Por Deysis Francis Mexidor
Fernando
González Llort cumplió 50 años este 18 de agosto. Tenía apenas 35
aquella madrugada de sábado del 12 de septiembre de 1998 cuando fuerzas
del FBI le interrumpieron el sueño, pero no lograron quebrarle los
principios
Un cálido beso a su Rosa —esa mujer de ojos claros,
inmensos, profundos—, es lo que ahora mismo Fernando González Llort
estaría deseando. No puede. Como no ha podido tampoco despertarse junto a
ella en muchos años.
Como le han privado también comer la yuca
con mojo, ese plato criollo que solo Magali, su mamá, sabe hacer como le
gusta, y que ella no ha vuelto a cocinar desde que su hijo falta.
Es una añoranza que le crece en la medida que se acerca la fecha del regreso.
Un
regreso después de una cárcel injusta, una sentencia injusta, como lo
ha sido todo el proceso seguido en Miami que un día de diciembre del
2001 lo condenó a él y a Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino
Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez y René González Sehwerert —-cinco
hombres hermanados en la lucha por preservar la vida—-, a largas penas
en prisiones de Estados Unidos.
Fernando cumplió 50 años este 18
de agosto. Tenía apenas 35 aquella madrugada de sábado del 12 de
septiembre de 1998 cuando fuerzas del FBI le interrumpieron el sueño,
pero no lograron quebrarle los principios.
"Los 50 años me
dan la satisfacción de haber actuado según mis convicciones, inculcadas
por la familia y la Revolución. Me permiten también la comprensión de
que el camino continúa, que la labor de mejorarme como ser humano, como
hombre, como revolucionario, como hijo, como pareja, es una labor que
nunca se puede dar por terminada. Es la perspectiva que me ofrece este
aniversario".
Así llegan sus palabras desde una
penitenciaría de Arizona. No se trata de una entrevista. Imposible. Son
las respuestas que en medio de un breve intercambio obtuvo la
reportera...
¿Qué son 50 años en la vida de un hombre?
No
son nada si la perspectiva es la historia del hombre como especie
biológica, ni siquiera desde la perspectiva de la historia del país en
el que uno vive y desarrolla su actividad.
Ahora, 50 años para un ser, vistos desde el aspecto de la vida personal, popularmente se considera "la media rueda".
Aunque
yo a manera de jarana siempre digo que mi rueda dentada tiene más de
150 dientes y, por tanto, yo estoy lejos aún de la mitad.
Creo
que lo más importante es sentirse feliz con lo que uno hace, que no
implica un nivel de satisfacción que le impida a uno proponerse metas o
asumir nuevos retos o planes.
Tampoco quiere decir que uno acierte en todo o que haya aprovechado al máximo el tiempo vivido.
La prisión ofrece oportunidad para pensar, para valorar, para crecer si uno aprovecha el tiempo de forma positiva.
Por
tanto, los 50 años en la vida de un hombre pueden ser un buen momento
para hacer balance y ganar experiencia con vistas a seguir el camino.
Uno que todavía es largo y que yo espero que el desarrollo de la ciencia
y de los avances médicos, así como de la cultura que yo sea capaz de
adquirir, permitan que sea aún mucho más largo.
Paradigmas
El
Che y Camilo son mis paradigmas. Me parece que entre los
revolucionarios de mi generación ellos son los paradigmas para la
mayoría.
Esta opinión no es el resultado de una encuesta ni de un estudio sociológico, puedo estar equivocado.
Pero
son las figuras de nuestra historia más reciente que han dejado una
huella profunda en nuestra formación. Por supuesto, ni al Che ni a
Camilo los conocí personalmente. Pero desde que era pequeño en la
escuela las cosas que nos enseñaban causaban una gran impresión.
Luego,
en mi juventud, con las lecturas y los comentarios de quienes sí los
conocieron y compartieron con ellos riesgos, tareas de la Revolución,
trabajo se fue profundizando esa imagen que estaba sembrada desde la
niñez.
Posteriormente, ya de adulto, el conocimiento de
la obra de cada uno de ellos, de sus historias y de sus características
personales con un poco más de profundidad, vienen a confirmar y a
reforzar aquello que desde la niñez me había sido inculcado.
Mira,
y creo que en nadie se conjuga como en el Che la capacidad de ser
consecuente con lo que se piensa y la capacidad de sacrificarlo todo por
las ideas en las que uno cree, por el afán de cambiar para bien el
mundo en que vivimos.
Un ser humano en el que se
imbrican características como la consecuencia, la ética, la capacidad
teórica, la intrepidez en la acción, y un amor profundo por la humanidad
que fue su motivación, lo que lo impulsaba en su vida.
No
es por gusto que vemos su foto en manifestaciones en cualquier rincón
del mundo, por lejano que sea a los entornos geográficos en los que el
Che desarrolló su lucha.
Es posible que algunos de
aquellos que portan su foto en esas manifestaciones no tengan el mismo
nivel de detalle que los cubanos tenemos de la vida y la obra del Che,
de su legado ideológico, teórico, etcétera.
Pero el
actuar consecuente del Che, su capacidad de sacrificio y su ética
revolucionaria impactan y han dejado un mensaje al mundo, un mensaje que
llega a lo más profundo del ser humano. Un mensaje que moviliza.
