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Por Ricardo Alarcón de Quesada 
En
mí artículo que aparece en la Nueva Réplica actualmente circulando
reproché al New York Times que no hubiese planteado el caso de Gerardo,
Ramón y Antonio en su Editorial del pasado octubre en el que se
pronunció por la eliminación del bloqueo norteamericano contra Cuba. Cuando
lo escribí no imaginaba que con ese documento el diario neoyorquino
iniciaba un importante debate, que dura ya un mes, e incluye varios
editoriales abogando por un cambio sustancial en las relaciones entre
ambos países. El más reciente del domingo 2 de noviembre, propone que
los tres sean liberados a cambio de que Cuba por razones humanitarias
ponga en libertad a Allan Gross sancionado aquí por participar en
actividades ilegales destinadas a derrocar al Gobierno revolucionario. Se
trata de una posición justa y razonable. Tiene razón el periódico
cuando define la liberación de los tres Héroes cubanos como un paso
indispensable para avanzar hacia la convivencia civilizada entre dos
países que son y serán siempre vecinos. Debería
agregarse a los argumentos del Times que ninguno de los Cinco fue
acusado de realizar espionaje y por tanto no eran “espías”. Como se
demostró en el juicio de Miami ninguno de ellos accedió o buscó
informaciones secretas relacionadas con la seguridad nacional de Estados
Unidos. Tampoco recibieron orientaciones para buscar ese tipo de
informaciones. Así lo reconoció, bajo juramento, el General James R.
Clapper quien fue testigo del Gobierno y cuyo testimonio aparece entre
las páginas 13089 a 13235 de las Actas Oficiales del Tribunal. Es el
mismo Clapper que hoy es el Director Nacional de Inteligencia de la
Administración Obama. También
es necesario recordar que la misión de los Cinco era tratar de frustrar
los planes terroristas contra Cuba que más de una vez han causado
muerte y daños también a personas residentes en Estados Unidos. Pero,
en todo caso, este Editorial del New York Times debe ser saludado como
un hecho de importancia trascendental. El muro de silencio que rodeaba
el caso de los Cinco ha recibido un golpe demoledor que ojalá sea
definitivo. Publicado en Democracy Cuba
Montaje fotográfico RCBáez
Comité Nacional EEUU por la Libertad de los Cinco Cubanos

En un editorial publicado en The New York Times, de lunes, 3 de nov. 3, 2014, inglés y español (en
el sitio web de domingo), el Comité Editorial hace un llamado para un
canje de presos, entre los tres miembros de los Cinco Cubanos todavía
encarcelados en EEUU, y Alan Gross, encarcelado en Cuba.
Esto
es un importante desarrollo. El editorial comenta que conmutar la
sentencia de los Cinco "sería justificable si se tiene en consideración
el largo periodo que han estado presos, las críticas válidas que han
surgido respecto a la integridad del proceso judicial que enfrentaron, y
los posibles beneficios que un canje podría representar para lograr un
acercamiento bilateral." Urgen una resolución rápida para Alan Gross a
través de un canje humanitario.
El artículo detalla el caso de Gerardo Hernández, y la opinión
disidente de la jueza federal Phyllis Kravitch, que insistió que
la fiscalía del gobierno "no tenía fundamentos" para condenar a Gerardo
por el cargo de conspiración para cometer asesinato. Ella
formó parte del panel de 3 jueces de apelaciones que revocó las
condenas de los Cinco en 2005. Los casos de Gerardo y de Ramón Labañino y
Antonio Guerrero están en apelación activa de Habeas Corpus. (La importancia del proceso de apelaciones por Andrés Gómez).
Urgimos
a todas las personas a publicar este editorial del New York Times, como
señal del movimiento creciente por la libertad de los Cinco, y un
avance en la visibilidad mediática de su caso y lucha. Aunque todos los
elementos no fueron incluidos, por ejemplo la misión anti-terrorista de
los Cinco, no obstante, es un desarrollo importante.
Y
más importante, tenemos que seguir organizando, organizando,
organizando para esta gran batalla por la liberación de Gerardo, Ramón y
Antonio!
TAMBIEN lean el afidávit de Gerardo Hernández (español y inglés) de
marzo, 2011, parte de su apelación Habeas Corpus, detallando los datos
de su inocencia en el falso cargo de conspiración para cometer
asesinato. Es importante explicar la verdad de la misión de los Cinco.
No eran espías conspirando contra los EEUU, estaban trabajando para
detener los ataques terroristas contra Cuba. Deben ser liberados
inmediatamente!
