Por Wilkie Delgado Correa

Sólo
el respeto mutuo y el reconocimiento de las diferencias que han signado
la evolución histórica de ambas naciones, podrían conducir al éxito en
las relaciones futuras entre EE.UU y Cuba.
Pensaba
escribir un artículo sobre mis deseos para fin de año que abarcase
aspiraciones soñadas que compartiesen individuos, colectividades y hasta
la humanidad entera. Pero este día de hoy, 17 de diciembre de 2014,
puede ser calificado como un día feliz por su trascendencia y
envergadura a nivel personal e internacional, y no puede haber otro tema
más oportuno.
La
alta política, apoyada por factores diversos surgidos y alimentados
durante más de cincuenta años, encontró al fin un rumbo certero que ha
permitido el reconocimiento del fracaso de las medidas de aislamiento
contra Cuba y, con ello, el restablecimiento de relaciones diplomáticas
entre Estados Unidos y Cuba y la liberación de la prisión de Gerardo,
Antonio y Ramón, patriotas cubanos encarcelados injustamente en
territorio norteamericano.
El
restablecimiento de las relaciones con Cuba por parte del gobierno de
Obama es indudablemente un acto rectificador que entraña valentía. Se
logró durante su segundo mandato, lo que quizás se hubiera alcanzado
mucho antes, durante el segundo mandato del presidente James Carter, de
haber resultado reelecto, ya que este dio el primer paso importante en
este terreno con el acuerdo de abrir Oficinas de Intereses en ambos
países. De modo tal que el restablecimiento de las relaciones abre vías
para eliminar el bloqueo económico, comercial y financiero, condenado
por la comunidad internacional en todos los foros, que constituye el
principal obstáculo para la normalización definitiva de las mismas.
En
cuanto a los Cinco Héroes cubanos, la libertad de los 3 que aún
cumplían condena en Estados Unidos, más que perdón, tiene un papel
reparador de la justicia. Estos hombres no están cansados a pesar de los
16 años en prisión. Están de pie y rectos en su dignidad plena. Antes
en las cárceles y ahora en libertad continúan alzando sus verdades como
las banderas victoriosas de la redención humana y de la paz del mundo.
Al infiltrarse en el seno de los grupos terroristas de Miami, a fin de
neutralizar sus acciones criminales, estos hombres hicieron una
contribución significativa a la paz entre el pueblo cubano y
norteamericano y a la lucha contra el terrorismo.
El
pueblo cubano los ha recibido con el amor que merecen y con una enorme
alegría, y hombres y mujeres sensibles han derramado lágrimas de
felicidad por la emoción desbordada ante la noticia y su presencia en
Cubita la Bella.
Especial
recuerdo y reconocimiento merecen hoy todos aquellos que durante años
libraron las más generosas luchas de solidaridad por la liberación de
los 5, hecho que no tiene precedente, por su universalidad y constancia,
en la historia contemporánea.
En
el mundo del mañana debe esperarse que prevalezcan los mejores
sentimientos, las mejores acciones y las mejores ansias de la humanidad.
En ese mundo del mañana, bajo el imperio de la paz y la amistad,
liberado del miedo y la miseria, esperamos que Cuba pueda realizar
plenamente los sueños que hoy atesora, con relaciones plenamente
normales con los Estados Unidos.
Mientras
esa hora llega, Cuba debe seguir oteando el horizonte, seguir armada de
su verdad, seguir alzando su dignidad y rebeldía, y continuar forjando
su victoria. Estados Unidos debe aprender una lección, y es que no
siempre la fuerza, las amenazas y las agresiones, son instrumentos de la
victoria. Pero para ello debe abandonar su papel, y en el caso de Cuba
esto es esencial, de "perdonavidas” ni cambiar de atajos para la
preparación de emboscadas. Tampoco estaría bien que pretendiera
sermonear a Cuba con la filosofía de la ideología que sustenta a la
nación estadounidense ni imponer valores que no se corresponden con la
naturaleza y vocación cubanas. Sólo el respeto mutuo y el reconocimiento
de las diferencias que han signado la evolución histórica de ambas
naciones, podrían conducir al éxito en las relaciones amistosas y
provechosas para los dos pueblos.
En esta hora decisiva y definitoria, Cuba patentiza las palabras de Martí en el sentido de que "nada
piden los cubanos al mundo, sino el conocimiento y respeto de sus
sacrificios, y dan al universo su sangre […] Y al mundo preguntamos,
seguros de la respuesta, si el sacrificio de un pueblo generoso, que se
inmola por abrirse a él, hallará indiferente o impía a la humanidad por
quien se hace”.
*Médico cubano; Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba