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Cinco Héroes Cubanos
Qué sabes sobre estos valientes hombres?

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Entradas por tag: héroes
Mostrando 21 a 24, de 24 entrada/s en total:
03 de Febrero, 2014 · Cinco Prisioneros en USA

Por Karina Marrón González

De tanto decirles héroes a veces olvidamos que son o fueron seres humanos de carne y hueso, quizás porque no contamos los actos heroicos como se cuentan las novelas o las películas.

 Y en ese camino vamos sembrando una distancia, un encumbramiento que en ocasiones nos hace creer que nunca podríamos ser como ellos. Entonces, repetimos las historias en esa encartonada forma que un día hace que los héroes ya no sean verdaderamente personas, sino leyendas a años luz de los sentimientos como el miedo, la duda o el amor.

 Recientemente a un buen amigo su hija le preguntaba qué le gustaba a Martí, y eso lo puso ante la difícil tarea de rebuscar en libros y anécdotas esa otra parte del Apóstol que se nos ha perdido: la de saber si prefería los espaguetis, los mangos o las guayabas, la de descubrir sus más pequeños y secretos placeres, aun cuando mucho dijo de sí mismo en versos y prosa.

 A mí nunca me fueron más cercanos los jóvenes de la Generación del Centenario que en esos pequeños recuerdos que atesoran sus familiares y amigos, y que de vez en vez algún medio o persona acuciosa, como mi profe María Julia, logra sacar a la luz.

 Del mismo modo me ha sucedido con los Cinco. Muchos años llevamos hablando de la injusticia que se ha cometido en su caso y, como cubana, entiendo la grandeza de su sacrificio para proteger a nuestro país de tantos retorcidos planes que se han tejido con los hilos del odio. Sin embargo, nunca entendí bien la dureza de la prueba, la renuncia de estos hombres y sus familias, hasta que vi a Irma, la hija mayor de René, embarazada, y me pregunté cómo me sentiría yo misma si estuviera en su lugar y no pudiera compartir esa alegría con mi padre.

 Gerardo se me tornó inmenso en el pensamiento el día en que junto a unos amigos visité a María Orquídea Artiles Ruiz, en Cienfuegos. Esta sencilla mujer ha dedicado su casa a la causa de los luchadores antiterroristas cubanos y siempre que alguien va a verla, recuerda con especial cariño el día en el que escuchó la voz de Gerardo en el teléfono.

 A pesar del reducido tiempo que le dan para comunicarse con su familia y abogados, él dedicó unos minutos para preocuparse por ella y brindarle consuelo ante la pérdida de su madre. Como si en lugar de cumplir una condena de dos cadenas perpetuas más 15 años, se tratara del amigo que está a la vuelta de unos pocos kilómetros, en una provincia vecina.

 Sé, porque he tenido el privilegio de escuchar las anécdotas durante la realización del Coloquio por la liberación de los Cinco en Holguín, que Ramón, Tony y Fernando también han compartido ese tiempo, y que junto a sus hermanos se han convertido incluso en consejeros o han aliviado las tensiones entre padres e hijos.

 Cada vez que escucho estas historias se me renuevan las energías para hacer algo, aunque parezca muy poco, para luchar por su regreso. Porque 15 años es demasiado para ellos y sus familias que esperan, y porque la humanidad necesita que los hombres buenos compartan su corazón, multipliquen su ejemplo.

 Y no es que no sea suficiente para admirarlos el saber las razones por las cuales estaban en Estados Unidos, la dignidad con la que decidieron enfrentar la prisión antes que aceptar cualquier trato engañoso que tergiversara el hecho de que no pretendían otra cosa que proteger a su país de las agresiones provenientes de grupos terroristas, radicados en esas tierras del Norte. Pero tanto hemos andado en este camino por su libertad, que temo a veces que un día despierte sin que me duela su encierro, sin las ansias de buscar qué más hacer para que vuelvan pronto.