THE NEW YORK TIMES Un canje de presos con Cuba
El Comité Editorial, Nov. 2, 2014 Hace
casi cinco años, las autoridades en Cuba detuvieron a Alan Gross, un
subcontratista del gobierno estadounidense que estaba trabajando en un
sigiloso proyecto para expandir el acceso a Internet en la isla. Aunque
un creciente número de líderes en Washington y La Habana parecen estar
ansiosos por comenzar a normalizar la relación entre los países, el caso
de Gross se ha convertido en el principal obstáculo para lograr un
avance diplomático.
Solo hay una manera viable de retirar a Gross
de una ecuación suficientemente compleja. La administración Obama debe
canjearlo por tres espías cubanos que llevan más de 16 años tras las
rejas en Estados Unidos.
En la Casa Blanca, la posibilidad de un
intercambio de presos con La Habana genera ansiedad, debido a las
críticas que surgieron en mayo, cuando Estados Unidos negoció la
liberación de un soldado secuestrado en Afganistán a cambio de cinco
líderes del movimiento Talibán. El gobierno estadounidense,
sensatamente, suele rehusarse a negociar con terroristas o gobiernos que
detienen a sus ciudadanos en busca de dinero o concesiones políticas.
En circunstancias excepcionales, vale la pena hacerlo. El caso de Gross
es una de ellas.
Gross viajó a La Habana cinco veces en 2009,
bajo la dirección de Development Alternatives Inc., que tenía un
contrato con la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados
Unidos. Fingiendo ser turista, transportó furtivamente equipos de
comunicación como parte de una iniciativa para proveerles a más cubanos
acceso al Internet. El Gobierno cubano, que lleva años protestando los
proyectos encubiertos para promover reformas democráticas en la isla,
condenó a Gross en 2011 a 15 años de prisión por actos que atentan
contra la integridad del Estado.
Durante los primeros meses de su
detención, funcionarios en la isla sugirieron que estarían dispuestos a
liberar a Gross si Washington suspendía los proyectos cuyo fin es
destituir al actual Gobierno cubano. Esas negociaciones no prosperaron, y
la postura de la isla se ha endurecido. Funcionarios norteamericanos
han concluido que para lograr la libertad de Gross, es necesario
repatriar a tres espías cubanos que fueron condenados en un juzgado
federal en Miami, en 2001.
Para efectuar un canje, el Presidente
Obama tendría que suspender el resto de la condena de los reos. Esa
acción sería justificable si se tiene en consideración el largo periodo
que han estado presos, las críticas válidas que han surgido respecto a
la integridad del proceso judicial que enfrentaron, y los posibles
beneficios que un canje podría representar para lograr un acercamiento
bilateral.
El espía que más le importa al Gobierno cubano,
Gerardo Hernández, fue condenado a cadena perpetua. Hernández, el líder
de la Red Avispa, una agrupación que infiltró grupos de exiliados
cubanoamericanos en el sur de Florida durante la década de años noventa,
fue hallado culpable de conspiración para cometer asesinato. La
fiscalía acusó a Hernández de conspirar con autoridades en La Habana
para derribar aviones operados por un grupo de exiliados que solían
repartir folletos sobre la isla, incitando a una revolución contra el
gobierno. A sus cuatro asociados se les declaró culpables de delitos no
violentos. Dos han regresado a Cuba, y los otros dos van a ser liberados
relativamente pronto.
Un panel de tres jueces del Juzgado de
Apelación del Distrito 11 revocó los fallos en agosto de 2005, habiendo
determinado que un conjunto de factores impidieron que los acusados
tuvieran un proceso justo. Los jueces establecieron que, en vista de la
enorme hostilidad contra el gobierno cubano en Miami, y de cobertura
periodística vilipendiando a los espías, el jurado no podía ser
imparcial. Al revisar el caso posteriormente, todos los jueces de la
corte de apelación dieron revés a ese fallo y restituyeron los
veredictos. Sin embargo, jueces de esa corte señalaron otras
deficiencias en el proceso judicial, que llevaron a una reducción en la
condena de tres de los presos. La jueza Phyllis Kravitch escribió una
opinión disidente, argumentando que la acusación de conspiración para
cometer asesinato imputada contra Hernández no tenía fundamentos. Los
fiscales, según la jueza, no establecieron que Hernández, quien le
proveyó a La Habana información sobre los vuelos, había acordado con
autoridades en la isla que los aviones serían derribados sobre espacio
aéreo internacional. Si los aviones hubieran sido derribados sobre
espacio aéreo cubano, el acto no habría constituido un delito bajo la
ley de Estados Unidos.
El regreso de Hernández a la isla es una
prioridad primordial para el Presidente de Cuba, Raúl Castro. Los
líderes cubanos han celebrado a los presos como héroes y han protestado
que el proceso legal fue injurioso. Entidades independientes, incluido
un panel de Naciones Unidas que evalúa detenciones arbitrarias, y
Amnistía Internacional, han sido críticas del proceso judicial. La
percepción del caso en Cuba, donde los espías son vistos como víctimas,
desafortunadamente ha incentivado a que el gobierno de la isla trate a
Gross como una pieza canjeable.
