Un inmenso júbilo nos invade, al mismo tiempo que fluyen, como
apariciones mágicas, rostros y escenas vinculadas s las luchas que, por
esta causa se han venido librando en cada país, y también el nuestro.
A mi mente, acuden de inmediato cuatro imágenes fulgurantes y
resplandecientes: la de Fidel, aquel hombre legendario que en julio del
2001 nos instó a asumir esta causa con la confianza entera que los
héroes volverían; la de Irma, la madre de Antonio Guerrero que nos
visitara hace algunos años con el mensaje de luz y esperanza reflejada
en el rostro; la de Adriana, la esposa de Gerardo, que llegó aquí,
impetuosa y vibrante, para romper el muro de silencio tendido en torno
al caso por la “prensa grande” que siempre nos denigra: y la de Aylí, a
quien vimos recientemente -por segunda vez en el Perú- en el XV
Encuentro Nacional de Solidaridad con Cuba, celebrado en Huancayo, en el
corazón de los andes-
Y después de eso, la imagen de los
nuestros. De los que marcharon aquí siempre, los que estuvieron en
primera fila, los que no nos fallaron nunca, los que obraron con lealtad
y consecuencia, y pusieron la dignidad y el valor por encima de todo,
dejando testimonio de su identificación inquebrantable con lo que fue
para nosotros, una bandera enhiesta: el rostro de los 5
Todo eso
ocurrió el miércoles 17 de diciembre cuando me dirigía hacia la Plaza
Bolívar, del distrito de Pueblo Libre, donde estaba previsto un evento
en homenaje al Libertador, el evocarse los 184 años de su muerte
ocurrida en Santa Marta, en 1830.
Luego, ya en el acto, en medio
de los himnos de los países bolivarianos, el discurso vibrante y sentido
del nuevo embajador de Venezuela y la colocación de ofrendas florales
al pie del monumento; la alegría contenida, las manos entrelazadas, las
sonrisas cómplices: el preludio de los calurosos abrazos que nos dimos
ante la mirada sorprendida de los elegantes uniformados, integrantes de
la Guardia de Honor encargada del homenaje programado. Después, a
correr, para no perdernos palabra alguna del discurso de Raúl. Y luego,
las imágenes de los 5 tocando tierra en Cuba, al lado de los suyos.
Ver todo esto con los ojos fatigados pero el corazón ardiente;
constituye una experiencia singular. Sobre todo para quienes hemos
vivido todos estos años como activos combatientes de una causa que
-dijimos siempre- nos dignificaba ante los ojos del mundo porque
encarnaba lo mejor: el combate por la justicia. Después, ha continuado
la tarea: recibir los informes, elaborar documentos, recabar saludos,
responder mensajes. Mirar la vida de otra manera, con un hálito de
esperanza en la fuerza que entraña una causa noble.
En los
últimos días, y horas, he recibido múltiples expresiones de alegría. No
sólo decenas, sino centenares de abrazos en la calle, llamadas al
teléfono, mensajes de Internet, envíos del Facebook, palabras de aliento
recogidas por el Twitter. Y no sólo procedentes del Perú, por cierto,
sino de muchos países, de amigos y compañeros de lucha con los cuales se
cimentara un común esfuerzo solidario. Y es que seguros estábamos que,
finalmente, nos sonreiría la victoria. Y así fue. Al haber ocurrido
ella, debemos explicarla brevemente: es producto de la nueva correlación
de fuerzas existente en América Latina. Hoy, los procesos anidados en
el ejemplo de la Cuba de Fidel recorren inexorablemente todo el
continente. Y el Imperio no puede vanagloriarse, como antes, de
controlar a la mayoría de gobiernos y países. Objetivamente, no hay uno
que siga servilmente sus designios, como ocurría antes.
Estados
Unidos ideó el bloqueo a Cuba como una manera de aislar a ese país de
sus hermanos de América. Pero después de más de 50 años se ha podido
constatar que Cuba está mas unida que nunca con Venezuela, Bolivia,
Uruguay, Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Panamá;
incluso Colombia y Perú, donde -pese a todo- la amistad entre nuestros
países y pueblos, ha crecido y se ha incrementado. Estados Unidos, quedó
aislado.
Pero también es resultado de la amplitud que se logró
para este movimiento. Intelectuales, científicos, personalidades del
mundo religioso, Iglesias, líderes de opinión, funcionarios de Estado,
Ministros, Congresistas, dirigentes políticos, deportistas; todos se
sumaron al margen de credos, ideas y concepciones particulares. Todos
entendieron el mensaje humano que simbolizaba el rostro de los cinco y
la mirada inquisitiva de sus familiares y allegados.
Y esto hay
que atribuirlo a la sabia política exterior de Cuba, pero también al
trabajo infatigable que se hizo en todas partes. El, nos llevó a tocar
todas las puertas, buscar todas las ayudas, alentar todas las formas de
acción solidaria. Dijimos siempre que en esta causa, nadie estaba demás.