 Es por eso que ayer cuando escuchaba a alguien decir que en el pueblo hay muchas historias que revelan la esencia de estos, nuestros héroes modernos, no pude sino tener ganas de conocerlas todas. Se me antojó recopilarlas, para que no anden dispersas entre tanta gente de Cuba y el mundo, y luego compartirlas, porque quizás en ellas se encuentre la fuerza que sea capaz de abrir las rejas que los mantienen lejos de casa.

 Si se animan a colaborar pueden contactarme en la redacción del periódico Granma o escribirme a mi correo personal: karina@granma.cu.

 Estaré esperando.

publicado por rcbaez a las 01:48 · Sin comentarios  ·  Recomendar
03 de Enero, 2014 · Cinco Prisioneros en USA

Una historia de ficción que bien pudiera ser real... una historia sobre Los Cinco y tantos otros cubanos que, como ellos, luchan por preservar nuestra soberanía, en las propias entrañas del monstruo:

Los pájaros que dormían en su alma

Por Omar Stainer Rivera Carbó*

 

Todo sucedió de repente, como a veces ocurre en las películas. La ciudad se levantó distinta, quizás ya casi otoñal. Lo de distinta lo advertí en mi propia casa, al amanecer… ese amanecer que nunca podré olvidar.

Yo estaba remoloneando, como siempre. No se asomaba en mí el más mínimo atisbo de esas ganas que hacen falta para salir disparado de la cama, sobre todo en otoño —aprendí hace muy poco que existen cuatro estaciones, siempre creí que había solo una, a lo sumo dos—.

Mi mamá dice que soy un vago como mi papá, y mi papá dice que soy un vago como mi abuelo —claro, el papá de mi mamá—. Y lo que dice mi abuelo mejor ni lo digo.

Lo de la pereza no es nuevo, y mi mamá sabe que el otoño es un pretexto. Pero de que antes era distinto, ella mismita que no lo puede negar… ella no lo niega. Un buen día no cedió a mis argumentos —dice que soy medio parlanchín, pero reconoce que tengo a quien salir— y se tumbó junto a mí en la cama, y me miró con la mirada reservada para las reuniones familiares, y muy rampante me dijo que hasta que yo no me levantara de la cama, ella tampoco lo haría. Así es mi mamá. ¡Pero qué digo, concentrémonos en aquel día!

Era sábado 12 de septiembre de 1998. La fecha la recuerdo por el cumple de mi abuelo —no el que dice mi papá que es el responsable de mi vagancia, sino el otro—. Y lo de sábado era muy fácil, pues era el único día que se me permitía remolonear unos minuticos más.

Mis padres se habían levantado bien temprano como de costumbre, pese a que la noche anterior habían llegado bien tarde de las reuniones a las que asiste mi papá. El momento en que se levantan es el preferido por mi papá para discutir con mi mamá, pero ese día no lo hicieron; razón más que suficiente para alarmarse y finalmente salir disparado de la cama.

Yo escuché el teléfono sonar. Con mi remoloneo y todo, ese maldito teléfono tiene un sonido que se te mete por debajo de la sábana como quien está decidido a sonar y sonar hasta que le hagan caso. A veces se me parece a mi mamá cuando intenta llamar la atención, a veces se me parece a mí, cuando hago lo mismo que mi mamá.

El caso es que el teléfono sonó. Y el teléfono casi nunca suena en ese horario; el teléfono casi nunca suena en ningún horario. El ring ring fastidioso era otra prueba de lo distinto del día.

Yo no sé ni quién llamó, ni mucho menos qué dijo, pero de lo que si estoy convencido es de que fue muy importante. Mis padres no habían tenido tiempo todavía de discutir, pero después de esa llamada salieron disparados hacia el televisor.

Lo más normal del mundo es prender la tele el sábado en la mañana, pero en mi casa eso es casi un sacrilegio. Mi mamá dice que no tiene tiempo porque tiene que pensar en la respuesta que dará a mi papá por sus reclamos matutinos, mientras mi papá me dice que mirar la televisión embrutece, especialmente en América —nunca entenderé por qué Estados Unidos es América—.

