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Cinco Héroes Cubanos
Qué sabes sobre estos valientes hombres?

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Entradas por tag: entrevista
Mostrando 1 a 10, de 27 entrada/s en total:
06 de Abril, 2016 · Cinco Prisioneros en USA

Cuando creímos armado el número 7 –número afortunado que dicen da buena suerte– se apareció Gerardo en nuestra oficina. Así, sin avisar. Encendimos la grabadora, colocamos la cámara en su lugar y conversamos durante una hora y media más o menos. Para todo el equipo de Pensar en Cuba, tanto para los que estábamos como para los que no, su presencia allí significó mucho. Una inyección de energía, de patriotismo; también una lección de humildad. Nos apuramos a transcribir sus palabras –gracias a Sandra, Claudio, Analay y a Ana Carla– y pusimos el punto final a esta edición.

Gerardo habla de ella y los ojos le brillan. Su mirada tiene 21 años. En la niña de sus ojos, se ve otra niña de 16 años. La historia la ha contado muchas veces, pero sentado en la redacción de Pensar en Cuba, Gerardo parece viajar en el tiempo y volver a aquel día, en aquella parada.

Mi papá tenía un carro y trabajaba cerca de Zapata y A. Todas las mañanas le «cogía botella» para ir hasta Miramar, porque yo estudiaba en el Instituto Internacional de Relaciones Internacionales (ISRI) quedaba en 22, entre 1ra y 3ra. Hubo un domingo en que no quise fregar el carro. Me dijo: «para montarte nunca tienes problemas»; o algo así que no me gustó y al otro día para darle en la cabeza, me levanté como a las 4: 00 a.m. Primero cogí la ruta 21, después la 68 hasta la Rampa, y luego la tercera guagua que me llevaría hasta Playa. Justo ahí veo a Adriana, en la fila, con su uniforme amarillo, porque ella estudiaba Química en ese entonces. Me impactó.

Subimos a la guagua y me paré al lado de ella, que iba con tremendo piquete de su escuela. Me le acerqué y le dije: «que mala educación, que ni le llevan los libros a uno». Ella no habló, pero le di la maleta y me la llevó. Ese día en el ISRI, durante el primer turno de Derecho Internacional que era con Miguel de Estefano, una eminencia, ya fallecido, escribí «Poema a la muchacha de la parada». Lo pasé a máquina y al otro día me volví a levantar a las 4:00 a.m. y me aparecí en la parada.

El poema decía más o menos así: «la muchacha de la parada / cuya mirada agiganta / los amaneceres de la Rampa, / que cuando monte la guagua, / quizás me lleve gentilmente los libros, / y sepa que un desconocido, / admirador de su belleza, / desatendió una clase, / por escribirle este poema». Subo, me paro al lado de ella, me pide los libros y cuando me voy a bajar le doy el poema. A partir de ese día seguí levantándome a las 4:00 a.m. Mi papá ajeno a todo, creyendo que yo seguía molesto por lo del carro, me dice un día: «Oye compadre, no fue para tanto lo que te dije, no te lo cojas tan a pecho». (Se ríe a carcajadas).

Ahí comenzó la conspiración con las amiguitas de ellas. Siempre llegaban dos o tres y marcaban delante en la cola. Entonces todas las que iban llegando, se iban sumando. Recuerdo que había un profesor de la cátedra militar del ISRI, el Coronel Barroso, que también subía a la guagua. Al principio decía: «Mira eso, mira eso, tres muchachitas habían cuando llegué aquí y ahora hay como veinte». Cuando nosotros empezamos a noviar, ella me marcaba a mí también y el Coronel gritó un día desde el fondo de la cola: «¿¡Ah, pero tú también, tú también!?». (Se ríe).

¿Cómo era tu relación con Adriana antes de 1998?

Siempre tuvimos una relación muy unida. Adriana es una mujer a la que admiro muchísimo como compañera, como persona, como revolucionaria. Desde que me fui para esta misión, en 1994, no nos veíamos con mucha frecuencia. En todo ese tiempo solo pude venir en dos oportunidades de vacaciones, por alrededor de un mes. Un mes que incluía los contactos con los compañeros del trabajo y los despachos para los análisis de las diferentes operaciones. Ella no sabía en lo que andaba, para ella yo era un diplomático que estaba en Argentina.

Los compañeros del correo le traían las cartas escritas a computadora, enviadas supuestamente desde el fax de la embajada; un cuento de esos. La cosa es que le daban las cartas cada cierto tiempo, cuando se podía, y así fuimos llevando la relación.

Cargábamos las pilas cuando yo venía de vacaciones. Ella siempre hace una anécdota de la última vez que nos despedimos. Mis últimas vacaciones fueron en enero de 1998. Adriana percibió algo, cuando ya me había montado en el taxi, me bajé y volví para atrás para abrazarla. Ella dice que sintió algo, que algo estaba mal, y después vino lo del arresto. Pero siempre tuvimos una relación muy sólida, muy especial.

¿Estabas preparado para que la misión fracasara? ¿Para caer preso?

Uno siempre sabe que esa es una posibilidad, pero por supuesto, tú esperas que nunca te pase a ti. Cuando a nosotros nos ocurre, mi angustia mayor de aquellos primeros tiempos no era por la cuestión personal, –a pesar de que a uno le agobiaba pensar en su familia, cómo reaccionarían a la noticia y esas cosas–, sino por el hecho de que se había abortado la operación. De cierto modo había fracasado y lo que eso representaría operativamente me preocupaba. ¿Qué habría sido de las otras personas que no estaban ahí arrestadas? ¿Qué pasaría con el trabajo? ¿Qué pasaría con tal o más cuál agente que eran parte de la operación? Ese tipo de cuestiones a mí me agobiaban más que la cuestión personal, te lo digo honestamente. Después, cuando esas dudas se fueron clarificando y el tiempo comenzó a extenderse, ya las preocupaciones y las angustias fueron otras, pero en esos primeros tiempos pensaba más en la misión, que en la cuestión personal.

¿Qué siente uno cuando le proponen una misión como la que le propusieron a ustedes?

Después que me gradué del ISRI, nosotros nos fuimos para Angola. Como no éramos militares de carrera, nuestra labor era estar de adjuntos a alguien. En mi caso debía ser adjunto del jefe del pelotón de exploración del Onceno Grupo Táctico en la Décima Brigada de Cabinda, que era una brigada de tanques. De ese compañero, Primer Teniente Roger Peña Consuegra, aprendí mucho. También de su interacción con los soldados que eran reclutas, que se pasaban allí al menos dos o tres años, en esas condiciones, lejos de la familia. Eran diferentes historias, diferentes problemáticas con las que había que lidiar. Aprendí mucho con él. Llegó un momento en que tuve que quedarme al frente del pelotón. Cuando regresé de Angola para incorporarme al MINREX, me plantearon la misión y estuve varios años preparándome.

Para uno es un orgullo grande. Sabes que alguien tiene que hacer ese tipo de trabajo. Uno conoce los riesgos, pero al mismo tiempo uno saca cuentas y sabes que es un privilegio el hecho de que te estén planteando una misión así, precisamente a ti. Sabes lo importante que es para el país, para tu pueblo.

¿En qué momento de la vida empiezas a formarte como revolucionario?

La familia juega un papel muy importante en eso y mi papá, a pesar de no haber sido combatiente de la Revolución, siempre fue muy revolucionario. Él era de clase media baja y mi mamá, emigrante canaria que vino de España con quince años. Se conocieron siendo muchachos y se casaron. En 1959, el viejo se incorporó muy rápido a la Revolución, en una fábrica, y empezó «a subir»; era una persona adicta al trabajo.

No tengo un recuerdo de mi infancia en el que el viejo mío me dijera: el domingo vamos a pasear. Los domingos eran para levantarse tempranito y hacer algo como chapear el patio. Creo que si no había nada roto, mi papá lo rompía para tener que hacer algo los domingos. Mi mamá me despertaba muchas veces temprano, a las 7:00 a.m.: «Gerar, levántate, tu papá te está llamando para que lo ayudes». Gracias a eso, lo mismo me defiendo con un serrucho que con cualquier otra cosa, aunque eso no sea mi fuerte. Aquello fue parte de mi formación, ese carácter de mi papá, y el hecho también de que él haya sido revolucionario y militante del Partido desde muy temprano.

Mi hermana mayor también desempeñó un papel importante en mi formación de valores. Ella estudió como cadete en el Instituto Técnico Militar (ITM). Cuando falleció en un accidente de aviación, era Jefa de Cátedra y Teniente Coronel de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).

Además de la influencia de la familia en mi formación, mi entrada al ISRI abrió un poco más mi visión. Empecé a sentir los problemas del mundo como míos. Llegar al ISRI me hizo conocer a un grupo de compañeros con una larga trayectoria como dirigentes de la FEEM (Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media), de la Organización de Pioneros, algunos eran vanguardias nacionales. Yo había sido dirigente, pero a nivel de escuela. En esa época el ISRI estaba abierto a compañeros para la Facultad Obrera y que habían interrumpido sus estudios por determinadas razones. Es decir, que de conjunto, habían compañeros que ya venían con una formación importante. Algunos eran del Partido. Ese intercambio en sentido general, el contacto, la interacción con esos compañeros, que incluso formaron su núcleo del Partido allí, fue muy importante para nosotros. El ISRI fue una escuela muy importante para mí, no sólo desde el punto de vista de las Relaciones Internacionales, sino desde el punto de vista de mis valores y mi formación como revolucionario.

¿Cuán difícil es pasar tantos años injustamente en prisión?

Hay muchas cosas malas. Lo peor es la lejanía de la familia, que mueran familiares tuyos –en mi caso mi madre, sin poder estar con ella en sus últimos momentos–, que nacieran mis sobrinos –a los que vine a conocer cuando tenían ya como quince o catorce años–, no estar en los últimos años de mi madre, la angustia de mi madre, eso para mí fue lo peor.

Lo demás son experiencias que uno ve en prisión para las que nunca nadie te había preparado. Ver a alguien ser asesinado a puñaladas prácticamente delante de ti; estar conversando con una persona ahora, como estamos conversando tú y yo, y diez minutos después verlo salir muerto, son cosas que ni siquiera las viví en Angola. Los otros presos cuando se enteraban que había estado en Angola me decían con cierta admiración: «¡Tú estuviste en una guerra!». Y les decía:«sí, pero no vi ningún muerto en Angola y aquí ya perdí la cuenta de cuántos he visto». Son cosas para las que uno no se prepara.

Con el paso del tiempo uno se va adaptando, pero tener que convivir con personas que, la mayoría, no tienen valores; son narcotraficantes, asesinos, drogadictos, y tener que convivir con ellos; incluso, compartir cuartos con ellos, convivir en todo el sentido de la palabra, el comedor, las duchas, todo, es algo bien difícil. Es un medio donde hay mucha energía negativa todo el tiempo, por llamarlo de alguna manera. Date cuenta que es una concentración de personas cuyas vidas han sido frustradas, personas llenas de negatividad, de amargura, de toda una serie de sentimientos negativos con los cuales hay que convivir el día entero.Tú estás en el medio de todo eso y son personas con las que tú no tienes nada que ver, pero tu vida tienes que desarrollarla ahí, tienes que adaptarte a ese medio. Realmente no es fácil.

No solo era estar preso injustamente, sino las condenas que les impusieron. ¿Qué sentías al saber que tenías que cargar con más de dos cadenas perpetuas?

Te seré honesto. Al verme envuelto en esa situación, para mí era un alivio ser el que más sentencia tenía. Te explico. Yo tenía ahí mis responsabilidades y tú conoces el dicho: «El capitán se hunde con el barco». Por esa razón para mí constituía un alivio ser el que más sentencia tenía. Me sentí muy contento cuando Ramón y Tony lograron quitarse la cadena perpetua en una apelación y tener fecha, porque aunque la sentencia que le pusieron era una «salvajada» de todos modos, tener fecha en una prisión representa mucho.

Hasta los otros presos, conversando, te dicen: «Fulano está embarcado, no tiene fecha». Y a lo mejor el que te lo dice tiene una fecha de aquí a 40 años, pero tener eso lógicamente representa mucho. Siempre, y lo reconozco aquí, tuve muchísima consideración y muchísimo apoyo de mis otros hermanos, incluso en las últimas etapas donde se estuvieron valorando variantes y se escuchaban posibilidades de solución, de negociaciones, siempre ellos dejaron claro, al igual que nuestros familiares, que el caso mío era el que había que resolver, que había que darle la prioridad, por no tener fecha, con dos cadenas perpetuas, más quince años.

¿En la prisión hubo momentos alegres, felices, si es que pudiéramos llamarlos así?

Para nosotros los mejores momentos eran las visitas de nuestros familiares, de amigos que podían llegar, sortear todos los obstáculos y llegar a vernos en prisión. Y hubo momentos claves relacionados con nuestra lucha, con nuestra campaña como el «¡Volverán!» de Fidel. Hace unos días estaba escuchando ese discurso. Hay un momento en que él dice, no lo cito textual, pero él dice: «Esos hombres tal vez me estén escuchando en este momento». Creo que él sabía que lo estábamos escuchando porque para aquel entonces nos habíamos comprado unos «radiecitos» que vendían en prisión. Efectivamente nosotros estábamos en nuestras celdas escuchando el discurso.

El librito de esta profesión dice que si te cogieron, te chivaste. Porque tú nunca puedes comprometer a tu país, nunca puedes reconocer que tú estás trabajando para tu país. Y en el caso de nosotros, que teníamos identidad falsa, tú tenías que morirte diciendo que eres Manuel Miramontes, puertorriqueño, o Rubén Campas, mexicano, o Luis Medina, puertorriqueño. Ese era el plan nuestro y así nos mantuvimos alrededor de dos años durante la etapa de preparación del juicio. Esa era la orden que teníamos desde que asumimos la misión. Entonces escuchar a Fidel haciendo público el caso, diciéndole al pueblo los nombres de nosotros y por qué estábamos allí, qué era lo que hacíamos y encima de eso decir: «Solo les digo una cosa, ¡volverán!». Eso te da un ánimo y un valor quepa´ qué…

Desde ese mismo día nosotros sabíamos que no había nada que pudiera hacer el imperio que a nosotros nos rindiera o nos doblegara. Ese fue uno de los momentos claves.

Otro fue cuando escuchamos la noticia de que se nos había otorgado la condición honorífica de Héroes de la República de Cuba. También nos llegaban informaciones de que iba creciendo el Movimiento de Solidaridad con los Cinco, personalidades que conocíamos, presidentes que comenzaron a mencionarnos, a hablar de nosotros.Todos esos fueron momentos muy importantes y muy alentadores en nuestros años en prisión.

¿Cómo recibiste la noticia de que René primero, y después Fernando, habían sido puestos en libertad?

