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Queridas hermanas y hermanos:
Hoy
fue nuestro primer Dia del Amor y la Amistad juntos, despues de 21
anos, y queremos dar las gracias a quienes con sus esfuerzos solidarios,
y con su continuo apoyo, hicieron posible la felicidad que ahora
vivimos. Felicidades a todos!
Un fuerte abrazo:
Adriana y Gerardo.
El
disco presentado este viernes entrelaza 11 poemas declamados y
musicalizados, y es un acabado producto que estampa además dos pinturas
confeccionadas por el conocido autor de Regresaré Llegaron
a la Cabaña los versos de Tony. Con la música de Augusto Blanca y Pepe
Ordaz flotaban en la capilla donde se encuentra la sala de
presentaciones Lezama Lima. Tony exclamó: «estar aquí parece un
milagro», y la luz que entraba por las anchas puertas coloniales, y la
brisa de la bahía le parecieron una confirmación. Entonces compartió con una apretada audiencia cómo surgió Indefinidas confesiones
cuando aún estaba en prisión, cuánto la poesía le sirvió para llenar el
tiempo, y cómo estos poemas personalísimos, que había reservado para
sí, se convirtieron en canciones. El
disco, que entrelaza 11 poemas declamados y musicalizados, es un
acabado producto que estampa además dos pinturas confeccionadas por el
conocido autor de Regresaré. Este proyecto, lanzado por
Bis Music, rebasó los límites del propio CD y continuó creciendo hasta
la realización de un documental homónimo y un video clip que, para
celebrar el Día de los enamorados, se estrenará este sábado en la Mesa
Redonda. La esencia del disco la resume Tony: «regalar amor, y que con
este mismo amor sigamos construyendo la Cuba que necesitamos». Fuente Juventud Rebelde
Gerardo y Adriana: sublime amor.La
Habana, Cuba.- Un ejemplo de valor, sacrificio y profundo amor por sus
seres más allegados y su pueblo han dado Gerardo Hernández, René
González, Ramón Labañino, Fernando González y Antonio Guerrero.
Estos Cinco Héroes fueron detenidos injustamente en Estados Unidos el 12 de septiembre de 1998 por prevenir acciones terroristas contra Cuba.
Lejos de sus madres, esposas e hijos, esos heroicos revolucionarios
se encuentran de regreso a la Patria para volcar todo su cariño hacia
los suyos.
Como afirmó la escritora afronorteamericana Alice Walker: "La
historia de los Cinco Cubanos es una historia de valor, gran sacrificio y
amor".
De nuevo en Cuba, Los Cinco celebrarán este 14 de febrero, Día del
Amor y la Amistad, rodeados del cariño familiar y de un pueblo
convencido de la justicia de una causa, que ha demostrado que el amor
todo lo puede.
Gerardo y Adriana: sublime amor
Este 14 de febrero, el amor inundará la vida de Los Cinco y sus familiares.
Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero regresaron a
suelo cubano, para sumarse a René González y Fernando González, cuya
felicidad se ha visto completa con la vuelta de sus compañeros de
ideales.
Gema ha venido a colmar la dicha.El
Día del Amor se abre ante ellos con toda la plenitud para recuperar los
años tras las rejas y prodigar todo el cariño a madres, esposas e
hijos.
Por si fuera poco para esta gran familia de héroes, Gerardo Hernández
y Adriana Pérez son padres, desde el 6 de enero último, de una preciosa
niña, Gema, que ha venido a colmar la dicha ante el regreso del amado.
Caricias, mimos y besos acaparan todo el tiempo de la pequeña, un
sublime regalo para la pareja este 14 de febrero, que la estrechará bien
fuerte en un día tan especial como el del amor. Fuente Radio Reloj

Hoy quiero rendir homenaje a las mujeres valientes,Que adoraron a sus hombres y esperaron resistentes.Reconozco la grandeza de los Héroes de la Patria,Que sin duda soportaron inclemencias de su encierro.Pero si grandes son ellos, por su firmeza y hombría,Inmensas son sus mujeres que esperaron cada día. Yo quiero rendir homenaje a los Héroes de la Patria,Por enaltar la grandeza de las razones cubanas.Pero quiero que todo el mundo recuerde en este díaLa trayectoria inminente de las mujeres cubanasQue desde la hispana conquista con Casiguaya y MarianaDemostraron la justicia que por siglos nos atrapa.  Yo quiero rendir homenaje al vientre materno de Adriana,Que con su “GEMA” preciosa ha conquistado las almasDe millones de cubanos que hoy felices por sus HéroesDescubrimos que el amor puede más que mil tridentes. Hoy quiero rendir homenaje a los Héroes de la Patria.A ellos, yo los adoro. A ellas las venero por siempre.
-Libélula-
Texto tomado del blog La Santa Mambisa
Fotos RCBáez e Ismael Francisco
Por Ida Garberi*
“Me
parece haber amado con fuerza de Cinco cubriendo el encanto, el amor a
cada segundo, en cada instante. Feliz he sido solo con amor, cuando
encuentre algo digno de glorificar ha habido fiesta en mi corazón y en
mi alma toda. Soy devota y apasionada, fiel hasta las raíces pues el
verdadero amor no vive bajo la infidelidad. Al mundo vine llena de amor y fuerzas, me iré con lo que vine multiplicada, y glorificando a la vida y al hombre”. Celia Hart Santamaría
Había
decidido hacer una entrevista a Antonio Guerrero sobre el 14 de febrero
para recordar su enorme amistad con mi hermana del alma, Celia Hart
Santamaría, pero hechos, que no hace falta nombrar, pusieron difícil el
asunto. Entonces, para escribir, en este día del amor y de la amistad,
decidí “robarle a Celia” palabras maravillosas que nos dejó… que yo
suscribo totalmente, como cuando nos recordó que para traer a los Cinco
de vuelta (como piensan muchos equivocados) no bastan sus fotos en las
tiendas. Y seguía diciendo Celia que no le gustaba cuando “les dieron a
los Cinco tantos títulos honorarios como si estuvieran muertos. ¡Vivos
están, y muy vivos, más vivos que nadie!”.