A través de los años,
funcionarios estadounidenses han dicho que no están dispuestos a
intercambiar a los espías por Gross, dado que alegan que los casos no
son equivalentes.
Sin embargo, un canje podría abrir el camino
para reanudar lazos diplomáticos, lo cual permitiría que Estados Unidos
tuviera mayores oportunidades de fomentar cambios positivos en la isla
mediante la expansión de comercio, turismo y mayor contacto entre
cubanos y norteamericanos. De lo contrario, se perpetuará la enemistad
que ha reinado durante más de 50 años, continuando así un ciclo de
desconfianza y actos de sabotaje por ambos lados.
Más allá de los
méritos estratégicos de un canje, la administración tiene un deber de
hacer más por lograr la liberación de Gross. Su arresto se llevó a cabo
como consecuencia de una estrategia irresponsable, mediante la cual la
agencia de ayuda internacional estadounidense ha enviado a contratistas
privados para llevar a cabo misiones secretas en un estado policial que
está rotundamente opuesto a la agenda pro-democrática de Washington.
Gross
ha bajado más de 45 kilos de peso durante su detención. Está perdiendo
la vista en el ojo derecho. Tiene dolencias en las caderas. En junio, su
madre falleció. En mayo, luego de cumplir 65 años, Gross dijo que este
año será el último que pasa en cautiverio, amenazando estar dispuesto a
quitarse la vida si no recobra la libertad. Sus seres queridos han
tomado sus palabras literalmente, considerándolas como una advertencia
de un hombre desesperado. Si Gross muere estando en custodia, la
posibilidad de establecer una relación más saludable con Cuba
desaparecerá por varios años. Obama tiene que reconocer que esto es
enteramente evitable, pero hay que actuar pronto.
Imagen agregada RCBáez
Mijo, yo sé que eres tú
| Gerardo Hernández y Carmen Nordelo | Nyliam Vázquez García.― Un
día a Carmen comenzaron a borrársele los recuerdos. Fueron tiempos
difíciles para la familia y aún más para el hijo que le faltaba a su
regazo. Tan lejos, él no podía hacer lo que más ansiaba: llevarla al
médico, buscar sus medicinas, acompañarla, velar su sueño… no sé. Peor
aún, esa nueva circunstancia le negó, desde unos años antes, la visita
de su vieja. Ella ya no pudo cerrar las puertas del hogar en Arroyo
Naranjo, La Habana, cruzar el océano, desandar carreteras para llegar a
la prisión de máxima seguridad en Victorville, California.
¿Cuánto atormenta el dolor de una madre? ¿Cuánto pesa el sufrimiento de
un hijo? Han pasado cinco años desde que Gerardo Hernández Nordelo
recibió en prisión la fatal noticia. Su Mamucha no había aguantado. Él
no pudo despedirse y todavía a la tumba de Carmen Nordelo le faltan las
flores de su hijo y esas palabras que él habrá de decirle allí donde
debió estar aquel 2 de noviembre. Uno puede adivinar la lucha
silenciosa de una mujer, de una madre, por no perder la batalla, por no
faltarle a su muchacho. Ahora Mirta, la madre de Antonio Guerrero, nos
da todos los días una lección de lo que solo pueden hacer ellas. Seguro
Carmen se aferró a esa fuerza vital materna para guardar lo más cierto
de su vida: sus hijos y él, quien más la necesitaba. Para el libro
Retrato de una ausencia, Adriana contó que en momentos en que su suegra
no reconocía a nadie, la voz de su niño siempre fue un bálsamo.
Él le hablaba con toda ternura, quizá le contaba algún chiste y seguro
le repetía mil veces que estaba entero, que no se preocupara. La única
señal de que ella sabía a quién pertenecía esa voz llegada a través del
teléfono era la lágrima caprichosa que le surcaba el rostro. Esa, su
forma de decir, ya sin poder hablar: «Mijo, yo sé que eres tú».
¡Cuánto habría dado Carmen por ver a Gerardo libre, junto a la mujer
que ama, rodeado de sus sobrinos, en familia! ¡Cuánto habría dado
Gerardo por abrazar a su madre aunque fuera una vez más…!