Por un lado nos alegraba, pero por otro nos entristecía el hecho de que René y Fernando tuvieron que cumplir su sentencia completa. Algunos compañeros del Movimiento de Solidaridad nos expresaron en aquel momento que sentían que de cierto modo habían fallado. Pero por otra parte sabíamos que el plan del imperio siempre fue doblegarnos y el hecho entonces de que René hiciera trece años y que Fernando hiciera quince, sin doblegarse, es una victoria. Ellos querían que desde el primer momento se «partieran», como se dice, y que cooperaran, y el hecho de que ellos se hubieran mantenido firme– «y qué es lo que tienen para mí, quince años, te voy a hacer los 15 años»− fue una victoria para nosotros también.

Recuerdo que escribí algo cuando René salió y mencionaba que desde ese día los cinco éramos un poco más libres y así fue, porque nosotros sentimos como que parte de nosotros estaba ya en Cuba con ellos, primero con René y después con Fernando. Fue un alivio grande saber que ya finalmente ellos estaban reunidos con su familia y con nuestro pueblo.

Tú me preguntabas hace un rato de las angustias, de los momentos más difíciles, de cuando nos arrestan.Una de las cosas que más me angustiaba a mí era el caso de René, porque los otros tres teníamos a toda nuestra familia del lado de acá. Pero René tenía una niña de apenas cuatro meses cuando lo arrestan. Una parte de la justificación que usaron los que decidieron cooperar con las autoridades norteamericanas era esa: «Tengo un niño chiquito, yo no puedo…». Y René desmintió eso. Él tenía una niña de cuatro meses que le hubiera permitido decir: «No puedo continuar en esta lucha, tengo que rendirme porque mi esposa está sola en la calle con mi hija de cuatro meses y la otra de doce».Sin embargo, no lo hizo y fue una actitud muy valiente que siempre admiramos, pero al mismo tiempo te creaba a ti una angustia adicional estar allá (se le aguan los ojos), arriba en el piso 13 del Centro de Detenciones de Miami, en «el hueco», y mirar para abajo y ver a Olga… (llora), se emociona uno todavía acordándose de aquellos tiempos. La cabecita chiquitica y René le hacía señas con el mono…(hace una pausa), porque todas las ventanas son iguales, tú no sabes, ella miraba para arriba y veía cuarenta ventanas, no sabes en cuál está el familiar tuyo, y René sí estaba viéndola a ella, pero ella no lo veía… (hace otra pausa). Entonces René cogía y le hacía seña, y nosotros en la celda de al lado mirando, por un huequito, era el único contacto con la calle…

Vamos a hablar de un momento más feliz para ti. Les dicen que vienen para Cuba…

Muchacho, eso fue tremendo. La gente nos pregunta: «¿y ustedes sabían?». En realidad no sabíamos, pero uno tampoco es bobo. En los últimos meses habían pasado cosas y nosotros siempre fuimos muy optimistas. Aun cuando no había nada, nos imaginábamos cosas en el mejor sentido de la palabra; siempre teniendo en cuenta no crearnos falsas expectativas ni hacernos ilusiones, pero éramos muy observadores, muy estudiosos de los acontecimientos. En los últimos meses habían estado ocurriendo cosas que a uno le llamaban la atención. Salió una editorial en The New York Times que habla de un posible intercambio de prisioneros que pudiera ocurrir, ya cuando tú ves el río sonando, tú sabes que piedras trae.

El día 4 de diciembre me sacan de mi prisión de una forma muy rara, no me dijeron ni empaca tus cosas, absolutamente nada. Nadie sabía que me iba. Fue una sorpresa para todo el mundo. Hasta para los guardias que me estaban sacando y me llevan para otra prisión en Oklahoma. Me tiran en un hueco once días sin decirme para dónde voy ni a qué.Todos los presos saben más o menos –a los presos nunca se les dice para que prisión van, pero sí les dicen si van para la costa este, oeste–, pero a mí no me dijeron nada.

Los guardias que estaban en esa prisión, revisaron en la computadora y al no ver nada me preguntaron: «¿Para dónde tú vas?». ¡Qué iba a saber! Fueron once días en el hueco. El día 15 sacan a Ramón y a Antonio de sus prisiones y los llevan para una prisión en Carolina del Norte.Ese mismo día me sacan a mí del hueco y me llevan para esa prisión. Los tres dormimos esa noche en el mismo lugar sin saberlo. Al otro día por la mañana me dicen que alguien quiere verme. Me quitan las esposas, que eso es algo súper raro, y cuando llego las personas que estaban allí se identifican como del Departamento de Estado y me dicen que voy a tener una video-conferencia con Cuba.

En ese momento siento un murmullo y en eso venía Antonio y más atrás Ramón. Entonces ahí nos abrazamos, y tuvimos una video−conferencia con un compañero que nos dio la noticia. Recuerdo que como me había pasado 11 días en un hueco, no sabía ni a cómo estábamos. Los papeles que debíamos firmar decían que estaríamos llegando a Cuba el 17 de diciembre. Le pregunto a Ramón: «¿a cómo estamos hoy?». Me dice que a 16. «¡Coñó, eso es mañana!».

Fue una alegría tremenda. El recibimiento aquí en Cuba. Vi el video y es difícil no emocionarse cuando uno mira las imágenes de ese día. Es una mezcla de emociones tremenda. Apenas unas horas antes estabas sentado en una prisión de máxima seguridad y de pronto, en unas pocas horas, la vida te hace así «chiu-chiu-chiu», y estás rodeado de gente y todo el mundo quiere abrazarte y todo el mundo quiere decirte algo, tirarse fotos contigo.

Háblame del encuentro con Fidel…

Fue algo inolvidable, uno de los días más especiales de nuestras vidas, cumplir ese sueño de todo cubano de estrecharle la mano a nuestro Comandante. Cuando era muchacho quería ser deportista porque me gustaba el deporte y por aquella escena en que el deportista regresaba con la medalla y el Comandante se la ponía en el pecho y le daba la mano; desde que era niño tenía esa aspiración.

En un par de oportunidades lo tuve cerca, en los Juegos Panamericanos de 1991, donde estábamos trabajando en apoyo al evento, después en una Feria de La Habana; pero nunca había tenido la oportunidad de estrechar su mano. Hacerlo ahora, de esta manera, que no es casual, sino en una visita tan especial, para nosotros fue muy importante. Compartir con él en un ambiente tan reducido, tan íntimo; conocer a su familia, conversar. Fueron cinco horas las que estuvimos con él y fue una experiencia de las más importantes de nuestras vidas.

Enseguida que llegaron, toda la gente en Cuba pensaba en Adriana, en el reencuentro de ustedes. Verla embarazada fue una sorpresa. ¿Por qué no se hicieron públicas las gestiones para que ustedes pudieran tener a Gema?

Si se hacía público antes de que ocurriera, podía ponerlo todo en peligro. Eso fue fruto de concesiones que se hicieron totalmente en secreto. Pero te confieso algo que creo no he dicho en ningún lugar, cuando ya se conoce que Adriana está embarazada, la intención o la idea original era hacerlo público. Incluso, pretendíamos hacer una carta de los dos a algunos amigos para circularla, sabiendo que eso se haría público rápidamente. Llegué a hacer la carta, pero alguien nos dijo que la aguantáramos un poco, ese fue otro elemento que me hizo pensar que algo más se estaba cocinando. Para ese entonces las negociaciones se estaban desarrollando a cierta velocidad y entonces alguien pensó, con toda razón, que si se daba a conocer lo del embarazo, podría poner en peligro otras cosas que se estaban desarrollando. Ahí viene la decisión de esconder a Adriana y de no hacer público el embarazo.

Tener un hijo o una hija, siempre fue una aspiración nuestra. Primero yo estaba terminando mis estudios en el ISRI y después ella estaba terminando sus estudios en la CUJAE. Estuve un tiempo en Angola. Siempre había momentos claves que nos hacían tomar la decisión de aplazarlo. Incluso, cuando voy a partir para esta misión, le dije: «mira, este sería un buen momento para tener un hijo, podríamos aplazarlo o tenerlo, pero si lo tenemos ahora, tú tendrás que criarlo los primeros años sola», y entonces decidimos aplazarlo, claro, uno no pensaba que la misión fuera a extenderse tanto.

Cuando caí preso, fue una de las primeras cosas en las que pensé: «si esto se complica, nos quedaremos sin hijos». Llegó un momento en el que ya habíamos perdido la esperanza. Incluso en las cartas, jocosamente, a veces en serio, valoramos la posibilidad de adoptar un niño o cualquier otra variante, pero ya estábamos seriamente viendo la posibilidad de que no pudiéramos ser padres.

Todo el proceso fue una angustia tremenda, porque primero yo estaba muy pesimista. Cuando pedí la posibilidad de que Adriana quedase embarazada lo pedí por joder, por subirles la parada, vamos a pedir esto, pero estaba convencido de que no lo iban a aceptar.

Después no nos dijeron que no. Las cosas siguieron desarrollándose y dijeron que lo estaban valorando, hasta que hubo un momento que dijeron que sí, que lo aceptarían. No lo creía. Hasta que un día me llaman en la prisión con mucho misterio para hacerme unos análisis de sangre que nadie sabía quién había ordenado. Me dije: «esto va en serio».

Entonces vino la parte angustiosa de saber si iba a funcionar o no. La primera vez que se le implantaron los embriones no los retuvo, eso fue un golpe: saber que no había funcionado después de un proceso de meses. Incluso valoramos, «seguimos o no seguimos». Adriana al principio me decía «vamos a dejarlo», y le insistí un poco, y seguimos.

Cuando tuvimos la alegría tan grande de saber que estaba embarazada, venía la otra parte: « ¿Algún día la voy a ver o podré criarla? ¿Qué edad tendrá cuando la vea?, si es que la veo». Era una cuestión agridulce. Por una parte una alegría muy grande y por otra, nuevas interrogantes que se habrían y nuevas angustias, hasta que finalmente ocurrió lo que ocurrió.

Gema se ha convertido en hija de todos y de todas en Cuba. ¿Cómo los hace sentir eso como padres?

Nosotros tuvimos que sentarnos varias veces a hablar sobre eso, porque al principio, hubo cosas que nos sorprendieron. Una vez una señora por la calle nos dice con tremendo carácter: «¿y por qué ustedes no han enseñado más fotos de Gema?» (se ríe), y al darse cuenta de la sorpresa en nuestras caras,nos dijo:«Gema no es hija de ustedes nada más, es hija del pueblo de Cuba». Cosas de ese tipo nos hicieron sentarnos a decir, bueno, qué hacemos. Para nosotros es algo nuevo y es una línea estrecha la que uno tiene que caminar entre hacer de esto una telenovela, que no es algo que queremos, o virarle la espalda a la gente y decir que no vamos a enseñar más fotos porque esa es nuestra vida privada. No creemos que ningún extremo sea el correcto.

Por eso cuando fue el cumpleaños enseñamos algunas fotos. Hace un tiempo me enteré de que hay un sitio que se llama «Gema de Cuba». La gente pensaba que era de nosotros; pero yo no sé ni quién lo hizo. Creo que ni siquiera se hizo desde Cuba, y hay muchas fotos de ella ahí.

Es una situación difícil para nosotros que somos padres primerizos y padres de una niña que tantas personas quieren y se interesan por ella. Créeme que hacemos el mayor esfuerzo por navegar ahí, sin pasarnos ni para un lado ni para el otro.

En estos momentos, ¿cuáles son tus planes inmediatos? ¿Tus prioridades?

Hasta ahora hemos viajado por Cuba y respondiendo a algunas invitaciones en otros países. Quiero ir con urgencia a las Tunas, a Pinar del Río, a Sancti Spíritus. Me quedan muchísimos lugares claves (me gustaría ir a toda Cuba, claro), donde hay personas que jugaron un papel importante en la lucha por nuestra liberación. Son historias bonitas, como el caso de Andy Daniel, un niñito con un defecto de nacimiento en la mano que me escribía desde que era chiquitico y ganó un concurso de dibujo; hoy es un muchacho de 14 años. Por eso quiero ir a muchos lugares de la geografía de nuestro país donde hay historias relacionadas con los Cinco Héroes. No hemos podido hacerlo desgraciadamente por el ritmo que hemos llevado de actividades, pero lo queremos hacer.

Hemos estado en contacto también con diferentes sectores de nuestra población, centros de estudio, de trabajo. Donde se nos pide que estemos, ahí estamos, en la medida de las posibilidades porque son muchas cosas.

Desde el punto de vista personal, por supuesto, quiero dedicarle el mayor tiempo posible a la crianza de Gema y a la familia, recuperar un poco el tiempo (no me gusta decir el tiempo perdido), que no estuve con ellos, sobre todo con los sobrinos que no conocía, con Adriana, en fin, con la familia en sentido general.

Como revolucionario, siempre que me preguntan, digo que mi único plan o mi plan más importante es seguir sirviéndole al pueblo, a nuestra Revolución

«Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz», dijo Fidel. ¿Será que la humildad es uno de los rasgos característicos de los Cinco?

Cuando asumimos esta tarea, lo que estaba en el programa era que nosotros íbamos a dedicar a esto cierta cantidad de años y que íbamos a ser combatientes anónimos. O sea, si hay un poquito de vanidad en ti, esta no era la profesión que tenías que haber escogido. Desde el mismo momento en que asumimos la tarea, sabíamos que iba a ser para eso. No nos hubieran seleccionado si supieran que nosotros éramos vanidosos.

Los Cinco siempre hemos sido conscientes de que no somos nada especiales. Hay muchísimas compañeras y compañeros en Cuba que, primero, estaban haciendo lo que nosotros y nadie los conoce; segundo, lo están haciéndolo todavía y lo seguirán haciendo siempre que sea necesario, con la premisa de que lo que ocurrió con nosotros fue algo raro que respondió a determinadas y muy específicas circunstancias. Posiblemente esa no se va a repetir. Cumplen su misión con la premisa de que van a ser héroes y heroínas anónimos de este país y no van a tener el reconocimiento directo, ni siquiera de su familia.

Eso es algo que los Cinco siempre hemos tenido muy presente. Si nosotros estamos aquí hoy, es por el ejemplo de otros que lo hicieron antes y que se sacrificaron como nosotros; y nadie los conoce. ¿Qué mayor ejemplo que ese? ¿Cómo tú crees que nosotros podamos sentir algún tipo de vanidad o presumir de algo? Nos tocó que se nos conociera, pero somos conscientes de que lo que hicimos, ni lo inventamos nosotros, ni fuimos los primeros en hacerlo, ni mucho menos seremos los últimos.

Si tuvieras que mandarles un mensaje a los jóvenes cubanos ¿qué les dirías?