Estar
“ligada a los Cinco por un lazo que aunque me empeño, no puedo
disolver” significa a veces llorar, “y creo que nos toque todavía llorar
mucho, con esta mezcla de indignación, pudor y compromiso, porque la
verdadera felicidad es esa: dar más que recibir.” “Es que a veces la
ira, la rabia y la indignación me ganan el corazón por la bella Tierra
violada (Cuba), a la justicia, a la piedad embargadas a mis Cinco
hermanos sin tener el derecho de ver florecer esos mismos flamboyanes de
mi avenida” en La Habana. Puedo repetir como Celia que “estoy llena de
proyectos, muy pretenciosos, algo así como apresurarse a adecentar la
Tierra para cuando salgan libres puedan respirar más a gusto y recuperar
en segundos los años que les han robado a la humanidad castrándola de
vuestra presencia”. Sí,
porque a veces cuando la vida me sofoca, para seguir adelante, “lo
único que necesito es revisar tus mensajes, descubrir una vez más tu
ganas de vivir, me demuestra que... ¡nosotros somos más presos que
ustedes!”. Y después de estas lindas palabras de Celia, que son las mías
también, es difícil agregar algo más, si no que el 14 de febrero de
2010 se presentó en la Feria del Libro de La Habana, el ejemplar “Les
debo verlos libres” que recoge las cartas de Celia y los Cinco, que en
su mayoría son intercambios hermosos con Antonio Guerrero. Se
preguntarán por qué recordarlo hoy: es que estamos en el 2014 y todavía
Tony, Ramón y Gerardo siguen atrás de una reja, y René y dentro de poco
Fernando, serán los únicos que regresaron tras haber cumplido TODA su
condena. Entonces,
tenemos que mejorar la lucha solidaria para que nuestros gritos lleguen
a los oídos de Obama, el hombre que con una firma puede borrar estas
condenas absurdas e ilegales. “Estamos en guerra. Si no estuviéramos en
guerra, no tendríamos a Cinco cubanos presos con la pueril palabrita de
terroristas. Ellos saldrán liberados cuando dentro sean más peligrosos
que afuera. Como sucedió con Fidel en la Isla de Pinos. Era mejor fuera
que adentro. No fue piedad. El enemigo nunca tiene piedad”. Y
para cerrar este canto de amor, en el mismo día del amor y de la
amistad, voy a dejar que el mismo Tony nos llene los corazones con sus
palabras, como solo él saber hacerlo…
HASTA DONDE MI AMOR
Hasta dónde mi amor es mi mano en la tuya,
mi esquela de dos líneas, mi regalo sencillo.
Hasta dónde mi amor sabe lo que es ternura
y entre ramas del tiempo hacer un fuerte nido.
Hasta dónde mi amor es un verso en la bruma,
una paloma errante volando los caminos.
Hasta dónde mi amor es esa fuerza pura
que despierta la esencia del calor y del frio.
Hasta dónde mi amor, que unifica y expande,
"no es amor de uno solo, sino un alma de todos".
Hasta dónde mi amor se parece a la sangre,
a la estrella sin nombre, al mundo que conozco.
Hasta dónde mi amor es como un largo viaje,
la eternidad de un beso, ardiente y victorioso.
Un abrazo inmenso, para ti, para todos. Tony *columnista de Cubainformación ** todas las frases entre comillas fueron tomadas del libro: “Les debo verlos libres” de Celia Hart Santamaría
"Basta
hojear algunos textos del libro “El dulce abismo” [...] para comprender
mejor cómo ser buen hijo, padre, esposo, amigo y, sobre todo, la
crueldad con que el gobierno de los Estados Unidos irrumpe
inescrupulosamente entre ellos y todo lo que aman, buscando destruir sus
sueños y esperanzas; pérfida intención que no han logrado ni lograrán
jamás, como afirman nuestros compatriotas en sus misivas a distintos
familiares" (Ecured)
Descargar en versión pdf en Rebelión
Introducción de las familias

"Con nuestros recuerdos, nuestros dolores y nuestras esperanzas hemos armado este libro.
Revisamos
una a una las cartas de nuestros hijos y esposos, sacamos las fotos de
los cuadros, lloramos y reímos al volver a vivir los momentos juntos y,
al final, hemos reconstruido un diálogo escrito durante años con ellos,
cinco presos cubanos injustamente encarcelados en Estados Unidos.
Aunque
lo ronda la tristeza, éste no es un libro amargo. Es el testimonio de
fe en que la justicia se abrirá paso y ellos volverán a casa, donde son
amados por su familia, sus amigos y todos los que luchan por su
liberación. Aquí ustedes descubrirán los valores humanos, el altruismo y
la ternura de estos hombres que renunciaron a una vida estable junto a
sus familias y a permanece en su país, para defender a su pueblo de
actos terroristas, organizados y financiados desde Estados Unidos.