No sabía qué hacer. Hasta había perdido el sueño. Aunque no sabía lo que pasaba, estaba seguro de que tenía que ser algo muy importante. Al fin tomé una decisión, la única manera de averiguarlo era ponerme en pie de combate y “enfrentar la vida”, como le gusta decir a mi papá.

Por mucho que me empeñé, nada pude averiguar. Mis padres hablan y hablan hasta el cansancio, pero esa mañana solo miraban la tele. Ella, la tele, hablaba de otro escándalo de la ciudad. Eso lo supe por la fanfarria de los periodistas detrás de algo que no definía. Solo alcancé a escuchar que en la madrugada habían detenido como a diez personas por ser espías de Castro. ¿De Castro? ¿Por qué hablan tanto de Castro todo el tiempo?

Quizás por un momento de iluminación comprendí que era mejor no seguir insistiendo. Mis padres estaban imbuidos en un raro trance que si no fuera por su evidente carácter negativo, ya me gustaría repetir.

Entonces comienzo a atar cabos. Mis padres prendieron la tele después de que se produjo la llamada del ring ring insoportable. Eso quiero decir que alguien llamó para decir eso muy importante que estaban pasando por la televisión, pero ¿quién?

El estado de estupor no duró tanto, solo que el tiempo mientras transcurre el estupor parece que dura más. Sobrevino después un proceso de agitación, que en la medida que me era incomprensible, me corroboraba que el día sería diferente. El sábado 12 de septiembre de 1998 fue muy diferente.

Mi papá me dijo que hiciera una pequeña maleta, sin muchas cosas. Yo protesté, porque había quedado con unos amigos. Mi papá ripostó con el descubrimiento de la mentira, yo no tengo amigos. “Recoge algunas ropas, que visitaremos a tus abuelos”.

Era el día del cumple de mi abuelo, eso creo que ya lo había dicho. Pero desde que vinimos de Cuba, nunca la habíamos visitado en su cumpleaños. Al principio mi papá le mandaba un presente, unas pantuflas, una cremita para teñirse el pelo y que no se le vieran las canas, un disco de música vieja de la Sonora Matancera. Poco a poco, los regalos fueron desapareciendo; dice mi papá que por la situación económica, yo no estoy tan seguro. Si mi abuelo cumple años, lo llamábamos por teléfono.

Esa fue una de las cosas que tanto me intrigó de la llamada de ese día. El teléfono casi nunca suena. Parece que abuelo nos lo paga para que solo hablemos con él, una especie de egoísmo de la tercera edad supongo. Pues si no había más remedio, a New Jersey, o como a mi papá le gusta, a Nueva Yersy, para que suene cubano.

La verdad es que no había salido mucho de Miami, pero había aprendido que Miami quiere decir agua grande o agua dulce, aunque lo de dulce debe ser un truco publicitario. En eso pensaba mientras papá tomaba la Route 441.

De muchas maneras Miami se parece al lugar de donde vengo, pero al mismo tiempo, y de muchas otras maneras, también es diferente. Cuando pienso en que esta ciudad es 382 años más joven que de donde vengo, entonces caigo en la cuenta que desde este lado del Atlántico el tiempo corre más a prisa.

Ni qué decir, a mis abuelos casi les da un infarto cuando nos vieron. Lo más curioso es que mi papá le dijo que veníamos por un tiempo largo y que no sabía cuánto podía durar. Pero más curioso todavía fue que mami no protestó; a mami le da un poco de fastidio abuela, no lo dice, pero ni falta que hace.

Lo mejor de todo era la escuela, o sea, no ir a la escuela. Es posible que de repente mi papá creyera que la escuela también embrutece, en lo que estoy totalmente de acuerdo.

Las dinámicas eran raras. Mis padres se la pasaban cuchicheando y mi abuela los espiaba —nunca supe muy bien qué demonios quería decir esa palabra—. Otra cosa buena era que mis padres no discutían tanto, o por lo menos ahora lo hacían como entre dientes, en un susurro.