Nosotros siempre hemos insistido en la importancia de conocer la historia de nuestro país. Hace poco, al inicio de la entrevista, tú me preguntabas sobre mi formación y recuerdo algo que a mí me marcó para toda la vida. Fue cuando, siendo un niño, mi papá tenía un buró con llave y un día se le quedó una gaveta abierta, la abrí y saqué una colección de las primeras revistas Bohemia después del triunfo de la Revolución. En ellas venían las fotos que les habían prohibido publicar durante los años de la dictadura. Venían fotografías de lo que se encontró en las estaciones de policía cuando fueron ocupadas por el Ejército Rebelde, los implementos de tortura; fotografías de cadáveres, de jóvenes asesinados, acribillados a balazos. Todo eso a mí me marcó de una manera tal que me propuse dar todo lo que pudiera de mi vida para que ese pasado no volviera a Cuba. Un muchacho que no conozca eso, no puede tomar una resolución así. Tú no puedes crearte determinadas convicciones si tú no conoces determinados elementos de tu propia historia.

A mí me preocupa que algunos jóvenes no se interesen por estudiar la historia de este pedacito de tierra donde están parados. A veces uno se acostumbra a caminar por las calles y a pasarle por el lado a una tarja que está en una pared y ni se detiene a leerla. O estamos esperando una guagua en la acera sobre la que estuvo muerto un joven que fue asesinado; uno no se detiene a pensar en eso.

A veces hay jóvenes de 23 o 24 años, que dicen que les interesa el destino de su país, pero no ahora: «cuando sea mayor, a lo mejor»… No se detienen a pensar en la edad que tenía Frank País cuando murió asesinado, o la edad que tenía José Antonio Echeverría. A mí me parece que hay muchos jóvenes que se subestiman y siempre ven ese escalón inferior, se ven en ese escalón cuando hablamos de los destinos de Cuba y del futuro de la Revolución. Piensan que eso es tarea de otros que están más arriba en términos de edad o preparación. Quizás un poco de responsabilidad sea nuestra, por no haberles enseñado a esos jóvenes que ellos son los protagonistas de este proceso, de esta Revolución; no el futuro, sino el presente de la Revolución.

Les diría a los jóvenes, como dice el pensamiento de Nikolai Ostrovsky, que si mal no recuerdo tenía Tania la guerrillera en su diario: «la vida es una sola y hay que vivirla de manera tal que cuando uno llegue al momento de mirar atrás, pueda sentir la satisfacción que la vivió por una causa, que la vivió por un propósito». No hay nada más triste que llegar a viejo y que un hijo o un nieto le pregunte a uno: ¿Y qué tú hiciste con tu vida, a qué te dedicaste, qué legado positivo nos vas a dejar…? y no tener nada que decir.

Les diría que se preocupen por su legado, que la responsabilidad que tienen en sus manos es inmensa. A nosotros, los Cinco, muchas personas nos ven como paradigmas, como ejemplos, pero a nosotros no nos hicieron en un laboratorio, somos cinco hombres a los que nos tocó la responsabilidad de defender a la Revolución desde estas filas, y lo asumimos. Hay muchísimas personas en este país, muchos héroes y heroínas anónimos que han sacrificado sus vidas por la Revolución y han dejado una huella, aunque sus nombres nunca se conocerán.

Poema: «La muchacha de la parada»

Ante mí apenas distingo una silueta

que se empeña en dibujar ademanes didácticos,

y a mis oídos casi llegan detalles

de conceptos jurídicos y conflictos internacionales;

pero en mi mente solo está aquella muchacha

de la parada,

la estudiante de Química

cuyo nombre ignoro,

aunque conozco su tímida mirada

porque día a día agiganta el hechizo

de los amaneceres en La Rampa.

Esa muchacha tal vez mañana,

cuando al sentarse tome cortésmente mis libros,

se entere que un desconocido,

admirador de su belleza

desatendió una clase

por escribirle este poema.

Gerardo Hernández Nordelo (20–10–1986 8:35 a.m.).

En un turno de Derecho Internacional

Este poema llegó a manos de Adriana al día siguiente de haber conocido a Gerardo en la parada del ómnibus de la ruta 32 en la céntrica calle 23, conocida por La Rampa en el Vedado, donde se citaron desde entonces cada día hasta que en noviembre de ese mismo año se hicieron novios y comenzó una preciosa historia de amor.

Tomado de Pensar en Cuba

Imagen agregada FOTO Bill Hackell

publicado por rcbaez a las 20:11 · Sin comentarios  ·  Recomendar
31 de Marzo, 2016 · Cinco Prisioneros en USA
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Un país que no puede hablar de Derechos Humanos, son los Estados Unidos: Gerardo Hernández

En entrevista con Julio Sánchez Cristo, Gerardo Hernández, uno de los Miami Five, quien estuvo preso en EE.UU./

http://www.wradio.com.co/escucha/archivo_de_audio/un-pais-que-no-puede-hablar-de-derechos-humanos-son-los-estados-unidos-gerardo-hernandez/20160321/oir/3089648.aspx

publicado por rcbaez a las 13:41 · Sin comentarios  ·  Recomendar
28 de Enero, 2016 · Cinco Prisioneros en USA

Considerado el jefe de la red de cinco agentes de la Isla detenidos en EE UU, se proclama revolucionario con las mismas convicciones que hace casi 20 años

El exespía cubano Gerardo Hernández, en Madrid.

“Quieren destruirnos con el abrazo del oso”. Gerardo Hernández, de 50 años, militante desde los 15, no es un miembro más del Partido Comunista de Cuba (PCC), ni las intenciones que atribuye a Estados Unidos son retóricas. Considerado el jefe operativo de la red de cinco agentes cubanos detenidos en 1988 por el FBI, condecorados todos en la isla con el título de Héroes de la República, y liberados en el marco de la distensión binacional anunciada el 17 de diciembre de 2014, Hernández tiene acceso a Raúl Castro y al vértice del partido. Se proclama revolucionario con las convicciones que hace casi 20 años le llevaron a aceptar una misión peligrosa: infiltrarse entre los grupos anticastristas más violentos de Florida e informar sobre sus actividades.

Su excarcelación después de 16 años en prisión fue la principal exigencia del régimen cubano para abrir el proceso hacia la normalización diplomática. El caso de Hernández era el más complejo y la pena impuesta por un tribunal federal, la más dura: dos cadenas perpetuas con cargos de espionaje, conspiración para el asesinato y falsedad documental. Hace pocos días viajó a España para agradecer la solidaridad de sus simpatizantes y visitar Gran Canarias, donde nació su madre, fallecida en 2009. Hernández considera que la nueva política norteamericana, el turismo, los intercambios diplomáticos, comerciales, culturales y deportivos, se asemejan al “abrazo del oso” porque su objetivo es socavar el sistema desde dentro.

“Tenemos razones para ser muy cautelosos. Estados Unidos siempre ha visto a mi país como su patio trasero y hay poderosos intereses que ven ahora una oportunidad para lograr lo que no han podido por otros medios durante medio siglo, declara durante una entrevista en la embajada de Cuba en Madrid. “Muchas personas quieren un acercamiento real, pero congresistas con influencia y también la propia Administración no ha renunciado a sus objetivos con Cuba. Y el objetivo siempre ha sido destruir la revolución. Están apostando a que ahora podrán hacerlo con el abrazo del oso”. La biografía de Hernández no presenta fisuras ideológicas: destaca en la Unión de Jóvenes Comunistas, (UJC), cumple 54 misiones de combate en Angola (1989) y a mediados de los noventa dirige en EE UU la denominada red de espionaje Avispa.

Contrariamente a quienes sospechan de compromisos todavía sin desvelar, sostiene que las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba comenzaron sin condiciones previas ni temas inabordables, pero sin que el Gobierno cubano aceptara promover aperturas políticas en la isla a cambio del levantamiento de sanciones. “No sé lo que tendrán ellos en mente, pero yo le aseguro que este proceso se inició sobre la base de que se discutiría de igual a igual, sin precondiciones, con respeto y soberanía”. En enero de 2015 nació su única hija, concebida a la distancia, desde la cárcel, porque se prohibió cualquier visita de su esposa. La reproducción asistida fue autorizada durante las conversaciones secretas previas al anuncio oficial de 2014

El exagente de inteligencia desconfía de Washington. “Hay partidas, grandes sumas, públicas o no, dedicadas a la subversión en Cuba, pero los cambios que vayan a ocurrir ocurrirán por la voluntad y el deseo de los cubanos”. No cree en el pluripartidismo porque dice que atenta contra “nuestra propia historia. Ya Martí habló del partido de la nación cubana. No tengo una bola de cristal para predecir el futuro y los cambios y consensos que pueda haber en nuestra población. Las circunstancias cambian, y nuestra propia realidad, pero ahora la gran mayoría de los cubanos quiere que nuestro sistema siga siendo socialista”. A continuación, la entrevista con este baluarte revolucionario.

Pregunta. ¿Puede cuantificar el apoyo social de la revolución?

Respuesta. No podría decirle si en el año 70 tuvo un 90% y ahora un 77%. No creo que nadie tenga los números, pero puede estar convencido de que sin la mayoría del pueblo la revolución no resiste.

P. Entonces habría que consultar al pueblo para confirmar esa mayoría, ¿no?

R. Ya se hizo. Uno de los procesos de consulta popular fue para discutir los lineamientos (documentos del VI Congreso del partido de 2011) Se recogieron millones de opiniones de la población sobre hacia donde quiere que Cuba vaya y qué modificaciones hacemos.

P. ¿Es posible incorporar la participación política de sectores ajenos al partido?

R. Nuestro sistema electoral establece esa posibilidad. Hay casos de personas sin afiliación que se han propuesto a nivel de comunidad. No es una limitación no ser del partido.

P. Pero la gente se inhibe porque cree que no hay nada que hacer.

R. Sería ilógico que un Gobierno al que costó una guerra hacer una revolución estimulara su propia oposición.

P. Propone perfeccionar el socialismo. ¿A qué socialismo se refiere?

R. Yo insisto en el apellido de cubano porque ya cometimos el error de copiar de otras latitudes y no nos salió bien. Tiene que incorporar cualquier mecanismo siempre que beneficie a la mayoría y cuente con el apoyo de la mayoría

P. ¿Y los medios de producción en manos del Estado?

R. No está en los planes de nuestra revolución privatizarlos. Eso iría en contra de los principios fundamentales del socialismo.

P. También las desigualdades sociales originadas con la privatización de los servicios van contra el socialismo. ¿No?

P. Son riesgos que se corren. Lo importante es darle a la gente la igualdad de oportunidades. El igualitarismo a ciegas no conduce a nada. Si un hombre está haciendo dinero con su trabajo sin explotar a nadie bienvenido sea.

P. Da la impresión de que la juventud cubana vive ajena a la ideología.

R. Ellos [EE UU] confían en el cambio generacional de nuestra dirigencia histórica: en que los jóvenes cubanos tienen otra mentalidad, y no tienen el mismo compromiso con la revolución. A eso aspiran. Y es algo para lo que debemos prepararnos.

 

 

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16 de Noviembre, 2015 · Cinco Prisioneros en USA

Por Enrique Ojito

“Le debemos mucho a la solidaridad internacional”, destaca. Foto: Vicente Brito.

“Le debemos mucho a la solidaridad internacional”, destaca. Foto: Vicente Brito.

 

Lunes, 15 de diciembre del 2014. En la prisión, antes de irse a descansar, Ramón Labañino Salazar hojea el álbum de fotos, ventana por donde se escapa cuando quiere encontrarse con los suyos, aunque exista un abismo entre Ashland, Kentucky, Estados Unidos, y La Habana, Cuba.

—Coloca el reloj en la taquilla y ponte los tenis. Ven conmigo, le apremia el guardia.

La celda queda atragantándose la injusticia. Ágil de marcha, Labañino casi le pisa los talones al uniformado. Primero van al ropero; luego, a otro sitio para ponerle las cadenas. Las rejas abren y cierran, y su rechinar metálico recuerda al cubano que no camina por el Vedado capitalino

—Hay que sacar a esta persona hacia el aeropuerto más cercano y trasladar las propiedades.

Claro, bien claro lo escucha Ramón y comienza a pensar que algo bueno está por suceder. Esposado, sube a una camioneta Vans; al llegar al aeropuerto, oye: “Apúrate, que el otro viene atrás”. El destino: un hospital carcelario en Carolina del Norte.

Las escenas se suceden como en una película al estilo hollywoodense, con la sustancial diferencia de que se trata de una historia real, protagonizada ese día también por Antonio Guerrero y Gerardo Hernández. Ni asomo de idea tenían de la ronda secreta de conversaciones oficiales entre funcionarios de La Habana y Washington iniciada en el 2013.

La premonición de Ramón está por consumarse, aunque nada le aclaran aquellos guardias de caras ceremoniales que lo llevan de un lado a otro. Desde su arribo al hospital, solo tiene ojos para buscar a Gerardo y Antonio; sin embargo, ni la menor señal de ellos. Alrededor de las ocho de la mañana del 16 de diciembre, un guardia le advierte:

—Vas para el área de visita.

Precipitadamente lo sacan por el pasillo; de improviso, frente a él, sus hermanos. Olvida la molestia aferrada a la rodilla desde hace tiempo y corre hacia a ellos. Abrazo viril, pecho contra pecho; tres hombres, igual épica. Más tarde conocerán que a las 8:10 a.m. del siguiente día tendrán a Cuba, cálida y venerable, bajo sus pies.

Por segunda vez, he vuelto a la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en la habanera calle 17, antigua mansión del marqués Avilés, construida bajo los códigos del BeauxArts parisino. He vuelto al mismo salón de altos espejos, a la misma butaca de rojo púrpura. Delante, otro Héroe: Ramón —primero había sido René González—. A su lado, Elizabeth Palmeiro Casado, atenta a alguna fecha descarriada en los más de 16 años de encierro en cárceles de los Estados Unidos de su esposo, quien se establece desde febrero de 1992 en la Florida como agente de la Seguridad Cubana bajo el seudónimo de Oso.

“Mi familia estaba ajena a todo. Como soy economista, dije que era gerente de una supuesta firma en España que se encargaría de traer mercancías para Cuba debido al bloqueo”, señala.

- ¿Cuál fue el itinerario que siguió para llegar a Estados Unidos?

- Varios países y México finalmente. Cuando puse un pie allá me dije: pude cruzar. Para nosotros, entrar a otro lugar es el momento más difícil porque lo haces con identidad falsa. Toda tu preparación se va ahí. Si cruzas, eso demuestra que fue un trabajo muy fino.

- A partir de ese momento usted sería el puertorriqueño Luis Medina. ¿Podría decirse que conocía más San Juan que La Habana?

- Teníamos los elementos para representar ese personaje. Viajé a Puerto Rico; en mi leyenda tenía hasta el color de la casa donde vivía, donde estudié, la parada de la guagua de enfrente. Me moría siendo Luis Medina.

En Tampa, localizada en la costa oeste de Florida y cuyo nombre significa astillas de fuego —en referencia a los relámpagos que azotan el área en verano—, se asienta Ramón, quien permanece inicialmente en un hotel; pero enseguida sale a buscar un sitio más económico.