Gerardo
Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González y René
González fueron víctimas en Miami de uno de los procesos judiciales más
plagados de violaciones en la historia reciente de Estados Unidos. Desde
mucho antes de ser sentenciados se les tildó de espías, aun cuando la
fiscalía no pudo presentar una sola prueba que los inculpara y varios
generales y expertos militares norteamericanos testificaron que no
existía ninguna evidencia de espionaje en este caso. La fiscalía ya no
tendría que probar las acusaciones, ni siquiera ganar el juicio, para
lograr que los declararan culpables y se dictaran contra ellos las
peores condenas juicio, para lograr que los declararan culpables y se
dictaran contra ellos las peores condenas por decisión de un jurado y
una jueza minados de prejuicios contra Cuba.
Se
trata de hombres de nobles ideales que estaban plenamente conscientes de
sus actos, especialmente convencidos de la necesidad de hacer lo que
hicieron. En este libro aparece reflejada la verdadera naturaleza de
estos cinco cubanos y una parte importante de las historias de nuestras
familias.
Leerán,
por ejemplo, el testimonio del injusto encarcelamiento en Estados
Unidos de Olga, la esposa de René, para obligarlo a colaborar con los
fiscales, su posterior deportación a Cuba y la negativa a concederle la
visa para visitar a su esposo y acompañar a su pequeña Ivette de apenas
seis años de edad y que no ve a su papá desde el año 2000; o del amor de
Adriana y Gerardo, que se crece ante dos injustas cadenas perpetuas y
la prohibición de las autoridades norteamericanas a que ella lo visite;
del dolor de Rosa y Fernando al saber que no pueden ya tener hijos
propios; de lo difícil que es para las hijas más pequeñas de Ramón
mantener una relación con su papá sin poder tenerlo a su lado; de la
fuerza de voluntad de la mamá de Tony para ayudar a sus nietos y a su
hijo a enfrentar esta separación. Podrán apreciar hasta qué extremos han
sido pisoteados los derechos de estos presos, y cuán difícil ha sido
para todos nosotros esta separación.
En
los últimos tres años, aquellos que hemos recibido las visas, sólo hemos
podido viajar a visitarlos dos veces al año como promedio, aun cuando,
de acuerdo al régimen de visitas de sus respectivas prisiones, podíamos
haberlo hecho con una frecuencia mayor, de no existir las trabas e
impedimentos cada vez más frecuentes que el gobierno de los Estados
Unidos impone a nuestras solicitudes de viaje. Ellos y nosotros, estamos
sufriendo un castigo adicional al impedírsenos tener un contacto
regular.
Este es un libro desgarrador, sí, pero no está hecho con odio, a pesar de cuánto hemos sufrido.
Tampoco pedimos aquí nada excepcional para ellos, ni para nuestras familias. Solo la simple y elemental Justicia".
En nombre de todos los familiares:
Mirta Rodríguez, Madre de Antonio Guerrero
Adriana Pérez, Esposa de Gerardo Hernández
Elizabeth Palmeiro, Esposa de Ramón Labañino
Rosa Aurora Freijanes, Esposa de Fernando González
Olga Salanueva, Esposa de René González
Por Marlene Caboverde Caballero*
Gerardo,
no se trata de una obstinación de mi parte. Es simplemente que la vida
me invita a continuar creyendo en la hermosura de los seres humanos y
sobre todo, en el amor, cada vez que pone en mi camino historias como la
de María Julia García Oliva.
María
Julia es una mujer de 52 años que vive en el municipio de Jaruco. Es
maestra de profesión y creadora por vocación. Le encantan los niños y
las plantas. También dibujar y mantener a su alrededor el orden, la
limpieza, el encanto.
No
recuerdo bien si nos habíamos visto alguna vez, pero ya la conocía por
referencias. Hace unos días la visité en su casa, muy próxima al Círculo
infantil Rayitos de Sol de este municipio donde había estado antes
atraída por el ambiente de renovación que se vive por estos días en esa
institución educacional.
Supe
entonces, que la responsable de la ornamentación con las plantas recién
sembradas y los dibujos coloridos de animales que les encantan a los
niños, era María Julia. Por eso, enseguida decidí encontrarme con ella.
Era
cierto lo que me habían advertido: María Julia tenía el brazo derecho
en cabestrillo porque no le respondía. Me recibió con la alegría de una
niña de solo mencionar mi nombre, y durante un rato conversamos acerca
de las ideas que le faltaban por materializar en el círculo infantil.
Después,
el diálogo se dirigió, por iniciativa suya, hacia la retrospectiva de
su vida cuatro años atrás. María Julia evocó los días en que fue operada
dos veces a causa de un tumor que sangraba en su cabeza.
Dice,
que estuvo por mucho tiempo inmóvil, fea, inútil. También me contó que
debieron extirparle uno de los huesos del lado izquierdo de la cabeza
para salvar su vida, pero esa cirugía le ocasionó una parálisis casi
total en un lado de su cuerpo.
Sin
embargo, como secuelas de aquel tiempo solo saltan a la vista el brazo
inerme que sostiene con una cinta, y algunas dificultades que tiene aún
para pronunciar palabras largas o complicadas.
Hoy
María Julia se empeña en hacer casi todos los quehaceres domésticos sin
ayuda alguna. Es cierto que en sus bellas locuras solo le acompaña una
de sus manos pero, ¡cuánto le sirve la vida para ayudar a los demás!
Así
pensé en aquellos instantes cuando recordaba el círculo infantil y
observaba la armonía en los objetos de su casa, el olor a limpio, la
frescura de su hogar. No obstante pasó algo que me hizo repensar al ser
humano y concordar otra vez conmigo misma en que, es lindo vivir cuando
se lo debes a alguien.
Allí
frente a nosotras estaba su esposo Reynaldo, que acaba de llegar. Es un
hombre simple que trabaja como mecánico y con quien tiene dos hijos y
más de 30 años de vida en común. Supe
enseguida que aquel hombre vivía por ella y para ella, cuando les conté
de un joven que fue abandonado por la esposa luego de sufrir un
accidente que lo paralizó hace también cuatro años atrás, pero que por
suerte aprende nuevamente a caminar.
