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Cinco Héroes Cubanos
Qué sabes sobre estos valientes hombres?

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Entradas por tag: antiterroristas
16 de Noviembre, 2015 · Cinco Prisioneros en USA

Por Enrique Ojito

“Le debemos mucho a la solidaridad internacional”, destaca. Foto: Vicente Brito.

“Le debemos mucho a la solidaridad internacional”, destaca. Foto: Vicente Brito.

 

Lunes, 15 de diciembre del 2014. En la prisión, antes de irse a descansar, Ramón Labañino Salazar hojea el álbum de fotos, ventana por donde se escapa cuando quiere encontrarse con los suyos, aunque exista un abismo entre Ashland, Kentucky, Estados Unidos, y La Habana, Cuba.

—Coloca el reloj en la taquilla y ponte los tenis. Ven conmigo, le apremia el guardia.

La celda queda atragantándose la injusticia. Ágil de marcha, Labañino casi le pisa los talones al uniformado. Primero van al ropero; luego, a otro sitio para ponerle las cadenas. Las rejas abren y cierran, y su rechinar metálico recuerda al cubano que no camina por el Vedado capitalino

—Hay que sacar a esta persona hacia el aeropuerto más cercano y trasladar las propiedades.

Claro, bien claro lo escucha Ramón y comienza a pensar que algo bueno está por suceder. Esposado, sube a una camioneta Vans; al llegar al aeropuerto, oye: “Apúrate, que el otro viene atrás”. El destino: un hospital carcelario en Carolina del Norte.

Las escenas se suceden como en una película al estilo hollywoodense, con la sustancial diferencia de que se trata de una historia real, protagonizada ese día también por Antonio Guerrero y Gerardo Hernández. Ni asomo de idea tenían de la ronda secreta de conversaciones oficiales entre funcionarios de La Habana y Washington iniciada en el 2013.

La premonición de Ramón está por consumarse, aunque nada le aclaran aquellos guardias de caras ceremoniales que lo llevan de un lado a otro. Desde su arribo al hospital, solo tiene ojos para buscar a Gerardo y Antonio; sin embargo, ni la menor señal de ellos. Alrededor de las ocho de la mañana del 16 de diciembre, un guardia le advierte:

—Vas para el área de visita.

Precipitadamente lo sacan por el pasillo; de improviso, frente a él, sus hermanos. Olvida la molestia aferrada a la rodilla desde hace tiempo y corre hacia a ellos. Abrazo viril, pecho contra pecho; tres hombres, igual épica. Más tarde conocerán que a las 8:10 a.m. del siguiente día tendrán a Cuba, cálida y venerable, bajo sus pies.

Por segunda vez, he vuelto a la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en la habanera calle 17, antigua mansión del marqués Avilés, construida bajo los códigos del BeauxArts parisino. He vuelto al mismo salón de altos espejos, a la misma butaca de rojo púrpura. Delante, otro Héroe: Ramón —primero había sido René González—. A su lado, Elizabeth Palmeiro Casado, atenta a alguna fecha descarriada en los más de 16 años de encierro en cárceles de los Estados Unidos de su esposo, quien se establece desde febrero de 1992 en la Florida como agente de la Seguridad Cubana bajo el seudónimo de Oso.

“Mi familia estaba ajena a todo. Como soy economista, dije que era gerente de una supuesta firma en España que se encargaría de traer mercancías para Cuba debido al bloqueo”, señala.

- ¿Cuál fue el itinerario que siguió para llegar a Estados Unidos?

- Varios países y México finalmente. Cuando puse un pie allá me dije: pude cruzar. Para nosotros, entrar a otro lugar es el momento más difícil porque lo haces con identidad falsa. Toda tu preparación se va ahí. Si cruzas, eso demuestra que fue un trabajo muy fino.

- A partir de ese momento usted sería el puertorriqueño Luis Medina. ¿Podría decirse que conocía más San Juan que La Habana?

- Teníamos los elementos para representar ese personaje. Viajé a Puerto Rico; en mi leyenda tenía hasta el color de la casa donde vivía, donde estudié, la parada de la guagua de enfrente. Me moría siendo Luis Medina.

En Tampa, localizada en la costa oeste de Florida y cuyo nombre significa astillas de fuego —en referencia a los relámpagos que azotan el área en verano—, se asienta Ramón, quien permanece inicialmente en un hotel; pero enseguida sale a buscar un sitio más económico.

- Escogí la parte sur de la ciudad, zona de recursos bajos. Empecé a caminar cuadra por cuadra, hasta que detecté una casa que tenía un cartelito a flor de césped que decía: Forrent. La casita al final tenía un garaje, convertido en vivienda. Conversé con la dueña, de origen haitiano, muy humilde. Me presenté como un estudiante universitario. Por suerte, no pidió ningún documento. Me mudé; hay una foto por ahí donde aparecen la casa y una bicicleta; en esa comencé a hacer el trabajo operativo.