- Escogí la parte sur de la ciudad, zona de recursos bajos. Empecé a caminar cuadra por cuadra, hasta que detecté una casa que tenía un cartelito a flor de césped que decía: Forrent. La casita al final tenía un garaje, convertido en vivienda. Conversé con la dueña, de origen haitiano, muy humilde. Me presenté como un estudiante universitario. Por suerte, no pidió ningún documento. Me mudé; hay una foto por ahí donde aparecen la casa y una bicicleta; en esa comencé a hacer el trabajo operativo.

Nacido el 9 de junio de 1963, Labañino reconoce la contribución de los medios cubanos a la causa de los Cinco. Foto: Vicente Brito.

Nacido el 9 de junio de 1963, Labañino reconoce la contribución de los medios cubanos a la causa de los Cinco. Foto: Vicente Brito.

- ¿A qué se dedicó para sobrevivir?

- Repartí periódicos en viviendas, vendí zapatos de cuero por catálogo. El trabajo en casa nos permitía tener mucha autonomía y no dejar tantos rastros documentales. En el 96 me orientan que me mudara para Miami; allí manejé un camioncito Vans y distribuía mercancías, medicinas… en diferentes farmacias. Fue el trabajo más estable.

- ¿Cuándo acontece su primer encuentro con Gerardo, jefe de la red, en Estados Unidos?

- Una aclaración: en realidad, Gerardo no era el jefe de la red completa; él era de un grupo y yo de otro. Pienso que la Fiscalía, en el afán de cruzarse con Gerardo, lo puso como jefe de la red. Contra Gerardo se formó una insidia descomunal. Querían buscar un chivo expiatorio para el asunto de las avionetas (el 24 de febrero de 1996 Cuba derribó dos aeronaves del grupo terrorista Hermanos al Rescate por violación de su espacio aéreo).

Ramón y Elizabeth se casaron el 2 de junio de 1990. Foto: Vicente Brito.

Ramón y Elizabeth se casaron el 2 de junio de 1990. Foto: Vicente Brito.

Después de estar yo establecido en Miami, me dieron la instrucción de verlo. El primer encuentro fue muy formal entre dos oficiales. Nos vimos detrás de una librería. Yo debía llegar con cierta vestimenta, y él, igual; le dije una contraseña y me respondió con otra. Fue un intercambio breve. Luego es que conozco a Gerardo con la forma jocosa de él.

- Entre sus misiones, dio seguimiento a un terrorista como Orlando Bosch, uno de los autores intelectuales del crimen de Barbados.

- Es duro seguir a terroristas, son gentes con deudas tremendas con tu pueblo. Era duro tener tan cerca a Orlando Bosch y pensar que causó tanto daño. Una de las misiones era seguirlo cuando él iba a Tampa, sobre todo a Ybor City; también lo hicimos a personajes de la Fundación Nacional Cubano Americana. Mi trabajo era hacer un levantamiento de toda esa parte y tratar de poner un agente nuestro al lado de ellos para buscar las informaciones acerca de sus planes para agredir a Cuba. Fuimos a Estados Unidos para evitar que pusieran bombas aquí, incluso allá. No fuimos a buscar el secreto de la bomba atómica. Cuba tiene derecho a defenderse.

- ¿Qué ejemplos podría citar de las acciones terroristas que evitó?

- Nuestro trabajo es de muchos hombres y mujeres. Los Cinco representamos a muchos. A través de los compañeros que atendía, detectamos la preparación del disparo de un cohete a un avión de Fidel, que iba a cruzar por cierto lugar; también, una pluma con explosivo para hacérselo explotar al Comandante en determinado espacio. En otra ocasión trataron de pasar explosivos por el aeropuerto en un pomo de champú con el objetivo de poner bombas en centrales eléctricas en Cuba.

Para nosotros, lo más gratificante es saber que lo que hicimos tuvo una utilidad final: se evitó una persona herida, una muerta, un ataque a tu Comandante. Esa es la cúspide. Ninguno de los Cinco buscaba la publicidad; nuestro éxito hubiera sido seguir en el anonimato toda la vida.

- Por cierto, debido al desconocimiento de la verdadera misión de usted y su constante ausencia de la casa, la familia llegó a cuestionarlo. ¿Qué sucedió aquel día ante la tumba de su mamá?

- Mi mamá falleció tres meses antes de yo ser descubierto sin saber mi misión; no le di el dolor de verme preso. Ella también me reclamaba: ‘Ramoncito, tienes que sentar cabeza, hijo’. Aquel día frente a su tumba, mi papá me preguntó: ‘¿Hasta cuándo va a ser esto? Tienes tres hijas y una mujer…’. Mira, papá, te voy a ser honesto, esto va a ser hasta que yo no sirva para mi trabajo, me muera o hasta que me cojan preso.

El 12 de septiembre de 1998, Ramón Labañino debía volver a su ritual mañanero: saldría de un tirón de la cama en su pequeño apartamento en Hollywood Beach y luego recogería su Vans en la base; lo abastecería de aceite y gasolina, de ser necesario; montaría los medicamentos e insumos para lanzarse a vencer, semáforo a semáforo, la ciudad de Miami y distribuir la carga a una lista inacabable de farmacias.

Esa debía ser la rutina de aquel sábado, que se vio cortada alrededor de las 5:30 a.m. El agente cubano apenas sintió los golpetazos contra la puerta, que cedió como un limón ante un hachazo. Cuando vino a reaccionar ya tenía encima a los uniformados; intentó forcejear con uno, pero de poco le valió su cinta negra en kárate do con tal desventaja.

—FBI, FBI. Tírate en el piso, tírate en el piso.

Afuera, las hélices del helicóptero despertaban la vecindad y las luces intermitentes de los carros patrulleros anunciaban los dramáticos episodios por acontecer. En el Cuartel General del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), en Miami, lo sometieron a una entrevista de “convencimiento” para traicionar; de ahí lo condujeron al Centro de Detención Federal. Por similar trance, pasaron otros nueve agentes cubanos, llevados también al edificio de la Corte Federal el 14 de septiembre. En el trayecto, otro reo, al saberlos cubanos, les gritó: “¡Resistan, co…! ¡Resistan porque Fidel nunca los va a abandonar!

Con sus hijas y Elizabeth, a su arribo a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

Con sus hijas y Elizabeth, a su arribo a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

- Pero cinco del grupo traicionaron. ¿Cómo supo la noticia?

- Antes de entrar a la Corte, nos pusieron como en una celda de espera. Allí nos dimos cuenta de que había gente floja. Hablamos de que esa era La historia me absolverá nuestra; pero ya veías a uno por allá en una esquinita recostado; el otro no te miraba a la cara.

Conversé con René —yo no lo conocía por la compartimentación— y me dijo: ‘Aquí nadie se puede partir’. Él habló con otro y me di cuenta de que la respuesta del otro no era tan así. ‘Sí, pero hay que pensar en la familia’. ¡Ahhh! Esto está complicado, me dije. Con posterioridad, los mismos abogados nos alertaron que dentro del grupo había quienes estaban colaborando. El impacto de la traición fue tremendo, honestamente.

En esas circunstancias, los Cinco hicieron suya una frase muy gráfica de Simón Bolívar: “A la pi…”, que los lectores no deben tomarla ahora como un irrespeto.

Nosotros conocíamos la historia de Bolívar; era el eslogan que empleaba en misiones complejas, al iniciar un combate. Cuando la cosa se puso difícil, dijimos: Aquí, a la pi… Hay un momento en la vida que uno tiene que definirse, y si te toca morir, te toca.

- ¿Cuánta incertidumbre le asaltó a sabiendas de que sería defendido por un abogado estadounidense?

- Mi primer abogado, cuyo nombre no voy a mencionar, no me satisfizo; no me gustó cómo me defendió en la presentación de los argumentos iniciales para que me dieran la fianza. Lo vi un poco ambiguo. Tuve una conversación con él: con todo respeto, yo necesito que usted me diga si está dispuesto a defenderme con valor, porque si no tiene valor… Necesito a alguien que demuestre la verdad. Vamos a denunciar a terroristas, a la gente que controla esta ciudad. Él poco a poco se fue retirando del caso.

Después entró el abogado William Norris, y desde el primer momento cuando lo vi —fue durante los 17 meses en el ‘hueco’—, me causó buena impresión y le manifesté: me alegra mucho que entienda el trabajo nuestro, secreto. Le prometo a usted que le diré lo que realmente le puedo decir; nunca le diré una mentira. Le pedí que no le hiciera caso a la prensa. ¿Te imaginas que cinco hombres sin dinero en el bolsillo podían destruir la democracia y la Seguridad Nacional de Estados Unidos, como salía en la prensa? En verdad, los abogados se fajaron como fieras por nosotros.

El 6 de diciembre del 2000 se inició realmente la vista oral del juicio con la presentación de los argumentos por la Fiscalía y la Defensa, la cual reveló en ese contexto los verdaderos nombres de Manuel Viramontes (Gerardo Hernández), Rubén Campa (Fernando González) y de Luis Medina (Ramón Labañino). Ni el FBI pudo descubrirlo.

Minutos antes del alegato de Norris, Ramón le aclaró: “Sí soy un agente extranjero no registrado, sí tengo documentos falsos; pero no soy un espía. No vine aquí a buscar secretos militares.

Con una cadena perpetua más 18 años de privación de libertad, se abismó en su itinerante vida de reo, que lo llevó a las cárceles de Beaumont, Texas, y a McCreary, Kentucky. Resentenciado a 30 años en el 2009, lo trasladaron para Jesup, Georgia, y luego hacia Ashland, Kentucky.

Raúl recibe a Gerardo, Ramón y Antonio a su llegada a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

Raúl recibe a Gerardo, Ramón y Antonio a su llegada a Cuba el 17 de diciembre del 2014. Foto: Estudio Revolución.

- ¿Cuántas veces en la cárcel se vio precisado a advertirle a otro preso: no cruces esa línea?

- A nosotros nos respetaban en las cárceles, pero sí hubo momentos en que intentaban faltarte el respeto. Uno se relacionaba con personas criminales y si no respondías a la altura de los acontecimientos podían después abusar de ti. Se lo advertía a la gente: somos cordiales, pero no nos busquen porque enseguida sacamos el machete de Maceo, y lo decía gráficamente. A uno lo metí en el cuarto: no sé por qué me faltas el respeto, si te trato superbién. ‘No, porque yo soy preso de una pila de años’. No me interesa esa pila de años. Me tienes que respetar. No cruces la línea conmigo y si la cruzas, aquí estoy.

Muchos de los problemas en la prisión son porque la gente no sabe hablar, son por cosas mínimas. Por ejemplo, para ver televisión tienes que marcar el piso donde va tu silla; si la sacas un poco para al lado, es causa hasta de puñalada. Siempre me querían coger de líder de los cubanos, no solo porque soy grande y fuerte, sino, también, por la forma de hablar, la forma de comportarme ante los demás. Ellos se daban cuenta de que tú eras una persona decente, recta; pero que le decías a cualquiera: eres un descara’o.

Estoy escribiendo un diario sobre la cotidianidad de la prisión. No quería que lo leyeran mi esposa y mis hijas; tiene escenas de asesinato, droga, prostitución, de todo lo visto en una cárcel en Estados Unidos.

- No obstante ello, usted aseguró que dejó allá a otra familia.

- En la prisión uno conoce a personas humanas también, que cometen errores. Nosotros no lo haríamos porque somos incapaces de robar. La vida en Estados Unidos es muy difícil; si no tienes dinero, te mueres de hambre. Había uno que robaba bancos… Son personas que sienten por Cuba y son capaces de defender la Revolución. Uno convive con ellas y hace amistad. Por eso, hoy me llaman, me escriben por correo. He tratado de ver a sus familiares y así cumplir con mis hermanos de la prisión.

- ¿Por qué recurrió a la poesía?

- La poesía constituyó una forma de combatir la soledad, nos ayudó a sobrevivir. La escribo desde el alma, como los poemas que le dediqué a mi mamá. Tenía deudas con ella que nunca pude cumplir y traté de hacerlo a través de los versos. En Carta a una madre ausente y Deuda le expresé cosas que me quedaron por decirle.

- Otro poeta, Silvio Rodríguez, nos legó El dulce abismo, canción que simboliza la historia de amor de los Cinco. Amada, (…) yo parto, tú guardarás el huerto, escribió. ¿Y cómo Ramón encontró el suyo? El calificativo de heroína para su esposa, ¿cortesía?

- ¿Mi huerto? Hermosísimo. Encontré una familia amorosa. No me canso de decir que Eli es la heroína. Imagínate, sola, con dos niñas en medio del período especial, cuando no había comida ni medicinas. Laurita está en el último año de Relaciones Internacionales y Lisbeth empezó Psicología. Ailí (hija del primer matrimonio) es otro ejemplo. Mejores niñas no puede haber. Eli supo inculcarles a mis hijas que yo no las había abandonado.

Por encima de eso, la campaña internacional. Como el resto de las esposas, no solo fue fiel como Penélope. Ellas no se pusieron a esperar, fueron las primeras en recorrer Cuba; después, se reunieron con presidentes de países, parlamentarios. Yo leía las noticias. ¡Esa es mi mujer! Mira, cómo se ha crecido. Ese crecimiento espiritual, humano, solo lo tienen las heroínas como ella. Nosotros no somos los héroes, son ellas.

El Presidente cubano lo condecoró con el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

El Presidente cubano lo condecoró con el título de Héroe de la República de Cuba y la Orden Playa Girón. Foto: Ladyrene Pérez/Cubadebate.

- Usted se declara como el más optimista de los Cinco.

- Soy optimista por naturaleza; el optimismo ayuda a vivir y a vencer y tiene que ver con la riqueza interior de uno, con los recuerdos. Por ejemplo, siempre soñaba bonito. Estando preso soñaba que era libre, lo soñaba nítidamente, y cuando despertaba me decía: no puede ser que esté preso, si ya yo estaba en Cuba. Cuando eres optimista, dices: hoy no soy libre, pero lo seré mañana. Cuando llega mañana, ya has pasado otro día.

Si te metes en la negatividad de la cárcel, te destruyes; ahí estás rodeado de crímenes, de cercas… El optimismo parece algo anacrónico en esas circunstancias. Si te tomas lástima… Vi a personas deprimidas que se ahorcaron. Conocí a un hombre que mató a 12 miembros de su familia. ‘Yo soy un monstruo; sé que voy a morir en esa cama’, me dijo una vez. Cuando uno oye hablar así a una persona en la cárcel… Por eso, creé un concepto: sobrevivo la prisión, pero vivo fuera de ella. Vivía la cotidianidad de mi familia. El 90 por ciento de mi mente era para eso; el 10, para la problemática interna de la prisión, que trataba que no se me metiera en la sangre, aunque para sobrevivir a veces tuvieras que meterte en la cárcel.