Cualquiera, más allá de argumentos legales, podría entender tal dolor
alojado en el pecho. Quizá, también, podría quedar rendido ante la
valentía del hijo de Carmen. Cuando a la prisión solo le llegaban malas
noticias del deterioro de la salud de su madre, a él le preocupaba la
noticia, el momento en que fuera definitivo que ya no pudiera dar el
abrazo final. «Quería que fuera Adriana o alguien de su familia quien le
contara, y no los guardias de la prisión», recordó Alicia Jrapko hace
poco en un diálogo con JR. No quería darles a sus carceleros el gusto de
verlo triste o abatido. Ese día, hace cinco años atrás, fue una jornada
aparentemente normal en Victorville, pero en el pecho de un prisionero
había un motín. Con el alma deshecha, Gerardo hizo lo impuesto
por la rutina de una cárcel sin que nadie supiera que su mundo se movía
bajo sus pies, que en La Habana se despedía a Carmen y que su presencia
hacía falta en el reparto Alcázar para llorar unidos. ¡Cuánto habrá
añorado su hermana Chabela los brazos de ese muchacho, cuánto le habrá
apretado el pecho a su Adriana pensar en todos los sentimientos que
estaba experimentado su esposo el día de la muerte de su madre…!
Han pasado cinco años y seguramente cada nuevo noviembre se agolpan los
recuerdos. Vuelve la ansiedad. Gerardo tiene una deuda. Entre las
muchas cosas que tendrá pendiente, está ese diálogo silente e íntimo con
su vieja y esas flores germinadas en sus manos que aún le faltan a la
tumba de Carmen. Pero para que Gerardo cumpla, para que viva lo que debe
vivir, para que no le falte más a su familia, a su esposa, hay que
traerlo a casa, hay que seguir en la batalla por el regreso de esos
hombres que han pasado 16 años tras rejas que no les corresponden.
Cuando logremos que Gerardo esté aquí, con sus flores para Carmen, tal
vez con el rostro surcado de humedad, Cuba entera sabrá que no habrá
madres más felices, ni en el cielo ni en la tierra, que las madres de
los Cinco, mientras las hojas de los frondosos árboles del camposanto le
devuelvan un susurro: «Mijo, yo sé que eres tú». - See more at:
http://islamiacu.blogspot.com/2014/11/mijo-yo-se-que-eres-tu.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+Islamiacu+%28Islamiacu%29#sthash.SLR0t3Da.dpuf
 Solo hay una manera viable de retirar a (Alan) Gross de una ecuación suficientemente compleja (con Cuba), afirma este lunes un nuevo editorial de la edición impresa del diario norteamericano The New York Times: La administración Obama debe canjearlo por los tres cubanos que llevan más de 16 años tras las rejas en Estados Unidos.El diario, que en octubre publicó tres editoriales a favor de la normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, reconoció que ”hace
casi cinco años, las autoridades en Cuba detuvieron a Alan Gross, un
subcontratista del gobierno estadounidense que estaba trabajando en un
sigiloso proyecto” para extender una red ilegal en la Isla. “Aunque
un creciente número de líderes en Washington y La Habana parecen estar
ansiosos por comenzar a normalizar la relación entre los países, el caso
de Gross se ha convertido en el principal obstáculo para lograr un
avance diplomático”, asegura el diario en el editorial que se publicó
simultáneamente en inglés y español, y se adelantó en la edición digital
en la noche de este domingo. Añade
que “en la Casa Blanca, la posibilidad de un intercambio de presos con
La Habana genera ansiedad, debido a las críticas que surgieron en mayo,
cuando Estados Unidos negoció la liberación de un soldado secuestrado en
Afganistán a cambio de cinco líderes del movimiento Talibán”. Sin embargo, el diario reafirma que “en circunstancias excepcionales, vale la pena hacerlo. El caso de Gross es una de ellas”. Gross
viajó a La Habana cinco veces en 2009, bajo la dirección de Development
Alternatives Inc., que tenía un contrato con la Agencia para el
Desarrollo Internacional de Estados Unidos. Fingiendo ser turista,
transportó furtivamente equipos de comunicación, añade el rotativo. “El
Gobierno cubano, que lleva años protestando los proyectos encubiertos
para promover reformas democráticas en la isla, condenó a Gross en 2011 a
15 años de prisión por actos que atentan contra la integridad del
Estado”, dice. Reconoce
que “durante los primeros meses de su detención, funcionarios en la
isla sugirieron que estarían dispuestos a liberar a Gross si Washington
suspendía los proyectos cuyo fin es destituir al actual Gobierno cubano.