Nacido el 9 de junio de 1963, Labañino reconoce la contribución de los medios cubanos a la causa de los Cinco. Foto: Vicente Brito.

Nacido el 9 de junio de 1963, Labañino reconoce la contribución de los medios cubanos a la causa de los Cinco. Foto: Vicente Brito.

- ¿A qué se dedicó para sobrevivir?

- Repartí periódicos en viviendas, vendí zapatos de cuero por catálogo. El trabajo en casa nos permitía tener mucha autonomía y no dejar tantos rastros documentales. En el 96 me orientan que me mudara para Miami; allí manejé un camioncito Vans y distribuía mercancías, medicinas… en diferentes farmacias. Fue el trabajo más estable.

- ¿Cuándo acontece su primer encuentro con Gerardo, jefe de la red, en Estados Unidos?

- Una aclaración: en realidad, Gerardo no era el jefe de la red completa; él era de un grupo y yo de otro. Pienso que la Fiscalía, en el afán de cruzarse con Gerardo, lo puso como jefe de la red. Contra Gerardo se formó una insidia descomunal. Querían buscar un chivo expiatorio para el asunto de las avionetas (el 24 de febrero de 1996 Cuba derribó dos aeronaves del grupo terrorista Hermanos al Rescate por violación de su espacio aéreo).

Ramón y Elizabeth se casaron el 2 de junio de 1990. Foto: Vicente Brito.

Ramón y Elizabeth se casaron el 2 de junio de 1990. Foto: Vicente Brito.

Después de estar yo establecido en Miami, me dieron la instrucción de verlo. El primer encuentro fue muy formal entre dos oficiales. Nos vimos detrás de una librería. Yo debía llegar con cierta vestimenta, y él, igual; le dije una contraseña y me respondió con otra. Fue un intercambio breve. Luego es que conozco a Gerardo con la forma jocosa de él.

- Entre sus misiones, dio seguimiento a un terrorista como Orlando Bosch, uno de los autores intelectuales del crimen de Barbados.

- Es duro seguir a terroristas, son gentes con deudas tremendas con tu pueblo. Era duro tener tan cerca a Orlando Bosch y pensar que causó tanto daño. Una de las misiones era seguirlo cuando él iba a Tampa, sobre todo a Ybor City; también lo hicimos a personajes de la Fundación Nacional Cubano Americana. Mi trabajo era hacer un levantamiento de toda esa parte y tratar de poner un agente nuestro al lado de ellos para buscar las informaciones acerca de sus planes para agredir a Cuba. Fuimos a Estados Unidos para evitar que pusieran bombas aquí, incluso allá. No fuimos a buscar el secreto de la bomba atómica. Cuba tiene derecho a defenderse.

- ¿Qué ejemplos podría citar de las acciones terroristas que evitó?

- Nuestro trabajo es de muchos hombres y mujeres. Los Cinco representamos a muchos. A través de los compañeros que atendía, detectamos la preparación del disparo de un cohete a un avión de Fidel, que iba a cruzar por cierto lugar; también, una pluma con explosivo para hacérselo explotar al Comandante en determinado espacio. En otra ocasión trataron de pasar explosivos por el aeropuerto en un pomo de champú con el objetivo de poner bombas en centrales eléctricas en Cuba.

Para nosotros, lo más gratificante es saber que lo que hicimos tuvo una utilidad final: se evitó una persona herida, una muerta, un ataque a tu Comandante. Esa es la cúspide. Ninguno de los Cinco buscaba la publicidad; nuestro éxito hubiera sido seguir en el anonimato toda la vida.

- Por cierto, debido al desconocimiento de la verdadera misión de usted y su constante ausencia de la casa, la familia llegó a cuestionarlo. ¿Qué sucedió aquel día ante la tumba de su mamá?

- Mi mamá falleció tres meses antes de yo ser descubierto sin saber mi misión; no le di el dolor de verme preso. Ella también me reclamaba: ‘Ramoncito, tienes que sentar cabeza, hijo’. Aquel día frente a su tumba, mi papá me preguntó: ‘¿Hasta cuándo va a ser esto? Tienes tres hijas y una mujer…’. Mira, papá, te voy a ser honesto, esto va a ser hasta que yo no sirva para mi trabajo, me muera o hasta que me cojan preso.

El 12 de septiembre de 1998, Ramón Labañino debía volver a su ritual mañanero: saldría de un tirón de la cama en su pequeño apartamento en Hollywood Beach y luego recogería su Vans en la base; lo abastecería de aceite y gasolina, de ser necesario; montaría los medicamentos e insumos para lanzarse a vencer, semáforo a semáforo, la ciudad de Miami y distribuir la carga a una lista inacabable de farmacias.