Después
de escucharme, Reynaldo acarició la cabeza de su mujer y dijo que él no
hubiera podido abandonarla, porque tenía la certeza que ella jamás lo
hubiera dejado ni en esa ni en otras circunstancias: “¿Y si hubiera sido
yo?”, repitió para sellar la historia de amor con que me premiaron el
día, y la vida.
Gerardo,
quise contarte esta historia a ti en especial, porque en esencia se
parece a la tuya con Adriana. Reynaldo espera aún a María Julia, y
Adriana siempre esperará por ti.
*Periodista
cubana, trabaja en la emisora Radio Jaruco, y una de las fundadoras del
Comité “Alas de Libertad” de esa emisora, por la Libertad de los 5
Imagen agregada RCBáez
No lo conozco personalmente, pero a través de
Pablo Armando Fernández escuché anécodotas diversas de Saúl. Ví sus
libros con hermosas dedicatorias para Pablo, luego supe de su apoyo a la
Revolución, de sus visitas a Gera... y me dolió como una
puñalada lo que dejaba translucir la carta de Gerardo: Y pensé en la
querida Bernie, en Leonard Weinglass, pensé en nuestra querida Tojosita
argentina, en Pablo Kilberg... cuántos se han ido sin tener la alegría
de tenerlos de regreso? ¿Familiares, amigos? ¿Cuántas penas más
agregaran su espina al calvario de los Cinco? ¿Puedes dormir, Obama,
con tanto peso en tu conciencia?
“Saúl, yo sé que es solo un viaje”: Gerardo Hernández
Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba, envió un sentido mensaje a su amigo Saúl Landau,
destacado cineasta y periodista estadounidense, quien enfrenta hoy una
grave enfermedad. Saúl visitó en varias ocasiones a Gerardo junto al
actor Danny Glover. Por sus méritos e historia solidaria fue condecorado el pasado 7 de
agosto con la “Medalla de la Amistad”, que a propuesta del Instituto
Cubano de Amistad con los Pueblos otorga el Consejo de Estado.
No es cierto, Saúl, no lo repitas. Ya sé, otros también lo dicen,
pero no es cierto. Hay dolor en la voz de Carmen cuando me responde el
teléfono, pero no puede ser cierto.
Me dirás que sí, que viejos amigos te han llamado y que otros han
llegado desde lejos para verte, que tu propio cuerpo te lo dice a
gritos, que han comenzado ya los homenajes… No importa, yo sé que no es
cierto. ¿Cómo va a ser cierto, con tanta gente que te admira y te
quiere? Adriana, cada vez que hablamos, me pide que vuelva a llamarte.
(Y si eso no te dice mucho, es porque no sabes que ella defiende “como
gata boca arriba” cada uno de nuestros minutos de teléfono). Todo el
mundo le pregunta por ti, todo el mundo, pero saben que se trata solo de
un viaje, que lo otro no es cierto. ¿Un viaje a dónde? No sé bien. En eso, como en la pelota, es muy
difícil ponerse de acuerdo. Es un viaje del que muchos no regresan, pero
tú sí, tú eres de los privilegiados. Estarás aquí cada vez que Danny me
visite, y en Cuba cuando nos reunamos Los Cinco.
Volverás siempre que sea leído alguno de tus libros, o vistos tus
documentales. ¿Cómo no vas a estar cuando alguien pregunte quién filmó
esas imágenes de Fidel
empujando el yipi atascado en el fango de aquel camino? ¿O tantas otras
de cuando recorriste media Cuba con él, en el año 68? ¿Crees que podrás
ausentarte cuando alguien vea ”Que el verdadero terrorista, por favor,
se ponga de pie” y por fin comprenda el caso de Los Cinco? Ni
hablar de eso, compadre. Tú estarás siempre que se vea la entrevista con
Salvador Allende, quizás la única o la más importante que le realizaran
en inglés, y cuando alguien descubra esas imágenes aún inéditas de
Fidel conversando en su casa con Harry Belafonte. Es solo un viaje, Saúl, lo otro no es cierto. Vendrás cuando alguien desee saber todo lo del carro-bomba que mató a Letelier
y a Moffit en pleno corazón de Washington DC. Cuando se quiera entender
lo de Chiapas, o lo de las maquiladoras. Cuando lean tus poemas, o tus
siempre certeros artículos. Cuando mencionen tu Medalla de la Amistad,
de Cuba, tu Bernardo O’Higgins, de Chile, tu Emmy, y tus otros tantos
premios y condecoraciones. Vendrás siempre que yo cuente cómo tuve el
privilegio de conocerte, de aprender contigo, de disfrutar tu sentido
del humor, y cuando me pregunten a quién debo mi hermandad con Danny
Glover. Estarás siempre con tu familia, con tus amigos, con tus alumnos. Claro que no es cierto, Saúl, yo sé que es solo un viaje. Lo que
no sé es si entonces podremos comunicarnos, y por eso no quiero esperar a
que partas para decírtelo: Gracias por todo, mi hermano, fue un honor
compartir contigo. En nombre de Los Cinco, de nuestros familiares, y de
tantos cubanos buenos: ¡Gracias! No te voy a negar que estamos tristes, pero a la vez nos alegra
saber que en tu caso, cuando sea, será solo un viaje, porque tú supiste
ganarte ese privilegio. Muy pronto volveré a llamarte, pero ya sabes, no me repitas lo otro, porque no es cierto, Saúl. No es cierto que vas a morirte. Gerardo Hernández Nordelo (Fuente Granma, Tomado de Cubadebate)
Por José Aurelio Paz, con fotos del autor|
Jueves, 30 de Mayo de 2013 09:34
|
Este
podría ser un gran titular para los medios del corazón, que hacen del
chisme toda una pirotecnia de la espectacularidad fatua. Que el ahora
Héroe de la República de Cuba y uno de los Cinco cubanos presos injustamente en
cárceles norteamericanas ande con dos novias del brazo y no se esconda,
podría ser noticia de primera plana en cualesquiera de esos diarios
que, a dentelladas mediáticas, han tratado de ocultar la verdad de la
causa y la lucha antiterrorista de estos hombres, quienes, tras las
frías y duras rejas del imperio, han sabido ser la indoblegable Cuba
resumida en Cinco sencillas vidas, en Cinco puntas de una estrella que
pone alma a la fidelidad de un pueblo.