Las llamadas misteriosas continuaron. Alguna que otra vez el beeper de mi papá recibía algún mensaje y entonces él salía por un tiempo largo de la casa. Yo trataba de leerlos, pero nunca los entendía. A veces mi mamá lo acompañaba, a veces iba solo.

Un buen día, después de muchos días, mi papá llegó con una gran cantidad de periódicos. Eran viejos, no tantos, pero no correspondían al día que se estábamos viviendo.

Y yo, en mi nuevo oficio de espía, intentaba adivinar qué pasaba. Pero mi papá era cuidadoso. Siempre miraba para un lado y para el otro, incluso cuando hacía alguna llamada hablaba en voz muy baja, como entre cortada.

El único despiste que recuerdo de aquella etapa fue que dejó los periódicos sobre la mesa. Me pareció un detalle que no podía desaprovechar. Mi papá se había desaparecido de la casa y mi abuela y mi madre jugaban a entenderse.

Sabía que era el Nuevo Herald porque lo había visto mil veces antes. Mi papá en ocasiones es contradictorio. Lo he escuchado decir que ese periódico es una mierda, pero cada día lo compra. A veces pasaba largas horas leyendo, y yo intuía que buscaba algo en los anuncios, pero luego descubrí que hacía marcas con un lápiz en los obituarios.

Si estábamos más cerca de New York que de Miami, por qué mi padre no se traía a casa el New York Times, si a fin de cuentas, era una mierda igual, pero con más hojas.

…el FBI acusó el lunes ante la Corte Federal de Miami a un grupo de diez cubanos de trabajar como agentes del gobierno de Cuba, y de tener como objetivo la obtención de informes sobre instalaciones militares y grupos exiliados del sur de la Florida. (…) El caso, que recibió el número 98-3493 , y cuya acta de acusación consta de 27 páginas, divididas en 49 capítulos, marca un hito en la solapada guerra de inteligencia que durante cuatro décadas han sostenido los dos países.

No entendía bien. O si entendía, porque lo que estaba leyendo se relacionaba directamente con lo que habían visto mis padres esa mañana en la tele. Lo que no tenía ni pies ni cabeza para mí era la relación que ellos podrían tener con aquellos hechos.

Entre las evidencias presentadas por el FBI a la prensa, se encuentran tres computadoras de tipo laptop, radios receptores portátiles de onda corta, transmisores y scaners de onda corta, así como varias antenas, tanto de uso interior como exterior, y de automóvil.

Mi papá no sabe que yo los vi, pero en una ocasión él le mostró a mi mamá cómo sintonizar un radio muy pequeñito. Ese hecho me fue irrelevante, pero ahora que lo pienso, por qué papá daría clases a mi madre en la madrugada, por qué después guardarían el radio dentro de un libro que simulaba ser muy grueso, pero que realmente no tenía nada en su interior, por qué se habrían traído a la casa de abuela el dichoso radio minúsculo. Son tantos por qué… Por qué?

Ahora recuerdo otro asuntico que también me llamó la atención. Yo soy un poco curioso, en eso me parezco a mi padre. Después de ver el radio y su misterio, me pareció muy interesante y cuando sabía que nadie me estaba viendo lo busqué en el estante de los libros. Fue decepcionante la búsqueda, pero encontré otro libro todavía más misterioso que el del radio. Por fuera decía llamarse DESERTOR, por Juan Pablo Roque, pero noté que estaba como despegado y por dentro lo que tenía era poesías de Pablo Neruda.

Joder, mi padre es medio raro, ¿por qué cambiarle la carátula a un libro de poesía, o por qué cambiarle el contenido a una biografía de otro cubano?. Pero más intrigante todavía, por qué mi padre tendría escondido un libro de Neruda. Y para colmo de males, tenía marcado el Poema 12, el que él y mi mami recitan siempre que se reconcilian.

Para mi corazón basta tu pecho,

para tu libertad bastan mis alas.

Desde mi boca llegará hasta el cielo

lo que estaba dormido sobre tu alma.

Seguí la lectura del periódico, tratando de sacar de mi cabeza todos aquellos recuerdos de hechos en su momento intrascendentes, pero que ahora se me antojaban sospechosos.