Para sobrevivir, también me refugié mucho en el deporte, hacía ejercicios, pesas; jugaba ajedrez, handball, que fue el que me afectó la rodilla; tuve un trauma ahí, se me inflamó. Fui al médico, pero la atención en la prisión es terrible. Me dijeron: ‘Tómate dos aspirinas. Pon los pies en alto, ponte hielo y mañana estarás bien’. En la cárcel te atienden cuando ya estás a punto de morir.

- ¿Ha rebasado la dolencia?

- No tengo dolores. Me siento mucho mejor. Después que subí el Turquino, me siento más ágil. El médico puso la pauta: si me duele en extremo, tengo que operarme. Al estar mucho tiempo de pie, sí me canso porque trabajo mucho la parte muscular. Fuera de eso, estoy entero.

- Cuando mencionamos las gaviotas blancas, ¿qué le recuerda?

- En el otoño, la prisión en Beaumont, Texas, se llenaba de gaviotas blancas; algo poético. Imagínate una cárcel violenta, donde todo lo que hay es alambrada, muros altísimos, gente odiándose los unos a los otros, matándose allá adentro, y que veas aquella imagen. Tremendo simbolismo. Piensas, entonces que, a pesar de todos los desmanes, existen la paz, el amor. Para mí, las gaviotas blancas eran la esperanza.

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22 de Octubre, 2015 · Cinco Prisioneros en USA

por Fausto Triana

Fernando González Llort, uno de los Cinco Héroes.Santiago de Chile, 20 oct (PL) Habla como si pasar 15 años de cárcel fuese un asunto común, con la pasión del reencuentro con Cuba y mucho trabajo por hacer: Fernando González Llort vive el disfrute de las emociones. Fueron muchas en las últimas semanas dentro de un mosaico de países latinoamericanos que le dejaron fuertes impresiones: Ecuador, Bolivia, Perú y Chile. Y la oportunidad de agradecer el respaldo a la causa de los Cinco.

La entrevista exclusiva con Prensa Latina tiene lugar en la sede de la Sociedad de Escritores de Chile, parada final del viaje después de cumplir una intensa agenda como representante de los luchadores antiterroristas cubanos, los Cinco.

González Llort no deja de recordar ni un instante "a mis hermanos" Gerardo Hernández, Ramón Labañino, René González y Antonio Guerrero, quien como él, cumplieron largas condenas en cárceles estadounidenses por combatir el terrorismo.

PL: ¿Qué ha sentido después de cumplir más de 15 años de prisión y verse libre en Cuba? 

FGLL: Es una pregunta bastante recurrente que siempre me hacen (...), se siente algo intenso, posiblemente la experiencia emocional más intensa que yo haya podido sentir en mi vida.

-Son muchos estímulos que recibo en el mismo proceso cuando se acercaba el avión a Cuba. Divisas la Isla desde la altura y viene un proceso de identificación de lugares, es algo que uno ha añorado por tanto tiempo.

Se toma una pequeña pausa y es evidente el repaso que hace en su memoria.

-Después al acercarme, comienzo a definir sitios que me son familiares. Y cuando sales del avión y respiras el aire -puede parecer algo difícil de entender-, pero hasta ese aire es diferente.

-Verdad es que cuando uno está en Cuba no piensa en eso, no lo percibe pero cuando te falta y lo retomas es muy relevante.

-Llega el recibimiento, el gesto y el honor de ser recibido por el General de Ejército Raúl Castro, dirigentes, familiares. No es lo mismo abrazar a la familia en casa que en prisión.

-El detalle de los familiares de los tres que entonces quedaban en la cárcel (Gerardo, Ramón y Antonio), que me acogen como a un hijo. Ahora disfruto mucho ver a todos mis hermanos poderlo hacer ellos mismos con su gente.

González Llort, quien estuvo en Chile también en calidad de vicepresidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), debió usar de la palabra más de 50 veces en cinco días, pero como confiesa a Prensa Latina, es un deber intercambiar con la gente.

PL: ¿El reencuentro con la Patria, sensaciones que le ofrece Cuba? 

FGLL: Cuba me ofrece el mismo sentido de pertenencia de siempre. Ser parte de un pueblo con esa historia de lucha, sacrificios, heroísmo (...) y me da a la misma vez el contexto diferente. Mayor diversidad de maneras de operar la economía y el esfuerzo conjunto de todos los cubanos por un proceso de perfeccionamiento de la sociedad, la vida.

-Refleja patrones idénticos aunque transformadores, en la continuidad, a la vez con cosas novedosas, diferentes. Y eso es lo que en esencia recibo de Cuba, continuidad, cambios que nosotros los cubanos nos proponemos hacer y llevamos a nuestra forma.

Dentro de su anecdotario, el Héroe de la República de Cuba debe incluir a las cientos de personas en Chile que pidieron tomarse una foto a su lado. A todos complació, al igual que en el reparto generoso de abrazos.

PL: ¿Balance de la gira por Latinoamérica, en Bolivia, Ecuador, Perú y Chile? 

FGLL: Estuve en Ecuador y Bolivia como parte de los Cinco, invitados por las autoridades de esos países. En Quito participamos en el Encuentro Latinoamericano Progresista que permitió analizar realidades de la región y retos que enfrentan los procesos de izquierda latinoamericanos.

-Por supuesto no faltó nuestro agradecimiento eterno a ecuatorianos, bolivianos, peruanos y chilenos, que tantos esfuerzos y empeños hicieron para lograr la liberación de los Cinco.

-De Bolivia nos llevamos recuerdos imperecederos con la oportunidad de visitar los días 8 y 9 de octubre Valle Grande y La Higuera, y estar presentes en lugares de tanta significación histórica para los cubanos, los revolucionarios y los hombres de bien en el mundo.

-Allí donde estuvo el Che (Ernesto Che Guevara), lo asesinaron (...), y ver ahora el trabajo de médicos cubanos en esas zonas, que hacen las veces de trabajadores sociales, instructores de arte y cosas preciosas que dejan de legado.

-Gran simbolismo en esos sitios, como también en el Mausoleo del Che (...). Fue una estancia muy solemne, emotiva, que nos compromete a seguir la lucha y contribuir a diseñar un mundo mejor.

En la conversación con Prensa Latina, González Llort revela igualmente sus inquietudes en torno a la cultura ancestral de los pueblos de América.

-Ya en función de vicepresidente del ICAP, estuve en Perú y en Chile para los respectivos Encuentros Nacionales de Solidaridad con Cuba, que fueron de gran calidad y determinados a acompañarnos en la lucha contra el bloqueo y otros temas pendientes.

-Tuve el privilegio de ir a Machu Pichu, que es impresionante por la belleza del enclave, la armonía de los incas con la naturaleza y su cosmovisión, con un sentido holístico de la vida.

-En Chile estuve en una de las casas de Pablo Neruda, en Isla Negra, Valparaíso, un honor en el acercamiento al Premio Nobel de Literatura que fue asimismo un comunista comprometido con sus ideas hasta el final de su vida.

PL: Finalmente, si tuviera que guardar un recuerdo de su estancia en Chile, ¿cuál sería? 

-Para mí fue extremadamente emotivo estar ante la tumba de Salvador Allende y dejar allí una ofrenda floral a nombre de los Cinco. Chile me dejó muchas impresiones interesantes, pero me llevo ese momento de gran significación.

Portal Cuba
20 octubre 2015 / Fuente original: Prensa Latina
 
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28 de Septiembre, 2015 · Cinco Prisioneros en USA

Por Eduardo Febbro, desde Bruselas

Si hay una historia dentro de la historia que sintetiza el antagonismo entre Estados Unidos y Cuba, ésa es la de los agentes cubanos condenados en Norteamérica a penas desproporcionadas en relación con los actos cometidos.

Una orquesta de ancianos desafinados ejecuta en desorden un imposible “Bésame Mucho” en las escaleras de la estación Bruselas Norte. Algunas estaciones más adelante espera Gerardo Hernández, uno de los tres agentes de inteligencia cubanos liberados en diciembre pasado luego del acuerdo al que llegaron Washington y La Habana con la mediación del Vaticano para el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas.

Si hay una historia dentro de la historia que sintetiza el antagonismo entre Estados Unidos y Cuba, ésa es la de los agentes cubanos condenados en Norteamérica a penas desproporcionadas en relación con los actos cometidos.

Gerardo Hernández es uno de los 5 agentes de inteligencia cubanos (Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert, Fernando González Llort, Gerardo Hernández Nordelo y Antonio Guerrero Rodríguez) que a mediados de los años 90 cumplieron misiones especiales en territorio estadounidense con el fin de descubrir y desarticular las acciones terroristas que los grupos contrarrevolucionarios planificaban en Miami y luego cometían en Cuba –sabotajes, atentados contra los hoteles y centros turísticos–. Los cinco fueron descubiertos y arrestados en 1998. Más tarde, en uno de los juicios más extensos de la historia judicial norteamericana, los agentes cubanos fueron condenados a penas que, más que a justicia, equivalían a un castigo político orquestado por la obsesión de las administraciones norteamericanas con Cuba. A Gerardo Hernández, acusado de “conspiración para cometer asesinatos”, le tocó lo equivalente a dos cadenas perpetuas.

Por lo general, estos casos de agentes descubiertos en otro territorio se resuelven a puertas cerradas y mediante una negociación. Con los cinco cubanos fue todo lo contrario. Acusados de espionaje y otras barbaridades, los llamados “Cuban Five” fueron sancionados con un juicio celebrado en Miami y utilizados como instrumento de manipulación política. Hoy liberado, nada refleja en la frescura inteligente de Gerardo Hernández los 16 años pasados en las cárceles norteamericanas, ni los vejámenes sufridos, ni los largos meses de detención bajo el estricto régimen de aislamiento absoluto.

Gracias a la intervención del senador estadounidense Patrick Lehay –uno de los más fervientes militantes por el fin del embargo contra Cuba– Hernández tuvo un hijo mientras estaba en la cárcel. El senador ayudó a organizar la inseminación artificial de la esposa de Hernández, Adriana Pérez. Tras 18 meses de negociaciones secretas y con el papa Francisco como garantía de lo que había sido imposible, los tres cubanos que permanecían encarcelados en Estados Unidos (Antonio Guerrero Rodríguez, Gerardo Hernández Nordelo y Ramón Labañino Salazar) recuperaron la libertad el mismo día del histórico anuncio, el 17 de diciembre de 2014.

–Los agentes cubanos condenados en Miami fueron el tema que bloqueó y, al mismo tiempo, desencadenó la negociación con Estados Unidos.

–Sí, exactamente. Nuestro caso duró tanto en el tiempo justamente por el conflicto y el tipo de relaciones, o de no relaciones existentes, entre Cuba y los Estados Unidos por más de medio siglo. Eso fue lo que le imprimió una connotación política al caso de los cinco cubanos, a eso se debió el ensañamiento con nosotros. Recuerden que años atrás hubo el caso de unos espías rusos que fueron arrestados. Pero acá, rápidamente hubo una negociación y fueron enviados a su país sin juicio ni nada. Lo que complicó el caso nuestro fue la historia del conflicto entre Cuba y los Estados Unidos. Paradójicamente, también facilitó su solución. Desde luego, la solución de nuestro caso no se puede resumir a esa negociación, sino también influyó el apoyo y la solidaridad que recibimos durante tantos años. Llegó un momento en que los cinco éramos ya muy conocidos, había presidentes pidiendo nuestra liberación, personalidades religiosas, políticas y culturales. Nos habíamos convertido en un caso bastante incómodo para los Estados Unidos. De todas formas, a nosotros nos costó mucho trabajo hacer que se lograra hacer conciencia sobre nuestro caso. Fue uno de los juicios más largos de la historia judicial de los Estados Unidos. Duró siete meses y hubo más de 100 testigos. La prensa mantenía un silencio casi absoluto. Poco a poco fue necesario el trabajo solidario de compañeros y compañeras que salían a manifestar a la calle.

–Hoy lo sabemos, el Papa desempeñó un papel primordial en este acuerdo. El Vaticano fue garante del proceso de liberación. ¿Usted sabía que el Vaticano estaba mediando?

–No, no sabía. Para mí fue una sorpresa porque nosotros estábamos ajenos a todo el proceso de negociación. No conocía el papel desempeñado por el Vaticano. Me enteré después de lo que ocurrió, del papel que jugaron varios cardenales, entre ellos el arzobispo de La Habana, el cardenal Jaime Ortega, a quien le tengo mucho respeto. Estamos muy agradecidos. Nosotros siempre aceptamos la ayuda de cualquier persona de buena voluntad. Hay que recordar que nuestro caso, además de sus connotaciones políticas, fue una gran tragedia desde el punto de vista humano. Me alegra que el papa Francisco, siendo un papa latinoamericano, haya sido consecuente. Le puedo decir que siento una gran admiración por él. Ha tenido una actitud muy valiente, digna de admirar. En nombre de nuestros familiares y de los cinco, que nos beneficiamos con esa actitud, le enviamos nuestro agradecimiento.

–De hecho, si se observan las condiciones de la negociación, Cuba no cedió. Washington juró siempre que jamás negociaría con Cuba en las condiciones políticas actuales, y, sin embargo, así ocurrió.

–Mi opinión personal es ésta: por mucho tiempo, Estados Unidos se mantuvo diciendo que no negociaría nada con Cuba mientras existieran los Castro en el poder –es así como ellos se refieren a que la Revolución y el pueblo cubano estén en el poder–, también decían que no tenían nada que negociar con Cuba mientras el Partido Comunista estuviera en el poder y mientras que la Revolución socialista se mantuviera. Todas esas condiciones aún existen y sin embargo hemos conversado con la única condición que Cuba ponía siempre: una conversación de igual a igual, con absoluto respeto a nuestra soberanía y nuestra independencia.

–¿En algún momento sintió el peso de la historia que estaba sobre sus espaldas? Ustedes eran, en gran parte, la clave del nudo.

–Nunca vi el caso en esa magnitud. Recién empecé a sentir eso en los tiempos finales, cuando se rumoreaba que podría haber una solución, y sobre todo, cuando me enunciaron que iba a ser liberado. Ahí sí supuse que ese podría ser el camino para que se avanzara algo más. En ese momento no sabía que se había avanzado mucho más. Me enteré cuando el presidente Raúl Castro pronunció sus palabras y estaba a su lado junto a nuestros familiares. Los tres cubanos liberados no sabíamos nada de la negociación. Nos informaron un día antes de la liberación y nos enteramos del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con las palabras de Raúl.

–Su caso representa un ejemplo mundial de la utilización de la justicia como instrumento de un conflicto con otro Estado.