El lugar donde mi cámara lo atrapó en sus ternuras no era un
rincón oscuro, sino un salón tremendamente iluminado. Mas, cuando entró
él con sus dos quereres, aquellas cientos de bombillas quedaron ciegas.
La luminosidad de la felicidad que lo embarga, junto a sus dos mujeres,
se trasmuta en un raro resplandor que no hay palabras que puedan
describirlo. Solo se siente y cala hondo en quienes le admiramos.
De
un lado Olga, la fiel esposa que ya no lleva en su rostro la huella de
la angustia que tanto me dolió la primera vez en que, frente a frente,
durante un encuentro, su mano con mi mano, en un leve estrechón, era
frío mármol herido por la impotencia. Del otro, Irma, su madre, quien
desde el silencio de esa sencillez que siempre la ha adornado, de
poquísimas palabras quizá porque la voz se le hacía un nudo marinero,
visiblemente emocionada, sana, ahora con el reencuentro, la llaga con
que el vil yanqui la marcó para siempre.
No era un acto oficial.
Era simplemente un encuentro con amigos que, desde una confesión de fe
ecuménica, acompañaron y acompañan, con sus oraciones y acciones
solidarias, a estas familias que sufren. La radiante cara de los tres
fue el brillo del diamante que, tras el sufrimiento de la talla, esparce
sus destellos. Sentados, René
sostenía, con igual pasión, la mano de ambas novias. Las miraba, a una y
a otra, como queriendo saber que no soñaba, que estaba allí después de
tanto encierro, que el sueño recurrente del encuentro con sus seres
queridos y su pueblo, el cual tantas veces lo despertó desde la cárcel
con un sabor amargo en la boca, ahora era cierto.
Soñar es un
recurso de supervivencia. Contó que la misma pesadilla le acosó por 15
años; estaba en Cuba, caminaba sus calles, cuando una voz le decía que
no, que era mentira. O creerse amanecer en su cama, abrazado a Olga, y
al abrir los ojos tenía ante sí solo la fría celda con su reja. "Y no
podemos olvidar, que nuestros cuatro hermanos están pasando por lo
mismo. Es por eso que la lucha continúa", dijo con un tono de cuarteada
joya, mientras el rostro de la Patria, en las madres de sus compañeros
—aún presos— que le acompañaban, dejaba escapar una lágrima de dolor y
de rabia.
Sentí que René me abrazaba como al hermano que
descubre, y guardo solo una pregunta para la entrevista prometida —a
riesgo de que me la plagien los colegas— cuando venga a la provincia:
Cómo fue esa primera mañana en que amaneció en su cuarto de La Habana,
estiró una mano y supo que Olga no era un espejismo, que estaba allí,
tan palpable y pura como las sábanas, deshaciéndose en hilillos de
ternura que bordaban el lienzo con un olor a gloria indescifrable. O a
qué le supo ese primer buchito de café hecho por su gran amor, al vaciar
la taza que le entregaran las temblorosas manos de Irma, a contraluz
descubriera en la porcelana un corazón recuperado del naufragio.
Esa
noche, el héroe, tan humano, tangible y sencillo, dejó en nosotros la
evidencia de que el amor, a pesar de las distancias, puede ser un viaje a
las esencias, una transfusión del espíritu acercándote a casa; esa que
no solo son las paredes y el techo, sino el regazo maternal o los
indetenibles pechos de la amada, la rebelde algarabía de los hijos y
hasta el retoñar de un nieto; el bullicio de las calles en Diez de
Octubre o en el Cerro; el Cristo de La Habana, admirado ante el
barroquismo de un Portocarrero
en lontananza, pintado por profusión de balcones, cornisas y
balaustradas que el tiempo entinta de grises; el abrazo en cada esquina;
el malecón poseído por las olas.
Terminado el encuentro, las
luces del salón quedaron mudas. En el aire aún vibraba la magnitud del
aplauso. Su perfil leonino, con ojos como el mar de La Habana, y sus
palabras que nos llevábamos todos, eran el mejor regalo de la noche:
"Volcaron en nosotros todo su odio, pero hemos vivido el martirio
gozosos, porque lo que sí no han podido encerrarnos es el espíritu."
Se
fue René con sus dos novias Rampa abajo, mientras le envidiaba yo,
sanamente, el vivir con tanto amor a pesar de los grilletes rotos, y me
quedaba con una imagen que ahora es mía; su mano izquierda, apretando la
de Olga en conexión infinita, que puso a prueba la dureza del metal del
amor sobre la fragua. La de su madre, sobre su mano derecha, una paloma
acunando aún su cría, con un aire de feliz mansedumbre, que solo lo da
el orgullo de tener al hijo que desde el vientre soñamos.
|
Por Marlene Caboverde Caballero*

I
Quiero ir con aquel a quien amo. No quiero calcular lo que cuesta. Bertolth Brech
La
mujer de ojos azules estaba nerviosa. Miraba fijamente el cristalito
alto en aquella puerta que no acababa de abrirse. Hacía frío. Había
viajado por varios días para llegar hasta la penitenciaría de Oxford, en
los Estados Unidos, pero por fin estaba allí.