Esas negociaciones no prosperaron”. The
New York Times asegura categóricamente que funcionarios norteamericanos
han concluido que para lograr la libertad de Gross, es necesario
repatriar a los tres agentes cubanos que fueron condenados en un juzgado
federal en Miami, en 2001. Sugiere que “para
efectuar un canje, el Presidente Obama tendría que suspender el resto
de la condena de los reos. Esa acción sería justificable si se tiene en
consideración el largo periodo que han estado presos, las críticas
válidas que han surgido respecto a la integridad del proceso judicial
que enfrentaron, y los posibles beneficios que un canje podría
representar para lograr un acercamiento bilateral”. El
diario asegura que preso que más le importa al Gobierno cubano, Gerardo
Hernández, “fue condenado a cadena perpetua. Hernández, el líder de la
Red Avispa, una agrupación que infiltró grupos de exiliados
cubanoamericanos en el sur de Florida durante la década de años noventa,
fue hallado culpable de conspiración para cometer asesinato. La
fiscalía acusó a Hernández de conspirar con autoridades en La Habana
para derribar aviones operados por un grupo de exiliados que solían
repartir folletos sobre la isla, incitando a una revolución contra el
gobierno. A sus cuatro asociados se les declaró culpables de delitos no
violentos. Dos han regresado a Cuba, y los otros dos van a ser liberados
relativamente pronto”. Añade del The New York Times: Un
panel de tres jueces del Juzgado de Apelación del Distrito 11 revocó
los fallos en agosto de 2005, habiendo determinado que un conjunto de
factores impidieron que los acusados tuvieran un proceso justo.
Los jueces establecieron que, en vista de la enorme hostilidad contra
el gobierno cubano en Miami, y de cobertura periodística vilipendiando a
los espías, el jurado no podía ser imparcial. Al revisar el caso
posteriormente, todos los jueces de la corte de apelación dieron revés a
ese fallo y restituyeron los veredictos. Sin embargo, jueces de esa
corte señalaron otras deficiencias en el proceso judicial, que llevaron a
una reducción en la condena de tres de los presos. La jueza Phyllis
Kravitch escribió una opinión disidente, argumentando que la acusación
de conspiración para cometer asesinato imputada contra Hernández no
tenía fundamentos. Los fiscales, según la jueza, no establecieron que
Hernández, quien le proveyó a La Habana información sobre los vuelos,
había acordado con autoridades en la isla que los aviones serían
derribados sobre espacio aéreo internacional. Si los aviones hubieran
sido derribados sobre espacio aéreo cubano, el acto no habría
constituido un delito bajo la ley de Estados Unidos. El
regreso de Hernández a la isla es una prioridad primordial para el
Presidente de Cuba, Raúl Castro. Los líderes cubanos han celebrado a los
presos como héroes y han protestado que el proceso legal fue injurioso.
Entidades independientes, incluido un panel de Naciones Unidas que
evalúa detenciones arbitrarias, y Amnistía Internacional, han sido
críticas del proceso judicial. El
diario reconoce que a través de los años, funcionarios estadounidenses
han dicho que no están dispuestos a intercambiar a los cubanos por
Gross, dado que alegan que los casos no son equivalentes. “Sin
embargo, un canje podría abrir el camino para reanudar lazos
diplomáticos, lo cual permitiría que Estados Unidos tuviera mayores
oportunidades de fomentar cambios positivos en la isla mediante la
expansión de comercio, turismo y mayor contacto entre cubanos y
norteamericanos. De lo contrario, se perpetuará la enemistad que ha
reinado durante más de 50 años, continuando así un ciclo de desconfianza
y actos de sabotaje por ambos lados”, asegura. Y
remata: “Más allá de los méritos estratégicos de un canje, la
administración tiene un deber de hacer más por lograr la liberación de
Gross. Su arresto se llevó a cabo como consecuencia de una estrategia irresponsable.“ El
diario asegura que Gross ha bajado más de 45 kilos de peso durante su
detención. Está perdiendo la vista en el ojo derecho. Tiene dolencias en
las caderas. En junio, su madre falleció. En mayo, luego de cumplir 65
años, Gross dijo que este año será el último que pasa en cautiverio,
amenazando estar dispuesto a quitarse la vida si no recobra la libertad.
Sus seres queridos han tomado sus palabras literalmente,
considerándolas como una advertencia de un hombre desesperado. “Si
Gross muere estando en custodia, la posibilidad de establecer una
relación más saludable con Cuba desaparecerá por varios años. Obama tiene que reconocer que esto es enteramente evitable, pero hay que actuar pronto”, concluye.
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Cubainformación TV conversa en La Habana con René González,
héroe de Cuba, el primero de Los Cinco Héroes cubanos que cumplió íntegramente
su pena y que hoy reside en Cuba.
René considera que la solidaridad internacional debe dirigir
su mensaje a sectores influyentes en la Casa Blanca, y nos habla del papel de
Cubainformación frente a la censura de prensa, de escala mundial, sobre el caso
de Los Cinco.
Una entrevista de Lázaro Oramas (periodista) y Ana Gil
(cámara).