–Si, el caso de los cinco fue más una venganza contra le Revolución cubana, contra los cubanos revolucionarios. Estados Unidos vio la manera de anotarse un punto y lo hicieron tomando a cinco personas como rehenes. Nosotros reconocimos que habíamos violado algunas leyes de Estados Unidos, como tener un pasaporte falso o ser un agente de otro país sin inscribirnos en el Departamento de Estado. Ahora bien, legalmente, nosotros teníamos derecho a hacer una defensa de necesidad y explicar por qué, pero no se nos permitió. El juicio tuvo lugar en Miami y carecimos de toda garantía. Fue un juicio totalmente parcial. Fuimos encontrados culpable y se nos impuso la máxima sentencia posible en todos los cargos. Castigando a los 5 pensaron que castigaban a la Revolución cubana. El plan inicial era que, todos o algunos, traicionaríamos y podernos usar así en un show mediático contra la Revolución. No lo consiguieron y por eso vinieron los 17 meses en celdas de castigo, más otros meses que pasamos en las mismas celdas sin haber cometido ninguna indisciplina. Por eso nos negaron las visitas de nuestras esposas.

–Paradójicamente, mientras a ustedes los condenaban, en Miami circulaba gente con un prontuario muy espeso.

–¡Es increíble! Estados Unidos dice tener una guerra contra el terrorismo. Hay jóvenes norteamericanos que sirven en el ejército y han muerto en otros países en nombre de esa lucha contra el terrorismo. ¡Pero tienen a los terroristas ahí! Todavía hoy Luis Posadas Carriles se pasea libre por las calles de Miami. Posadas Carriles es el autor de un atentado contra un avión de Cubana de Aviación que, en 1976, les costó la vida a 73 personas, es promotor de bombas en hoteles de La Habana que se cobraron la vida de un italiano. Tiene un historial terrorista inmenso y se pasea libremente por las calles. Carriles y otros fueron entrenados por la CIA con el objetivo de derrocar a la Revolución cubana. Hubo un momento en la historia en que la CIA no tuvo nada más que ver con ellos, pero miraron hacia otro lado y han hecho lo que han querido.

–¿Esa fue su misión cuando fue enviado a Miami, investigar a esos grupos?

–Sí, Ibamos a investigar los planes de grupos terroristas como Alpha 66, los Comandos F4, Hermanos al rescate. Estos grupos todavía existen, tienen ahí sus campos de entrenamiento. Lo cierto es que Cuba se quejó muchas veces por las labores de estos grupos ante el gobierno norteamericano, pero Estados Unidos continuó dándoles impunidad a esas personas y, por consiguiente, fue necesario que Cuba enviara a sus operativos para investigar e infiltrar esos grupos, enviar información a Cuba y prevenir los actos terroristas.

–¿Su mirada sobre Estados Unidos y la Revolución cambió?

–Cambió en el sentido de que hoy mis convicciones y mi carácter de revolucionario son más sólidos, al igual que mi amor por el pueblo cubano. Viví 16 años en esas cárceles y en esa sociedad y en esos años compartí en las prisiones muchísimas historias, dramas humanos, vidas de jóvenes que pudieron haber sido ingenieros o doctores y, con apenas 20 años, están condenados a cadena perpetua. Esto es porque hay un sistema que, desde que nacen, les inculca que hay que tener más y pisotear a cualquiera con tal de triunfar en la vida y tener cosas. Es un embrutecimiento total, se trata de un verdadero drama humano. Haber pasado años en Estados Unidos, tanto en la calle como en la cárcel, ha reafirmado mi convicción de que no importa cuántos problemas tengamos en Cuba, tenemos que seguir trabajando para perfeccionar nuestro sistema y nuestro socialismo. Yo no quiero para Cuba nada parecido a lo que viví en Estados Unidos. De todas formas, yo no guardo ningún resentimiento ni ningún rencor hacia Estados Unidos. No siento odio por nadie. Acaso compasión.

–Usted también enfrenta otro cambio: recupera la libertad en otro momento de la Revolución y con el gran enemigo como, tal vez, nuevo aliado. La Cuba durante la cual usted estuvo preso no es la Cuba de su libertad.

–¡Claro, sería raro que fuese la misma Cuba porque entonces estaríamos negando la dialéctica nosotros mismos! Me alegro de que Cuba haya cambiado y de que la mayoría de los cambios sean para bien. Ninguna revolución puede quedarse estática. Estamos confiados en que el pueblo cubano podrá enfrentar los retos a los que se enfrenta con este proceso. Son retos importantes. Hay personas que apuestan por que, a través del abrazo del oso, podrán lo lograr lo que no consiguieron durante más de 50 años de bloqueo, de agresiones y amenazas.

Fuente Página 12

publicado por rcbaez a las 23:37 · Sin comentarios  ·  Recomendar
02 de Marzo, 2015 · Cinco Prisioneros en USA

Por Carlos Aznárez, desde La Habana)

 

 

 Condecorados oficialmente como Héroes de la República de Cuba, amados hasta lo indescriptible por su pueblo, que peleó por su liberación día a día, Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, René González y Fernando González, se han convertido en un mojón de la ética revolucionaria. Son como Fidel, como Raúl y como el Che, de estos difíciles tiempos que corren.

Pocas horas antes que el Comandente en Jefe Fidel Castro se reuniera con ellos RESUMEN LATINOAMERICANO tuvo el honor de compartir con los 5 varias charlas fraternales, aprender de su sabiduría y de su templanza. Esto es lo que ahora regalamos a nuestros lectores, para que ustedes también tengan una dimensión de qué hablamos cuando decimos: Fidel no se volvió a equivocar en considerarlos desde el primer día, héroes de Cuba y el continente.

  • Antonio Guerrero: La poesía es un arma cargada de futuro

-Lo primero que me dio fuerza, fue mi inocencia. El día que a mi me arrestan yo estaba en uno de los Cayos de La Florida. Montan un operativo, tumban la puerta a las 6 de la mañana, yo estaba con mi compañera y cuando me arrestan, ni siquiera me pongo nervioso, ya que estaba convencido que no había hecho nada malo. Cuando me montan en un auto, hay uno de ellos que empieza a presionarme, pero yo le respondo con mucha tranquilidad y finalmente me llevan al Cuartel general del FBI. Al segundo día nos ponen a los 5 en un área en la que el objetivo era ablandarnos y que reconociéramos algo que era falso, pero no aflojamos, y sinceramente yo seguía conservándome tranquilo. Tanto, que en ese momento, que desde fuera podría parecer muy duro, viene a mi mente un poema, que por supuesto no podía escribirlo, aunque sí pude hacerlo días después. A partir de entonces, la poesía se constituyó en otra arma de resistencia.

Recordemos que estaba 24 horas encerrado en una celda sin ningún contacto con el exterior, y la poesía era mi compañera. Me ayudaba a comunicarme con los que recibían mis poemas, contándoles mi vida y lo que era yo en ese momento.

-¿Esto les sirvió también a ustedes para comunicarse?

-Si, nos ayudó mucho. Fue un arma vital para los 5 en el “hueco”. Intercambiamos poemas y a leer lo que escribían mis otros hermanos. Por ello me motivé a escribir un poema cada día de esos 17 meses, cosa que no era fácil, ya que no tenía el conocimiento de la poesía, pero así es el ser humano, que a veces en el aislamiento más rígido salen a relucir estas cualidades.

-¿Hubo otros recursos para aguantar esos momentos?

- Claro, el primero de ellos era pensar en que lo que habíamos hecho era no sólo por Cuba sino por cualquier ciudadano del mundo. Una bomba en un avión o en un centro turístico era un flagelo del terrorismo que ya habíamos vivido en Cuba.

Otro recurso era moral, y significaba pensar en la historia de Cuba: la imagen de José Martí, del Che y de Mandela, eran fuente de constante inspiración, no solo por la poesía sino  por sus vidas de luchadores. Cuando a mi me arrestan yo tenía 39 años, y en esos momentos me di cuenta lo importante que era tener dignidad, conservar el optimismo, y referenciarnos en otros hombres y mujeres que habían hecho cosas muy trascendentes, de mucho más valor que lo que nosotros estábamos atravesando. Esa era un arma que nos posibilitaba que nadie pudiera derrotarnos, ya lo que nos quedaba era transpirar optimismo, tener confianza en que nunca ibas a estar abandonado y que mucha gente estaba al lado tuyo.

-Lo interesante es que todos ustedes pensaban en igual sintonía sin poder tener ningún tipo de contacto.

-Esa fue otra herramienta vital: la unidad de principios de los 5, la hermandad, saber que el otro compañero iba a poner pie en tierra contigo, pasara lo que pasara. Por otro lado hay que reconocer que en el grupo de los arrestado, hubo algunas deserciones, pero ni en ese momento nos pudieron hacer daño, porque la moral para defendernos era tan grande que no pudieron doblegarnos ni con falsas declaraciones. Nosotros ganamos ese juicio farsa que nos hicieron, y los mismo fiscales sufrieron las burlas de sus colegas, por el papel que estaban haciendo. Ellos evitaron sacar el juicio de Miami, porque sabían que sólo allí podían controlar el show que montaron.

Tres de nosotros, los que teníamos cadena perpetua, fuimos a parar a las peores prisiones de los EEUU. Y entonces, a pesar de que conservaba el optimismo, también me di cuenta que podía morir en esas cárceles, pero no dejé de escribir, sobre todo cuando estaba sin poder salir de la celda. Y cuando esta se abría, tratando de huir de las escenas típicas del patio, y los conflictos y discusiones que se viven en sitios como esos, me refugié milagrosamente en un local donde había gente que dibujaba y pintaba. Entonces, un afroamericano que se convirtió en mi amigo me ofreció hacer un retrato. Allí empezó a jugar otra arma, que fue la creación plástica. E hice retratos, luego trabajos en pastel y fui creciendo autodidactamente. Todo lo que hicimos era para resistir y no imaginábamos que después, los compañeros de la solidaridad iban a transformarlo en libros,  en música o en exposiciones.

Como te decía, todas esas eran nuestras armas de esa etapa, enfrentamos el combate con tremendo optimismo y también con ese concepto de felicidad, que vas por el camino correcto y sintiéndote en armonía contigo mismo.

Todo esto que cuento ya forma parte de un pasado, ahora estamos aquí, viviendo la realidad de Cuba.

-¿Cómo se da esta nueva vida, cómo encontró a Cuba?

-Estamos dispuestos, con esos mismos ejemplos, con esas mismas armas a la tarea que venga por delante. Encontré a Cuba con los cambios lógicos, pero en su esencia muy parecida a la que dejé. Veo cosas positivas y otras no tanto, pero es el mismo pueblo, con sus alegrías y su manera de ser, dispuesto a defender la Revolución al precio que sea necesario. En definitiva, los 5 somos eso, hijos de la Revolución, que les tocó vivir una experiencia determinada, y el pueblo así nos ve, como un revolucionario más.

Por otra parte, sigue el bloque, sigue la intención de que Cuba no se desarrolle, la misma política aquella, vieja, continúa con otras maneras, para destruir la Revolución. Eso es lo que quisieron hacer con nosotros, para castigarnos. Sin embargo, la Revolución está ahí, victoria tras victoria, con Fidel y con la guía de Raúl.

  • René González: “La victoria es salir mejor que cuando entramos”

-La prisión es un proceso de aprendizaje. Probablemente todo comienza por establecerse una meta, y allí los 5 coincidimos: el objetivo era salir mejor que cuando entramos en prisión. Tú percibes enseguida que ellos quieren destruirte, que tu integridad física, moral, mental, son el blanco de los carceleros. Aprendes el primer día que tienes que defender eso y que la medida de la victoria va a estar en salir de mejor forma que cuando te metieron en la cárcel. A partir de allí, cada cual, según sus características adopta su propia estrategia.

Recuerdo que para mí, lo más difícil al principio, fue percatarme que yo no podía reaccionar como ellos deseaban. No me tomó mucho tiempo, y recuerdo un punto de inflexión que fueron los 15 años de mi hija, en que yo había guardado para ese momento la llamada semanal que nos otorgaban cuando estábamos en el “hueco”, y ellos se arreglaron para negármela. Esa noche sufrí, pero al otro día cuando me desperté ya era otro hombre. Me dije que yo no puedo sufrir por las acciones de ellos. Y eso se lo dije a mi esposa cuando pude comunicarme, que a partir de ese momento si la podía llamar, bien, y si no también. Incluso me dije que “aquí mando yo”, que en los procesos que se producen en mi cabeza, los tengo que controlar yo, y que ellos podían hacerlo de aquí hacia fuera. Eso se basa en saber que tú tienes la moral muy fuerte, y que ellos jamás la van a alcanzar. En mi caso, me volqué a mucho ejercicio físico y mucha lectura para cargar mi mochila intelectual.

-¿Cómo y por qué los mandaban al “hueco”. Con qué excusa?

-Ellos no necesitan excusas ni para invadir un país. Si pueden cometer un genocidio frente al mundo entero, imagínese lo que les puede costar encerrar a cinco personas en condiciones infrahumanas. En un inicio nos mandaban al “hueco” argumentando que era por nuestra seguridad, y en eso se basaron hasta que por nuestras protestas y los reclamos que venían desde el exterior, se vieron obligados a sacarnos del hueco. El “hueco” persigue varios objetivos: el primero es ponerte en un estado de indefensión tal para que tú te pongas a considerar si te vas a enfrentar o no a eses sistema carcelario. Usan ese esquema para casos de alto perfil, pero en nuestro caso estaba el añadido de que representábamos a Cuba. Ese odio visceral que nos tenían como cubanos y comunistas, e hicieron todo lo posible para hacernos daño en esas condiciones durante el mayor tiempo posible. Mantenernos en el “hueco” les daba a ellos una ventaja fenomenal sobre nosotros porque nosotros no teníamos la capacidad de revisar las evidencias y otros datos de nuestro juicio estando allí. Ellos crearon un esquema perverso que consistía en ponernos a nosotros en un “hueco” y poner las evidencias en otro “hueco”, por lo cual para nosotros poder revisar diez o veinte páginas de las 40 mil páginas de evidencias de un proceso brutal, en el que teníamos que levantarnos a las 4 de la mañana, hacer todo el recorrido hasta la Corte, para que te llevaran a ese “hueco” donde estaban las evidencias, para trabajar allí durante una hora. Luego, regresar a una celda, que era prácticamente una perrera, estar allí varias horas y luego volver hasta tu celda en el “hueco”. Así, el objetivo que perseguían era quebrarnos y que “confesáramos” y también impedir nuestra propia defensa.  Fracasaron en ambos casos: estamos en Cuba, no hicimos ninguna confesión.

-¿Qué querían que confesaran?

-El concepto de ellos de “colaboración” es muy elemental. Querían que digamos lo que ellos deseaban, que entregáramos nuestra dignidad y dejar de ser quien tú eres. Te dejan claro que haces lo que ellos te dicen o no  vas a recibir la benevolencia de los jueces. Creo que ellos estuvieron hasta el 17 de diciembre de 2014, esperando que Gerardo los llamara un día por ese teléfono que tiene para comunicarse con el FBI y les dijera: “¿qué usted desea?”. Soñaban con poner a Gerardo a hablar mal de Fidel, de Raúl y hacer un caso contra Cuba, con Gerardo como testigo. Para ellos, la verdad  y la mentira no tienen importancia.