Esa debía ser la rutina de aquel sábado, que se vio cortada alrededor de las 5:30 a.m. El agente cubano apenas sintió los golpetazos contra la puerta, que cedió como un limón ante un hachazo. Cuando vino a reaccionar ya tenía encima a los uniformados; intentó forcejear con uno, pero de poco le valió su cinta negra en kárate do con tal desventaja.

—FBI, FBI. Tírate en el piso, tírate en el piso.

Afuera, las hélices del helicóptero despertaban la vecindad y las luces intermitentes de los carros patrulleros anunciaban los dramáticos episodios por acontecer. En el Cuartel General del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), en Miami, lo sometieron a una entrevista de “convencimiento” para traicionar; de ahí lo condujeron al Centro de Detención Federal. Por similar trance, pasaron otros nueve agentes cubanos, llevados también al edificio de la Corte Federal el 14 de septiembre. En el trayecto, otro reo, al saberlos cubanos, les gritó: “¡Resistan, co…! ¡Resistan porque Fidel nunca los va a abandonar!

Con sus hijas y Elizabeth, a su arribo a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

Con sus hijas y Elizabeth, a su arribo a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

- Pero cinco del grupo traicionaron. ¿Cómo supo la noticia?

- Antes de entrar a la Corte, nos pusieron como en una celda de espera. Allí nos dimos cuenta de que había gente floja. Hablamos de que esa era La historia me absolverá nuestra; pero ya veías a uno por allá en una esquinita recostado; el otro no te miraba a la cara.

Conversé con René —yo no lo conocía por la compartimentación— y me dijo: ‘Aquí nadie se puede partir’. Él habló con otro y me di cuenta de que la respuesta del otro no era tan así. ‘Sí, pero hay que pensar en la familia’. ¡Ahhh! Esto está complicado, me dije. Con posterioridad, los mismos abogados nos alertaron que dentro del grupo había quienes estaban colaborando. El impacto de la traición fue tremendo, honestamente.

En esas circunstancias, los Cinco hicieron suya una frase muy gráfica de Simón Bolívar: “A la pi…”, que los lectores no deben tomarla ahora como un irrespeto.

Nosotros conocíamos la historia de Bolívar; era el eslogan que empleaba en misiones complejas, al iniciar un combate. Cuando la cosa se puso difícil, dijimos: Aquí, a la pi… Hay un momento en la vida que uno tiene que definirse, y si te toca morir, te toca.

- ¿Cuánta incertidumbre le asaltó a sabiendas de que sería defendido por un abogado estadounidense?

- Mi primer abogado, cuyo nombre no voy a mencionar, no me satisfizo; no me gustó cómo me defendió en la presentación de los argumentos iniciales para que me dieran la fianza. Lo vi un poco ambiguo. Tuve una conversación con él: con todo respeto, yo necesito que usted me diga si está dispuesto a defenderme con valor, porque si no tiene valor… Necesito a alguien que demuestre la verdad. Vamos a denunciar a terroristas, a la gente que controla esta ciudad. Él poco a poco se fue retirando del caso.

Después entró el abogado William Norris, y desde el primer momento cuando lo vi —fue durante los 17 meses en el ‘hueco’—, me causó buena impresión y le manifesté: me alegra mucho que entienda el trabajo nuestro, secreto. Le prometo a usted que le diré lo que realmente le puedo decir; nunca le diré una mentira. Le pedí que no le hiciera caso a la prensa. ¿Te imaginas que cinco hombres sin dinero en el bolsillo podían destruir la democracia y la Seguridad Nacional de Estados Unidos, como salía en la prensa? En verdad, los abogados se fajaron como fieras por nosotros.

El 6 de diciembre del 2000 se inició realmente la vista oral del juicio con la presentación de los argumentos por la Fiscalía y la Defensa, la cual reveló en ese contexto los verdaderos nombres de Manuel Viramontes (Gerardo Hernández), Rubén Campa (Fernando González) y de Luis Medina (Ramón Labañino). Ni el FBI pudo descubrirlo.

Minutos antes del alegato de Norris, Ramón le aclaró: “Sí soy un agente extranjero no registrado, sí tengo documentos falsos; pero no soy un espía. No vine aquí a buscar secretos militares.

Con una cadena perpetua más 18 años de privación de libertad, se abismó en su itinerante vida de reo, que lo llevó a las cárceles de Beaumont, Texas, y a McCreary, Kentucky. Resentenciado a 30 años en el 2009, lo trasladaron para Jesup, Georgia, y luego hacia Ashland, Kentucky.

Raúl recibe a Gerardo, Ramón y Antonio a su llegada a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

Raúl recibe a Gerardo, Ramón y Antonio a su llegada a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

- ¿Cuántas veces en la cárcel se vio precisado a advertirle a otro preso: no cruces esa línea?