De pronto, la puerta se abrió. Se abrazaron. Habían transcurrido casi cuatro años desde la última vez que se vieron en Cuba.
Este es solo un pasaje de una historia de amor entre un hombre y una mujer. Ella
es Rosa Aurora Freijanes Coca, él, Fernando González Llort. Llevan
separados casi quince años porque Fernando está preso. Es culpable de
los delitos de amar a su patria y combatir el terrorismo. Pero Fernando
no está triste, tiene el cariño de su mujer, de su Rosa Aurora. Son dos y
a la vez son muchos, porque son nuestros.
Su
historia de amor comenzó en mil 990 cuando Rosa Aurora Freijanes
estudiaba la carrera de Técnico Medio en Colaboración Económica. Martha,
la hermana de Fernando era su amiga y le presentó a Fernando, que era
Licenciado en Relaciones Económicas Internacionales y enseguida se
ofreció para ayudarla con esas materias.
Así fue como se acercaron y al poco tiempo estaban viviendo juntos una hermosa historia de amor.
Poco
tiempo después llegó la separación, inexplicable para ella. Fernando
marchaba a los Estados Unidos para monitorear las actividades de
organizaciones terroristas que habían causado daños humanos y materiales
en Cuba en los primeros años de la década de los noventa.
En
mil 998 Fernando es detenido en la Florida y condenado a 18 años de
prisión. Como él y Rosa Aurora no estaban casados legalmente tardaron en
reencontrase casi cuatro años. Para ese entonces, ella pasaba de los 40
años de edad y la posibilidad de tener hijos se perdió.
“Con
el transcurso de estos años que hemos pasado en cárceles
norteamericanas la realidad nos obliga a asimilar circunstancias y
aceptarlas como parte del necesario sacrificio. Guiados por nuestra
absoluta convicción de que nos acompaña la verdad, aceptamos la realidad
y vivimos con ella. Una de las más doloras realidades es la de los
hijos por tener… Será el amor el que sustituya la risa infantil en
nuestra casa. Seguramente mi caso no será único. Sin embargo, lo que le
confiere singularidad a nuestro dolor es que la realidad a la que nos
obligan a adaptarnos las provoca una injusticia colosal”.
Fernando
debe salir en libertad el 27 de febrero de 2014. Tenía solo 35 años
cuando fue arrestado y ya tiene 49. Pero Fernando jamás se sentido
aprisionado, ni triste ni solo. Se le debe a mucha gente, pero en
especial a Rosa Aurora.
Y
es que, ellos dejaron de ser solo dos para ser millones. Su historia de
amor se agiganta y agrieta los muros, carcome los barrotes, ahuyenta la
soledad, porque aunque su tema de amor, como dice Silvio, tiene
quebranto, sana el dolor y a ellos les ha costado tanto, que ya es un
sueño y una canción.
II
“…..solía preguntarme/ cómo serías en tu espera/ si abrirías por ejemplo los brazos/para abrazar mi ausencia…..” Mario Benedetti
Él
sabía la hora exacta en que la mujer pasaría. Casi no podía
distinguirla desde el duodécimo piso donde estaba. Pero siempre se
asomaba con el ánimo, no solo de volverla a ver, sino para disfrutar de
los ojos, la risa y los gestos de la niñita que la acompañaba. Desde
arriba, los otros prisioneros solo veían un puntito negro en los brazos
de la mujer, de su mujer.
Ella
era Olga Salanueva Arango y el preso que la observaba desde aquella
altura en el centro de detenciones de Miami era su esposo René González
Shewerert. Corría el año 1998. Acusado de espía, él permanecía entonces
en el “hueco”, donde entonaba El necio de Silvio, mientras soñaba con
los besos de su mujer, y las risas de sus hijas.
Olga
y René se conocieron entre la arena y el mar en 1982, quizás por ese
motivo su amor es tan profundo, inmenso. Pienso que esa grandiosidad del
océano tiene mucho que ver con la paciencia y el optimismo de esa
pareja que por más de doce años debió conformarse con la voz del otro
lado de la línea, con un amor de papel, pero a prueba de distancias,
injusticias y maldades.
“….después
de haber pasado ambos tantas pruebas durante estos años sin dejarnos
aplastar, seremos capaces también de sobreponernos a esto, de todos
modos siempre hay una compensación por cada sueño no realizado, y en
este caso será cuando pueda hablar directamente contigo por teléfono y
oír tu voz llenándome de alegría y aliento… no te niegues un momento de
alegría, una sonrisa, un juego con las niñas… Si algún día la sombra de
mi situación se interpusiera para privarte de alguno de esos momentos,
¡espántala! Pues no será mi figura la que está proyectando esa sombra…”.
Primero
fueron los meses interminables en el Hueco, luego la prisión de Olga, y
su deportación, después el juicio y la condena de quince años de
privación de libertad para René, y más tarde una separación terrible que
duró más de una década, hasta su reencuentro en Cuba el pasado año,
cuando Roberto, el hermano de René, agonizaba.
Creo
que tantas tribulaciones embellecieron a Olga y agigantaron a René.