-Cómo se relacionaban con los otros presos?

-Cuando fui enviado a la primera prisión, esta quedaba en un lugar gélido de Pensilvania. Conmigo estaba un grupo que era la familia Gotti, de la mafia italiana. Estaban muy organizados, con una disciplina tremenda y eran muy respetados en la prisión. Cuando ellos se enteraron que yo era un cubano que defendía a Cuba me mostraron un gran respeto. Y me decían: “tu chico eres de Fidel, ese sí que se ha fajado con el gobierno norteamericano, y ha resistido”. Veían a Fidel como quien le había plantado cara a este sistema que a ellos los había condenado.

Por otro lado, los presos afroamericanos mayoritariamente tenían un trato cordial con nosotros.

En la cárcel se establecen relaciones de interés. Allí nadie da nada por nada. Pero nosotros tenemos otra educación. Por ejemplo venía un preso y te decía que quería que le revisaras un documento legal, tú se lo revisas y se lo traduces, y cuando te va a pagar, le dice que no y eso evidentemente les choca. Y a partir de ello, otros tienen la misma actitud contigo. Recuerdo a un afroamericano que para ganarse unos pesos, le planchaba la ropa a los presos. Y a mí, no me cobraba, como gran deferencia. Era una forma de decir: tú has sido consecuente, no te has doblegado y además eres solidario. También ese grado de confiabilidad hacía que cuando iba a haber un problema en la cárcel, nos  avisaban para que no nos metiéramos y nos complicáramos.

-El regreso a Cuba.

-No tengo dudas que el apoyo del pueblo y el gobierno de Cuba, fue un factor fundamental para que ellos fueran un poco más comedidos en el trato con nosotros. Nunca nos sentimos solos.

Esta Cuba que encontramos ha tenido que adaptarse a un mundo capitalista, del que de cierto modo nos habíamos aislado, gracias a que existía un campo socialista. De pronto, el país se vio como una isla pequeña a la deriva en medio de esa tempestad, y obviamente ha tenido que dar algunos golpes de timón para poder seguir navegando sin perder el rumbo final que es la construcción del socialismo.

Esta es una Cuba que ha cambiado para bien, habremos adoptado cosas que en nuestra formación no nos agradan tanto, pero creo que la Historia es así, como bien decía Lenin, de que la Historia da unos pasos adelante y otro hacia atrás. Hemos resistido bastante bien lo que significó el desmembramiento de la URSS. Creo que los cambios que se están haciendo son correctos, y depende de nosotros el resultado. El propio 17 de diciembre abre una puerta, es un reto serio, fuerte. Si logramos vencer estos desafíos, vamos a avanzar más rápido hacia el socialismo.

  • Ramón Labañino: “No confiamos un tantito así en EEUU”

-Nosotros acordamos al entrar en prisión que debíamos hacer todo lo posible por salir, cuando nos tocara, mucho mejor. Y no sólo en el aspecto físico sino también intelectualmente, que no nos afectara el clima del sistema penitenciario. En mi caso, me dediqué mucho a leer y a escribir algunos artículos o poesía. Leí muchos libros interesantes de la izquierda norteamericana, que nos lo enviaban solidariamente.

-¿Cuánto tiempo podían estar en el exterior del calabozo?

-Generalmente el sistema penitenciario te controla mucho el tiempo, sobre todo si estás en prisiones de máxima seguridad. Ellos insiste en el conteo permanentemente, a las 4 de la tarde, luego a las 21,30, te levantabas a las 6 y a las 8 te contaban y lo repetían a las 12 del mediodía. Era una forma de recortarte el tiempo. En realidad, sólo te quedaban “libres” cuatro o cinco horas. Sin embargo, yo me las ingeniaba para hacer ejercicios físicos en la misma celda, caminaba o hacía abdominales.

En el último lugar en que estuve había nieve y lluvia durante casi ocho meses, pero al margen de eso no paraba con la gimnasia para que no se te anquilose el cuerpo. Además jugaba mucho al ajedrez.

-¿Cómo fue la relación con los otros detenidos?

-Al principio en cada prisión empieza un período de reconocimiento. Después de que nos dieron la sentencia, al salir de Miami me mandaron a una prisión bastante difícil, y cuando llegué me encontré con casi 80 cubanos que eran bastante complicados,  varios de ellos acérrimos anticomunistas. Desde el principio me miraban con curiosidad, preguntándose si sería verdad que yo era “el espía de Fidel”, pero cuando ya te conocen y ven que somos gente normal como cualquier cubano, empieza el afecto y el respeto. Yo tengo muy buenos amigos en las prisiones que quedaron atrás, ya que muchos de ellos se convierten casi en tu familia real, con los que compartes todos los días, son tus hermanos que están contigo todo el tiempo, en las buenas y en las malas de verdad. Hay otra cosa destacada en el caso nuestro, es que fuimos a juicio. Sólo por eso, ya te otorga entre los presos un trato distinto, de gran respeto, y el otro detalle es ser seguidores de Fidel, algo que provoca gran admiración por el obstinado enfrentamiento con EEUU.

Tengo una anécdota curiosa que quiero contarte: cuando llego a una prisión me recibe el capitán con un séquito de gente bastante agresiva, y me pregunta: “¿Así que tú eres un espía de Castro?, tú seguro te creerás un tipo duro? ¿A ti no te gusta mi presidente Bush?”, todas cosas para provocarme. Entonces me dice que me va a mandar para el “hueco” y que cuando salga de allí, “te voy a mandar para una unidad donde está el cubano más malo que hayas conocido, a ver como te las arreglas con él”. Efectivamente me mandó al “hueco” una semana, con dos morenos afroamericanos, con los que finalmente terminamos de amigos, y me indicaron cómo eran las reglas allí, lo que en el argot era “correr la prisión”, sus códigos, sus peligros. O cuando veas una mesa vacía en el comedor, debes saber que no te puedes sentar, porque son de las mafias, mexicana, italiana u otras.

Al final de esa semana, me sacan y me mandan a la “población”, donde estaban los otros presos, y yo ya iba pensando que me iba a fajar con ese famoso cubano. Llego a la unidad, con dos bulticos en la mano y apenas entro  veo al cubano, un tipo alto, flaco y con una guapería de esas que tú sabes. A su lado, dos especies de guardaespaldas. Apenas yo entro, me ve, y me llama a los gritos. Yo me dije, aquí se arma, tiro los bultos y voy para donde él estaba sentado, dispuesto a lo que fuera. Entonces él me pregunta: “chico, ¿tú eres uno de los cinco esos, que son espías de Castro?. Y yo en el mismo tono, le respondo en el mismo tono:  “Sí chico, soy uno de esos, cuál es el problema?”.  Entonces, él pega un brinco y grita: “mi hermano, venga acá –y me abraza-, ustedes sí que son guapos de verdad”. Él se convirtió en mi hermano, se llama Alejandro, al tiempo salió después de cumplir 20 años, y me siguió escribiendo desde afuera.

-Cuéntenos el último día, el de la liberación de ustedes tres.

-Fue el más hermoso de mi vida. No pude dormir. Fueron 16 años esperando ese momento, pero al final, cuando el instante llega, no estás preparado, por como te embarga la emoción. Entonces, me dio por hacer ejercicios, y decirme que era la última vez que vería esa prisión.

Todo comenzó, cuando a Gerardo lo trasladaron alrededor del 9 de diciembre, a Oklahoma, y eso ya nos dio una pauta de que algo importante estaba pasando, puesto que lo estaban acercando a la costa este. De todas maneras, no queríamos ilusionarnos demasiado. Sin embargo, el lunes 15, me ponen las cadenas y me sacan directo para el aeropuerto y de allí a Bowne, y oigo conversaciones entre los guardias que me indican que nos estaban reuniendo a los tres allí. Me alojan en una celda y me dicen que me quede tranquilo, y al otro día, me sacan las esposas y me llevan al área de visitas, y cuando llego allí los veo a Antonio y a Gerardo, y nos abrazamos con una alegría indescriptible, ya que hacía mucho que no nos veíamos. El día 16 nos sientan en un salón y se hace una teleconferencia con Cuba, donde un compañero nos dice: “Tengo el honor de decirles que desde mañana ustedes serán hombres libres”. Imagínense nuestra emoción.

El día 17 a las 3 de la mañana, nos avisan que ya regresábamos. Nos llevan encadenados de pies y manos, en una furgoneta, nos suben en un avión, y salimos rumbo a Baracoa. Y otro detalle: las cadenas recién nos la quitaron cuando el avión tocó tierra en Cuba, a primera hora de la mañana.

Nuestra llegada fue secreta, así nos lo aclaró el presidente

Raúl, cuando lo vimos, ya que hasta el mediodía no se podía decir nada, porque en ese momento se iba a realizar una conferencia de prensa.

-¿Qué sintieron en ese encuentro con Raúl?

-Fue como vernos con un padre. Entre nosotros no existen jerarquías, somos hermanos. El trato fue como si nunca nos hubiéramos ido de Cuba.

-Cuba está capacitada para enfrentar el reto de esta nueva táctica de EEUU, que se denomina “flexibilización de las relaciones”?

-Seguro que sí, nosotros estamos cumpliendo con nuestro socialismo, como parte de nuestras definiciones ideológicas de siempre. Este es un mensaje que debemos enviar a los compañeros de toda la izquierda internacional. El otro día vi un periódico de la izquierda alemana, que decía: “Cuba, no confíes en Estados Unidos”. Ese es un lema que nos viene del Che Guevara. Nosotros no confiamos un tantito así, lo que pasa es que estamos viviendo momentos históricos en lo que hace a las transformaciones sociales de nuestro país, que tenemos que hacerlos para nuestra propia sobrevivencia. Pero que no quepan dudas que tenemos un pueblo digno, que sabe defender su soberanía, contamos con dirigentes preparados para enfrentar las adversidades. Viene una pelea difícil. Van a tratar de seducirnos, de comprar a nuestros cuadros, de inducirnos a crear partidos, van a querer transformar la economía capitalista. Tenemos que llevar nuestra vigilancia revolucionaria al máximo, ser tan celosos como nos enseño el Che. Sabemos que esta es una nueva táctica del imperialismo para usurpar nuestra tierra.

  • Fernando González: Una economía eficiente y más socialismo

-Lo fundamental para resistir son los principios, lo que uno lleva en la sangre. Este es un país que desde sus inicios se formó en la lucha por la independencia. Siempre enfrentamos a poderes tremendos y así se fue forjando la nacionalidad cubana. Uno lleva todo eso por dentro, es totalmente emocional.  Yo tomé conciencia que eso que me sucedía en la prisión no era personal contra mí, sino contra Cuba. Es que una agresión más que se suma a otras tantas que sufrió nuestro pueblo.

Yo me propuse en la prisión, después de observar mi entorno, a usar el tiempo en mi beneficio, para salir de allí estable, con salud física. Si eso no ocurría, me hubieran ganado la pelea.

Y en eso salí victorioso, ya que no pudieron quebrarme.

También leí muchísimo y eso me daba otro hándicap necesario en ese ámbito. Yo me decía todo el tiempo que a pesar de pasar por la prisión no tenía que convertirme en un presidiario.

-Tú estuviste largo tiempo con el preso político puertorriqueño Oscar López Rivera.

-Fue un auténtico privilegio. Convivimos cuatro años con ese luchador (que ya llevaba 30 años encarcelado). Con él hablamos de la resistencia boricua, de la izquierda revolucionaria de su país y también la realidad de esa lucha en los EEUU, donde él vivió y peleó.

Oscar es una persona seria, muy formada, al que todos quieren y admiran, aún en ese entorno difícil en que nos movíamos. Para mí fue fundamental hablar con él, compartir nuestras experiencias, y sentir que él era un ejemplo de resistencia, con características humanas increíbles. Con él volví a ejercitarme como dibujante, me dio los primeros consejos, me corregía en lo que hacía.

-Como ve a esta Cuba de hoy y el “acercamiento” de EEUU?

-Empiezo por lo último. Las intenciones de EEUU no son buenas, cuando uno lee las declaraciones de Obama sobre la dura política que nos han aplicado durante estos 56 años, él mismo dice que “por buenas intenciones que hayamos tenido no ha dado resultado”, y entonces se deciden a poner en marcha otra táctica. Siguen pensando en asfixiarnos, y nosotros estamos listos a seguir enfrentándolos. Obviamente que deseamos poder echar adelante, tener una vida más holgada. No se trata de que sea la panacea ya, pero si logramos una relación con EEUU de vecindad respetuosa mucho mejor. Pero no nos olvidamos que la intención de ellos es arrancarnos la cabeza, con la sonrisa en el rostro, con la participación en las Cumbres o los cocteles en las embajadas, pero no han cambiado su intencionalidad. Sabemos que se abre un tiempo de batalla ideológica y la vamos a dar. El bloque está ahí, intocable, y hay que seguir luchando para que lo quiten.

También va a continuar la subversión contra Cuba, que nadie piense lo contrario.

-Los cambios en Cuba apuntan a restaurar el capitalismo?

-Soy consciente que hay criterios de cierta izquierda que temen eso. El otro día Abel Prieto decía una cosa bien cierta: Marx nunca dijo que las gasolineras tienen que ser propiedad estatal, como el resto de los medios de producción, los que deciden de quien es realmente el poder. Nosotros estamos inmersos en un proceso para hacer esta economía más eficiente, para que la sociedad disponga de más recursos, para luchar por un socialismo sostenible, pero que no quepan dudas, que para más socialismo. Por supuesto que esto tiene sus peligros. Siempre que introduces las leyes del mercado, puede crearse una mentalidad que no es afín al socialismo. Pero aquí estamos en pie para dar la batalla. La planificación va ser la herramienta fundamental, claro que usaremos el mercado en la medida que haga falta para estimular la producción y comercialización de un producto.

Aquí, por otra parte, no se va a permitir la concentración de la riqueza, pero sí hay una diversidad mayor en lo que hace a la economía.

  1. Gerardo Hernández: “Jamás vamos a regresar a la Cuba anterior a 1959”

 Cuáles y quiénes son a su parecer los forjadores de este regreso triunfante a Cuba?

-Yo lo veo como un gran mecanismo, como esas maquinarias que están compuestas por muchas piecitas pequeñas, que si una falla las otras no se mueven por muy grandes que sean. Si bien, el desenlace final se debió a hechos muy concretos vinculados a la negociación que se conoce, pienso que esta última no habría sido posible si durante muchos años no se hubiera hecho un trabajo de hormiguitas para que nuestro caso fuera conocido. Preguntémonos: ¿qué le va importar a Estados Unidos liberar a los 5, si a nosotros no nos conociera nadie, si no nos estuvieran reclamando día a día o nadie se hubiera manifestado?. Es por ello que no se pueden menoscabar ninguno de los esfuerzos que se estuvieron haciendo durante años. Al final, el resultado que se cosechó fue gracias a todos esos esfuerzos unidos y solidarios.

