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Kurt L. Schmoke es presidente de la Universidad de Baltimore |
Por Kurt L. Schmoke*
En 1999 acompañé a los Orioles de Baltimore en su histórico viaje a
La Habana, Cuba. Este hecho marcó la primera vez, desde 1959, en que un equipo de las Grandes Ligas de Béisbol jugó en Cuba.
Muchos de nosotros esperábamos que un partido de béisbol entre los
equipos de Estados Unidos y Cuba podrían ser el precursor de unas
relaciones diplomáticas normalizadas, de la misma forma en que un
partido de ping-pong señaló un cambio en las relaciones de Estados
Unidos con China. Por desgracia, no se cumplieron esas esperanzas.
Recientemente, visité Cuba para ver cuánto había cambiado la vida
desde la visita de los Orioles. Lo que descubrí fue que, bajo el
concepto de pueblo a pueblo, los ciudadanos de Cuba y los Estados Unidos
desean estrechos vínculos y relaciones comerciales normales, pero los
gobiernos de nuestros dos países permanecen atrapados en batallas
políticas de la Guerra Fría. A pesar de que tanto médicos cubanos como
estadounidenses están en el África occidental para luchar contra la
crisis de Ébola, esa cooperación sigue siendo la excepción y no la
regla.
Uno escucha las declaraciones de algunos funcionarios del gobierno
acerca de la voluntad de iniciar una nueva era de relaciones
diplomáticas, y que el camino a esa nueva era parecía haber comenzado
tras el fin de las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética,
con la destrucción del muro de Berlín. Sin embargo, parece que siempre
apareció una barricada cada vez que las partes se movían hacia adelante.
El impedimento actual se levanta sobre el encarcelamiento en Cuba de un
residente de Maryland, Alan Gross, y del encarcelamiento en Estados Unidos de un grupo conocido como los Cinco Cubanos. Creo
que la Delegación de Maryland al Congreso puede ser la clave para abrir
las puertas de la cárcel para todos estos hombres, y propiciar una
nueva era de la diplomacia para los dos países.
Alan Gross, de 65 años de edad y vecino del condado de Montgomery,
fue detenido en Cuba en 1999, mientras trabajaba bajo contrato
patrocinado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional “para aumentar el acceso a Internet en pequeñas comunidades de
todo el país”. El gobierno cubano alegó que su trabajo implicaba actos
perjudiciales a la República de Cuba (esencialmente lo etiquetan de
espía) y lo condenó a una pena de 15 años. Lleva preso cuatro años. Sus
amigos y partidarios indican que se encuentra en muy mal estado de
salud, después de haber perdido cerca de 100 libras durante su
encarcelamiento.
Los Cinco Cubanos
eran, de hecho, oficiales de inteligencia enviados a Miami en la década
de 1990 para recopilar información sobre los grupos locales
anticastristas, que presuntamente participaban en actividades que
violaron la ley de los Estados Unidos, incluidos actos de violencia
destinados a derrocar al gobierno de Castro. A pesar de que el gobierno
de Estados Unidos recibió evidencia que apoyaba esas denuncias, los
fiscales estadounidenses no actuaron sobre los grupos violentos, sino
contra los cinco agentes de inteligencia cubanos. El gobierno optó por
procesar a los Cinco Cubanos -no en cualquier lugar- en Miami.
En 2001, después de cortas deliberaciones del jurado, los Cinco
fueron declarados culpables de una variedad de cargos de conspiración y
fueron condenados a penas que van desde 30 años a cadena perpetua. Uno
de los cinco (a quien conocí recientemente) fue puesto en libertad en
2011 tras cumplir 15 años, y enviado de vuelta a Cuba con la condición
de que nunca regresara a los Estados Unidos. Otro fue devuelto en
febrero en duros términos de libertad condicional. Tres permanecen en
prisión.
Es de destacar que después de cuidadosa y objetiva revisión de los
casos de Alan Gross y de los Cinco Cubanos, el Grupo de Trabajo de la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU sobre Detenciones Arbitrarias,
condenó el encarcelamiento de los seis hombres e instó a los gobiernos
de Cuba y Estados Unidos a liberarlos.
Se desprende de las declaraciones hechas por funcionarios del
gobierno cubano que el destino de Alan Gross está ligado a la suerte de
los Cinco Cubanos. Algunos defensores del status quo de la
Guerra Fría pueden querer que el Sr. Gross languidezca en la cárcel como
una demostración de la crueldad del régimen de Castro. Pero eso no
sería ni lo más prudente ni lo más humano. La Delegación del
Congreso de Maryland debería presentar una petición al presidente Barack
Obama para que conmute las sentencias de los Cinco Cubanos y los
devuelva a Cuba. Si conmuta las penas, el presidente no tendría
que comentar sobre la culpabilidad o inocencia de los Cinco Cubanos.
Más bien, él sólo estaría indicando que estos hombres han cumplido un
castigo por un tiempo suficiente.
Este acto conduciría inevitablemente a la liberación de Alan
Gross. Ese resultado permitiría a nuestros países iniciar la cuenta
regresiva en el camino que conduce a la normalización de las relaciones,
aquella que muchos esperábamos cuando la histórica visita de los
Orioles.
Kurt L. Schmoke es presidente de la Universidad de Baltimore. Su correo electrónico es President@ubalt.edu.
(Publicado en The Baltimore Sun. Versión del inglés: Cubadebate)