- A nosotros nos respetaban en las cárceles, pero sí hubo momentos en que intentaban faltarte el respeto. Uno se relacionaba con personas criminales y si no respondías a la altura de los acontecimientos podían después abusar de ti. Se lo advertía a la gente: somos cordiales, pero no nos busquen porque enseguida sacamos el machete de Maceo, y lo decía gráficamente. A uno lo metí en el cuarto: no sé por qué me faltas el respeto, si te trato superbién. ‘No, porque yo soy preso de una pila de años’. No me interesa esa pila de años. Me tienes que respetar. No cruces la línea conmigo y si la cruzas, aquí estoy.

Muchos de los problemas en la prisión son porque la gente no sabe hablar, son por cosas mínimas. Por ejemplo, para ver televisión tienes que marcar el piso donde va tu silla; si la sacas un poco para al lado, es causa hasta de puñalada. Siempre me querían coger de líder de los cubanos, no solo porque soy grande y fuerte, sino, también, por la forma de hablar, la forma de comportarme ante los demás. Ellos se daban cuenta de que tú eras una persona decente, recta; pero que le decías a cualquiera: eres un descara’o.

Estoy escribiendo un diario sobre la cotidianidad de la prisión. No quería que lo leyeran mi esposa y mis hijas; tiene escenas de asesinato, droga, prostitución, de todo lo visto en una cárcel en Estados Unidos.

- No obstante ello, usted aseguró que dejó allá a otra familia.

- En la prisión uno conoce a personas humanas también, que cometen errores. Nosotros no lo haríamos porque somos incapaces de robar. La vida en Estados Unidos es muy difícil; si no tienes dinero, te mueres de hambre. Había uno que robaba bancos… Son personas que sienten por Cuba y son capaces de defender la Revolución. Uno convive con ellas y hace amistad. Por eso, hoy me llaman, me escriben por correo. He tratado de ver a sus familiares y así cumplir con mis hermanos de la prisión.

- ¿Por qué recurrió a la poesía?

- La poesía constituyó una forma de combatir la soledad, nos ayudó a sobrevivir. La escribo desde el alma, como los poemas que le dediqué a mi mamá. Tenía deudas con ella que nunca pude cumplir y traté de hacerlo a través de los versos. En Carta a una madre ausente y Deuda le expresé cosas que me quedaron por decirle.

- Otro poeta, Silvio Rodríguez, nos legó El dulce abismo, canción que simboliza la historia de amor de los Cinco. Amada, (…) yo parto, tú guardarás el huerto, escribió. ¿Y cómo Ramón encontró el suyo? El calificativo de heroína para su esposa, ¿cortesía?

- ¿Mi huerto? Hermosísimo. Encontré una familia amorosa. No me canso de decir que Eli es la heroína. Imagínate, sola, con dos niñas en medio del período especial, cuando no había comida ni medicinas. Laurita está en el último año de Relaciones Internacionales y Lisbeth empezó Psicología. Ailí (hija del primer matrimonio) es otro ejemplo. Mejores niñas no puede haber. Eli supo inculcarles a mis hijas que yo no las había abandonado.

Por encima de eso, la campaña internacional. Como el resto de las esposas, no solo fue fiel como Penélope. Ellas no se pusieron a esperar, fueron las primeras en recorrer Cuba; después, se reunieron con presidentes de países, parlamentarios. Yo leía las noticias. ¡Esa es mi mujer! Mira, cómo se ha crecido. Ese crecimiento espiritual, humano, solo lo tienen las heroínas como ella. Nosotros no somos los héroes, son ellas.

El Presidente cubano lo condecoró con el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

El Presidente cubano lo condecoró con el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

- Usted se declara como el más optimista de los Cinco.

- Soy optimista por naturaleza; el optimismo ayuda a vivir y a vencer y tiene que ver con la riqueza interior de uno, con los recuerdos. Por ejemplo, siempre soñaba bonito. Estando preso soñaba que era libre, lo soñaba nítidamente, y cuando despertaba me decía: no puede ser que esté preso, si ya yo estaba en Cuba. Cuando eres optimista, dices: hoy no soy libre, pero lo seré mañana. Cuando llega mañana, ya has pasado otro día.

Si te metes en la negatividad de la cárcel, te destruyes; ahí estás rodeado de crímenes, de cercas… El optimismo parece algo anacrónico en esas circunstancias. Si te tomas lástima… Vi a personas deprimidas que se ahorcaron. Conocí a un hombre que mató a 12 miembros de su familia. ‘Yo soy un monstruo; sé que voy a morir en esa cama’, me dijo una vez. Cuando uno oye hablar así a una persona en la cárcel… Por eso, creé un concepto: sobrevivo la prisión, pero vivo fuera de ella. Vivía la cotidianidad de mi familia. El 90 por ciento de mi mente era para eso; el 10, para la problemática interna de la prisión, que trataba que no se me metiera en la sangre, aunque para sobrevivir a veces tuvieras que meterte en la cárcel.