-En este aspecto, qué valor le da a la solidaridad internacionalista?

- Ha sido fundamental. No solo el valor para alcanzar un resultado, sino que fue esencial para el día a día de la resistencia de cada uno de nosotros los 5. Quiero recordar, por ejemplo, uno de los momentos difíciles que viví en una de las prisiones por las que pasé. Esta era una antigua cárcel que estaba en muy malas condiciones. A mí me pusieron en un lugar que lo llamaban “la Caja” y que estaba debajo del “Hueco” (adonde generalmente nos aislaban por completo). Allí, cuando descargaban el inodoro de la celda de arriba, chorreaba agua sucia por las paredes de mi calabozo. Además me tenían 24 horas con la luz encendida, casi sin ropa y sin nada que leer. En ese momento, cuando me llegaron noticias de lo que estaba ocurriendo afuera, con los compañeros que se estaban manifestando frente al Buró de Prisiones y el Departamento de Justicia, con carteles reclamando nuestra libertad, eso me dio una fuerza tremenda. Cuando ocurrían ese tipo de cosas, me decía: yo estoy aquí pero mi papel en este pequeño espacio en que me encuentro, es resistir, que no me dé un ataque de pánico y no ceda. Esa era mi misión para acompañar también el esfuerzo de tantos compañeros allá afuera. Si ellos lo estaban haciendo, debajo de la lluvia o con temperaturas muy altas, faltando a sus trabajos, cómo no lo voy a hacer yo de la misma manera.

Muchas veces no se habla de esto, más allá del valor de la solidaridad en término de resultados, destaco la importancia de lo que fue para nosotros ese acompañamiento en los peores momentos.

-¿En algún momento dudó que fuera a volver a Cuba?

-Dudar, quizás no fuera la palabra más apropiada, pero nosotros tenemos una frase en Cuba que dice que “hay que tener dos javitas (bolsas), una para lo bueno y una para lo malo. En nuestro caso, una de las javitas era por si algún día regresábamos a la Patria. Y no voy a mentir, diciendo que no pensáramos en la otra posibilidad, que en el peor de los casos me preparara para morir en prisión. No por abandono de nuestro pueblo y nuestro gobierno, sino por situaciones que se daban en la prisión. Lo vivimos con nuestros propios ojos: personas que fueron asesinadas o murieron en broncas a puñaladas. Sin embargo, siempre nos quedó la confianza absoluta en que el gobierno y el pueblo cubano no iban a dejarnos solos, y tampoco los compañeros de la solidaridad mundial.

-La Cuba de su retorno: pro y contras.

-Una Cuba diferente, que no me sorprendió porque estaba bastante bien informado de nuestra realidad. Es verdad que encontramos una Cuba con muchas cosas buenas y algunos fenómenos negativos que no existían en nuestra época. Veo un pueblo dispuesto a seguir luchando y a vencer los retos que nos imponen nuestros enemigos.

-¿Qué le contestaría a quienes, desde afuera de Cuba, sostienen que las actuales reformas económicas y sociales son un paso hacia el capitalismo?

-Creo que hay muchos que lo dicen porque desearían que eso ocurra. Pienso que estamos en un escenario muy interesante, aplicando fórmulas nuevas y explorando opciones. Nuestro objetivo fundamental es lograr un modelo cubano del cual existen algunos lineamientos pero aún estamos teorizando sobre la práctica. Nos estamos enfrentando a un mundo prácticamente nuevo, pero de lo que sí estoy convencido

–seríamos muchos los cubanos que lucharíamos para que eso no ocurra- que jamás vamos a regresar a la Cuba anterior a 1959 ni a la desigualdad abismal que existe en muchos países, en donde los poderosos aplastan a los más necesitados. Volver a eso sería negar toda nuestra historia y los sacrificios realizados por tantos cubanos que han caído para que esto no ocurra.

Ahora bien, en términos económicos, qué mecanismo aplicar, cuáles sí y cuáles no, pienso que no podemos ser esquemáticos. Si nosotros hemos sido capaces de resistir un bloqueo más de 50 años, seremos capaces de crear un modelo cubano, que como dice Martí sea para el bien de toda la población.


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25 de Febrero, 2015 · Cinco Prisioneros en USA
Entrevista exclusiva a Gerardo Hernández, héroe cubano: "Aún hay muchos presos políticos en EEUU que necesitan nuestro apoyo, como Oscar López Rivera o Mumia Abu-Jamal"
El equipo de Cubainformación TV dialogó en La Habana con Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba y uno de Los Cinco cubanos presos injustamente durante 16 años en prisiones de EEUU, quienes fueron liberados el pasado 17 de diciembre. La grabación se realizó en la sede central del ICAP (Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos).  Equipo técnico: Javier Garijo, Patricia Moncada y Juan Caunedo

Entrevista exclusiva a Gerardo Hernández, héroe cubano: "Aún hay muchos presos políticos en EEUU que necesitan nuestro apoyo, como Oscar López Rivera o Mumia Abu-Jamal" (+ Fotos en Cubainformación) El equipo de Cubainformación TV dialogó en La Habana con Gerardo Hernández Nordelo, Héroe de la República de Cuba y uno de Los Cinco cubanos presos injustamente durante 16 años en prisiones de EEUU, quienes fueron liberados el pasado 17 de diciembre. La grabación se realizó en la sede central del ICAP (Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos). Equipo técnico: Javier Garijo, Patricia Moncada y Juan Caunedo.



(+ Fotos y Video en Cubainformación)
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20 de Noviembre, 2014 · Cinco Prisioneros en USA
Por Volker Hermsdorf, desde La Habana

Entrevista con Fernando González, uno de Los Cinco, en La Habana


Fernando González, miembro de los "Cinco Cubanos" detenidos y encarcelados en EEUU en 1998, fue el segundo de ellos en ser liberado, en febrero de 2014.  Regresó el 28 de febrero a Cuba y actualmente es VicePresidente del Instituto de Amistad con los Pueblos (ICAP). Hablamos con él en la sede de esta institución en La Habana.

Usted estuvo encerrado 15 años, 5 meses y 15 días porque quería proteger a sus compatriotas de los ataques terroristas. Usted regresó a Cuba a finales de febrero, y, desde entonces, lucha por la libertad de sus tres compañeros aún encarcelados en los EUA.  ¿De dónde saca la fuerza para ello luego de tanto tiempo en prisión?

Sobre todo a partir del deber por nuestra causa. El tiempo de la cárcel lo comprendí también como una preparación para el tiempo después de la salida de la misma. Al ser liberado tuve el deseo de seguir siendo útil a mi país y a nuestra sociedad y la sensación de haberme preparado bien para ello. Si bien es cierto que René y yo fuimos liberados de la prisión, también lo es que nuestro objetivo era y sigue siendo la libertad y el regreso de los cinco en su conjunto. Veo como mi tarea más importante luchar por eso con toda mi energía. Ahí está todo el secreto de la fuerza.

No obstante, casi 16 años en aislamiento constituyen una carga que no se puede imaginar alguien que no lo haya vivido personalmente. ¿La cárcel no lo ha cambiado a usted?

Yo era alguien que estaba encerrado físicamente en la cárcel y que tenía que estar allí, pero mi mundo real era siempre el mundo fuera de la prisión. Mi vida no era la de un prisionero inactivo que estaba vegetando, sino la de un activista limitado temporalmente  en su libertad de movimiento. Por supuesto, también hay que dedicar su atención a lo que le rodea a uno a diario en la cárcel. Pero mi manera de hacer frente a la cárcel era dedicándole la mayor parte de mi atención y de mis energías a las cosas fuera de la prisión, como los cambios actuales en nuestro país, la lucha por un mundo diferente, el compromiso con la liberación de los Cinco y el trabajo de los grupos de solidaridad en todo el mundo. Además, he leído, he estudiado mucho, me he ocupado de las cosas que me han interesado y que me parecían útiles para el tiempo después de mi liberación.  Los muchos amigos de Cuba y el movimiento de solidaridad en todo el mundo me han ayudado mucho para estar siempre al día. En todos esos años esto me ha dado la fuerza y la energía que ahora pongo en la lucha por la libertad de los Cinco.

¿Durante todo ese tiempo no era importante para usted su destino individual?

Desde nuestro arresto siempre hemos luchado por el regreso de los "Cinco Cubanos". No se trataba, ni se trata de la libertad de los individuos, sino de los Cinco. Somos una unidad. El sentido de mi vida no lo veo -como la mayoría de los cubanos- en mi propia individualidad. Por supuesto que todos somos individuos. Naturalmente, cada uno de nosotros tiene un desarrollo individual que cada cual tiene que conformar y mantener y, por supuesto, todos nosotros somos diferentes los unos de los otros, tenemos diferentes conocimientos, habilidades y sentimientos.

Pero todo esto puede, en mi opinión, desarrollarse sólo en un contexto social. Nosotros, los Cinco, no fuimos encarcelados por haber cometido un error, sino por nuestro compromiso social. Esto también responde a la pregunta frecuente sobre de dónde sacamos la energía para resistir durante tanto tiempo. Creo que una de las razones es que no vemos nuestra situación como un destino individual.  Estamos conscientes de que somos parte de un proceso histórico. Somos parte de una sociedad que está tratando de construir un proyecto, una alternativa a lo que existe en nuestro continente desde hace 500 años y que ha provocado pobreza, desigualdad, injusticia y política criminal. Porque son crímenes el terror contra nuestro país y las guerras que trae este orden social.  Nosotros enfrentamos esto con el Socialismo en Cuba como alternativa. Nuestro adversario político, los Estados Unidos, es el país más poderoso del mundo. Ellos luchan en contra de la pequeña Cuba debido a su decisión de ser un país independiente.

¿Qué papel juega para usted el concepto de “dignidad”?

Uno muy decisivo. Nuestro país ha estado dominado durante siglos por conquistadores, potencias coloniales y por imperialistas. Con el Triunfo de la Revolución, el pueblo cubano también ha defendido su dignidad. Este se convirtió en un faro para todo el continente.  No nos dejaremos quitar de nuevo nuestra dignidad. Esta actitud también fue importante en la prisión.

Aparte de nuestras convicciones políticas y nuestra conexión con el proyecto social por el cual apuesta Cuba, para nosotros siempre fue importante nuestra dignidad. Para cada uno de nosotros hubiera sido peor que la cárcel si nos hubiéramos doblegado ante los gobernantes de un país que se destaca por una causa injusta, tal como el terrorismo contra Cuba. Nuestra actitud ante el tribunal, nuestra actitud en la cárcel estuvo en todo momento marcada por la conciencia de que hay que defender la dignidad de nuestro pueblo y la nuestra propia. Abogar por esto confiere una gran fuerza, porque un hombre puede perder su dignidad sólo una vez, y si él la defiende es más fuerte que el adversario.

¿Cómo evalúa usted la oportunidad –que algunos apuntan- de que antes del fin del mandato del Presidente Obama se pueda llegar a una solución en el caso de los Cinco?

Esto es difícil de evaluar en vistas de los resultados de las recientes elecciones de medio término. Sin embargo, hay cosas que indican que al menos se debe intentar. El Presidente Obama, sus asesores y los empleados son conscientes del caso de los Cinco Cubanos. Nadie sabe quién se acercará a Obama, pero en cualquier caso vamos a tener que empezar con un montón de actividades desde el principio. Por lo tanto, en los próximos meses debemos centrar todos los esfuerzos en acercarnos a una solución.  Las posibilidades hoy son mejores que hace uno o dos años.

Por ejemplo, yo tengo la impresión de que el bloqueo total de los medios de comunicación sobre el caso de los Cinco se está desmoronando en los Estados Unidos. The New York Times, uno de los diarios más grandes e influyentes en los EE.UU., ha informado ampliamente sobre el caso y sugirió un intercambio con el agente estadounidense Alan Gross, que se encuentra preso en Cuba. En las últimas semanas, los editores de este importante periódico, creador de opinión, han pedido un cambio en la política de Washington hacia Cuba en seis editoriales. Muchos periódicos regionales, emisoras de radio y de televisión se basan en sus argumentos. En los Estados Unidos -de acuerdo con las encuestas de opinión- la mayoría de la población está ahora a favor de un cambio de política hacia Cuba. Numerosas personalidades, artistas, líderes religiosos y políticos, entre ellos algunos conservadores, piden la normalización de las relaciones. Hillary Clinton -al parecer intencionalmente, antes de su presentación como una candidata a la presidencia– aboga de repente por el levantamiento del bloqueo. Esto significa que ella espera más provechos que daños de un rumbo en dirección a la normalización para su objetivo electoral y que los grupos de interés poderosos que financian las campañas electorales de los políticos en los Estados Unidos parecen apoyar este rumbo. También son notables las observaciones positivas del Secretario de Estado John Kerry sobre la misión de los médicos cubanos en las regiones de África afectadas por el Ébola. Todo esto son gestos políticos.

Pero a los gestos no les ha seguido un cambio de la política. ¿Ve usted oportunidades para ello?

En abril de 2015 se llevará a cabo en Panamá la Cumbre de las Américas en la que Cuba participará por primera vez. Los EE.UU. se ven obligados a aceptar eso, ya que los países de América Latina, incluidos los aliados más cercanos de los Estados Unidos, insisten en ello. Muchos están atentos a lo que pasará allí. Está claro que ninguna decisión de los políticos estadounidenses será tomada a partir de razones sociales o humanitarias o por su sentido de la justicia, sino siempre a partir del helado cálculo político y para su propio beneficio. Los EE.UU. sólo se moverán en el caso de los Cinco, si el precio para ello de mantenerlos detenidos en la cárcel es más alto que el de dejarlos en libertad. Yo valoro la situación de la siguiente manera: en los próximos 18 meses tendremos oportunidades de éxito en la lucha por la libertad de los Cinco como nunca antes.  Debemos aprovecharlos y aunar los esfuerzos para conseguir que nuestros compañeros de lucha sean liberados.


Versión en español para Cubainformación – Traducción: Yenki Bravo Colina - Original en alemán para Junge Welt

publicado por rcbaez a las 19:52 · Sin comentarios  ·  Recomendar
20 de Octubre, 2014 · Cinco Prisioneros en USA
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Cubainformación TV conversa en La Habana con René González, héroe de Cuba, el primero de Los Cinco Héroes cubanos que cumplió íntegramente su pena y que hoy reside en Cuba. 

René considera que la solidaridad internacional debe dirigir su mensaje a sectores influyentes en la Casa Blanca, y nos habla del papel de Cubainformación frente a la censura de prensa, de escala mundial, sobre el caso de Los Cinco. 

Una entrevista de Lázaro Oramas (periodista) y Ana Gil (cámara).


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