Por Lorenzo Gonzalo*  Es
bueno señalar que el caso de los agentes de la inteligencia cubana
presos en Estados Unidos, ha logrado cierta cobertura de prensa en los
últimos meses, aunque esta no ha llegado a los medios escritos y
televisivos de mayor alcance público en Estados Unidos. Hemos
señalado que cualquier final feliz para los tres que aún permanecen
injustamente en prisión, acusados de delitos que no cometieron y de
conspiraciones que nunca tuvieron lugar, depende en gran medida del
trabajo que haga la prensa nacional estadounidense. No
podemos descontar los beneficios que puedan tener las gestiones
realizadas por terceros países en momentos que las circunstancias lo
permiten. Este es el caso por ejemplo, del Presidente de Uruguay José
Mujica quien ha estado negociando con la Casa Blanca para facilitar el
cierre de la prisión de Guantánamo. Mujica recientemente le pidió al
Presidente Obama que libere a los mencionados agentes. Pero
más allá de toda gestión de esa naturaleza, lo más importante es que el
resultado de esas coberturas de los medios puedan despertar en Obama su
interés de valorar la injusticia del caso y la monstruosidad de haber
condenado a un hombre, Gerardo Hernández Nordelo, con pruebas
inconsistentes y dentro de un escenario que no permitía el complot de
"conspirar para cometer asesinato". De aquí que la importancia mayor es
que, cualquiera que sea la gestión, permita que el Presidente pueda
actuar con pleno convencimiento sobre el caso y sin temor a los ataques
de sus enemigos políticos. Nos referimos al tema, mencionado en otras
oportunidades, de otorgar un perdón presidencial a los tres que
permanecen en prisión, lo cual difícilmente tendría lugar mientras la
sombra del "asesinato de estadounidenses" nuble la verdad del caso,
porque obviamente eso constituye un gran impedimento para hacer uso de
su discreción presidencial. El
tema de los Cinco ha cobrado fuerzas a partir del activismo de la
esposa del estadounidense Allan Gross, condenado a 15 años en Cuba,
quien últimamente ha mostrado un activismo racional a favor de su
esposo, fundado en las realidades políticas de la problemática USA –
Cuba. En
sus últimas declaraciones, Judy Gross ha involucrado a los Cinco en su
petición para que Obama intervenga en el caso de su esposo. Al
decir esto, la señora Gross implícitamente reconoce la existencia de
una problemática común que ha dado lugar tanto al encarcelamiento de uno
y otros aunque ambos casos disten de parecerse. Lo repetitivo del asunto continúa siendo el silencio que los medios aún persisten en ocultar. Ninguna
prensa nacional en estos días, salvo la proyección local de Miami de la
cadena Univisión en la noche del pasado viernes 27 de junio, ha
publicado que Judy Gross pide la liberación tanto de su marido como de
los tres agentes aún prisioneros en Estados Unidos. De todas maneras hay adelantos y espacios como CNN y otros, han publicado las últimas declaraciones de la señora Gross. Es
importante la opinión pública y es importante que periódicos como el
Nuevo Herald se quiten el manto farisaico que los define en asuntos de
esta naturaleza, aborden el tema y publiquen todo lo que está
ocurriendo. Para eso está la prensa. Nosotros no creemos en "secretos de
Estado" o declaraciones "políticamente correctas", que en el fondo no
son más que manipulaciones de grupos dominantes o falacias como la
denominada "exilio cubano" que tanto daño le ha hecho a Cuba. Díganlo Uds. también y repitan conmigo así lo veo y así lo digo. *Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami. Publicado por Virgilio PONCE el julio 12, 2014 a las 3:45pm Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
Por Salim Lamrani Alan
Gross, agente estadounidense, cumple una pena de prisión de 15 años en
Cuba desde 2009. Por otro lado, tres agentes cubanos están encarcelados
en Estados Unidos desde 1998. Existe la posibilidad de un intercambio de
presos y el caso de Gerardo Hernández, uno de los tres cubanos,
condenado a dos cadenas perpetuas, se prestaría particularmente a un
acuerdo humanitario. He aquí las razones en 25 puntos.
1.
Durante los años 1990, tras el desmoronamiento de la Unión Soviética,
el sector radical del exilio cubano basado en Florida multiplicó los
atentados contra Cuba, particularmente contra la industria turística
–sector vital para la frágil economía cubana- Esos atentados con bombas
causaron decenas de víctimas. Ante la impunidad de la que gozaban esos
grupúsculos violentos por parte de las autoridades estadounidenses, el
Gobierno de La Habana decidió mandar a varios agentes a Estados Unidos
para que se infiltraran en esas organizaciones criminales e impidieran
la realización de actos potencialmente mortíferos.
2.
En junio de 1998, tras reunir las pruebas relativas a las actividades
terroristas de 64 exilados de Florida, el Gobierno cubano invitó a La
Habana a dos oficiales del FBI para entregarles el informe. En vez de
arrestar a los responsables de los actos criminales, el FBI decidió
arrestar a los cinco agentes de los servicios de inteligencia
infiltrados. Se trata de René González Sehweret, Ramón Labañino Salazar,
Fernando González Llort, Antonio Guerrero Rodríguez y Gerardo Hernández
Nordelo.