Para sobrevivir, también me refugié mucho en el deporte, hacía ejercicios, pesas; jugaba ajedrez, handball, que fue el que me afectó la rodilla; tuve un trauma ahí, se me inflamó. Fui al médico, pero la atención en la prisión es terrible. Me dijeron: ‘Tómate dos aspirinas. Pon los pies en alto, ponte hielo y mañana estarás bien’. En la cárcel te atienden cuando ya estás a punto de morir.

- ¿Ha rebasado la dolencia?

- No tengo dolores. Me siento mucho mejor. Después que subí el Turquino, me siento más ágil. El médico puso la pauta: si me duele en extremo, tengo que operarme. Al estar mucho tiempo de pie, sí me canso porque trabajo mucho la parte muscular. Fuera de eso, estoy entero.

- Cuando mencionamos las gaviotas blancas, ¿qué le recuerda?

- En el otoño, la prisión en Beaumont, Texas, se llenaba de gaviotas blancas; algo poético. Imagínate una cárcel violenta, donde todo lo que hay es alambrada, muros altísimos, gente odiándose los unos a los otros, matándose allá adentro, y que veas aquella imagen. Tremendo simbolismo. Piensas, entonces que, a pesar de todos los desmanes, existen la paz, el amor. Para mí, las gaviotas blancas eran la esperanza.

publicado por rcbaez a las 01:21 · Sin comentarios  ·  Recomendar
05 de Octubre, 2014 · Cinco Prisioneros en USA

Por René Gonzalez Schwerert


Una mañana del otoño de 1962 la ciudad de La Habana amaneció bajo el estremecimiento de detonaciones, resultado de los disparos hechos desde una embarcación que proveniente de Miami arrojó, con un cañón de 20 milímetros, una andanada contra un hotel de la ciudad. Mientras los agresores regresaban a La Florida entre vítores y titulares exultantes de los diarios, junto a mis primeras memorias de estudiante primario la conmoción entre la ciudadanía quedaría grabada para siempre.

Antes de que pudiera conocer personalmente en Miami a José Basulto, autor de los disparos, 28 años después, otras memorias igual de traumáticas pasarían a formar parte de mi experiencia vital. Secuestro o asesinato de pescadores al norte de Cuba. Ataques a poblados costeros con el resultado de ciudadanos inocentes muertos o mutilados. Sabotajes contra guarderías infantiles que pusieron en riesgo la vida de niños inocentes. Asesinato de alfabetizadores por bandas contrarrevolucionarias. La voladura de un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo, frente a las costas de Barbados, con el saldo de 73 personas asesinadas fríamente.

Esta historia, desconocida para el resto del planeta, se ha clavado sin embargo en la memoria colectiva de los cubanos. Primero con entrenamiento, organización o apoyo material y financiero de la CIA. Luego con caprichosos grados de contubernio con la agencia. Siempre con la cómplice negligencia de las autoridades legales y policiales norteamericanas, los actos terroristas contra Cuba han sido una constante desde que el 1ro de Enero de 1959 la Revolución en la isla rescatara para siempre las aspiraciones de soberanía hasta entonces mutiladas de su pueblo.

Fue esa misma memoria la que me impulsó sin vacilar a la aceptación de la misión que me llevaría a conocer al artífice de aquel acto terrorista de mis primeras vivencias. Como un cubano más se me hizo natural el deber de evitar, infiltrándome en los grupos violentos que aun campean en Miami, la consumación de tales actividades. El mismo sentido del deber impulsó a otros cuatro de mis compatriotas, tres de los cuales aún permanecen presos en los Estados Unidos por el crimen de proteger la vida humana; bien más preciado para cualquier sistema legal medianamente civilizado.

En el año 1998 parecía que una puerta permitiría la acción conjunta entre los gobiernos de ambos países para poner fin a tales acciones terroristas, que tanto en los Estados Unidos como en Cuba habían dejado un rastro de muertes. En junio de ese año una delegación del FBI visitó La Habana, recibiendo un expediente en que se describían los planes terroristas fraguados en Miami, así como información sobre sus perpetradores. La gestión se había abierto paso por una visita personal de Gabriel García Márquez a Washington un mes antes, en la que trasladó un mensaje personal de Fidel a Bill Clinton. Los oficiales del FBI en la reunión de La Habana se regresaron al norte luego de prometer a su contraparte cubana que se actuaría en consecuencia, no sin antes agradecer la colaboración de los representantes de Cuba. Tomó menos de tres meses para que actuaran. Han pasado 16 años y todavía los cubanos esperamos a que lo hagan en consecuencia.

En la madrugada del 12 de septiembre de 1998, en varios lugares de la ciudad de Miami, equipos del FBI tomaron por asalto los hogares en que residíamos quienes habíamos estado proporcionando información para neutralizar a los grupos terroristas.