El jefe de mi papá se llama Ramón Saúl, es dueño de unos yates y a veces llega con ellos cerca de Cuba. Él dice que su jefe no le paga muy bien, pero es lo que casi mantiene a la familia, pero siempre que puede, se caga en su madre y dice bien bajito, pero clarito, que es un tronco de hijo de puta y oportunista.

A veces mi papá es medio hipócrita, porque yo nunca he visto que eso se lo diga face to face. El día menos pensado soy yo quien se lo dice. Mis padres nunca se callan, creo que eso ya lo dije, pero el jefe de mi papá habla sin contenido, un poco como el libro al que papá le arrebató su interior.

…uno de los presuntos espías, René González, era amigo de otro espía y presunto informante del FBI, Juan Pablo Roque, quien jugó un rol clave en el derribo de nuestras avionetas el 24 de febrero de 1996.

Quizás fue este fragmento el que más estupor causó en mí; a mi papá le fastidia que yo utilice esas palabras que parecen que las saqué del diccionario. Pero bueno, no fue otra cosa la que sentí que estupor, como el que sintieron mis padres al escuchar la noticias que nos dio el boleto sin regreso a Nueva Yersy.

El René del que hablaban era un viejo amigo de mi papá, creo que se conocían de Cuba. Muchas veces coincidimos en actividades de trabajo de mi papá y a mí me encantaba porque casi siempre andaba con su hija Irmita. Después casi no iban a las reuniones familiares, porque Olguita le creció demasiado la panza y creo que había dado a luz a principios de años. ¿René era un espía de Castro? ¿Qué diablos era ser un espía de Castro?

¿Juan Pablo Roque? ¿Acaso ese Roque no era el DESERTOR del libro sin contenido? ¿Qué tenía que ver Roque con Neruda? ¿Qué tenía que ver mi papá con Castro? Mi papá no siempre lo llamaba Castro, solo si delante estaba Ramón Saúl, su jefe, si no, solía llamarlo Comandante. ¿Quién entiende a mi padre?

…los espías cubanos son identificables sólo por la mirada –no miran de frente–, y por la forma en que se visten: atildados, a la moda, como soldados de pase. Hablan inglés, y hasta ruso. Se manejan muy bien en éste o cualquier mundo, porque están acostumbrados, como agentes de la Seguridad cubana que son, a viajar por el extranjero en sus misiones secretas. Lo mismo se meten en un laboratorio, un centro de computadoras, un almacén, que en una casa haciéndose pasar por amigos. Si usted se topa con alguno, identifíquelo por el olor: huelen a carroña.

Después de leer este artículo me harté. Olvidé que no quería que papá notara que los había leído y los lancé todo lo lejos que pude. No sé qué hago, mi madre suele decir que ese es el síntoma más evidente de que estoy entrando en la adolescencia. Pero algo ha cambiado en mí.

Y la vida siguió, en esas nuevas circunstancias. Y mi papá seguía preocupado, y mi mamá le daba ánimos y hacía lo que él quería, y mi abuela estaba un poco más vieja y fingía que mi mamá le agradaba, y mi abuelo se seguía tiñendo el pelo.

Y un día salimos de viaje, pero un viaje mucho más largo que de Miami a Nueva Yersy.

Y mi papá me regaló un libro: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, y me subrayó el final de su Poema 12, y me regaló también una mirada cómplice, y me sentí adulto, y me sentí dichoso.

...Yo desperté y a veces emigran y huyen

pájaros que dormían en tu alma.

 

*Joven psicólogo espirituano. Este cuento ganó recientemente una mención en un concurso de la Editorial Capitán San Luis.

publicado por rcbaez a las 21:42 · Sin comentarios  ·  Recomendar
01 de Enero, 2014 · Cinco Prisioneros en USA

 Arribamos al final de otro año. Ha sido un período de inmensos esfuerzos y de significativos resultados en la lucha por nuestra liberación. Este año que culmina nos deja la satisfacción del regreso definitivo de René a la Patria y el impulso que su contribución significa a la campaña por la libertad de Los Cinco.