Cuando te menciono nombres como Nelson Mandela...
Un
gigante de la resistencia y de la dignidad. Soportó 27 años en una
cárcel sin declinar un ápice y su estatura creció tanto que en cualquier
rincón del mundo se le conoce con solo decir Mandela.
Su
talla universal lo hacen uno de los imprescindibles de este tiempo. Fue
el primer Presidente negro de Sudáfrica, un hombre que ha sabido ganar
muchas batallas, la más reciente es por su vida.
Aun
desde la cama de un hospital sigue en la batalla. Infinidad de personas
le han rendido homenaje por su 95 cumpleaños a este ícono de la lucha
contra la segregación racial. Sencillamente, porque Mandela inspira.
Quiero
aprovechar que me preguntas mi opinión sobre tan significativa
personalidad contemporánea para mencionar que yo he tenido el privilegio
de compartir años de prisión con Oscar López Rivera. López Rivera es
otro gigante de la resistencia y la dignidad, quien lleva más de 30 años
en prisiones norteamericanas por su lucha a favor de la independencia
de la isla hermana de Puerto Rico. Quiero también rendir homenaje a este
compañero que lo merece y del cual aprendí mucho en los años que
compartimos en prisión.
¿Mahatma Gandhi?
Un
visionario. Un hombre que supo descifrar la psicología de un imperio,
el inglés, que se descomponía, para enfrentarlo con gran efectividad
hasta lograr los propósitos de independencia para su país.
Y
también tuvo el valor inmenso de enfrentarse a la fuerza política y
militar de ese imperio, y a las fuerzas represivas del mismo, solo con
la protección de sus convicciones y su moral, que a la postre fueron
superiores a toda la fuerza y la arrogancia del imperio inglés.
¿Fidel Castro?
Un
gigante político, un hombre de grandes luces, pero más que nada, un
gigante moral. Una de las personalidades políticas más grandes de la
segunda mitad del siglo XX y del XXI.
Una dicha para los
cubanos que hayamos contado y que contemos con su presencia y su
actuación. Culminó lo que a Martí le fue imposible por su prematura
caída en combate. Lograr y mantener la independencia de Cuba es un hecho
histórico de una complejidad singular.
Nada más hay que
mirar un mapa mundi y ver la ubicación geográfica de nuestro país; una
pequeña isla a solo 90 millas del imperio más poderoso que ha conocido
la historia y que por más de 200 años ha soñado con apoderarse de esa
isla.
Fidel supo cómo lograr esa independencia en las
más complejas condiciones históricas, y cómo mantenerla y solidificarla
en condiciones aún más complejas.
Nos enseñó a vencer en
las más difíciles condiciones, a tornar un acontecimiento negativo e
incluso aparentemente fatal (pensemos en Alegría de Pío, o en la caída
del campo socialista, por ejemplo) en una victoria.
Las
ideas, los conceptos y la manera de enfrentar las dificultades que Fidel
nos ha enseñado hoy son parte del acervo ideológico y cultural con que
contamos para hacer frente a las complejidades del mundo actual, para
salir adelante ante cualquier situación por difícil que sea y para
vencer.
Hay quienes dicen que eres el más
inteligente, o que tienes tremenda prosa, o que eres callado y a la vez
un jodedor cubano. Dime...
René es el más
inteligente de nosotros. Cualquiera de nosotros cuatro te diría lo mismo
sin pensarlo un segundo. No sé de dónde sale lo de la "prosa
hermosísima", nunca había escuchado esa opinión sobre lo que yo he
escrito, que tampoco es mucho.
Sí, me han comentado en ocasiones sobre mi hábito de la síntesis, que considero a veces es bueno pero no siempre lo es.
Hay veces que puede convertirse en un obstáculo. Pero es cierto que, para bien o para mal, es un hábito que tengo.
El
resto de lo que mencionas: "El más callado o un jodedor cubano", creo
que soy un poco de ambos. Tiendo a ser reservado, a observar desde la
tranquilidad y a disfrutar de esta, a formarme opiniones antes de
emitirlas, a no emitirlas frívolamente.
No soy una
persona extrovertida, pero también me gusta la broma y la rumba, esta
última no solo en el sentido del género musical, que también me agrada,
si no en su acepción más general.
El 13
de octubre del 2009 comenzó el proceso de resentencia dispuesto por el
Onceno Circuito de la Corte de Apelaciones de Atlanta en los casos de
Fernando González, Antonio Guerrero y Ramón Labañino que concluyó dos
meses después (8 de diciembre) en la Corte de Distrito de Miami.
Entonces su sentencia original de 19 años fue modificada a 17 años más
nueve meses en prisión. Debe salir por cumplimiento de condena a finales
de febrero del 2014. Hijo de Magali Llort y Fernando Rafael González,
Fernando nació en La Habana en el año 1963. Se graduó con título de Oro
en Relaciones Internacionales y como otros jóvenes cubanos de su
generación estuvo en Angola. Y dan ganas de admirar más a este hombre —a
estos Cinco hombres que su pueblo cataloga de Héroes—, quien pese a los
pesares afirma, sin titubeos: "A los 50 años soy feliz y a la vez
comprendo cuánto me queda por aprender".
Tomado de Periódico Granma