Precedida de un ambiente de histeria comenzaría, en noviembre de 2000, la patraña del juicio oral más largo de la historia de los Estados Unidos, que luego de comenzado sería abrupta y misteriosamente cubierto por el más absoluto silencio de las corporaciones mediáticas. Previamente, en marzo de ese año, los fiscales habían puesto una moción para que no se introdujera la copiosa evidencia de terrorismo contra Cuba: “Combatir el terrorismo era la motivación de los acusados, y las motivaciones no se deben de ventilar ante el jurado”. Muy novedosa la teoría jurídica presentada por los acusadores para que no se tocara el tema del terrorismo y su complicidad con él. Muy oportuno el silencio de la prensa norteamericana, que hasta entonces había desplegado sus antenas para anatemizar a los “peligrosos espías de Castro”.

Con un jurado atemorizado, en una sede que bajo el más elemental sentido común nunca hubiera podido garantizar un juicio justo, mediante la utilización de las condiciones de confinamiento como arma de castigo y de privaciones en la preparación de la defensa, bajo un esquema de manipulación de la evidencia que apenas nos permitió estudiarla previo al juicio, y enfrentando una prensa local que años después se supo había sido pagada subrepticiamente por la oficina de transmisiones a Cuba del gobierno norteamericano; el veredicto no pudo ser otro que el de culpables de todos los cargos. Como complemento unas sentencias draconianas, en las que la jueza descargó un odio irracional e ilegal sobre los acusados, no sin antes ceder a la solicitud de la fiscalía para que nos “inhabilitara” durante los años de libertad supervisada entregándonos una joya de sabia jurisprudencia:

“Sea que el terrorismo se cometa contra personas inocentes en los Estados Unidos o en Cuba, Israel o Jordania, Irlanda del Norte o en la India, eso es diabólico y es malo, pero los actos terroristas por otros no pueden excusar la conducta equivocada e ilegal de este defendido o de cualquier otro”.

Y luego la “inhabilitación”:

“El defendido deberá también cumplir con las siguientes condiciones adicionales de libertad supervisada:

Se prohíbe al defendido asociarse con o visitar lugares específicos donde individuos o grupos tales como terroristas, miembros de organizaciones que abogan por la violencia, o figuras del crimen organizado están o se conoce que frecuenten”.

Así, de un plumazo, en una corte norteamericana se certificó el derecho de los terroristas a no ser molestados. Al parecer para algunos el terrorismo no es tan malo.

A dieciséis años de nuestros arrestos el caso de los Cinco, como se le conoce, ha concitado el repudio de organizaciones de abogados, tanto nacionales como internacionales; el rechazo de 10 premios Nobel, la condena de parlamentos en pleno o de grupos de parlamentarios, un fallo condenatorio del Comité de Detenciones Arbitrarias de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU; la oposición de Amnistía Internacional y de cientos de personalidades alrededor del mundo.

Afortunadamente no todos piensan que el terrorismo no sea tan malo.

Foto RCBáez René en el CMLK

Fuente El Universal, México

publicado por rcbaez a las 17:04 · Sin comentarios  ·  Recomendar
18 de Junio, 2014 · Cinco Prisioneros en USA

Por Deisy Francis Mexidor




La Habana, 17 jun (PL) Hemos sido víctimas de una gran injusticia, expresaron al pueblo de Estados Unidos un día como hoy, hace 13 años, cinco antiterroristas cubanos, pero aún el gobierno de ese país sigue sin escuchar esa denuncia.

 

El 17 de junio de 2001, Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González destacaron en un mensaje a los estadounidenses su más profunda convicción de que con su actitud y acciones no transgredieron ni pusieron en peligro la seguridad de los ciudadanos de esa nación.

Por el contrario, "sí contribuimos en alguna medida a descubrir planes y acciones terroristas contra nuestro pueblo, evitando la muerte de ciudadanos inocentes cubanos y norteamericanos", plantearon entonces.

Se manifestaron así al reiterar su inocencia y aseverar cómo fueron guiados por "un fuerte sentimiento de solidaridad humana, amor a nuestra patria y desprecio por todo lo que no respete la dignidad del hombre".

La carta, que circuló pocos días después de haberse conocido el veredicto de culpabilidad (8 de junio) durante el juicio que se les realizó en la ciudad de Miami, puso al descubierto que en el tribunal donde los juzgaron se les imputaron numerosos cargos, e incluso delitos que por su incuestionable falsedad, no fueron ni podrán ser probados.

Los enjuiciaron, como argumentaron, "después de un largo y escandaloso proceso mediante procedimientos, métodos y objetivos de carácter absolutamente políticos y bajo un verdadero diluvio de propaganda malintencionada y fraudulenta".

Y lo que en ese momento señalaron se comprobó años más tarde, cuando se reveló que periodistas de Miami fueron pagados en secreto por la Casa Blanca para ofrecer una visión sesgada de los acusados y así ejercer una influencia negativa sobre el jurado.