3.
Tras un juicio denunciado por muchas instituciones jurídicas por sus
numerosas irregularidades, los cinco cubanos ganaron la primera
apelación en la Corte de Atlanta. El Tribunal estimó que no tuvieron un
juicio justo. Pero el Gobierno de Estados Unidos, a su vez, apeló esa
decisión y finalmente los cinco fueron condenados en total a cuatro
cadenas perpetuas más 77 años. El 13 de octubre de 2009 el Tribunal de
Florida, obligado por la Corte de Apelación de Atlanta a modificar las
sentencias de tres de los cinco detenidos, hizo públicas las nuevas
condenas. Así, la pena de Antonio Guerrero pasó de cadena perpetua y 10
años a 21 años más 5 años de libertad supervisada. El 8 de diciembre de
2009 la condena de Fernando González pasó de 19 años a 17 años y 9
meses. En cuanto a Ramón Labañino, se rebajó su condena a una cadena
perpetua más de 18 años a 30 años de prisión. Fernando González y René
González salieron de prisión tras cumplir sus condenas.
4.
Gerardo Hernández fue condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años por
conspiración para cometer un cuádruple asesinato. Se le acusa de estar
directamente involucrado en el incidente del 24 de febrero de 1996. Ese
día dos avionetas en las que se encontraban cuatro pilotos de la
organización terrorista Brothers to the Rescue (BTTR), basada
en la Florida, fueron derribados por las fuerzas aéreas cubanas tras
violar 25 veces el espacio aéreo cubano en 20 meses.
5.
José Basulto, presidente de BTTR, es un antiguo agente de la CIA que
participó en la invasión de la Bahía de Cochinos. Está gravemente
implicado en el terrorismo contra Cuba. Basulto admitió públicamente en
una entrevista televisiva en un canal de Miami haber participado en
varios atentados contra Cuba, incluso en el ataque de hotel con bazuca
en agosto de 1962.
6.
BTTR se fundó en 1991 para auxiliar a los cubanos que intentaban
alcanzar la Florida en balsas. En 1994, Washington y La Habana firmaron
acuerdos migratorios que permiten otorgar 20.000 visas al año a los
cubanos que desean emigrar. Esos acuerdos estipulan también que todo
candidato a la emigración encontrado en pleno mar sería automáticamente
devuelto a Cuba. A partir de esa fecha, BTTR perdió su razón de ser y
empezó entonces a organizar incursiones en el espacio aéreo cubano.
7.
Una cronología de los hechos permite entender los principales elementos
de esta historia. Durante los meses anteriores al grave incidente del
24 de febrero, las autoridades cubanas advirtieron varias veces a
Estados Unidos mediante notas diplomáticas y canales no oficiales de que
las reiteradas violaciones de su espacio aéreo constituía una amenaza
para la seguridad nacional y que las avionetas corrían el riesgo de ser
derribadas. Washington decidió ignorar esas advertencias.
8.
Varias veces, las avionetas de BTTR provocaron a las fuerzas armadas
cubanas en el espacio aéreo nacional e ignoraron las advertencias sobre
el riesgo de ser derribadas. Además de sus incursiones en la capital,
BTTR creaba interferencias entre la torre de control de La Habana y los
aviones comerciales que despegaban y aterrizaban en el aeropuerto
internacional José Martí, poniendo en peligro la vida de miles de
pasajeros cubanos y turistas extranjeros.
9.
El 13 de julio de 1995, BTTR sobrevoló el centro de la ciudad de La
Habana y lanzó 20.000 folletos, incitando a la población a sublevarse
contra el Gobierno.
10.
Ese mismo día, las autoridades cubanas transmitieron un correo a la
Administración Federal de Aviación de Estados Unidos enfatizando el
carácter ilegal de las incursiones en el espacio aéreo nacional y las
“graves consecuencias” que semejantes actos podían ocasionar si se
repitieran, aludiendo a la posibilidad de una respuesta militar.
11.
El Gobierno de Estados Unidos, en vez de tomar las medidas necesarias
para impedir esas graves violaciones del Derecho Internacional, dio todo
el margen necesario para que BTTR multiplicara sus incursiones, a pesar
de que rellenó varias veces falsos planes de vuelo que entregó a la
Administración Federal de Aviación.
12.
Gerardo Hernández no participó en ningún momento en las violaciones del
espacio aéreo cubano ni incitó a los miembros de BTTR a que cometieran
esos actos ilegales y peligrosos. Gerardo Hernández no disponía del
nivel jerárquico necesario en BTTR para impedir esos vuelos. Todo se
encontraba bajo el control de José Basulto.
13.
El Departamento de Estado emitió varias declaraciones alertando a BTTR
de que sus avionetas corrían el riesgo de ser derribadas si persistían
en violar el espacio aéreo cubano.