Todos, hacían falta. Y así fue.
Cuando en los encuentros de
Holguín los compañeros del Comité Internacional nos instaban a actuar
mirando al norte para llegar a la opinión pública norteamericana, sabían
lo que decían: Fue clave para el éxito el trabajo que se hizo ante del
Capitolio, ante la Casa Blanca, en las Jornadas de Washington.
Los peruanos tuvimos experiencias significativas en esta tarea. Hicimos
en reiteradas ocasiones plantones ante la embajada de los Estados
Unidos. Pero también Marchas, movilizaciones, presencia en Plaza
públicas, en puentes y avenidas. Y eso aconteció aquí, y en otras
ciudades del país.
Concentramos asambleas obreras, reuniones
juveniles, eventos académicos, recitales poéticos, conciertos al aire
libre y encuentros en lugares cerrados. Figuras de primer nivel, como
los poetas Marco Martos, Arturo Corcuera, Hildebrando Pérez Grande,
Winston Orrillo, Marcela Pérez Silva, Rosina Valcárcel, estuvieron con
nosotros. También escritores, como Oswaldo Reinoso, José Luis Ayala,
Eduardo González-Viaña, Roger Rumrrill, Bruno Buendía, Eduardo Arroyo;
artistas, como Fanny Palacios, Sonia Estrada, Ever Arrascue, Bruno
Portugez, Víctor Delfín; se sumaron a esta causa con desinterés y
empeño.
En el país hicimos también ceremonias religiosas,
liturgias católicas y de otros credos, escalamos montañas, llegamos
hasta las más altas cumbres andinas poniendo la bandera de los 5 en el
paso ferroviario mas elevado del planeta, a 4.892 metros sobre el nivel
del mar. Actores de estas jornadas fuimos jóvenes y viejos, hombres y
mujeres, guiados por una sola mística: la absoluta seguridad que
nuestros pasos nos conducirían a la victoria. Nuestro último 5 de
diciembre, nos dirigimos a la Nunciatura Apostólica con la Carta al Papa
Francisco, redactada por Gloria Helfer. ¡Un acierto!
Valoramos
hoy día muchas cosas: el que hayamos podido realizar eventos de muy alto
nivel en el Hemiciclo Porras, del Congreso de la República, en cuatro
ocasiones, con el apoyo de congresistas tan distinguidos como Javier
Diez Canseco, Víctor Mayorga, Sergio Tejada, Manuel Dammert;: que
hayamos logrado acuerdos de Cámara en apoyo a la causa de los 5, que se
haya conocido -aunque fuera ocasionalmente- en algunos de los voceros de
la “prensa grande”. Que el propio Presidente Humala haya abordado el
tema del bloqueo en dos ocasiones en la Asamblea General de Naciones
Unidas.
Es curioso, lo ocurrido el 17 de septiembre hizo que de
pronto aparecieran “amigos de Cuba” que nunca estuvieron antes. En la
Plaza Bolívar de Pueblo Libre se le presentaron a la embajadora del país
caribeño tres personas diciendo que eran del Comité Peruano de
Solidaridad con los 5. Nunca los vimos antes. Y tanpoco después. Se
esfumaron, cuando repararon que no podrían sorprender a nadie.
Los presentadores de la Tele informaron esa noche: “Y finalmente
liberaron a los espías cubanos, ¡qué bien! Ahora habrá paz en el mundo”.
Ellos nunca dijeron que estaba bien la lucha que hacíamos. Nos cerraron
las puertas siempre. Pero además, remacharon la idea falsa que los 5
eran “espías” y que no había paz porque estábamos nosotros, luchando por
su libertad. Alcanzada ésta, se lograría “el mundo de paz” que ellos
anhelaban.
Otro rancio columnista comprometido con la Mafia
cubano-americana de Miami, dijo muy suelto de huesos: “¡Por fin se acabó
el estúpido embargo norteamericano sobre Cuba!” Por cierto que tardó
más de 50 años en darse cuenta que ese bloqueo era estúpido, porque
hasta el día anterior, lo apoyaba con uñas y dientes.
Y es así,
pero no importa. Lo que vale, es la victoria de los pueblos. Porque fue
una victoria de la dignidad, una victoria de Cuba, una victoria de la
justicia, una victoria de la alegría. Una victoria de todos. Y por eso,
también una victoria nuestra.
(*) Presidente del Comité Peruano de Solidaridad con los 5 / Del Colectivo de Direcciòn de Nuestra Bandera. http://nuestrabandera.lamula.pe
Tomado de https://www.facebook.com/photo.php?fbid=793249310738679&set=a.240161446047471.59234.100001608522252&type=1&fref=nf&pnref=story