El mensaje también advirtió que Cuba había sobrevivido a décadas de agresiones y amenazas a su seguridad, a planes de subversión, sabotajes y a la desestabilización interna, por lo que "tiene derecho a defenderse de sus enemigos, que utilizan el territorio norteamericano para planear, organizar y financiar actos terroristas violando las propias leyes internas que los prohíben".

Precisamente, el 26 de abril, como prueba de la vigencia de esa misiva, fueron capturados aquí los elementos José Ortega Amador, Obdulio Rodríguez González, Raibel Pacheco Santos y Félix Monzón Álvarez, ciudadanos cubanos residentes en Miami, quienes viajaron a la isla para ejecutar acciones terroristas.

De tal manera lo admitieron al confesar sus vínculos con individuos cuyo extenso aval anticubano es conocido.

Son esos "grupos terroristas de origen cubano y sus mentores económicos y políticos norteamericanos los que erosionan la credibilidad" de Estados Unidos, advirtieron Los Cinco desde 2001.

El mensaje al pueblo norteamericano subrayó además que por su cercanía geográfica los dos países "están en posibilidad de mantener relaciones de respeto e igualdad", lo mismo que pide en la actualidad una mayoría de ciudadanos estadounidenses y cubanoamericanos.

Una encuesta difundida este martes arrojó que 68 por ciento de cubanoamericanos en Miami Dade favorece el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la nación caribeña, con énfasis entre los jóvenes (90 por ciento) y entre los votantes no registrados (83 por ciento).

O sea, si en 1991 el 87 por ciento favorecía la política de aislamiento, a partir de 2008 esa tendencia disminuyó hasta el 45 por ciento.

Una reciente jornada de apoyo a la causa de Los Cinco, celebrada en Washington DC, debatió sobre el futuro de los nexos Estados Unidos-Cuba en medio del creciente clamor dentro y fuera de ese territorio por el cambio de política de la Casa Blanca hacia la ínsula.

Como premisa, los participantes en el evento se pronunciaron por que en esa nueva etapa que se pide debe quedar resuelto el caso de Los Cinco, lo cual significa que Hernández, Labañino y Guerrero, los tres antiterroristas que continúan en prisiones federales, regresen a su patria.

Los Cinco fueron arrestados el 12 de septiembre de 1998 y casi 16 años después solo Fernando González y René González recuperaron su libertad y se encuentran con sus familias en Cuba, pero antes cumplieron la totalidad de sus condenas.

publicado por rcbaez a las 19:37 · Sin comentarios  ·  Recomendar
20 de Octubre, 2013 · Cinco Prisioneros en USA


Gloria La Riva confronta a BIll Richardson en el caso de los Cinco Cubanos 
Durante un discurso en el Club Commonwealth de San Francisco, el 18 de octubre, 2013, Bill Richardson fue confrontado por Gloria La Riva, coordinadora del Comité Nacional para la Libertad de los Cinco, exigiendo la libertad para los Cinco. Cerca del fin de su presentación de una hora en la sala llena de personas, y el programa emitido por radio, se puede ver la intervención de La Riva en el video arriba. 

ANTECEDENTES: El 24 de febrero de 1996, el grupo terrorista Hermanos al Rescate (HAR) invadió el espacio aéreo cubano con tres avionetas, después de haber invadido el territorio cubano varias veces en los meses previos, a pesar de múltiples advertencias por el gobierno cubano. El 24 de feb., la fuerza aérea cubana derribó dos de los avionetas invasoras. Cuatro pilotos de HAR murieron. 

Tres años después, Gerardo Hernández de los Cinco Cubanos, quien tuvo nada que ver con el derribo, fue encausado con el falso cargo por el gobierno EEUU -- durante la administración de Clinton -- de "conspiración para cometer asesinato" relacionado al derribo de HAR. Cuba insiste en que actuó para protejer a su pueblo y al territorio. Un jurado de Miami, bajo la atmósfera inflamatoria anti-Cuba de esa ciudad, condenó a Gerardo Hernández y al resto de los Cinco de todos los cargos. Como resultado, Gerardo está sirviendo una injusta sentencia en la prisión federal de Victorville.

La Administración Clinton fue cómplice de los vuelos provocativos de Hermanos al Rescate.
 
Dos veces antes del derribo de 1996, Bill Richardson se reunió con el presidente cubano, Fidel Castro, y le aseguró que el presidente Bill Clinton prometió que prohibiría que los aviones de Hermanos al Rescate volaran el 24 de febrero de 1996. Lea las reflexiones de las reuniones con Richardson de Fidel Castro  y el detalle adicional en el The New Yorker, el artículo (sólo en inglés) de enero 1998. 

Pero Clinton no detuvo los vuelos ilegales. En cambio, su inacción hizo posible que el terrorista José Basulto pudiera instigar una provocación peligrosa y deliberada de los aviones de Hermanos al Rescate. Y fue la administración Clinton que aprobó el procesamiento contra Gerardo Hernández y todos los Cinco.