  Han sido varios los momentos que han marcado hitos durante este año en el trabajo de solidaridad con la causa de nuestra liberación. Mencionaremos, por ejemplo, y sin menoscabo de otros significativos acontecimientos, la Segunda Jornada de Solidaridad con Los Cinco celebrada en la capital de Estados Unidos, el Coloquio en Holguín, la victoria legal obtenida con la orden de un juez al gobierno norteamericano para que entregue las informaciones sobre pago a los periodistas, que se negaba a hacer pública, la publicación del libro “Lo que hay del otro lado del Mar: La verdadera Historia de Los Cinco Cubanos” y la gira de su autor, Stephen Kimber, por varias ciudades norteamericanas. No podemos dejar de mencionar las actividades realizadas en todas partes del mundo al conmemorarse el decimoquinto aniversario de nuestros injustos arrestos. Estos son algunos de los momentos significativos del trabajo de ustedes durante este año. El esfuerzo abarca muchos más países en cada uno de los continentes.

  Por tan destacado trabajo les estamos profundamente agradecidos. Hoy el caso de Los Cinco Cubanos presos en Estados Unidos es de conocimiento público y en los círculos de poder gracias al trabajo de ustedes. La presión sobre dicho círculo se hace sentir debido a la solidaridad de cientos de miles de amigas y amigos en todo el mundo.

  Recibamos el año nuevo con renovado ímpetu, con el mismo espíritu de lucha y la confianza en el triunfo de la verdad. Les pedimos humildemente que apoyen con decisión la celebración de la Comisión Internacional de Investigación en el caso de Los Cinco Cubanos, que sesionará en Londres, Inglaterra a principios de Marzo. Nuestra gratitud a los Comités Europeos que idearon y organizan este evento.

  Brindemos también todo nuestro apoyo a la celebración durante el mes de Junio a la Tercera Jornada de Solidaridad con Los Cinco en Washington, D.C., que organiza el Comité Internacional de los 5 cubanos. Acojamos con entusiasmo las iniciativas del Comité Nacional para la Libertad de Los Cinco en Estados Unidos y de todos los Comités que funcionan en casi todos los países del mundo.

  A todos ustedes, en cualquier parte del universo en que se encuentren y desarrollen su activismo, llegue nuestra gratitud infinita por otro año de esfuerzos y de logros en la lucha por nuestra liberación. A todos, un Feliz Año Nuevo. Que sea el 2014 otro año de victorias y avances en la lucha. !Feliz Año Nuevo!

publicado por rcbaez a las 05:48 · Sin comentarios  ·  Recomendar
01 de Enero, 2014 · Cinco Prisioneros en USA


  A pocas horas de terminar el 2013 escribo estas líneas, imaginando las casas y calles de la amada patria llenas de júbilo, en la celebración del 55 aniversario del triunfo de la Revolución, y me brotan estos pensamientos, que no sé bien si llamarlos versos:

  Revolución y libertad,

 una sola palabra.

 Revolución y unidad,

 una sola palabra.

 Revolución y sacrificio,

 una sola palabra.

 Revolución y heroísmo,

 una sola palabra.

 Revolución y amistad,

 una sola palabra.

 Revolución y dignidad,

 una sola palabra.

 Revolución y patriotismo,

 una sola palabra.

 Revolución y socialismo,

 una sola palabra.

 Revolución y deber,

 una sola palabra.

 Revolución y Fidel,

 una sola palabra.

 Les deseamos los mejores éxitos en las disimiles tareas del 2014.

  Dar todos lo mejor de sí en cada puesto de estudio y trabajo; amar y cuidar la obra construida; producir con eficiencia es la palabra de orden.

  Salud y mucha felicidad en cada hogar.

  ¡Viva la Revolución!

  Cinco abrazos fuertes.

 

Antonio Guerrero Rodríguez

 31 de diciembre de 2013

 Prisión Federal de Marianna.

 8 y 30 pm.

publicado por rcbaez a las 03:49 · Sin comentarios  ·  Recomendar
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