Ella está más hermosa, él, más alegre y optimista aunque padece en la
Florida una condena adicional de libertad supervisada que terminará el 7
de octubre de 2014. Son abuelos de un bebé hermoso que se llama Ignacio
René. Irmita, la hija mayor, es Psicóloga, Ivett, la menor, es una
excelente estudiante y llegará lejos. Estoy segura.
Quienes
condenaron a René González Shewerert y pretendieron aislarlo se
equivocaron. Lograron el efecto contrario. El rostro de René se diseminó
por el mundo, la voz de Alguita se escuchó en decenas de países, su
historia de amor se repitió en mil idiomas diferentes, porque el lazo
que un día los unió se parece al mar, enorme, insondable, eterno.
III
Madre, ya no estés triste, la primavera volverá, madre, con la palabra libertad. Silvio Rodríguez
Una
mujer en silla de ruedas salía del edificio. En su mirada brillaba una
lágrima, que ahogaba a otras muchas. En la memoria, la figura del hijo
andando por la sala, lentamente, por el frío de las cadenas en los pies.
La ropa gris flotaba en su cuerpo más delgado. Su cabeza alta, sus ojos
anegados de versos y colores. Ni un saludo. Allí lo prohíben. Entonces,
bastó cruzar una mirada y el mundo se convirtió en un abrazo.
Esa
escena transcurrió el martes 13 de octubre de 2009 en la Corte Federal
de Miami. La mujer era Mirta Rodríguez Pérez y el hombre encadenado,
Antonio Guerrero Rodríguez, su hijo.
A
la salida del colosal edificio ella volvió a mirar el Centro Federal de
Detención y quiso adivinar cuál de aquellas ventanas minúsculas se
confabuló con el hijo para darle luz a sus primeros poemas.
Tony
estaba por cumplir los 50 años de edad y los jueces corregían el error
de la cadena perpetua con un remiendo tan espantoso como 21 años y 10
meses de privación de libertad. No obstante el soldado poeta parecía
vivir otro día feliz, y tengo la certeza de que su fuerza se debía,
sobre todo, a la presencia de su madre.
Aquel
día Mirta volvía al encuentro del hijo con sus 77 años a cuestas como
si no pesaran. Una leve sombra en su rostro delataba el dolor de la
nueva sentencia. Tony lo percibió y sintió deseos de abrazarla.
La
nostalgia flotaba en el aire y los atrapó a los dos. Entonces, se
dibujaron fugazmente en el aire los días de pastel y fiesta de
cumpleaños, las visitas a la beca, los paseos de domingo, el arroz
amarillo…
Pero
el pesimismo tenía prohibida la entrada en sus vidas. Había una promesa
mutua que cumplir: él regresaría y ella estaría para esperarlo.
"Regresaré
y Regresaré y le diré a la vida/ he vuelto para ser tu confidente./ De
norte a sur le entregaré a la gente/ la parte del amor en mí
escondida./ Regresaré la alegría desmedida/ de quién sabe reír
humildemente./ De este a oeste levantaré la frente/ con la bondad de
siempre prometida./ Por donde pasó el viento, crudo y frente,/ iré a
buscar las hojas del camino/ y agruparé sus sueños de tal suerte que no
puedan volar en torbellino./ Cantaré mis canciones al destino/ y con mi
voz haré temblar la muerte".
Antonio
Guerrero Rodríguez regresará. Nadie lo duda. En este tiempo de encierro
se las ingenió para volver como mariposa, ave, hormiga, ola. Tengo la
certeza de que ese retorno permanente es posible gracias al cariño por
su familia.
Hoy
permanece en la prisión de Marianna, en los Estados Unidos donde
continúa siendo el maestro artista que sobrevive entre el espanto y la
ternura. Es un hombre querido por los reclusos y admirado por sus
carceleros. No podía ser de otro modo, porque como bien dice Mirta:
“¿Quién no ama a un poeta?”.
Allí
aguardará el 18 de septiembre de 2017, que es la fecha fijada para su
libertad a medias, porque, como René, también deberá padecer una sanción
adicional de 5 años de libertad supervisada.
Mirta
y Tony tomaron en estos años de encierro una dimensión extraordinaria.
Ella sabe que es un premio haberlo parido, por eso pelea con el reloj
para apurar el tiempo. Quiere estar para esperarlo y cumplirá su
promesa, ese es también mi mayor deseo.
IV
Mi amor existe y nunca se peina/ ni ríe ni mira. Es amor solamente. / Sólo amor. Silvio Rodríguez
Una
mujer junto a tres niñas de cinco, diez y catorce años espera. El aire
se enrarece con las pisadas secas y el ruido de llaves y cadenas.
Después, de llenar algunos formularios las cuatro son revisadas. La más
pequeña, muy inquieta. Uno de los guardias la regaña. Se resiste a que
le estampen ese cuñito transparente en la ropa. Ya es la hora, pero no
pueden entrar todavía. El cuñito no se ve bien. Hay angustia en la cara
de la mujer. Otra vez vuelven a marcar el vestido de la niña. Entonces,
ella la consuela: “vamos a ver a tu papá, a tu papá”.
Ya
en la sala de visitas el rostro de la mujer se ilumina. Un prisionero
rubio, alto, de ojos rasgados se aproxima con una risa de oreja a oreja.
La familia se reúne por primera vez después de casi cuatro años. Era un
día de abril de 2002, en la prisión de Beaumont, Texas, en los Estados
Unidos.
Los
protagonistas de estas escenas son Elizabeth Palmeiro Casado y Ramón
Labañino Salazar. Para sus carceleros él es un espía; para ella, es
simplemente su amor, su esposo, su hombre, el padre de sus hijas; para
Cuba, un héroe.