Ahora, en su nuevo libro, "Cómo persuadir a un tiburón," Richardson culpa a los antiterroristas cubanos, los Cinco Cubanos que estaban en Miami para proteger a sus compatriotas de Cuba. Richardson, de una manera deshonesta y oportunista, le culpa a Gerardo Hernández.

Un extracto del libro de Richardson, dice: "Los Cinco Cubanos, claramente son espías que habían hecho mucho daño -- el líder de ellos, Gerardo Hernández, también proporcionó información a La Habana que llevó a la caída de dos aviones civiles en el Estrecho de la Florida en 1996".

Contra esta mentira flagrante, Gloria La Riva, del Comité Nacional, y Richard Becker, de la Coalición ANSWER, decidieron desafiar la falsificación de Richardson.

Gerardo Hernández se encuentra en una prisión federal con una doble cadena perpetua, y su único "delito", junto con sus cuatro hermanos, es haber protegido a la gente de los ataques terroristas apoyados por los EE.UU. que se originan en Miami. Él ha sufrido 15 años de prisión cruel y vengativa, por la falta del gobierno de EE.UU. y sus agentes, Clinton, Richardson y otros, de actuar con decisión contra los ataques terroristas contra Cuba. Hasta que la lucha sea capaz de liberar a Gerardo, enfrentará cadena perpetua sin libertad condicional. Los demás miembros de los Cinco también se enfrentan a muchos años de prisión EE.UU.

Ayúdenos a exponer el delito de privación de libertad de los Cinco Cubanos. Conozca más sobre la persecución de Gerardo y todos los Cinco por los Estados Unidos; ¡Es importante fortalecer esta lucha con los hechos y ayudar a organizar eventos más amplios para arrojar luz sobre la causa de los Cinco y conseguir apoyo para su libertad!

Lea aquí Declaración jurada de la inocencia de Gerardo Hernández, para sus apelaciones (traducida al español)
Lea el memorando del fiscal Garbus para Hernández acerca de los periodistas pagados por Estados Unidos (traducida al español)  
 
Comité Nacional para la Libertad de los Cinco Cubanos 
 
Tel: 415-821-6545
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15 de Septiembre, 2013 · Cinco Prisioneros en USA

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 El sintagma nominal “cintas amarillas” me llevó a través de Google a los hechos ocurridos el pasado abril, en Boston, minutos antes de que los corredores atravesaran la línea de meta del maratón más antiguo del mundo.

 Los dos artefactos explosivos de fabricación artesanal (ollas a presión), causaron la muerte de tres personas: Martin Richard, un niño de ocho años de edad; Krystle M. Campbell, de 29, gerente de un restaurante de Medford; y Lü Lingzi, una joven de 23, de origen chino (Shenyang) y estudiante de la Universidad de Boston. De las 282 personas heridas, 14 sufrieron la amputación de algún miembro.

 Al día siguiente cuarenta y dos kilómetros de cinta amarilla de la policía con las palabras ‘No cruzar’ marcaban el recorrido emblemático de la ciudad de Boston, en Massachussets. “La cinta amarilla de la policía seguirá todavía algún tiempo en varias partes de la ciudad, y aún así, a primera hora de esta mañana ya había mucha gente que desafiaba la congoja y la conmoción y corría por las calles, todavía frías pero ya soleadas de Boston”, escribía un periodista español.

 Las víctimas de Boston me recuerdan a los 73 pasajeros de Cubana de Aviación que a bordo del vuelo 455 perecieron hace ya casi 37 años cuando una delegación de esgrimistas cubanos partía de Barbados rumbo a La Habana. Recuerdo, por supuesto, a Fabio Di Celmo, el joven italiano asesinado en septiembre de 1997 por una bomba de la CIA en el hotel Copacabana, y más atrás, vienen en la lista que voy graficando en mi mente, los 2 mil 602 muertos del atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001.

 En contraposición a todo eso, ayer se cumplieron 15 años del arresto a los cinco antiterroristas cubanos: Ramón, Gerardo, Fernando, Antonio y René –este último ya en casa después de cumplir su condena–.

 Por una petición del mismo René, la cinta amarilla, un viejo símbolo del pueblo norteamericano  llenó las calles de Cuba este 12 de septiembre. Edificios, portales, ventanas, árboles, camiones, carros, exhibían una tira amarilla. La gente se vistió de amarillo o portaba un discreto lacito en la mano, la ropa, el pelo.

 Era como si la enorme cinta  de 42 kilómetros de Boston que marcaba los límites del terror en esa ciudad, se hubiese convertido en pequeñas cintas, en la tela con la que el pueblo cubano se cubría para clamar por sus héroes, por los hombres que lucharon contra el terrorismo desde la Florida, este pueblo cubano que también ha sido víctima de actos como los que vivieron los bostonianos aquella mañana soleada del maratón.

 

Fuente: Blog "Chelydoscopio"

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