revolución con mi CDR y escuchar un discurso de Fidel, por ejemplo; desfilar cada 1ro de Mayo con Arroyo Naranjo... Cuando la despedida de duelo a las víctimas del crimen de Barbados yo tenía 11 años. Viví ese fervor revolucionario rodeado de tanta gente de todas las edades... Fueron eventos que hoy me doy cuenta de cuánto influyeron en mi formación.
«Lo otro es que uno se percata ahora de cuán sana era aquella juventud, y cuán dichosos fuimos, a pesar de las carencias. Aquí converso con muchos jóvenes, y otros que son contemporáneos conmigo, que me cuentan que, desde que tienen uso de razón, en sus hogares se usaban drogas, o en la escuela probaron las drogas, o lo hicieron con sus amiguitos del barrio. Muchos de ellos me explican que sus abuelos fueron pandilleros, sus padres fueron pandilleros, y ellos no conocieron otra cosa. Asistieron a escuelas que tenían detectores de metales en las entradas, y desde chiquitos solo tuvieron dos opciones: o ser pandilleros, o ser abusados por las pandillas. Casi todos tienen amigos y familiares que han muerto víctimas de la violencia.
«Y cuando les digo que nunca he visto la marihuana, y mucho menos otras drogas, se ríen, y no me creen. Por eso digo que nosotros fuimos dichosos, porque a lo largo de estos años he podido ver de cerca el daño que hacen las drogas: violencia, personas destruidas, familias desintegradas porque sus seres queridos cumplen largas condenas; otros seres que, por culpa del vicio, ya no son tan queridos, y sus familiares han preferido olvidarlos; unos que mueren, otros que están muertos en vida.
«Mientras más casos conozco, más me doy cuenta de lo dichosos que fuimos nosotros, de lo dichosos que son nuestros jóvenes aún hoy; y más me convenzo de que ese ambiente sano, esa tranquilidad y seguridad de la que gozamos en Cuba, es algo que tenemos que luchar por mantener, cueste lo que cueste». - See more at: http://www.soycuba.cu/noticia/gerardo-las-fiestas-del-sabado-y-lo-que-nunca-vio#sthash.lFoEjG46.keJ0P9fN.dpuf