14.
En enero de 1996, BTTR lanzó 500.000 folletos sobre La Habana incitando
a la población a rebelarse contra el Gobierno. El 15 de enero de 1996,
Cuba exigió otra vez que Estados Unidos pusiera fin a las repetidas
violaciones de su espacio aéreo.
15.
Tras las violaciones del espacio aéreo nacional en enero de 1996, Cuba
advirtió a Washington de que en caso de nuevos vuelos las avionetas
serían derribadas. La Habana reiteró esas advertencias a todas las
personalidades que visitaron la isla entre el 15 de enero de enero y el
23 de febrero de 1996.
16.
El 22 de enero de 1996, el Departamento de Estado alertó a la Agencia
Federal de Aviación: “Uno de esos días, los cubanos derribarán una de
esas avionetas”. José Basulto declaró repetidas veces en los medios
informativos que era consciente del peligro.
17.
En febrero de 1996, las autoridades cubanas enviaron un mensaje a sus
agentes en Miami indicándoles que de ninguna manera debían participar en
los vuelos de BTTR.
18.
El 23 de febrero de 1996, la Agencia Federal de Aviación transmitió una
“alerta Cuba” a varias agencias indicando que BTTR había previsto una
nueva incursión en el espacio aéreo cubano para el día siguiente. “El
Departamento de Estado indicó que sería poco probable que el Gobierno
cubano se quedara cruzado de brazos esta vez”.
19.
El 24 de febrero de 1996, el Gobierno de Estados Unidos advirtió a las
autoridades cubanas de que tres avionetas de BTTR acababan de despegar
de Miami y que era posible que entraran en el espacio aéreo cubano.
20.
Tras varias advertencias, las fuerzas armadas cubanas derribaron dos de
las tres avionetas en el espacio aéreo cubano, lo que constituye un
acto de autodefensa según el Derecho Internacional. Ningún país del
mundo –aún menos Estados Unidos– habría esperado a la violación número
26 de su espacio aéreo por una organización, que lanzaba llamados a la
sublevación, para tomar semejante medida.
21.
No obstante, Estados Unidos afirma que, según sus datos satelitales,
las dos avionetas fueron derribadas en la zona internacional, lo que
constituiría un crimen del que se acusa a Gerardo Hernández. La
publicación de los datos satelitales permitiría levantar toda ambigüedad
al respecto. Ahora bien, desde 1996, Washington se niega a publicar
esas informaciones por cuestiones de “seguridad nacional”, a pesar de
que los abogados de Gerardo Hernández lo han pedido reiteradamente.
22.
En ningún momento Hernández estuvo implicado en la decisión de derribar
las avionetas que tomaron las autoridades cubanas al más alto nivel.
23.
Para condenar a Gerardo Hernández, la fiscalía debía demostrar que
existía un proyecto ilegal de derribar las avionetas de BTTR en el
espacio aéreo internacional, que Hernández tenía un conocimiento preciso
de este proyecto ilegal y que brindó su apoyo a semejante acción. La
fiscalía no pudo presentar la menor prueba que demostrase la implicación
de Gerardo Hernández en ese incidente. Mejor aún, el fiscal reconoció
que “a la luz de las pruebas presentadas en el juicio, esto [probar la
implicación de Hernández] constituye un obstáculo insuperable para
Estados Unidos”.
24.
La jueza Phyllis A. Kravitch, de la Corte de Apelación de Atlanta,
expresó su punto de vista sobre el caso de Gerardo Hernández: “No es
suficiente que el Gobierno simplemente muestre que ocurrió un derribo en el espacio aéreo internacional, el Gobierno debe probar más allá de toda duda razonable que Hernández estuvo de acuerdo
con un derribo en el espacio aéreo internacional. […] El Gobierno no
presentó prueba alguna, ni directa ni circunstancial, de que Hernández
estuviera de acuerdo con un derribo en el espacio aéreo internacional.
En cambio los indicios apuntan hacia una confrontación en el espacio
aéreo cubano, lo que niega el requisito de que estuviera de acuerdo en
cometer un acto ilícito”.
25.
Por todas esas razones, Barack Obama debe usar sus prerrogativas como
Presidente de Estados Unidos e indultar a los tres agentes cubanos que
aún quedan en prisión. Ello tendría como efecto inmediato conseguir la
liberación de Alan Gross y de este modo pacificar las relaciones entre
Washington y La Habana. *Doctor
en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris
Sorbonne-Paris IV; es profesor titular de la Universidad de La Reunión y
periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Su último libro se titula Cuba. Les médias face au défi de l’impartialité, Paris, Editions Estrella, 2013, con un prólogo deEduardo Galeano.
Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
Articulo publicado originalmente en Opera Mundi
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