Aquel
día Ramón hizo chistes, contó anécdotas graciosas de Ailín, Laurita y
Lizbeth, evocó los días felices en Cuba, y en pocos minutos la sala
semejó para las niñas un parque de diversiones. Elizabeth, atenta, solo
añadía algún que otro detalle.
Hubo
un instante mágico en que se miraron hasta el alma para sellar otro
pacto con el amor: protegerían a sus hijas siempre, de todo y de todos.
Entre
Elizabeth y Ramón pervive un amor de esos que no se marchitan ni se
mueren. Jamás él la vio embarazada, tampoco estuvo durante el nacimiento
de las niñas, llevaban más de dos años sin verse cuando a él lo
detuvieron y hasta hoy él cuenta más de catorce años en prisión.
Durante
todo este tiempo solo el amor los ha librado de las maldades y los
rencores ajenos, del olvido, la soledad, la desesperanza.
“No
hay fórmula para esperar”, admite ella cuando habla de Ramón. “Es su
voz la que hace andar el mundo”, repite él en cada verso, en cada
conversación.
“Acabo
de oír tu voz/ Y ya el mundo es diferente/ Vuelven los pájaros a
volar/ Y las nubes a ser más tenues,/ El brillo del sol se sube/ Entre/
las montañas verdes/ Como el pico de la ternura/ Entre rubíes y
suertes…/ Todo tiene su rumbo/ Que marcha felizmente/ Vuelve el/ mundo a
andar/ Porque yo soy un hombre de suerte/ Acabo de oír tu voz/ Y ya el
mundo es diferente//”.
Cuentan
que Ramón ríe desde las paredes de su casa en el Vedado, donde asoma
feliz en decenas de fotografías. Dicen que Lizbeth, la hija más pequeña
prometió que no iba a dejarlo salir más cuando regresara y Laura y Ailín
confían en la fiesta de arroz congrís y puerco asado prometida por él
en cada encuentro.
Por
su parte, Elizabeth convirtió la distancia en semillas y raíces.
Aprendió el secreto de esperar y por eso tiene la certeza de que el 30
de octubre del 2024, fecha fijada para su libertad, está llegando. Los
dos resisten con las manos tendidas, yo también se las aprieto fuerte,
muy fuerte y les regalo hoy otra esperanza en versos.
Lento pero viene El futuro se acerca Despacio pero viene
Ya se va acercando Nunca tiene prisa Viene con proyectos Y bolsas de semillas
Con ángeles maltrechos Y fieles golondrinas
V
Hay ausencias/ que te hablan de un mañana / que se tornan de todos los colores/ que te ponen el mundo en la ventana/ y de esperanza llenas los balcones. Liuba María Hevia
Era
una mañana de julio de 2002. La mujer comienza a descender por la
escalerilla del avión. Está nerviosa. Tres años sin verlo. Cuánto
tiempo, piensa. Una vez en el aeropuerto de Houston, en los Estados
Unidos, revisan sus documentos. La miran una y otra vez, hablan en voz
baja. Alguien más llega. Debe esperar. La interrogan, la fotografían,
manchan sus dedos de tinta. Se angustia y un desespero terrible minan su
voluntad. Once horas después le dicen que no es bienvenida, que debe
regresar a Cuba. En la prisión de Lompoc un hombre se queda esperándola.
Así
transcurrió la estancia de Adriana Pérez O’connor la única vez que
viajó a los Estados Unidos para visitar a su esposo, Gerardo Hernández
Nordelo.
Aquel
día ella hizo el viaje de regreso como si fuera una pesadilla
interminable. Una vez en casa la incertidumbre pasó, volvió a sentir la
presencia de él en la sala, en la cocina, en el jardín. Llenó la cama
con sus cartas y postales y miró el sillón donde tantas veces la acunó
como si fuera una niña.
Ni
Adriana ni Gerardo sospecharon entonces que la espera se alargaría
indefinidamente. Quienes le impiden hasta hoy reencontrarse, tampoco
adivinaron que hay lazos que no se rompen como las normas, las
convenciones, las leyes, o los mandamientos.
Pasan
los años y jamás es invierno en la vida de esta pareja. Adriana, más
hermosa, con una esperanza a prueba de odios y bombas, con el sueño
intacto de los hijos que están por nacer.
“Queridos
hijos: Cuando lean estas líneas habrán pasado algunos años desde que
fueron escritas. Ojalá no sean muchos. En esta fecha ustedes no han
nacido, y hasta su mamá tiene dudas de si algún día nacerán. Todo se
debe a que estoy viviendo momentos difíciles de mi vida, lejos de mi
país y de mi familia, de los que sin embargo, estoy muy orgulloso y
espero que algún día ustedes también lo estén…”
A Gerardo le queda estrecha la celda para tantos amigos, para tantos sueños, para tanto amor.
Cuba,
le llaman a él en Victorville, esa prisión en medio de un desierto que
colma a diario de mariposas, pepinos, cigüeñas, ejemplos. Mientras, los
carceleros se asombran por la alegría inusitada de un hombre condenado a
dos cadenas perpetuas más quince años de privación de libertad.
La
nostalgia existe, es cierto, pero también el teléfono, el correo, los
amigos, la risa, la música, la esperanza. Gerardo y Adriana saben que
el miedo es inútil y la mentira también, que los besos no se pudren ni
los abrazos, ni los deseos.
Ella
dice que sonríe siempre porque esa la mejor forma de esperarlo y a él
tampoco se le marchita la alegría, porque sabe de un jurado de millones
que un día le regalará la libertad.
*Periodista
cubana, trabaja en la emisora Radio Jaruco, y una de las fundadoras del
Comité “Alas de Libertad” de esa emisora por la Libertad de los 5
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Rosa C. Báez
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